Aprender a vivir es una compleja tarea que toma toda la vida y no siempre se logra el resultado deseado.
Son muchos los factores que contribuyen a ello, como la pérdida de figuras significativas en edades tempranas de la vida, una niñez desdichada en un medio familiar caótico, matizado por maltrato infantil, abuso sexual o psicológico, abandono; el padecimiento de enfermedades mentales graves que deterioran el juicio, las emociones y la conducta; determinadas enfermedades físicas que comprometen la calidad de vida de quienes las sufren, por invalidez, discapacidad o el dolor que traen consigo, entre otros.
Además de estas contingencias, otras razones conspiran contra el propósito de aprender a vivir, entre las que se encuentran: la utilización constante de comportamientos ineficaces para una adaptación creativa; el autoengaño en sus diversas formas de presentación como la justificación de las conductas desadaptativas; la complacencia por lo logrado, teniendo metas acuciantes por cumplir; la magnificación de problemas que no son tales y minimizar los recursos propios, por sólo citar algunos ejemplos.
Vivir en la inmediatez, como algunos individuos que no son capaces de posponer las gratificaciones para poder alcanzar otros objetivos más importantes a mediano o largo plazo —patrón de comportamiento muy identificado entre los dependientes del alcohol, las drogas, los fármacos u otras sustancias—, también conduce a una mala vida, así como la presencia de pensamientos suicidas, la tentativa de autoeliminación y el suicidio consumado.
Enseñar a vivir a otros constituye, sin lugar a dudas, un arduo y complejo proceso participativo, en el que el protagonismo fundamental le pertenece al sujeto que lo intenta y cuyos resultados afectarán, para bien o para mal, a él mismo y a sus familiares.
Psicoterapia para aprender a vivir es un esfuerzo más en este sentido, en su lectura usted encontrará una serie de expresiones escritas con la exactitud con que fueron manifestadas por una gran cantidad de personas atendidas por mí durante un cuarto de siglo de práctica profesional ininterrumpida, ellas reflejan mecanismos reactivo-adaptativos que conspiran contra el crecimiento personal de quienes las pronuncian, como: las encargadas de justificar un comportamiento anormal; las de defensa para culpar a otros de lo que les ocurre por su propia manera de comportarse e impiden la introspección; las que obstaculizan alcanzar el autoconocimiento; las que hacen más difícil la solución de las dificultades... Podrá hallar también consejos útiles para enfrentar problemas universales como son las relaciones paterno-filiales, las matrimoniales, el mal hábito de fumar, el consumo de drogas en la adolescencia, el logro del autocontrol, las formas de enfrentamiento al estrés, etcétera.
Además, consideramos oportuno tratar aspectos relacionados con la prevención del suicidio, para lo cual incluimos varias técnicas de entrevistas y algunas formas de enfrentamiento y manejo de las personas con pensamientos suicidas que hayan intentado contra su vida, y de los familiares del fallecido por este medio.
Para aprender a vivir fue escrita esta psicoterapia. Ojalá usted logre ese propósito.
DOCTOR, MI VIDA NO TIENE SENTIDOCada vez que escucho esta expresión no dejo de sobrecogerme a pesar de la experiencia acumulada y de todo lo aprendido durante mis años de trabajo. Y es que cuando la vida carece de sentido, el próximo paso para una cantidad no despreciable de seres humanos que así se expresan, es la autodestrucción, ya sea por suicidio o mediante formas de vida insanas.
Una existencia sin sentido no tiene calidad. Es por ello que el ser humano debe empeñarse en encontrar la vía por la cual dirigir sus energías hacia el logro de una trascendencia social cuyo resultado sea la satisfacción personal. Claro está, el sentido de la vida no es algo común para todos los individuos, es personal, porque lo que me lo da a mí no lo dará a mi pareja o a mis hijos. Luego, lo primero que usted debe hacer para dar sentido a su vida, es preguntarse cuál es su mejor atributo, su mejor cualidad, en qué aspecto es realmente bueno. Y de eso no es difícil darse cuenta. Muchas personas a lo mejor lo buscan porque es buen conversador, o sabe arreglar bien los cabellos, o explicar bien las cosas para que otros la entiendan, o sabe de mecánica o de computación, o hace unos dulces de guayaba exquisitos, o cose muy bien, o escribe a máquina de manera impecable...
Una vez que descubra ese atributo, dedíquele una parte de su tiempo para buscar la mayor perfección, y hágalo de manera consciente, no como un pasatiempo, sino como una obligación: usted le está dedicando a ese atributo una parte de su tiempo porque ello le dará un sentido a su existencia y su deber es perfeccionarlo al máximo. Si sabe arreglar los cabellos, debe tratar de llegar a ser un estilista, estar al tanto de lo que se hace en otros lugares dentro y fuera de su país, de la última moda; y si no desea ponerse metas tan ambiciosas, pues al menos debe conocer qué están haciendo los peluqueros de su ciudad o pueblo, y tratar de hacerlo, al menos igual, si no lo puede hacer mejor que ellos. Recuerde que esas personas tienen dos manos y un cerebro lo mismo que usted. Lo demás es la dedicación personal y el amor con que haga lo suyo. Cuando empiece a notar que arreglar los cabellos a las personas dejó de ser un trabajo y ya es otra cosa, no ajena a sí mismo, sino que es parte suya como lo puede ser un lunar o las canas, entonces, estará en el momento adecuado para empezar a dedicarle todo el tiempo de su vida, pues le está brindando un sentido a su existencia.
Otras veces no hay que descubrirse atributo alguno, ni competir con nadie. Simplemente mire a su alrededor y trate de encontrar la persona más necesitada de usted, por ejemplo, su abuela, su pequeño hijo, su esposa enferma, su esposo con una gran cantidad de responsabilidades, etc. Dedíquese a mejorar la calidad de vida de ellos y eso también mejorará la suya.
Dicho incentivo en ocasiones se puede encontrar en su propia tragedia. He conocido madres que han perdido un hijo por suicidio y se han consagrado a ayudar a otras madres y familiares con una experiencia similar y ello le ha complacido. También hay padres que han tenido un hijo con Síndrome Down (mongolismo) y se han entregado a su educación en todos los sentidos, sumando en ese empeño a quienes tienen hijos portadores de la misma enfermedad. Otros llegaron a darle un sentido a sus vidas, en la búsqueda de las causas de la enfermedad de su hijo, hasta ese momento desconocidas para la ciencia.
Al parecer, para algunos no hay nada que los entusiasme, y en esos momentos tal vez un animal afectivo pueda lograrlo. Hemos encontrado en nuestra práctica profesional sujetos que viven solos, sin pareja ni hijos, muy tristes, y junto con el tratamiento psicofarmacológico, se les ha sugerido criar un animal de compañía al cual brindar afecto y atención y así han encontrado una razón para vivir.
Como puede darse cuenta, siempre habrá alguien o algo, incluso cuando usted considere que no, que abra un nuevo horizonte para su vida.
QUIERO OLVIDAR Y NO PUEDOEsto es frecuentísimo en personas que han estado envueltas en algún acontecimiento doloroso: pérdida de seres queridos, o de una relación amorosa, situación laboral frustrante, etcétera.
Esta expresión pudiera parecer adecuada, porque es muy lógico para esa persona querer olvidar el acontecimiento causante de ese dolor moral. Para ella esto es normal. Y ahí radica precisamente lo anormal de la expresión.
El ser humano olvida cuando está enfermo del cerebro de manera irreversible o de forma reversible a causa de una enfermedad local del propio órgano o de las sustancias que a él llegan. Es lo que sucede en los ancianos dementes o arterioescleróticos cuya memoria de fijación está deteriorada, conservándose en cierta medida la memoria de evocación, es decir, la que le permite recordar hechos pasados. Al avanzar la enfermedad, esta memoria también sufre un deterioro significativo.
El ser humano olvida aquellos estímulos que no fueron capaces de dejar una huella en el cerebro para ser evocada. Un ejemplo de ello es que nadie seguramente puede memorizar las vestimentas de todas las personas con las que se tropezó durante el día de hoy; o el color de los ojos de quien nos pasó por delante en la tercera calle de nuestro recorrido. No recordamos tales hechos porque no les prestamos la debida atención, pues no eran de nuestro interés y por tanto, los estímulos no dejaron huella alguna. Sería agotador para el cerebro almacenar toda la información recibida sin discriminación.
Ahora bien, cuando un estímulo, un hecho, es lo suficientemente significativo, usted no lo puede ni lo podrá olvidar nunca más. A no ser que comience a padecer una enfermedad cerebral de las que hice referencia: no se le olvida nunca mientras esté sano su cerebro el nacimiento de un hijo, aunque ya no sienta los dolores de parto; no se le olvida su primer amor, aunque ella o él hicieran sus respectivas vidas; no se le olvida su primer maestro, aunque hoy esté fallecido; no se le olvida cuando se divorció, aunque ya el malestar de ese momento no existe; no se le puede olvidar el fallecimiento de su ser querido, aunque se sonría, ría a carcajadas o haga bromas hoy que han transcurrido varios años de ese suceso doloroso.
