domingo, 16 de marzo de 2008

Manifestaciones contemporáneas de espiritualidad

Jorge Julio Mejía M., S.I.*

Resumen

Hay numerosas manifestaciones contemporáneas de espiritualidad. Entre ellas existe la que se llama Nueva Era. Este término tiene dos sentidos diferentes: uno que proviene de una teoría de la historia según la cual estaríamos entrando a una era nueva de la historia humana de la cual es expresión la posmodernidad. El otro proviene de la consideración de que la Tierra está ahora bajo el signo de Acuario, nueva era que sigue a la de Piscis. Cada una de estas eras tiene características que le son propias.
Las señales de esa espiritualidad son diversas y se dan incluso en el recurso a las tradiciones religiosas de Oriente y en toda una gama inmensa de herramientas para el crecimiento personal, la búsqueda de la interioridad y las experiencias interiores.
Hay que tener discernimiento para distinguir entre la inmensa oferta de técnicas y sesiones que se dan actualmente. El mercado es extenso. El peligro de confusión es real.
Toda la inquietud espiritual contemporánea ofrece al universo cristiano, católico, algunas perspectivas para renovar el trabajo por la vida interior, tomar en serio lo que tiene que ver con el crecimiento personal, fruto de la acción de la gracia divina, la experiencia espiritual, a abrirse a las perspectivas de la vida que Dios nos ofrece en el universo entero.
Hay que esperar que estos movimientos no sean un repliegue hacia el interior, sino la sed más insaciable de vida y de libertad, el eslabón más fuerte que aúne el hambre de Dios con el hambre de pan, para que podamos decir que estamos delante de la presencia de lo Supremo, que nos visita y habita entre nosotros.

Introducción

En la década de los noventa se afirmó que lo sagrado estaba de vuelta. Se podía observar un fenómeno universal e incuestionable -el surgimiento de una nueva manera de pensar, de sentir, de actuar, de vivir-, con una novedad: los hijos del saber crítico y científico se estaban tornando religiosos y místicos.1 Con frecuencia se ha citado al agnóstico André Malraux, quien habría escrito esta frase: «El siglo XXI será un siglo espiritual o no será.»2
Hoy encontramos a muchas personas educadas en un organizado sistema de creencias que sienten que éste se ha vaciado y se derrumba. Se les trasmitió una doctrina, ignorando lo que es el despertar a su realidad de «persona».3 Entonces deciden partir a la búsqueda de respuestas y experiencias espirituales en otras tradiciones.
El regreso de lo sagrado reviste múltiples formas religiosas y espirituales. El hecho es que esas diversas formas de espiritualidad se expanden con particular fuerza y están notablemente presentes en nuestra sociedad.
Es amplia la literatura en torno a los fenómenos contemporáneos de espiritualidad y frecuentemente se expresan opiniones contradictorias sobre los mismos. Presenciamos la llegada del Oriente con sus tradiciones budistas, con sus técnicas de meditación, el yoga, el tai chi, el shiatsu. Muchos vuelven sus ojos a las tradiciones espirituales indoamericanas: desde las enseñanzas del indio don Juan trasmitidas por Carlos Castañeda, pasando por las escuelas chamánicas y las prácticas en torno a la enseñanza de los taitas. Se dan múltiples experiencias de manejo de las energías, medicinas alternativas, movilización de fuerzas autocurativas. Va en auge la atención a la conciencia de sí mismo y la ecología profunda insiste en que somos parte del universo y que debemos guardar con él una relación armónica. Este moverse del espíritu es objeto de críticas, de propuestas, de un inmenso mercado de herramientas para el desarrollo personal.
Por otro lado, en el campo de las tradiciones cristianas, (católicos, protestantes, evangélicos) hay un inmenso auge de los movimientos carismáticos (pentecostales) con sus experiencias de sanación, del don de lenguas y sus formas de oración a través del canto y los movimientos del cuerpo. Entre los católicos, la devoción mariana se ha hecho presente con apariciones y reuniones para rezar el rosario. Hay mediums que trasmiten mensajes de la Virgen María que buscan mejorar la vida y resolver los problemas más urgentes de lo cotidiano. Por todas partes lo nuevo y lo antiguo llegan con el desconcertante ímpetu de una fuerza todavía confusa, pero llena de empuje.
En el presente artículo pretendo reflexionar sobre algunas de estas manifestaciones espirituales que son llamadas Nueva Era, término general y suficientemente indefinido para designar las más diversas tendencias contemporáneas de espiritualidad. Y quiero compartir el esfuerzo que desde la fe cristiana y precisamente en coherencia con su originalidad, he hecho por comprender antes de juzgar, sin pretender ser exhaustivo en un tema amplio y complejo.

Varios significados de «Nueva Era»

El movimiento llamado Nueva Era, «no es una religión, pero sin embargo tiene un carácter religioso; no es una ciencia, pero se apoya sobre leyes ‘científicas’… es una nebulosa que contiene un poco de esoterismo y un poco de ocultismo, un poco de pensamiento mítico y mágico atinente a los secretos de la vida y un hilo de cristianismo».4
He encontrado que hay dos maneras de considerar el hecho de que estamos entrando a una Nueva Era.