La única forma que existe de no recordar algo es que nunca hubiera ocurrido en nuestras vidas. Por tanto, la estrategia no es querer olvidar lo sucedido sino recordarlo de otro modo. ¿Por qué es menester evocar los sufrimientos de mi ser querido antes de fallecer y no sus buenas cualidades, su carácter, su forma de ser conmigo, los años pasados juntos?
¿Por qué rememorar tristemente a la pareja que perdí y no complacerme por haberla tenido? Por tanto, no se empeñe en olvidar lo que es inolvidable. Recuérdelo de una diferente manera y el tiempo también le ayudará.
LO QUE ÉL TIENE ES PROPIO DE LA VEJEZEsta afirmación me hace pensar que para un buen número de personas esa etapa de la vida llamada vejez, tercera o cuarta edad, ancianidad y otras denominaciones, es un gran saco en el que todo cabe o es una tierra de nadie donde todo está permitido y todo es “normal”. Y eso es un grave error.
No pretendo dar una explicación de lo que es una vejez normal, pero sí quiero reflexionar sobre una condición muy frecuente en esta etapa y que si no se detecta a tiempo y se trata adecuadamente trae enorme sufrimiento a quien la padece, a sus familiares y puede, si alcanza una intensidad grave, terminar con la vida del anciano. Y esa condición mórbida, común y mal diagnosticada y peor tratada, es la depresión.
La depresión en el anciano puede tener diversas formas de presentación y no es mi interés brindar una clasificación académica de este trastorno, sino proporcionar una guía para que cualquier persona pueda pensar en esta posibilidad ante un anciano con los síntomas a los que me referiré. Paso a describirlos:
I. Depresión que se presenta como el envejecimiento normal.En este caso el anciano muestra disminución del interés por las cosas que habitualmente lo despertaban, de la vitalidad, de la voluntad; tendencia a revivir el pasado, pérdida de peso, trastornos del sueño, algunas quejas por falta de memoria, tiende al aislamiento y permanece la mayor parte del tiempo en su habitación. (Para muchos este cuadro es propio de la vejez y no una depresión tratable.)
II. Depresión que se presenta como envejecimiento anormal.En el anciano aparecen diversos grados de desorientación en lugar, en tiempo y con respecto a sí mismo y a los demás: confunde a las personas conocidas, es incapaz de reconocer lugares; aparece deterioro de sus habilidades y costumbres, relajación esfinteriana, esto es, se orina y defeca sin control alguno, trastornos de la marcha que hacen pensar en una enfermedad cerebrovascular, trastornos de conducta como negarse a ingerir alimentos, etc. (Para muchos este cuadro es propio de una demencia con carácter irreversible y no una depresión tratable.)
III. Depresión que se presenta como una enfermedad física, somática u orgánica.El anciano se queja de múltiples síntomas físicos, como dolores de espalda, en las piernas, en el pecho, cefaleas. Puede quejarse también de molestias digestivas como digestión lenta, acidez, plenitud estomacal sin haber ingerido alimentos que lo justifiquen; tiende a tomar laxantes, antiácidos y otros medicamentos para sus molestias gastrointestinales; refiere pérdida de la sensación del gusto, falta de apetito y disminución del peso, problemas cardiovasculares como palpitaciones, opresión, falta de aire, etcétera. (Para muchos este cuadro es propio de alguna enfermedad del cuerpo y no una depresión tratable.)
Como se evidencia, no es conveniente atribuir cualquier síntoma del anciano a su vejez, a los achaques de la misma, a una demencia o a una enfermedad física, pues puede ser la manifestación de una depresión tratable y, por tanto, puede el anciano recuperar su vitalidad y el resto de las funciones comprometidas. Si no se diagnostica adecuadamente, se puede hacer crónica y en el peor de los casos, termina su vida con el suicidio.
MI HIJO TIENE UN CARÁCTER FUERTEEs una locución muy utilizada por aquellas madres que se quejan del comportamiento de sus hijos, calificados de poseer un carácter fuerte; fuertes, así a secas, por el hecho de ser impulsivos, dominantes, incapaces de posponer sus deseos o gratificaciones, caprichosos. Todo tiene que ser como ellos quieren en el momento que lo desean. Y por estos rasgos del carácter se les atribuye la supuesta fortaleza.
Y estas personas, evidentemente, no tienen un carácter fuerte, sino todo lo contrario, muy débil, pues son presas de sus emociones, de sus impulsos, de sus caprichos. El carácter débil es excitable, tornadizo, manipulable, provocable, con facilidad se le saca de sus casillas. También puede ser pasivo, dependiente, timorato, poco tolerante a las frustraciones, impresionable, sugestionable, emocionable, dubitativo, etc. El carácter fuerte, por el contrario, es aquel que cuenta con diversas posibilidades adaptativas, hace en cada momento lo debido, es capaz de inhibir sus impulsos, si la situación lo requiere, es dueño de sí y no una víctima de sus emociones, no es violento en sus manifestaciones de ira, reconoce sus limitaciones y su fortaleza, y tiene en cuenta las opiniones de los demás aun cuando no muestren puntos de coincidencia con las suyas.
Las personas de carácter débil reaccionan desproporcionadamente a los estímulos. Si se les ofende, pueden tener crisis de llanto desconsolado, desmayarse, irles encima al ofensor, salir corriendo del lugar en que se encuentran, realizar un acto suicida. Las personas de carácter débil tratan de demostrar que no lo son mediante rasgos del carácter que esconden esa debilidad entre los que se puede encontrar el autoritarismo, la violencia. Ellos quieren tener autoridad pero no saben cómo obtenerla sin ser autoritarios, violentos, dominantes, caprichosos, tercos.
Las personas de carácter fuerte, frente a una ofensa no se dejan provocar, meditan sus posibles consecuencias, valoran las diversas respuestas a la misma y eligen la más adecuada, la que, por lo general, evita males mayores. Ellos no necesitan demostrar su autoridad la cual emana de su propio comportamiento, de su serenidad al enfrentar situaciones complejas, de su sabiduría; de su manera de dirigirse a los demás con respeto, independientemente de quien se trate; de sus actitudes ante el estudio, el trabajo, la familia y la sociedad.
Muchas veces se confunden las cosas y se dice que Fulano o Mengana tienen tremenda personalidad porque son personas vistosas, altas, fuertes, bien parecidas, bien vestidas y otra serie de aspectos exteriores. Eso no es tener personalidad, sino tener determinada figura. Por otra parte, el que es bajito, gordito y feo y no sabe vestirse, también tiene una personalidad, pues todos los seres humanos la tenemos, ya sea normal o con trastorno. Un sujeto puede ser alto, fuerte, buen mozo y vestirse muy bien y, sin embargo, ser portador de una personalidad histérica, paranoide, obsesiva o de otro tipo, todas clasificables como anómalas. Otro sujeto, gordito, feo, que no se sepa vestir adecuadamente, puede ser un brillante científico, amante esposo, buen padre, buen vecino y tener un ajuste psicosocial adecuado, en otras palabras, ser poseedor de una personalidad normal aunque su aspecto externo no sea atractivo como el del ejemplo precedente.
Luego, la manifestación que nos ocupa debiera ser, a partir de esta lectura: “Mi hijo tiene un carácter débil”.
YO LE HE DICHO MIL VECES QUE SE PREOCUPE POR ELLAEsta expresión, al parecer, envía un mensaje positivo, pues preocuparse por uno es bueno. Y también brinda la imagen de que a quien se le está diciendo no se preocupa por ella misma, y por eso la otra persona se lo ha repetido en infinidad de ocasiones. Nada más lejos de la verdad.
Quien la pronuncia generalmente es alguien no preocupado por sí mismo y en la responsabilidad familiar que tiene (la madre o el padre) considera que cumple su papel pidiéndole a sus hijos que se preocupen por sus vidas, cuando él no ha sabido hacerlo. Esto es una falta de respeto doble, a sí y a los hijos.
Y sucede que la conducta de las figuras significativas, como son los padres, los maestros, los dirigentes o jefes, tiende a servir de modelo imitable. Si no se preocupa por usted es risible pedirle preocupación a su descendencia cuando ese no es el mensaje que le transmite su proceder cotidiano.
Pero hay más, ese llamado de atención encierra el famoso mensaje de “Haz lo que yo digo y no lo que yo hago”, que es inmoral, pues exigimos para los demás lo que no consideramos para nosotros. Y cuando son los hijos quienes escuchan esto, conocedores de sus padres, el efecto es muy desagradable pues quieren hacerles creer algo negado por su propia experiencia.
No le pida a sus hijos que se preocupen por ellos. Preocúpese por usted. Tenga en cuenta que es la persona más importante de su familia, porque si usted no funciona bien, ello será una preocupación para sus seres queridos, pues no podrán funcionar como cuando todo se desarrolla normalmente. Preocúpese de su salud física y mental, para que ellos lo imiten. Preocúpese de sí mismo y podrá llamarles la atención en el momento en que descuiden este aspecto y lo más significativo, tendrá toda la autoridad moral para hacerlo.
Si no lo hace de forma sana, sus seres queridos tendrán muy pocas posibilidades de ocuparse de ellos porque la mayor parte del tiempo lo tendrán que dedicar a los problemas de usted. Evite, pues, reclamar atención sin necesidad, mecanismo utilizado con mucha frecuencia por personas con una ilimitada necesidad de afecto. Ellas les piden a sus seres queridos que se preocupen por sí mismos y cuando éstos se disponen a hacerlo, le surgen al aconsejante problemas, como una descomposición estomacal repentina, una migraña insoportable, un incremento de la presión arterial no comprobada, o muy cercana a las cifras habituales, un malestar impreciso, en fin, cualquier queja que evitará a los demás realizar sus planes. En fin, les piden que se preocupen por sus vidas, pero en realidad no los dejan hacerlo.
DOCTOR, YO LE IBA A EXPLICAR LO QUE A ÉL LE OCURRE PORQUE ÉL NO SE SABE EXPRESARAsí exponen con frecuencia quienes hacen todo lo posible por llevar la voz cantante en el consultorio y la entrevista es el momento idóneo para plantear sus juicios sobre lo que está experimentando su ser querido. No dudo del valor de las opiniones de los familiares, que ayudan, como información complementaria, a conformar un juicio mucho más cercano a la realidad. Mientras más fuentes de información se tengan, más conoceremos al sujeto que recaba nuestra ayuda.
Ahora bien, a veces sucede que determinados familiares, por lo general muy vinculados afectivamente al necesitado de ayuda, comienzan a darnos todos los detalles, sin siquiera permitirnos intercambiar unas palabras iniciales con el paciente. Si logramos conocer el nombre del que se supone deba recibir la consulta y le hacemos una pregunta, como por ejemplo: “¿Dónde trabajas, José?”, el pobre José es interrumpido por el familiar, quien responde: “Él trabaja como ascensorista, pero hace tres días que no asiste a su trabajo”. Y así sucesivamente. Y cuando le aclara que usted desea escuchar a José, que la consulta es de José, que quien está necesitado de ayuda es José, entonces hacen el consabido pronunciamiento. Y claro, José no se expresa no porque no sepa, sino porque no se lo permiten. Y nunca aprenderá mientras tenga alguien con una necesidad desmedida de protagonismo y de autoridad aberrante.
Estos familiares son muy susceptibles, se duelen con facilidad y se sienten maltratados cuando se les pide hacer silencio, fundamental para el ejercicio médico de entrevistar al enfermo que sufre. Algunos persisten en sus propósitos de ser voceros de su representado y no queda otra alternativa que pedirles de favor dejarnos a solas con el paciente. Éstos, por suerte, son los menos.
Cuando usted quiere que alguien aprenda a expresarse, lo más lógico es permitirle que lo haga por sí solo. Al principio no lo hará bien, más tarde lo hará menos mal, y finalmente será capaz de tener una comunicación fluida. El ensayo y el error y la corrección del error y el nuevo ensayo, facilitan un adecuado aprendizaje. Y ese aprendizaje debe facilitarse desde épocas tempranas de la vida, permitiendo a los hijos describir sus dolencias, invitándolos a expresar sus criterios, pidiéndoles su opinión sobre determinados asuntos con el objetivo de lograr desarrollar su capacidad de comunicación.
EL MEJOR PSIQUIATRA ES UNO MISMOAsí dicen personas que sufren con la pretensión de enfrentar su pesar, o sus allegados para estimularlas. Sin embargo, es una de las expresiones más peligrosas que he escuchado, pues su repercusión en la salud mental del falso psiquiatra puede traer males mayores.
En primer lugar, revela niveles nada despreciables de autosuficiencia en quienes la pronuncian, pues ser psiquiatra significa haber logrado vencer, tras años de estudios universitarios, unos contenidos científicos que conforman el cuerpo de conocimientos de esa especialidad médica, además de un mínimo de aptitudes para lograrlo. No es posible asumir dicho papel sin una preparación previa.
Detrás de ella se esconde un real temor a los psiquiatras, a la psiquiatría y por añadidura a la enfermedad mental, un intento de evitar el contacto con este profesional ya que si “el mejor psiquiatra es uno mismo”, no hay necesidad alguna de ir a uno de verdad. Este miedo encubierto denota no estar en su sano juicio o una escasa cultura médica.
Pretende, además, minimizar la ayuda que estos profesionales pueden ofrecer en pro del restablecimiento de su salud. En mi opinión, usted no puede y no debe ser su psiquiatra aunque lo fuera, pues un psiquiatra no debe ni puede ser su propio terapeuta. Y digo más, no debe serlo ni siquiera de sus allegados, pues la proximidad afectiva distorsionaría sus decisiones.
Llama la atención que a nadie se le ocurre decir “el mejor cirujano es uno mismo”, “el mejor cardiólogo es uno mismo”, “el mejor neurólogo es uno mismo”, etc. No se trata de especialidades más respetadas que la psiquiatría ni de mayor complejidad, pero sí de un desconocimiento mayor de ella, considerada por muchos una especialidad para atender a los “locos”.
Por tanto, en la medida en que una persona posponga el momento de asistir al psiquiatra tendrá mayor tiempo de sufrimiento, más tiempo de evolución de la enfermedad que lo aqueja, mayor demora en la implantación de un tratamiento efectivo y puede llegar a convertirse en un padecimiento crónico por no tomar una medida oportuna. El mejor psiquiatra no es usted. Es aquel que usted elija y en el cual deposite su confianza.
TODOS NO TENEMOS LOS MISMOS PROBLEMASAquí puede encerrarse un mensaje válido de carácter universal, pero es también un mecanismo defensivo utilizado por aquellas personas a quienes se les señala que las actitudes que han adoptado para resolver alguna situación, pueden demandar otras maneras más eficaces de afrontamiento. Entonces dejan entrever que han actuado bien pero sus problemas son mayores que los de los demás o son incomparables.
Somos seres humanos diferentes y realmente todos no tenemos los mismos problemas. Pero éstos pueden ser clasificados en diversas categorías y ya no son tan disímiles, como por ejemplo: escolares, laborales, amorosos, familiares, paterno-filiales, con las figuras representativas de autoridad, de salud física, de salud mental, de vivienda, económicos y un largo etcétera. En este sentido, cada categoría de ellos puede ser subclasificado en otros tantos: los escolares tratarían las cuestiones relacionadas con el rendimiento académico, con la asistencia y puntualidad, con la relación alumno-profesor, etc. Y estas subcategorías podrían ser analizadas por partes, de manera que el problema escolar con el rendimiento académico consiste en dificultades con las matemáticas, específicamente la sustracción. Y aún se puede continuar la especificación, refiriéndose a cuál tipo de dificultad en la sustracción presenta el estudiante. Y al final, veremos que este inconveniente lo tienen muchos otros estudiantes de diferentes grados o incluso de la misma aula. A pesar de tratarse de alumnos diferentes los problemas son similares.
¿En qué consiste la defensa en esta expresión? Simplemente, se detiene en la diversidad de ellos que es la parte conflictiva de la situación y no hace referencia a las soluciones efectivas para esas supuestas dificultades, lo cual sería la parte positiva. Por tanto, si tratamos de ser lo más justos posible, la sentencia pudiera ser: “Todos no tenemos los mismos problemas, pero sí muy similares de solucionar”, o bien “Todos los problemas, por muy disímiles que parezcan, tienen su solución”. (Es necesario aclarar que cuando me refiero a una solución, incluyo dentro de esta categoría la aceptación como forma de enfrentamiento a los asuntos insolubles, por ejemplo: la muerte de un ser querido o la espera paciente cuando se trata de algunos cuya solución no se consigue a corto o mediano plazo.)
Y si usted se detiene en los problemas con una actitud contemplativa o los utiliza para que lo aplasten o para justificar su inmovilismo, no sólo se está defendiendo, sino que está participando activamente en su mantenimiento y por tanto en su malestar. No se defienda al considerar los suyos como únicos, múltiples, insolubles, difíciles. Luche contra ellos y piense en quienes los han tenido iguales o mayores que los de usted. Piense que otros en parecidas circunstancias han encontrado soluciones adecuadas, incluso con menos recursos y apoyo. La cuestión no radica en la cantidad de problemas sino en la diversidad de mecanismos satisfactorios para enfrentarlos, en la capacidad para asumir las complejidades de la vida, superarlas y utilizarlas a su favor.