Desde la perspectiva de la historia

Tras un tiempo de decadencia llega el punto crucial. Retorna la poderosa claridad olvidada. Existe un movimiento, pero no se pone de manifiesto a través de la fuerza... El movimiento es natural, elevándose espontáneamente. Esa es la razón por la cual la trasformación de lo viejo se hace fácil y simple. Lo viejo se descarta y lo nuevo se introduce. Y en ambos casos de acuerdo con el tiempo, por lo que no se darán resultados perjudiciales.
I Ching

Desde la perspectiva de la historia5 se hace la afirmación de que estamos en crisis y ésta tiene una profunda relación con el cambio. La palabra china para crisis: wei-ji se compone de los términos correspondientes a «peligro» y «oportunidad». Los cambios suelen estar precedidos de varios síntomas sociales. Arnold Toynbee en su Estudio de la historia elaboró un análisis sobre los ciclos de desarrollo y decadencia de las civilizaciones (de las eras). Según esa teoría podría ser posible identificar actualmente cambios que están en proceso de quebrar nuestras vidas e influir profundamente en nuestro sistema social, político y económico.
Se identifican tres procesos de cambio: el primero es la lenta y reacia pero inevitable decadencia del patriarcado. Ha durando unos tres mil años. El patriarcado es la civilización basada en un sistema filosófico, social y político en el que los hombres, por la fuerza, por presión directa o por medio de ritos, tradiciones, leyes, lenguaje, costumbres, ceremonias, educación y división del trabajo, determinan el papel que las mujeres deben o no desempeñar y por el cual están siempre sometidas a ellos. Este sería el único sistema que hasta hace poco tiempo no había sido jamás desafiado abiertamente en la historia y cuyas doctrinas habían tenido una aceptación tan universal que parecían ser una ley de la naturaleza. Hoy la desintegración del patriarcado es inminente. El movimiento feminista es una de las corrientes culturales más combativas de nuestro tiempo y sus ideas repercutirán profundamente en nuestra futura evolución.
El segundo cambio lo trae la disminución de reservas de combustibles fósiles, principal fuente de energía de la era industrial moderna, que será trasformada debido al agotamiento del petróleo. Esto causará cambios radicales en nuestro sistema político y económico6.
El tercer cambio está relacionado con los valores culturales. Se trata del «cambio de paradigmas»: un cambio profundo de mentalidad y de los conceptos y los valores que forman una visión particular de la realidad. Dichos valores, relacionados con varias corrientes culturales de Occidente (la revolución científica, la ilustración y la revolución industrial), incluyen el concepto del método científico como único enfoque valido para llegar al conocimiento; la idea del universo como sistema mecánico compuesto de bloques elementales; la vida en sociedad vista como una lucha competitiva por la existencia y el crecimiento tecnológico y económico para obtener un progreso material ilimitado. Durante las últimas décadas se han podido constatar las severas limitaciones de estas ideas y valores y la necesidad de someterlas a una revisión radical. Desde varios puntos de vista se habla de que ésta es la transición a la posmodernidad. Los que hablan de posmodernidad centran su atención en la revolución cultural e industrial. La historia larga de estas dos revoluciones les parece implicar una ruptura esencial que marca un antes (la modernidad) y un después (la posmodernidad). La ruptura cultural aparece con evidencia alrededor de 1968.
El posmodernismo estaría caracterizado por la aceptación de la heterogeneidad de lo social y por tender a la fragmentación (lo que se opondría al positivismo, al racionalismo, a la fe en el progreso continuado de la ciencia y de la técnica y a un crecimiento industrial que multiplicaría los objetos estandarizados).
El término posmoderno cubre un conglomerado de ideas heterogéneas y un cambio de valores. Por ejemplo:
- La anarquía parece preferible a la jerarquía y el juego al proyecto estructurado;
- la «deconstrucción» toma el lugar de la creación;
- la libertad individual es preferida a los valores colectivos;
- el declive de la ideología cientificista y del positivismo reductor,
- la valoración del relativismo y del individualismo;
- la generalización de una incertidumbre ansiosa sobre el significado del hacer y obrar humanos.
La posmodernidad caracterizaría el paso de las certidumbres de una ciencia positiva triunfante a una incertidumbre generalizada.
Se puede atribuir a la posmodernidad el retorno a lo religioso, pues podría conducir a la rigidez de los integrismos que son repliegues sobre el pasado; a la proliferación de sectas que son la expresión de un malestar ante la ausencia de bases sólidas para determinar los valores esenciales con la claridad que tenían en el mundo sacralizado de ayer; a la renovación carismática diferenciada en la que se mezclan la búsqueda de nuevas expresiones del sentimiento religioso y la nostalgia de una comunidad segura de tipo agrario.7
¿Puede todo esto caracterizar una nueva historia, una «era nueva» totalmente diferente?
La crisis actual no sería una crisis cualquiera, sino una de las grandes fases de transición que surgen de forma periódica en la historia de la humanidad. Dice Lewis Munford que en toda la historia de la humanidad ha habido pocas crisis como ésta: el nacimiento de la civilización con la invención de la agricultura en el comienzo del neolítico, el auge del cristianismo y la caída del imperio romano, y la transición de la edad media a la era científica.8
Esta crisis no es sólo una crisis de individuos, de gobiernos o de instituciones sociales sino también un período transitorio de dimensiones universales. En este sentido se habla de una Nueva Era en la historia de la humanidad.