YO NO TENGO NADAÉsta es una de las expresiones más importantes que puede oír un psiquiatra en su práctica profesional. Cuando se escucha por primera vez, se percibe una sensación extraña de incomprensión y discreto temor, pero después de años de experiencia, reconocemos en ella un elemento más para el diagnóstico de una enfermedad psiquiátrica grave. Y siempre que el psiquiatra se enfrenta a enfermos mentales graves, experimenta una sensación similar.Cuando una persona refiere que no tiene nada, pudiera ser que, efectivamente, no presente o le aqueje malestar alguno, por lo general esta respuesta se obtiene al realizar un examen médico masivo y como parte de él, el facultativo pregunta si padece o ha padecido enfermedades o tiene determinados síntomas.
En otras ocasiones, es la respuesta rebelde u obstruccionista de quien, aunque no padece una enfermedad mental grave, ha tenido algunas conductas interpretadas por los familiares como no habituales. Casi siempre responden así los adolescentes, al asumir posiciones en contra de los familiares que los han obligado a asistir a la consulta del psiquiatra y de esa manera exponen su desacuerdo. En estos casos, una relación empática, no agresiva, respetuosa con el adolescente, puede romper la barrera en la comunicación y lograr que se manifieste abiertamente y permita ser ayudado.
Sin embargo, como apuntábamos en el primer párrafo, puede ser pronunciada por sujetos con grave compromiso de su salud mental, de tal magnitud, que les impide conservar su sentido crítico y no se dan cuenta de lo que les está ocurriendo.
Pero lo curioso es que este tipo de enfermo dice que no tiene nada porque para él sus alteraciones, por muy anormales que parezcan, son expresión de sus realidades. Y aunque piense que lo quieren envenenar, que lo persiguen, que existe un complot para matarlo, que lo están dirigiendo por control remoto y que le controlan sus afectos, sus pensamientos y su conducta por telepatía, todo esto no se debe a enfermedad mental alguna.
Simplemente lo quieren matar, lo persiguen y lo están controlando.
Los familiares tienen la costumbre de “seguirle la corriente”, lo cual es un error pues lo sumerge más aún en su mundo caótico. Si bien no es juicioso tratar de corregir lo absurdo de sus pensamientos mediante el razonamiento lógico, el expresar desacuerdo con lo que él manifiesta en forma firme pero respetuosa, es la conducta adecuada para estos casos.
También hemos escuchado esto en individuos que a pesar de no sentirse emocionalmente bien, consideran que al decir sus malestares a otros, están dando muestras de poca masculinidad, de imperfección, de vulnerabilidad. Otras veces, se trata de sujetos a los que el miedo al psiquiatra, o su rechazo a este tipo de profesionales, les inhibe la capacidad de expresar sus síntomas.
Si en alguna oportunidad usted lo oye de alguno de sus familiares, amigos o vecinos, tenga en cuenta estas posibilidades y de seguro podrá brindarles una ayuda oportuna.
DOCTOR, EL PROBLEMA ES QUE YO NO SÉ DECIR QUE NOAcostumbran a decir esto personas que acuden a la consulta con manifestaciones de neurastenia, es decir, cansancio físico y mental, dificultades para concentrarse, lo cual les acarrea trastornos de la memoria de diversos grados, cefalea suboccipital referida como un “peso en el cerebro”, somnolencia diurna e insomnio nocturno, disminución de la productividad del trabajo y desarreglos en la esfera sexual. Estos trastornos que afectan diversas esferas de la vida del individuo son consecuencia en la mayoría de las ocasiones de la manera en que enfrenta su vida.
La persona que “no sabe decir que no” es un sujeto con magníficos atributos personales: puntual, disciplinado, cumplidor, confiable, obediente, permeable a la crítica y a la presión del grupo, etc. Además, también goza del respeto y la consideración de los compañeros de trabajo, de familiares y amigos.
Entre sus características se encuentra la incapacidad para evitar que sobre sí mismo se multipliquen las responsabilidades y obligaciones. Y no sabe evitar nuevas tareas impuestas, a pesar de tener muchas más que el resto de sus compañeros. Así, es jefe del colectivo de estudio o de trabajo, además de monitor de varias asignaturas o dirigente sindical; con cargos en alguna organización de vecinos, política, fraternal o religiosa; con una familia a la que atiende de forma esmerada. En otras palabras: “el hombre orquesta”.
Pero, como su vida se diluye entre incontables obligaciones, cada una de las cuales le demanda determinada cantidad de energía física y mental y la mayor parte de su tiempo, él, que no sabe decir que no, comienza a agotarse y a pensar que tiene alguna enfermedad física, generalmente anemia o hepatitis, causante de su decaimiento y la somnolencia durante el día, hasta que, después de un chequeo de rutina en el cual los exámenes habituales arrojan resultados negativos, es enviado a la consulta de psiquiatría.
Y uno de los primeros consejos a este tipo de personas es el deber de aprender a decir No, como mecanismo defensivo para evitar el exceso de responsabilidades y tareas. Este recurso le permitirá hacer un uso más racional de sus potencialidades, conservar su capacidad laboral, conocer sus limitaciones por las experiencias pasadas, etc. Y lo más importante, evitar las manifestaciones neurasténicas.
Decir No le dejará brindar una oportunidad a otro individuo para desarrollar sus capacidades, demostrar sus habilidades y contribuir al buen funcionamiento del colectivo de estudios o de trabajo.
Decir No le protegerá contra quienes no desean tener responsabilidad alguna ni tampoco desean asumir una actitud de compañerismo hacia aquel que está atiborrado de obligaciones.
Hay situaciones en las que no se puede decir No; otras en las que no se debe decir No; algunas en las que no es prudente o no conviene decir No. Pero hay un gran número de oportunidades en las que sí podrá decir claramente No y esa negativa no le ocasionará problema alguno.
Por último, usted ha dicho casi siempre Sí. Por una vez que diga No, el mundo no se detendrá. Y mañana, el sol volverá a brillar para todos.
YO NO TENGO SUERTEMuchas personas con dificultades en sus vidas, con frecuencia dicen algo semejante. Es una declaración negativa pues quien lo dice se priva de algo positivo. Sería como si dijera: “Yo no tengo inteligencia”, “yo no tengo valor”, “yo no tengo bondad, honor, etc.”. Es además pesimista, pues no tener suerte es sinónimo de ser un fracasado. Es, pues, un pensamiento negativo. Por tanto, usted no tiene suerte no porque no la tenga, sino porque piensa que no la tiene.
Detrás de esta expresión se esconde también una forma “mágica” de pensar. Si las cosas salen bien es por la buena suerte y si salen mal es por la mala suerte que tenemos. Todo depende de ella. Niega la posibilidad a la persona de influir en su futuro, en que las cosas le salgan bien, regular o mal, lo deja todo a la suerte. Quienes piensan así no ven la participación que tienen en que su vida cambie.
¿Por qué no se tiene suerte? Porque se hacen muchas cosas impropias: si no le fue bien en el matrimonio, puede haber elegido la pareja inadecuada, no la conoció suficiente antes de formalizar la relación, no modificó determinados rasgos de su carácter que entorpecen la convivencia en pareja, etc. Entonces se divorcia y encuentra (para usted) el hombre ideal o la mujer de sus sueños, pero con el inconveniente de tener compromiso. Ahora se lamenta de su mala suerte y decide rehacer su vida con alguien que lo necesite y comienza otra relación con una persona a la cual usted le lleva veinte años y que efectivamente le necesita, pero... por un tiempo.Y así, irá de fracaso en fracaso, echándole la culpa de su falta de previsión a la mala suerte. Por favor, no culpe a la suerte de su incorrecta manera de actuar. ¡Su mala suerte es usted!
YO SÉ QUE VOY A TENER PROBLEMAS. YO SÉ QUE ESO NO VA A FUNCIONARHay personas que suponen ser capaces de pronosticar las cosas que les van a suceder y de la forma en que éstas ocurrirán. Y al final, efectivamente, ellas tuvieron los problemas anunciados y las cosas funcionaron como habían pensado.
Al analizar con detenimiento tal manifestación, nos damos cuenta de que el pronóstico no se debe a facultades extraordinarias de clarividencia, o a una bola de cristal por la cual pudieran ver hacia el futuro, sino porque se propusieron tener los problemas o que las cosas no funcionaran. Quizás esto le parezca descabellado pero no lo es. A veces las personas se predisponen, piensan que algo les va a suceder y comienzan a comportarse de una manera que les lleva de la mano a que les ocurra lo anunciado. Igual sucede, aunque con saldos favorables, cuando nos preparamos de modo positivo para enfrentar una situación dada. Por tanto, esa disposición previa asumida puede influir muchísimo en los resultados obtenidos.
Si usted piensa que va a fracasar ante una evaluación de competencia, comienza a devaluar sus potencialidades, su estado anímico se modifica negativamente, su atención fluctuará del aquí-ahora hasta el futuro momento del fracaso y por tanto no tendrá posibilidades de lograr una buena preparación, pues su rendimiento se ha afectado por esa disposición anímica derrotista. Llegado el momento, usted fracasará tal y como lo había pensado.