Desde la perspectiva astrológica

La acepción más corriente en la que se habla hoy de Nueva Era, y que sería la alusión a uno de los cambios que están ocurriendo en la historia, es la que viene de la astrología. Según ella acabamos de salir de la era de Piscis, que comenzó hacia el año 100 antes de Cristo y estaba marcada por las ideologías, el fanatismo, la confrontación, la competencia y las rivalidades, las guerras y las revoluciones. En 1948, en el equinoccio vernal, la Tierra se colocó bajo el signo de Acuario. Entonces la «humanidad» comenzó a abrir sus puertas a la Nueva Era. En ella se pasa del tener al ser, a la reconciliación de los opuestos, al desarrollo del sentido de la responsabilidad personal sobre la base de un mejor conocimiento de sí. Dadas sus búsquedas espirituales y su actitud de resucitar tradiciones esotéricas, es también la que mayor preocupación causa a las Iglesias.

Manifestaciones de cambios

Son múltiples los signos que expresan los cambios, ya se consideren como transición de la historia o efecto del cambio de signo zodiacal.
Ya en los años sesenta, los cambios fueron evidentes en Estados Unidos con el nacimiento del movimiento de contracultura, los hippies, y en Europa, con la revolución juvenil que tuvo su más notable expresión en mayo del ´68 en París.
La periodista Marylin Ferguson, realiza una investigación en los ambientes en permanente cambio de la costa oeste de los Estados Unidos, entre 1975 y 1980. Y escribe un libro, La conspiración de Acuario9, obra de 340 páginas, rica en entrevistas de científicos, de periodistas, de hombres políticos, donde además recoge textos de diferentes tipos de coloquios. Encuentra que
…algo está en curso y se desarrolla a una gran velocidad. Es un movimiento que no tiene nombre y escapa a cualquier descripción. (…) Se caracteriza por organizaciones fluidas opuestas a los dogmas y que se niegan a crear estructuras jerárquicas. Opera según el principio de que el cambio únicamente puede ser facilitado y no decretado. Está desprovisto de manifiestos. Por sus pretensiones parece integrar la magia y la ciencia, el arte y la tecnología, trata de un tema muy antiguo. (…) Repentinamente he tomado conciencia de que, dado que comparten las mismas estrategias, por sus lazos y la manera de reconocerse entre ellos por medio de señales sutiles, (…) este movimiento es una conspiración.10
En la bahía de Findhorn11, cerca de Inverness, en el norte de Escocia, la calamidad y la miseria tomaron posesión de Peter Caddy, su mujer Eileen, sus tres hijos y su colaboradora Dorothy Mc Lean, en el otoño de 1962. Habiéndolo perdido todo, trataron de cultivar un huerto de legumbres en una tierra árida y un clima adverso. Pusieron su confianza en su intuición interior. Eileen aprendió que el éxito de su huerto dependía en gran medida de la energía del espíritu y del corazón que ella irradiaba. Pronto llegaron a tener un huerto magnífico, verdadero centro de atracción.
La comunidad de Findhorn progresó con el convencimiento de que estaba unida a lo divino. En 1980 ya tenía doscientos miembros permanentes. Centenares de personas, sobre todo jóvenes de toda Europa, llegaron cada año para visitar y ser iniciados en los fundamentos del mundo espiritual. Al regresar a sus países se dedicaron a impulsar experiencias en la línea de la Nueva Era.
Los herederos de las tradiciones esotéricas ven converger el dinamismo espiritual que se encuentra en Oriente y en Occidente hacia la segunda venida de Cristo. Es el Cristo cósmico quien viene para asumir y reconciliar todo. Sumergido en la tierra por la muerte de Jesús, finalmente va a poder resurgir, acogido por las energías de la era de Acuario para formar el nuevo cielo y la nueva tierra.12
Hoy en día es imposible tener una visión de conjunto sobre la situación. Los grupos más diversos pueden pretender pertenecer a la Nueva Era. Todos hablan y escriben de trasformación, todos afirman la unidad con el cosmos y todos creen que algo nuevo está en proceso de surgir.
En no pocos casos los que se proclaman de la Nueva Era se distancian de las iglesias. Un sondeo efectuado en Suiza entre dos mil adeptos dio estos resultados: 92% rechaza a las iglesias; 78% rechaza a la vez las Iglesias y la enseñanza cristiana sobre Dios; 2% se identifica con las Iglesias y la fe cristiana, pero en el 95% de los casos los encuestados se consideran personas religiosas.13