Por el contrario, si piensa que va a salir bien en un examen, eso lo condicionará anímicamente para que se sienta confiado, seguro de sí, dispuesto a estudiar con responsabilidad las horas necesarias, se planificará autoevaluaciones, confrontará con otros compañeros, aclarará las dudas y tomará cuantas medidas puedan garantizar el resultado exitoso que se ha propuesto.
A esto se llama hoy tener “pensamientos positivos” y se ha comprobado que éstos no sólo mejoran el ánimo sino también la salud física. La repercusión de los acontecimientos vitales estresantes sobre la función inmunitaria es uno de los campos investigativos más apasionantes en la actualidad y se sabe que las situaciones negativas se asocian a una depresión del sistema inmunológico con disminución de la resistencia a las enfermedades.
Le invito entonces a eliminar esa predisposición negativa y sustituirla por una disposición positiva para obtener resultados favorables en lo que se proponga.
ES QUE YO SOY ASÍCon ese decir “es que yo soy así” se cierran las posibilidades al diálogo, la confrontación, el análisis. Efectivamente, si es así significa que los demás tienen que aceptar sus consecuencias: si usted se disgusta y comienza a destruir lo que está a su alcance, debe soportarse por el mero hecho de usted ser así; si ingiere bebidas alcohólicas y se comporta de una forma grosera, debemos soportarlo porque usted es así; y si por ello se ausentó del trabajo, sus compañeros, sus jefes, tienen el deber de soportarlo, tolerarlo, justificarlo porque usted es así.
Que usted sea de esa manera es un problema enteramente suyo, pero quienes le rodean no tienen que pagar las consecuencias de su mal proceder. Si por eso justifica sus actos, en ningún momento será una excusa válida para los demás.
Decir así es un mecanismo defensivo muy conformista, pasivo-agresivo, justificativo de lo mal hecho, de resistencia al cambio, egoísta, etcétera. Contrarrestarlo no es una tarea fácil, pues en cada interpretación, análisis o confrontación la persona puede defenderse mediante dicha afirmación.
A veces puede traer algún cambio de actitudes preguntar a estas personas qué ventajas les ha traído en su vida personal, familiar, laboral y social esa manera de ser y qué desventajas les ha traído en esas mismas esferas de la vida dicho comportamiento. Si tienen un mínimo de autocrítica es posible que ese análisis biográfico pueda llevarles a algún cambio.
Si usted es de los que utiliza esta manifestación, por favor suprímala por todos los inconvenientes que puede traerle en su vida y le propongo trazarse la meta de no seguir siendo de esa manera para lo cual puede ser de utilidad preguntarse ¿Qué debo hacer para no ser así?
¿POR QUÉ YO SOY ASÍ, DOCTOR? EXPLÍQUEMELas personas están muy interesadas en saber el porqué de las cosas lo cual es muy lógico y necesario, pues sin esa sana curiosidad es imposible el desarrollo de la ciencia y la técnica y de la propia humanidad. Pero a veces este interés es un mecanismo defensivo empleado por algunos seres humanos para posponer su necesario cambio.Suponga que usted es así porque sus padres se divorciaron cuando era un niño. O porque sus padres peleaban. O porque su padre ingería bebidas alcohólicas y maltrataba a su madre. En definitiva, usted puede ser como es por cualquiera de las razones frecuentes en las personas que sufren.
Ahora, ¿qué otro valor, que no sea histórico o biográfico, tiene esa información? ¿Podemos volver atrás el tiempo y evitar el divorcio, que el padre no ingiriera bebidas alcohólicas y no maltratara a la madre o que no se pelearan? Eso no tiene solución porque el tiempo es unidireccional, va del pasado pasando por el presente hacia el futuro. Incluso, sin recurrir a un hecho significativo la supuesta explicación recuerda aquello de “¿quién fue primero, el huevo o la gallina?”
Esa pregunta ¿por qué yo soy así?, lejos de reflejar un genuino interés en encontrar las causas para modificar la forma de ser, si ello fuera posible, refleja una pasiva curiosidad, es para evitar preguntarse: “¿Doctor, qué debo hacer para dejar de ser así?”, que sí sugiere una actitud participativa, una invitación a la acción.
Aunque estoy de acuerdo con que cualquier persona haga esta u otra interrogación que estime conveniente, sugiero no olvidar la que le he propuesto, pues le dará la posibilidad de escuchar aquellas cuestiones que pueden facilitar su crecimiento emocional, trazar un plan de acción para cambiar y otras opciones para dejar de ser de la manera que usted no desea. Y es de extrema importancia saber utilizar la información obtenida de ella.
¿Por qué yo soy así?, como ya dije, no le servirá para volver al pasado, pero sí para evitar cometer los mismos errores que sus padres cometieron en su crianza. Si sus padres le maltrataron, no maltrate usted a sus hijos. Si sus padres se divorciaron, trate de ser estable en su relación matrimonial, si su padre era alcohólico y vejaba a su madre, trate de ingerir bebidas alcohólicas con responsabilidad, evite embriagarse y respete siempre a su pareja.Sólo de esa manera es útil esta información pues hace realidad la sentencia del filósofo español: “Los que no conocen su pasado están condenados a repetirlo”.
NO SOPORTO ESTAR SOLOAsí se escucha decir a personas que al parecer tienen una necesidad excesiva de estar acompañadas. Digo al parecer porque eso no es lo más relevante en ellas. Su problema no consiste en sus deseos de estar en compañía de otros sino en su incapacidad para permanecer con ellas mismas. Literalmente hablando, estas personas no se soportan a sí mismas porque no han aprendido a disfrutarse. Y es por eso que no toleran estar solas.
Cuando uno ha aprendido a estar solo, disfruta de esos momentos de soledad. Siempre tiene algo útil que hacer, algo o alguien en quien pensar, alguna forma creativa de emplear el tiempo cuando la única compañía es uno mismo. Hay quienes, aun junto a sus seres queridos, necesitan, en determinados momentos, estar solos, aunque sea por breves períodos de tiempo. Y lo logran sin que por ello se afecte la comunicación ni el clima emocional de la familia.
¿Cuántas cosas puede hacer una persona cuando está a solas? Muchas. Por ejemplo, puede decorar la casa de manera diferente, preparar una comida especial, leer un buen libro, hacer ejercicios físicos, de relajación, oír música, cuidar del jardín, sembrar alguna nueva planta, arreglar y ordenar el armario, sus gavetas, hacer una limpieza general, descansar, meditar, dormir.
Sin embargo, quienes no se soportan cuando están a solas no tienen una rutina cotidiana establecida, hacen las cosas sin deseos, desmotivados, como si fuera un castigo, sin creatividad alguna. Están aburridos, a pesar de que quizás haya muchas cosas por hacer o, por el contrario, las hacen con tal rapidez que en breve tiempo han terminado y vuelven a quedar ociosos, supuestamente, y esa inactividad artificial les genera malestar, ansiedad, tedio, estados anímicos desfavorables los cuales conspiran contra su bienestar. En otras palabras, no saben planificar qué hacer cuando están a solas para no sentir soledad.
El ser humano está necesitado de compañía. Es una condición humana. Así como también lo es su individualidad, su privacidad. Por tanto, las relaciones con otras personas son imprescindibles y la soledad también para lograr una personalidad armónica.
ESO NO ES NORMAL. ESO ES NORMALEstas expresiones seguramente las ha escuchado, por separado, desde luego. Sin embargo, las he unificado con toda intención para llevar a su mente que lo anormal y lo normal son valoraciones relativas, es decir, lo normal en una situación dada, puede constituirse en una anormalidad en otra.
Reírse es algo normal y por demás muy saludable sobre todo en una fiesta o en un grupo de amigos que cuentan chistes; pero lo mismo, en un velorio, delante de los familiares de un moribundo, además de ser una grosera falta de respeto y de sensibilidad humana, es una conducta muy anormal. Aquí lo anormal no es el hecho de reírse, sino el contexto en el cual se ríe.
Pongamos otro ejemplo: usted tiene un demente en su hogar, que puede ser un tío, su padre, su madre o un hermano. Desde que el proceso demencial se hizo evidente su vida cambió de forma radical. Ya no puede salir a distraerse como antes, ya no puede dormir profundamente, tiene que estar pendiente de lo que él o ella está haciendo, lo que se lleva a la boca, lo que toca, tiene que bañarlo como si fuera un niño pequeño, etc. El demente, por su propio proceso, hará sus necesidades fisiológicas sin aviso previo, en la cama, en el sillón donde permanezca sentado, en sus propios pantalones o faldas. Y tendrá que asearlo, que soportar insultos, gritos, agresiones... y es en esos momentos en los que usted puede desear la muerte a su ser querido, por toda la rabia acumulada debida al vuelco que su vida ha sufrido. Ese tipo de pensamiento, como es lógico, le hace sentir muy culpable, pues le está deseando la muerte a su tío, su padre, su madre, su hermano.