Un origen más profundo

Muchos hombres y mujeres contemporáneos viven una situación que procede de su interior, de su experiencia personal. Hay un profundo desencanto debido a que la racionalidad científica y técnica no les ha permitido alcanzar la felicidad individual y colectiva; es una insatisfacción general, un sentimiento de mal-vivir, de miedo, de inseguridad generalizadas; es una búsqueda de sentido, una voluntad de ligarse mejor cada uno a sí mismo y a los otros, a la naturaleza y a lo divino.
La energía que actúa en la religión es susceptible de debilitarse constantemente en el corazón humano en la medida en que ella se separe del campo personal y esencial, marcado por el sufrimiento y la esperanza. Sólo allí ella tiene sentido, valor y vida. Cuando la revelación deja de hablar al corazón del hombre, se convierte bien sea en una enseñanza, o en una concepción del mundo cuya coherencia y valor son «sometidos» al principio de la razón. Si no, ¿cómo explicar que a raíz de los acontecimientos que les han ocurrido o han sucedido en el mundo, millones de individuos hayan perdido la fe? No podían seguir conciliando esos acontecimientos con su visión ética y racional o su concepción de la justicia y del orden divinos.
La mayor parte del tiempo la confusión en el plano de la fe se explica porque muchas personas se creen obligadas a defender un aspecto objetivo de la religión, obligatorio en su conjunto, contra la «pura subjetividad» de la experiencia.14
Es posible, entonces, entender por qué cada vez más gente busca una realización personal, del género humano, afirmando que las religiones, las ideologías han logrado dárselas, y menos aún la sociedad materialista; y para lograrlo buscan cómo liberar sus propias potencialidades, algunas desconocidas y no utilizadas, y acceder a un nivel de conciencia no alcanzado. Parten a la búsqueda de caminos para mejorar su calidad de vida.

En búsqueda de caminos para mejorar la calidad de la vida

Todos esos hombres y mujeres que tienen profundas inquietudes espirituales buscan en su desarrollo personal, en el mejor conocimiento de sí mismos, la realización de su condición de seres humanos. Para ello exploran disciplinas y prácticas que les permitan reunir lo que parece disperso, dividido y desprovisto de significado. Encuentran que se ofrecen nuevas posibilidades de ser y de vivir y hay múltiples prácticas que pretenden darles herramientas para lograrlo.
En esta perspectiva, el árbol de la Nueva Era tiene numerosas y poderosas ramificaciones. El esoterismo y la gnosis están presentes. Ambos tienen que ver con un saber superior. El esoterismo se refiere a un saber cósmico y la gnosis a un saber religioso. Están también el ocultismo, la reencarnación y el karma, las medicinas naturales de Oriente y de Occidente, la filosofía india, la astrología oriental y occidental; decenas de métodos de meditación y de yoga, la magia rúnica y la mística céltica, la teognosis, la teosofía, la física cuántica y la resonancia mórfica, los péndulos y la geomancia. La oferta de cursos, talleres de trabajo, sesiones de formación y de perfeccionamiento, no conocen límites.
Las religiones hacen también parte del paisaje: particularmente las orientales y carismáticas, en detrimento de las religiones occidentales oficiales (las Iglesias), sospechosas de ser instrumentos de opresión sobre los individuos, con sus normas, sus aparatos jerárquicos y sus dogmas.
El desarrollo de la interioridad y la búsqueda de sentido se quiere lograr gracias a métodos como el yoga, la meditación Zen y trascendental, la sofrología, los viajes fuera del cuerpo, la telepatía, la telekinesia, las terapias de grupo, el renacimiento, la hipnosis, la regresión. A lo anterior hay que añadir las asociaciones esotéricas, teosóficas y antroposóficas. Muchas de estas prácticas vienen de muy antiguo. Todas ellas buscan sanar el malestar del individuo en la sociedad. Integran la racionalidad en un conjunto más amplio en el que se tiene en cuenta la serie de componentes de lo humano. Y además están abiertas a todo el que las desee.
Lo que procede de las ciencias ocultas viene a ayudar en ese proceso de conocimiento y de abrir perspectivas para encontrar un dinamismo y una armonía que permita a cada uno y a todos vivir plenamente: astrología, videncia, chanelling, radiestesia, numerología.
La salud integral se desarrolla gracias a la medicina alternativa, a la acupuntura, a las esencias florales, a la homeopatía, a los nuevos regímenes alimenticios. Se aborda al sujeto en su totalidad física, espiritual y social, para ayudarle a desarrollar su conciencia y sus energías, a reencontrar su integralidad más o menos destruida por la vida moderna.
Numerosos objetos prometen ser mediadores de conocimiento o de energías que pueden ayudar poderosamente a los individuos a alcanzar el bienestar. En esa línea se encuentran artículos como bolas de cristal, juegos de oráculos, cartas de las estrellas, el póker del Zen, docenas de tarots, pirámides de cristal de plomo perfumadas; varas adivinatorias, sensómetros y péndulos, joyas esotéricas, instrumentos y aparatos para medir, probar y captar las radiaciones de energía biológica, geológica y cósmica, programas de cuidado corporal y espiritual, casetes y discos con la música de la Nueva Era, introducciones a la meditación... El directorio de ofertas podría citar centenares de direcciones de maestros, centros, escuelas, autores, grupos, comunidades, organizaciones, institutos de formación, academias, lugares de cursos y toda clase de servicios y de empleos, de clínicas y restaurantes.
Los medios de comunicación no han estado ausentes: revistas y periódicos han comenzado a sacar sus secciones de crecimiento personal, con comentarios más o menos favorables al referirse a la Nueva Era, y que son más o menos críticos (los hay inquisidoramente condenatorios15). Radio y televisión hacen sus incursiones sobre el tema y casas editoriales importantes han comenzado sus colecciones sobre todos estos temas. Hay estadísticas según las cuales en las grandes ciudades los libros de espiritualidad ya alcanzan el 10% de las ventas.16

¿Peligros?

Decía Jung: «Lo que es nuevo es siempre algo problemático que constituye una realidad que hay que someter a prueba. Lo nuevo puede también ser una enfermedad. Por esta razón el verdadero progreso no es posible sino allí donde hay madurez de juicio.»17 Es indispensable el discernimiento.
El boom esotérico conduce a una referencia a las esferas superiores, a los campos del más allá, a las analogías cósmicas, a los efectos del tarot, de la astrología, de los contactos supraterrestres, de las almas superiores, de las fuerzas que permiten sobrepasar el mundo sensible. Estos conocimientos y prácticas deberían tener un sólo fin: ayudarnos a buscar a Dios y a amarlo para dejarnos trasformar por Él. No podemos remitirnos a este conocimiento para permanecer prisioneros de un cosmos en el que la decisión de la voluntad y de la conciencia no tengan ninguna importancia fundamental. No debemos confundir una espiritualidad del más allá que conduce a un culto egocéntrico, con la que brota del verdadero Maestro Interior. Esto sería una regresión espiritual y nos haría víctimas del Gran Seductor.
Las experiencias placenteras (intensas pero no profundas) pueden llevarnos a una paz falsa, perezosa e infructuosa que nada tiene que ver con la auténtica paz que nos une a lo divino de manera vital y exigente. Podrían mantener represada la base creadora de la vida.
Dotados y dotadas de una nueva energía, no podemos olvidar que ésta nos es otorgada como una gracia que proviene de una fuente trascendente, que es Dios, el totalmente otro. No nos la podemos atribuir a nosotros mismos, como fruto de nuestro esfuerzo, lo que nos podría hacer engreídos y convertirnos en fuente de un peligroso manejo de energías.
Entre algunos seguidores de la Nueva Era hay un desconocimiento, cuando no un desprecio silencioso, de todo lo cristiano. Confunden un cristianismo disecado, con las raíces y el mensaje cristiano. Seguir a Cristo es aceptar el reto para vivir la vida desde lo más profundo de la conciencia. La experiencia del Dios que nos habita nos relaciona con todo lo creado en un movimiento sin límites de trasformación y de comunión plena de vida.
¿Será la Nueva Era víctima del «mercado» y se pervertirá? No dejan de existir signos preocupantes en este sentido. Algunos consejeros de marketing preconizan métodos de trabajo propios de la Nueva Era: mayor responsabilidad personal, interés acrecentado de progresar y sentirse «parte de un todo». Afirman que de esta manera se crece la productividad en un 60%.
Los especialistas de la administración integran en sus cursos la ética de la Nueva Era bajo el lema: «entrenar por el carisma» como factor de producción. Shirley Mc Lane trasmite noticias del más allá cobrando una buena cantidad de dólares por sesión. La United Human Foundation, UNH, dirigida por empresarios alemanes elocuentes, vestidos de blanco y que viajan en automóviles de carrera con los colores del arco iris, tratan de establecer en el mundo una organización gracias a un programa de dilatación de la conciencia, para que los humanos se beneficien de la orientación dada por la Nueva Era en el campo de la ética y la economía. No dejan de causar temor y vértigo estos intereses y motivaciones tan contradictorios.
Toda experimentación del mundo interior y espiritual sin maestro aumenta el peligro de confusión mental y espiritual. No basta la búsqueda de gurús que pertenecen a tradiciones diferentes de la propia y de quienes con alguna frecuencia se toma la letra y no se comprende el espíritu, lo cual es realmente dañino. Se puede llegar a vivir fácilmente de la «moda».
El Lama Aganika Govinda dijo en una entrevista:
La cumbre a la que todos debemos llegar es una sola. Los caminos son múltiples. Es importante que cada quien identifique su camino y lo siga hasta el final. Si cambia con frecuencia nunca podrá llegar a la cumbre. Nadie puede recorrer dos caminos a la vez.

¿Se opone al cristianismo?