Debe saber que esos pensamientos son... normales. Le repito. Esos pensamientos de muerte hacia estos seres queridos son normales, porque ni los ha dejado de amar, ni realmente les desea la muerte, ni tiene impulsos criminales ni nada por el estilo. Ocurre que no es una enfermera entrenada en el manejo de pacientes portadores de demencia, la cual, además de cursar estudios, sólo permanece una parte del tiempo con el enfermo y después es relevada por otra y ésta por aquélla. En otras oportunidades, estos enfermos son llevados a instituciones especializadas donde son atendidos por un personal ejercitado en estos menesteres.
Usted está agotándose mentalmente, por el cansancio físico y la depresión por ver a su ser querido en ese estado y es en el contexto de esa situación agobiante que surge ese aparente pensamiento anormal. Si deseara todos los minutos de todas las horas de todos los días la muerte a su familiar entonces fuera una anormalidad, y ésta no estaría dada por la idea en sí, sino por la elevada frecuencia con que la piensa.
Otras veces las anormalidades son permitidas y pasan como algo normal para muchas personas. Fumar daña la salud y es una conducta anormal que denota una habituación al tabaco, conocida por tabaquismo. Pero, mucha gente lo hace y lo considera como algo “normal”. Ser homosexual es algo normal y sin embargo criterios machistas y sexistas lo consideran una desviación de la normalidad, una aberración, una degeneración.
Como se puede evidenciar “eso no es normal”, “eso es normal” es un par dialéctico que no debe ser separado.
DOCTOR, YO NO TENGO PROBLEMAS DESDE QUE ESTOY TOMANDO LA PASTILLITA DE LA ALEGRÍADicen esto muchas personas que se autoadministran trifluoperazina de un miligramo, la persiguen, literalmente hablando, en cuantas farmacias se les ocurre visitar; cuando no logran conseguirla, compran la trifluoperazina de cinco miligramos, la dividen en cuatro partes y se empiezan a tomar un cuarto de esa tableta varias veces al día.No existe ninguna pastilla de la alegría. La alegría es un estado anímico que expresa satisfacción, bienestar, complacencia y es el resultado de una complejísima interacción de diversos factores personales, psicológicos, situacionales, metabólicos, biológicos, etc. Este complejo proceso no puede ser motivado por una tableta, a la que atribuyen esta propiedad por tener discreto efecto euforizante, es decir, una sensación de bienestar o mejor dicho, de falso bienestar, o falsa alegría, que es, por definición psicopatológica, el concepto de euforia. El eufórico no está alegre. La euforia es la alegría sin motivo, no es contagiosa, el observador no encuentra motivos para ese estado, parece artificial, como si fuera fingida. Este tipo de medicamentos puede ocasionar esa falsa sensación de alegría, de bienestar. Pero, este efecto pasajero puede traer otros males. Paso a enunciarlos.
El primer mal que este tratamiento le puede originar es poner su alegría en función de una tableta, en función de algo externo a usted.
El segundo problema es desarrollar una dependencia psicológica de ella, la cual vendrá a constituirse en una especie de muleta sin la que no sabrá caminar por la vida.
El tercer problema le vendrá poco a poco, en la medida en que lleve más tiempo ingiriendo el medicamento sin necesidad real, o con ella pero no indicado por un facultativo encargado de ajustar las dosis y determinar el tiempo durante el cual lo requerirá.
Estos efectos a largo plazo se deben a que la trifluoperazina está incluida entre los psicofármacos calificados como neurolépticos, los cuales pueden producir determinados efectos secundarios, y los más relevantes son los llamados síndromes extrapiramidales, con las siguientes manifestaciones clínicas:
Distonías agudas: Estas alteraciones se observan con mucha frecuencia en los jóvenes y consisten en incremento del tono muscular (hipertonía), contracciones dolorosas de los músculos, calambres, dificultades para tragar, falta de aire si se comprometen los músculos de la respiración, protrusión de la lengua, tortícolis y crisis oculógiras, es decir, movimientos giratorios involuntarios de los ojos, como si se les fueran hacia arriba y hacia atrás. Pueden presentarse con sólo ingerir una tableta del fármaco.
Parkinsonismo: El consumidor comienza a presentar rigidez en el cuerpo, inexpresividad en el rostro, temblor, disminución de la flexibilidad de los brazos al caminar, tendencia a asumir una postura encorvada y salivación profusa, que sale por las comisuras labiales. Generalmente aparece durante el primer mes.
Acatisia: Este síntoma consiste en una inquietud insoportable en los miembros inferiores, conocido como el “síndrome de los pies inquietos”, pues el sujeto tiene que estar en constante movimiento, lo cual le impide permanecer sentado o acostado.
Discinesia tardía: Aparece en el 5 % de las personas que están expuestas a los neurolépticos cada año y en los individuos que llevan diez años consumiendo estas moléculas (tabletas), la incidencia puede llegar hasta el 50 %. Este cuadro clínico es muy incapacitante por tratarse de movimientos coreicos, atetoides, mioclónicos de carácter anormal que afectan diversos territorios como la cara, la boca, las extremidades. La persona con una discinesia tardía mantiene movimientos masticatorios que recuerdan los que se realizan cuando se tiene un bombón en la boca, saca la lengua rítmicamente o puede proyectarla contra las mejillas. Este cuadro se recupera con dificultad. Al conocer estas complicaciones, que no son todas ni mucho menos, podrá evaluar con mayor rigor científico si “la pastillita de la alegría” es tan inofensiva como creía.
MI TÍA ME REGALÓ UNAS AMITRIPTILINAS Y ES LO QUE ESTOY TOMANDOEs seguro que usted ha escuchado esta declaración, por lo general, a personas aquejadas de síntomas psiquiátricos menores, pero con una necesidad exagerada de automedicarse con lo primero que se les ofrece. Y esta conducta es en extremo peligrosa. Veamos por qué.
La automedicación es una actitud negativa hacia las enfermedades, que consiste precisamente en la autoadministración de tratamientos farmacológicos, sin tener conocimientos para ello y sin haber sido orientados por facultativo alguno.
En el caso de los psicofármacos, la autoadministración es muy frecuente, como si estos medicamentos no tuvieran tantos inconvenientes como los utilizados en otras especialidades médicas. A muy pocas personas se les ocurriría ponerse una penicilina rapilenta dos veces al día durante varios meses, o tomar una tableta de cloranfenicol cada seis horas por un año. Y esto no sucede muy a menudo porque consideran que los antibióticos mal utilizados pueden perjudicar la salud. Y el error consiste en no pensar lo mismo de los psicofármacos.
Para que se tenga una idea, los antidepresivos tricíclicos, entre los que se encuentran la imipramina y la amitriptilina, no deben ser administrados a personas alérgicas a ellos, a los que padecen de glaucoma agudo de ángulo estrecho, a los que presentan infarto agudo del miocardio o tienen aumento de volumen de la próstata, así como tampoco a los individuos con trastornos del ritmo cardíaco, las llamadas arritmias. Pero hay más, estos medicamentos tienen una serie de efectos colaterales, como son convulsiones, hipertensión, episodios psicóticos o lo que es igual, locura, pesadillas, temblores, incoordinación motora y tics.
Por si fuera poco, ellos, cuando se suprimen por una u otra causa, pueden ocasionar el llamado Síndrome de Discontinuación, consistente en cinco agrupaciones de síntomas: distrés somático general, alteraciones del sueño, acatisia o parkinsonismo, activación conductual y arritmias cardíacas. Esto se traduce en lo siguiente: el sujeto experimenta desvanecimientos, vértigos, trastornos del equilibrio y la marcha, pesadillas, inquietud en las piernas que no le permiten estar tranquilo en un solo lugar, rigidez facial con incremento de la salivación, marcha a pequeños pasos; sensación de quemazón, de shock eléctrico, de aleteo cardiovascular; ansiedad, agitación, crisis de llanto, irritabilidad, palpitaciones y taquicardia. Este Síndrome de Discontinuación también se puede acompañar de fatiga, tos, coriza, escalofríos y manifestaciones de un estado gripal.
Como ve, no son pocos los inconvenientes que traen estos fármacos que algunas personas utilizan para situaciones en las que no son médicamente indicados, como aumentar de peso, evitar los dolores de dientes, contrarrestar el insomnio, calmar el nerviosismo, etcétera.
Mi consejo es que no se automedique. Usted puede convertirse en el mejor amigo de su salud o también, si no actúa de una manera responsable, en su propio verdugo.