El Padre de la Mentira siempre ha intentado convertir en engaño la más pura renovación espiritual; aun en el milenario cristianismo y su mensaje de amor, es posible reconocer sus huellas cuando siembra la intolerancia y la violencia en nombre del falso dios del «desquite» o conduce a decir «Señor, Señor», teniendo lejos el corazón.
Muchas personas que trabajan su vida interior con dedicación les reprochan a las religiones el abandonar al Dios manantial de aguas vivas y cavar aljibes agrietados que no retienen el agua.18
El Cardenal Daneels de Bruselas reconoce que la Nueva Era «propone cosas buenas: el sentido de la fraternidad universal, de la paz y de la armonía, la toma de conciencia y el compromiso para hacer que el mundo sea mejor, la movilización general de las fuerzas para alcanzar el bien...». Sin embargo, él y no pocas personas de las Iglesias tienen justificadas reservas: la concepción de la realidad que conduciría a una visión monista y panteísta y advierten las diferencias que hay que hacer acerca de su concepción de la persona de Jesús, el lugar del sufrimiento, de la muerte, de la esperanza y de la oración.19
En la Nueva Era se habla del Cristo cósmico, de conciencia crística, de principio crístico, de energía y de luz crística. Incluso algunos se dicen ser cristos reencarnados. Esto lleva a no pocos lectores de la Biblia a recordar aquellas palabras:
Si alguno os dice entonces: mira, aquí está el Mesías... no os lo creáis; porque saldrán mesías falsos y profetas falsos, con tal ostentación de señales y portentos, que extraviarán si fuera posible, a los mismos elegidos.20
Hay quienes consideran el papel de Cristo en la evolución energética de la persona humana, de la Tierra y del universo, pero utilizan un lenguaje extraño para la tradición cristiana y en la manera como lo entienden se generan confusiones y malentendidos. Otros piensan que gracias a la energía del Cristo cósmico muchas personas reaccionarán reconociendo al Cristo que habita en ellas y se despertarán a la unidad con Dios, el Bien Amado.
Para los cristianos, Cristo no es un profeta más: es el Verbo de Dios increado, Palabra de sabiduría de Dios, por la cual ha creado el mundo, luz del mundo. Es el Cristo eterno. Y este Cristo, hijo de Dios, se hizo carne y habitó entre nosotros en Jesús.21
Por Cristo, el Dios del universo se ha revelado como el Dios personal que nos habita. Y por Él, Dios mismo, entra en la humanidad y en el cosmos y en Él la humanidad se trasforma en cuerpo místico de Cristo. Humanidad y cosmos son trasformados en un gran organismo divino, un ser vivo celeste cuya cabeza y corazón es Jesucristo. Gracias a este movimiento, toda la creación se trasforma en un cielo nuevo y una tierra nueva.22
¿Qué no es manifestación de la fuerza divina? La vida, el movimiento, el ser y las energías, las tenemos en el Ser Divino, verdadero centro de todo lo que existe; y todo lo que existe no lleva a cabo su verdad interior más que permitiendo que Dios se manifieste a través del menor gesto cotidiano.
A medida que el conocimiento penetra en las capas profundas de la conciencia, la vida gira en torno al Ser Divino y a su manifestación: lo incondicionado se manifiesta en lo condicionado, aparece la fuerza en la debilidad, el sentido en lo absurdo, el amor en la crueldad del mundo. Aceptamos la responsabilidad de no traicionar al Ser Divino con la huida.23
Cristo, Maestro, se hace presente a través de la experiencia psíquica de una esencia espiritual superior, que nace invisiblemente en nosotros, la que hizo exclamar a Pablo: «no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí».24 Es el sentimiento de «ser sustituidos», sin ser «destituidos». Es como si la conducción de los asuntos de la vida pasara a un lugar central invisible. Según el maestro Eckhart es una poderosa actividad de mi alma que debe nacer contínuamente en ella. Difícil expresar en lenguaje conceptual sentimientos sutiles infinitamente importantes para nuestra vida.
Entramos en una etapa del proceso de desarrollo de la conciencia humana, en camino hacia metas desconocidas.25 Hacia allá nos conduce la fe: manera de conocer, de aceptar y responder a lo divino a través de su manifestación en Cristo al interior de la comunidad de los hermanos ligada por la misericordia y el amor.
No todos podemos presentarnos decorosamente con el nombre de cristianos, salvo si nuestra vida diaria está animada por la fuerza del Dios del amor. Tampoco la Nueva Era puede cubrirnos con sus alas sin exigir que las raíces de lo cotidiano se hundan en la tierra profunda de donde surge la vida.
Intentemos comprender algunas fuerzas vitales del organismo «humanidad» que se mueven hoy en día dentro y fuera de las tradiciones religiosas. Y seamos conscientes de que al abrirnos a ellas, como ya ha ocurrido en este largo viaje hacia la cristificación, también existe el peligro de confusión mental y espiritual. El «adversario interior» siempre nos acecha y no pocas veces disfrazado de «angel de luz», como diría Ignacio de Loyola.
Las búsquedas contemporáneas de espiritualidad son también las milenarias búsquedas de la tradición cristiana: la realización de hombres y mujeres desde su dimensión espiritual, incluyendo a los demás. Pretenden rehabilitar el carácter religioso del ser humano negado en la modernidad, responder las preguntas por el sentido de la vida, impulsar la búsqueda y captación de las energías que nos habitan y que están activas en la creación, según el deseo de Dios de ver que nos apropiemos y humanicemos el universo; buscan sacarnos del ambiente materialista, desarrollar el sentido de lo humano y encontrar una mejor y más sana relación con la naturaleza.

¿Qué perspectivas nos pueden ofrecer?

Todas estas manifestaciones contemporáneas de espiritualidad, llámense o no Nueva Era, llevan en su corazón expectativas y esperanzas profundas de la humanidad. Ante el ruido superficial que tantos comerciantes hacen, hay que lograr escuchar las notas más finas de este movimiento de renovación interior. Los católicos no podemos permanecer presos de nuestro deseo de dar siempre respuestas antes de comprender las preguntas. Sólo así podremos desarrollar nuestra capacidad de diálogo con el espíritu posmoderno.
Helga Kahnert recuerda en un artículo titulado «El trasfondo de la Nueva Era» que el gusano tiene que morir para que surja la mariposa; que debemos perder nuestro ego para poder nacer de nuevo; que cada nacimiento está acompañado de dolores, que el camino que conduce a la era nueva comporta el sufrimiento de la separación; que sólo podemos llevar en este camino nuestro deseo de ser reunidos de nuevo, nuestra sed de amor, disponiéndonos a pasar por una puerta muy estrecha.
Una vida cristiana integral y auténtica debe partir de una concepción más profunda de lo que es propiamente humano en hombres y mujeres. No se puede llegar a la espiritualidad por los conceptos y por las explicaciones. La palabra sólo puede iniciar, indicar, motivar, para decidirse a emprender «el camino» hacia el interior y lo trascendente. Esa sería propiamente la trasmisión de una «tradición» de la que los aruhacos dicen:
La tradición no es repetir el pasado. No cualquier boca puede decir las palabras de la tradición. No todos los oídos están preparados para escucharlas y dejarlas penetrar en su corazón. No se pueden decir en cualquier lugar. No todos los tiempos son propicios. Ha de hundirse en lo profundo del ser y trasmitirle el poder. Es portadora de la misión de guardar la naturaleza, preservar el territorio tradicional, fortalecer la dignidad y la visión del mundo. El mamo interpreta las leyes de la naturaleza para enseñarle a la gente a vivir y que no se equivoque por desconocimiento.26
Las formas contemporáneas de espiritualidad pueden despertar en los cristianos, en los católicos, las dimensiones esenciales de la fe en el Dios de Jesús, sensibilizarnos a la experiencia del Dios que «habita en las criaturas: en los elementos dando el ser, animando, sensando, en los hombres dando entender, y así en mí dándome ser, animando, sensando y haciéndome entender; así mismo haciendo templo de mí».27
Estas formas de espiritualidad no pueden ser movimientos sólo satisfechos consigo mismos. Deben ligar el mundo con Dios, lo consciente con lo inconsciente, lo sumergido en la propia interioridad con la vigilancia del curso del mundo, la pureza de la mente con el justo orden de las relaciones sociales. Cuando sea la conciencia más alta del sentido global de los acontecimientos, cuando sea la indignación más fuerte contra las perversidades del poder, cuando sea la sed más insaciable de vida y de libertad, cuando sea el eslabón más fuerte que aúne el hambre de Dios con el hambre de pan, entonces podremos decir que estamos delante de lo sacrosanto, del verdadero testimonio de la presencia de lo Supremo que nos visita y habita entre nosotros.28

Referencias bibliográficas sobre el tema

Algunas revistas que han dedicado un número al tema:
«Clés pour comprendre l’ésotérisme», revista L’actualité religieuse dans le monde, No. 8, septiembre, 1996.
«Dieu dans tous ses états», revista Télerama hors, serie, noviembre, 1996.
«La Nueva Era: ¿renacimiento espiritual?», revista Signos de Vida, No. 9, CLAI, septiembre, 1998.
«La quête spirituelle aujourd’hui», revista L’actualité religieuse dans le monde, No. 128, 15 diciembre 1995.
«Le Nouvel Age, sortir de la confusion», revista Christus, No. 164, noviembre, 1994.
«Le XXIe siècle sera-t-il religieux?», revista Télerama hors, serie & L’actualité religieuse.
«Spiritualité du Nouvel Âge et foi chrétienne», revista Garrigues, espaces de la foi No. 46, avril-mai-juin, 1994.
«Spiritualités, Chager de lieu#, revista Lumen Vitae No. 2, junio, 1996.
«Reencarnación, Nueva Era: aportes para una crítica», revista Theologica Xaveriana No. 114, Universidad Javeriana, Santafé de Bogotá, abril-junio, 1995.

Algunas publicaciones sobre el tema:

Boff, Leonardo, Nueva era: La civilización planetaria. Desafíos a la sociedad y al cristianismo, Editorial Verbo Divino, Estella, 1995, 110 páginas.
Fritjof Capra, El Punto crucial, Integral, Barcelona, 1985, 514 páginas.
Fergusson, Marilyn, La conspiración de Acuario, trasformaciones personales y sociales de este fin de siglo, Kairón Troquel, Buenos Aires, 1991, 340 páginas.
Laurant, Jean-Pierre, L’Ésotérisme, Les Éditions du Cerf, Paris, 1993, 128 páginas.
Lederberger, Karl & Bieri, Peter, Nouvel Age & Christianisme, passerelle pour un comprehension reciproque, Droguet & Ardant, Paris, 1992, 189 páginas.
Sarrias Mosso, Cristóbal, La «Nueva Era» (New Age) ¿Nueva Religión?, Folletos PPC, Madrid, 1996, 31 páginas.
Urrea Viera, Juan Carlos, Pbro. «New Age» Visión histórico-doctrinal y principales desafíos, Colección Autores Nº 11, CELAM, Santafé de Bogotá, 1996, 184 páginas.
Vidal de Tenreiro, Isabel, Alerta!!! NEW AGE, Florida Center for Peace 1995, 76 páginas.