ESO NO ESTÁ EN MÍ; YO NO QUISIERA SER ASÍ; ANTES YO NO ERA ASÍ Y ¿USTED CREE QUE YO QUIERO ESTAR ASÍ?Muy a propósito he unificado estas expresiones pues todas son dichas, una detrás de otra y en ese orden por numerosas personas a las que he tratado y todas constituyen, por separado y en su conjunto, mecanismos defensivos de quienes las pronuncian. Pasemos a su análisis.
“Eso no está en mí” es utilizada cuando se quiere justificar algo que se ha hecho o se ha dejado de hacer y en lo cual el sujeto no quiere verse involucrado, responsabilizado. Si eso no está en él muy poco puede hacer por evitar lo ocurrido. Entonces es cuando se impone la pregunta: ¿En quién está si no es en usted?, con la finalidad de hacer consciente al individuo que efectivamente él es el responsable de lo sucedido. Acto seguido, pronuncia la siguiente para justificar lo hecho (de nuevo) y también por no darse cuenta de ser él el máximo protagonista: “Yo no quisiera ser así”, a pesar de que hace todo lo posible por ser de esa manera que no desea. Se impone la siguiente pregunta: ¿Quién le obliga a usted a ser así? Es evidente, nadie le obliga. Es así porque lo desea. Si yo no deseo ser impaciente, me llamo a la calma, intento mejorar mi capacidad de espera, trato de caminar y hablar despacio.
Cuando la persona irremediablemente llega a la conclusión de que sí está en él y hace cosas para estar así, surge la tercera justificación, como las anteriores y que lleva a la inercia: “Antes yo no era así”. Es el rejuego para no darse cuenta de quién es en estos momentos, en el aquí-ahora; con ella el sujeto se refugia en el pasado para no enfrentar el presente de cara al futuro, trata de vivir de las glorias pasadas, en fin, tiene el llamado “Síndrome de Yo soy aquel” (yo era el que..., yo fui quien...); es como esconderse en una cueva para no enfrentarse consigo mismo.
Si se le hace consciente de lo que está tratando de hacer, surge, como un dardo dirigido en su contra, la siguiente expresión, más justificativa que las anteriores: “¿Usted cree que yo quisiera estar así?” Mediante esta agresividad hacia el terapeuta la persona intenta poner fin al análisis de las actitudes, pues se supone que ninguna persona desee sentirse mal. Eso es parcialmente cierto. Se supone. Y la suposición, entre otros significados, es la opinión que no está fundada en pruebas positivas. Pongamos un ejemplo, un paciente dice: “Todas las mañanas me levanto con tos y falta de aire. Me tomo una taza de café y me fumo el primer cigarro de los treinta diarios que consumo. He padecido de bronconeumonías a repetición a pesar de los consejos médicos de dejar ese mal hábito”. Aquí se puede preguntar: ¿Realmente desea no tener falta de aire y bronconeumonías a repetición? Si deseara no padecerlos dejaría de fumar de inmediato. (El ejemplo, a título personal, fue cierto. Desde hace más de tres años no fumo.) Por tanto, antes yo deseaba, consciente o no, ser así, padecer bronconeumonías, tener falta de aire y tos y en definitiva, suicidarme palmo a palmo, cigarro a cigarro.
Evite decir estas cosas y evite que sean dichas por sus seres queridos.
Eso sí está en usted, usted desea ser así, usted ahora es así y usted desea estar como está.
YO ESTOY ASÍ POR LA CRIANZA QUE ME DIERONUna justificación muy socorrida por quienes, siendo adultos, pretenden responsabilizar a otros de su manera de comportarse, en este caso, a los padres.
Si bien es cierto que una niñez caótica puede influir en la formación del sujeto, no sólo es la familia la que contribuye a la conformación de la personalidad sino también el medio escolar, laboral y social. Pero de manera fundamental es el propio sujeto quien, consciente y deliberadamente puede contribuir a que su propia formación sea buena, regular o mala. Todos hemos estado rodeados de cosas que no nos pertenecen. La mayoría de las personas respeta la propiedad de otros, pero existe una minoría que se apropia de lo ajeno porque lo desea y no inhibe tales deseos.
Muchas adolescentes y jóvenes en cualquier parte del mundo tienen carencias materiales de todo tipo y lógicos deseos de poseer ropas, zapatos, cosméticos, perfumes, etc. La mayor parte de ellas trata de trabajar decorosamente para ir obteniendo poco a poco y muchas veces no en la medida de sus deseos, esas cosas materiales a las que hago referencia. Otras, por el contrario, se prostituyen para lograr esos mismos objetivos.Como se evidencia, los seres humanos pueden tener igualdad de oportunidades para hacer las cosas bien hechas y para hacerlas mal. ¿Por qué un grupo de personas se inclina por esta última opción y después pretende culpar a otros de lo que ellos como adultos hacen?
Se puede tener una niñez muy infeliz con carencias de todo tipo y eso influir de manera negativa en la forma de ser. Pero, ¿eso es un fatalismo que debe arrastrar toda la vida? Pienso que no. La verdadera enfermedad mental grave que invalida al ser humano que la padece en sus proyecciones vitales, hasta hoy, no se considera causada por determinado tipo de crianza. Si usted tiene una predisposición a padecer una enfermedad mental grave, puede padecerla aunque se haya criado en un hogar armónico. Si usted no tiene esa predisposición, saldrá relativamente ileso tras haber pasado una infancia en un clima emocional familiar inadecuado.
Nadie le deseó una niñez infeliz ni le eligieron sus padres. Nadie tiene la culpa de esa niñez, usted tampoco. Y ya eso no tiene solución pues no lo podemos volver a criar como hubiera querido.
Lo importante es el presente y el futuro y lo que esté haciendo ahora que es un adulto por vivir de forma creativa.
YO NO ME PUEDO DISGUSTAR. YO NO ME PUEDO MOLESTARNo hay expresión más absurda e irreal que ésta.
Comenzaría por preguntar: ¿Quién es esa persona para no disgustarse ni molestarse, si la inmensa mayoría de los seres humanos en alguna ocasión tenemos que pasar por esa experiencia?
Cuando alguien pronuncia esto, además de engañarse a sí mismo, intenta manipular a los demás a su favor, haciéndoles creer algo que es imposible de lograr, pues si lo fuera, de seguro todos lo intentarían. Si llega a conseguirlo, la familia funcionará de modo anormal a partir de ese momento y el sujeto se convertirá en el foco de atención, no precisamente por ser el más ecuánime, sino por ser el más frágil, el más vulnerable.
Si usted no se puede disgustar o molestar, eso significa que no podrá recibir noticias desagradables, no podrán contradecirle sus opiniones por muy descabelladas que fueran, no se le podrá llamar la atención por algo inadecuado que haya hecho, los demás tendrán que hacer las cosas que a usted le gustan, como a usted le gustan y en el momento que usted precise, las opiniones y criterios de los demás serán las que usted desea escuchar y no otras, en fin, que todos a su alrededor harán en cada momento lo que a usted no le disguste ni le moleste. Todo lo anterior, ¿no es impensable?, ¿no es una locura? ¿En qué lugar del planeta usted va a vivir donde nunca se disguste ni moleste? Quizás en una isla desierta, en la cual tenga todas sus necesidades resueltas, y eso también es una locura pensarlo.
Sería más provechoso y más realista que aprendiera a tener disgustos y molestias, a reaccionar de una manera adecuada a eventos vitales desagradables. De esta forma estaría más preparado para vivir, sería una persona más normal y todo le pudiera ir mejor a usted y su familia.
Para ello es necesario que intente reaccionar frente a cada disgusto o problema de una manera diferente a la última vez, más ecuánime, más dueño de sí, sin dejarse provocar ni dar rienda suelta a la parte fea de su carácter, que es la que le hace pronunciar la expresión de marras.
LA GENTE NO ME ENTIENDEAsí se manifiestan “los incomprendidos”. A este tipo de personas nadie los entiende ni los comprende. Hablan sobre la incomprensión de sus familiares, de sus compañeros de estudio o de trabajo, de sus amistades, en fin, de cuantas personas se relacionan con ellos. En muchas ocasiones en mis consultas me los he tropezado y me dicen: “Doctor, usted no me entiende” y les he contestado “Eso es muy cierto. Yo no le entiendo y soy psiquiatra y me pagan para entender a las personas. Esa es mi profesión y me cuesta un enorme trabajo llegar a comprenderle del todo. ¿Se imagina qué pudiera pasar con aquellas personas que no son psiquiatras como es el caso de sus familiares, compañeros y amigos? ¿No será que para usted comprenderle y entenderle es ponerse de acuerdo con usted, es pensar como usted aunque estemos en desacuerdo y pensemos de manera diferente?”