Algunos artículos:

García Orso, Luis, S.J., «¿Cómo ser cristianos en un mundo postmoderno?», revista Chirstus, México, Octubre-noviembre, 1993 pp. 45-56.
Gastaldo, Italo Francisco, «La Nueva Era (New Age) utopía de la posmodernidad», revista Didascalia No. 494-495, Rosario, Argentina.
Gardels, Nathan, «El florecimiento de la religión, entrevista con el filósofo Leszek Kolakowski», Lecturas Dominicales, El Tiempo, 17 de noviembre de 1991, pp. 8-11.
Guelluy, Robert, «Nouvel Âge et nouvauté de l’Évangile», en Faire Part, Ed. Racine, Bruxelles, 1993, pp.29-37.
Lima Jr., José, «Espiritualidades na Pós-Modernidade», Reflexões no Caminho No. 5, Centro Brasileiro de Estudos Pastorais, pp. 8-19.
Ramírez, Ignacio, «Era de Acuario, tiempo de brujas», revista Credencial, No. 83, octubre 1993, pp. 74-80.
Zapata Reyes, Consuelo, «La Era de Acuario, El despertar de la humanidad», revista A Bordo, 1993.

Otros escritos:

Mardones, José María, «Nueva Espiritualidad» Sociedad Moderna y Cristianismo, 40 páginas.
Melguizo Yepes, Guillermo, Mons., Y de la «Nueva Era» ¿qué?, 4 páginas.
Massimo Introvigne, «Storia del New Age 1962-1992», notas tomadas del libro de este autor por Gerardo Remolina, para uso privado de los estudiantes de Filosofía de la Religión, 27 páginas.
* Licenciado en Filosofía, Universidad Javeriana, Bogotá. Maestría en Teología, Instituto Católico de París. Maestría en Pastoral Catequética, Instituto Superior de Pastoral Catequética, París. Actualmente es asistente del provincial de la Compañía de Jesús para el área Sociopastoral en Colombia.

11. Cfr., Boff, Leonardo, «Religión, justicia societaria y reencantamiento de la creación», Pasos, Nº 45, 1993.
2. Cfr., Durckheim, K.G., El camino, la verdad y la vida , Ed. Sirio, Madrid, p. 41.
3. Ibídem, p. 107.
44. Cardenal, Danneels, G., Carta Pastoral «Cristo o el Acuario», citado por Urrea Viera, Juan Carlos, Pbro., «New Age», visión histórico-doctrinal y principales desafíos, Colección Autores, Nº11, CELAM, Santafé de Bogotá, 1996, p. 36.
55. Cfr., Capra, Fritjof, El punto crucial, Integral, Barcelona, 1985, pp. 28-35.
66. En el momento en que Capra escribía, 1982, era particularmente aguda la crisis del petróleo y se calculaba que las reservas se agotarían en los primeros años del siglo XXI.
77. Jeannière, Abel, S.J., Que est ce que c’est la modernité? Etudes, nov. 1990, pp. 499-510.
88. Capra, Fritjof, El punto…, p. 34.
99. Fergusson, Marilyn, La conspiración de Acuario,transformaciones personales y sociales de este fin de siglo, Kairón Troquel, Buenos Aires, 1991, 340 páginas.
1010. Fergusson, Marilyn, La conspiración de Acuario…, pp. 14-15.
1111. Cfr., Lederberger, Karl & Bieri, Peter, Nouvel Age & Christianisme, Droguet & Ardant, Paris, 1992, pp. 16-18.
1212. Cfr., Spangler, David, Révélations! La naissance du Nouvel Âge, revue Acuarius, Nº 8 et 9, pp. 6 y 7.
1313. Cfr., Lederberger, Karl, Nouvel Age…, p. 22.
1414. Durckheim, Karlfried Graf, Le Zen et nous, Le Courrier du Livre, Paris, 1976, p. 18.
1515. A este propósito ver: Vidal de Tenreiro, Isabel, Alerta!!! New Age, Florida Certer for Peace, Miami, 1995.
1616. Lederberger, Karl, Nouvel Age…, p. 22.
1717. Jung, Karl Gustave, Ma vie, Souvernirs, rêves et pensées, Gallimard, Paris, 1973, p.141.
1818. Jeremías 2, 13.
1919. Cfr., Urrea Viera, Juan Carlos, Pbro., «New Age», visión histórico-doctrinal…, p. 39.
2020. Mateo 24, 23-25.
2121. Juan 1, 1.
22. Apocalipsis, 21, 1.
23. Durckheim, K.G., El camino…, pp. 105-106.
24. Gálatas, 2, 20.
25. Cfr., C.G.Jung, El secreto de la flor de oro, pp. 66-71.
2626. De una conversación con un aruhaco, en Nabusimake, en enero de 1996.
2727. Loyola, Ignacio, Ejercicios Espirituales, No. 235.
2828. Boff, Leonardo, Religión, justicia societaria…, p. 7

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