Estas personas “incomprendidas” al parecer no se han preguntado: ¿No será que soy yo el que no se deja comprender? Es muy difícil que ellas se hagan esta pregunta, pues les resulta más fácil asumir el papel de incomprendidas que el de incomprensibles. Ellas no desean darse cuenta de que si son incomprendidas por los familiares, los compañeros de estudio o de trabajo, los amigos, el factor común a todos son ellas mismas. Puede ocurrir que la familia sea poco comprensiva, pero, ¿también son poco comprensivos los amigos y los compañeros de trabajo? Demasiada casualidad. En la generalidad de las ocasiones se autotitulan así porque sus criterios, opiniones, conductas, son impropias en el contexto en que se manifiestan, no son todo lo realistas que debieran ser, no guardan la coherencia que la situación requiere.
Pongamos por ejemplo que yo diga que mi familia no me entiende porque no me dejan escribir estas conferencias con la tranquilidad deseada. Esto pudiera parecer cierto y constituir una lógica demanda. Pero yo no le he dicho todavía que mi compañera trabaja al igual que yo y nuestro hijo apenas tiene cinco años y a este último personaje le importan poco por no decir que no le importan en lo absoluto estas conferencias ni otras. A él, como niño normal, le interesa por sobre todas las cosas jugar. Y hay que jugar con él. Pero además, hay que cooperar en las tareas hogareñas, compartir los quehaceres domésticos que, además de aliviar la carga a la mujer, es una buena manera de demostrar afecto y consideración a la pareja.
Por tanto, si yo quiero hacer estas conferencias cuando mi hijo me demanda que juegue con él o mi esposa me pide que compre el pan y la leche, soy yo quien no entiende las necesidades de ninguno de los dos. Pero si yo juego con él, coopero con ella y decido sentarme a escribir cuando el niño duerme y mi esposa estudie o descanse, los habré comprendido y no tendré motivos para decir que no me entienden.
ME DAN DESEOS DE ACABAREsta declaración es frecuente en consultas de psiquiatría y de psicología; o en cualquier otro lugar, pero siempre dicha por personas cuyo comportamiento, en ocasiones como esas, tiene manifestaciones muy primitivas y es la agresividad mal canalizada uno de sus rasgos prominentes.
Cuando se les pregunta con qué desean acabar, ellas contestan: “con todo, con el que se me ponga delante”. Y esto recuerda a ciertos animales, que por motivos baladíes arremeten contra todo. Pensemos en las corridas de toros, cuando ellos salen del cepo a una velocidad considerable, embisten a los picadores, a los caballos, y al torero mostrarles el capote, un simple y sencillo pedazo de tela roja, con la agresividad salvaje propia de esa raza de toros, acometen contra la tela que se mueve y no precisamente contra quien la está moviendo, por suerte, claro está.
Muy similar a este comportamiento es el de las personas que tienen “deseos de acabar”. A veces de los deseos pasan a la acción y maltratan a los hijos, les pegan con violencia inusitada, otras veces la emprenden contra los objetos y rompen platos, vasos, su propia ropa. En ocasiones, esa agresividad la toman contra la pareja y la ofenden de palabras, la humillan y pueden llegar a la agresión física, desde las lesiones sin peligro para la vida, hasta las que provocan la muerte en el peor de los casos.
Una parte de ellas dirige la agresividad contra sí y manifiestan cosas impensadas, en un momento y lugar inadecuados, sobre personas significativas, o bien se autolesionan intentando contra su propia vida.
El mero hecho de desear acabar no es en sí el problema mayor, sino que se convierte en tal cuando se quiere acabar con algo o alguien que no debiéramos acabar.
Si realmente tiene estos deseos, yo le sugiero acabar con aquellas cosas que deben terminar de una vez por todas: Usted puede acabar con la desconsideración, las malas costumbres, la descortesía, la incomprensión, la deshonestidad, la discriminación, el desconocimiento, la parcialidad, la chapucería, la ingratitud, el irrespeto, la irresponsabilidad, la imprudencia, la deslealtad, la insuficiencia, el desorden, la indisciplina, la desconfianza infundada, el descontento, la infelicidad, la impaciencia, la irreflexión, el pesimismo, el descuido, la enemistad, la intolerancia, la antipatía y también puede acabar con la queja inútil que prostituye el carácter y no conduce a otro sitio que no sea la desmoralización personal.
Fíjese, pues, cómo esa expresión, habitualmente improductiva, dañina y que impide adaptarse, se puede en la práctica ir transformando en productiva, adaptativa, creativa, en fin, muy útil para contribuir a su crecimiento personal.
SIEMPRE ESTOY APURADO¿Cuántas veces usted habrá oído esto? Seguramente muchas y quizás lo haya dicho en alguna oportunidad. Así es, hay personas que siempre están apuradas, como si el tiempo no les fuera a alcanzar para hacer lo que se proponen o como si todo lo que hicieran fuera una obligación.
Se levantan temprano, desayunan rápido, a veces de pie o caminando, salen rápido de sus casas para sus respectivos trabajos, caminan rápido, terminan su labor y salen disparadas para sus casas, se ponen a hacer los quehaceres rápidamente para terminarlos rápido y así hacen todos los días hasta que comienzan a sentir, a darse cuenta de que “siempre están apuradas”.
Estas personas en todo momento tienen los dientes apretados, se quejan de dolores en las piernas, el cuello y la espalda debido a la tensión muscular. También pueden tener dolores de cabeza por la misma razón.
¿Qué se pudiera hacer para evitar estar siempre apurado? Lo primero es percatarse de que se está de prisa, es decir, hacerlo consciente. Una vez ocurrido esto, todo será más fácil.
Hay determinadas situaciones en las que necesariamente hay urgencia. Por ejemplo, en las mañanas para llegar puntual a la fábrica, oficina, escuela, en fin, al lugar donde trabajamos o estudiamos, con lo que podemos evitar problemas adicionales. Realizar bien las funciones laborales o estudiantiles, docentes o asistenciales, de servicios o productivas, es otro paso imprescindible para contrarrestar la sensación de apremio.
Una vez terminada la jornada laboral sería prudente no retirarse de inmediato al hogar. Es recomendable permanecer aunque sean cinco minutos sentado, tranquilo, relajado, con los ojos cerrados en el propio puesto de trabajo, en el vestidor, en el salón de espera, para tratar de “dejar ahí” parte de las tensiones laborales, o se puede emplear ese tiempo en ejercicios de relajación y respiratorios.
Al ir hacia el hogar no debe hacerlo de prisa. Si el trayecto lo hace caminando, puede desviarse de la ruta habitual, entrar a las tiendas aunque sólo vea lo que se está ofertando, llegue a hacer una breve visita a casa de algún conocido, sólo para saber de él o ella, o simplemente camine lo más despacio posible, disfrute de su propio andar. Puede sentarse en algún parque a leer algún artículo del periódico preferido. Todo lo descrito llevará quizás diez, veinte o treinta minutos más de lo habitual, pero el beneficio del autocontrol los requiere.
Si el trayecto lo hace en ómnibus, una variante pudiera ser, si no es excesiva la distancia por recorrer, abandonarlo una parada antes o después de la que le pertenece y hacer lo descrito en párrafos precedentes. Si el trayecto lo realiza en un automóvil privado, se deben evitar aquellas carreteras de mayor tráfico, aunque eso implique unos minutos de demora hacia el destino.
Al llegar al hogar, tampoco es recomendable entrar inmediatamente. Pueden utilizarse otros cinco o diez minutos sentado en el umbral de su puerta, en los bancos de la entrada, en el parque de enfrente. Al entrar a casa es una buena opción ponerse a hacer lo más perentorio, lo más necesario. Y trate de tener un pensamiento económico que ponga todo en función de usted y no al revés. Fregar la vajilla es importante, pero si lo necesita, decansar es más importante aún. Mantener la casa limpia es importante, pero dormir lo es más si tiene sueño. Lavar la ropa es importante, pero comer lo es más si tiene mucho apetito. En fin, su casa y lo que en ella usted tiene que hacer son importantes, pero usted es mucho más importante que todas esas cosas juntas.
Al sentarse, no olvide tratar de poner los glúteos, es decir, las nalgas, lo más cercanas al borde del asiento, tirar las piernas hacia adelante, entreabrirlas ligeramente, descolgar los brazos a ambos lados del cuerpo y dejar caer la cabeza sobre el pecho o recostarla del asiento hasta lograr una posición lo más cómoda posible. Otra variante de esta posición es apoyar los brazos semiflexionados en los muslos como hacen los cocheros. Entonces, cierre los ojos y piense en un cielo azul, una pradera verde, un mar azul claro en calma, lo cual contribuirá a su relajación.
Por último, oblíguese a esperar, a caminar despacio, a hablar despacio, leer despacio, en definitiva, a andar despacio en este camino que se llama vida.
EL ESTÓMAGO ME SALTA Y NO ME DEJA VIVIRAsí dicen las personas que acuden a la consulta con este síntoma de ansiedad, y para algunos el más molesto. Sin embargo, es necesario informarle varios aspectos del funcionamiento del cuerpo humano que le proporcionarán alivio cuando aparezca esta sensación.
Primero, es conveniente saber que el estómago no salta, nunca ha saltado ni saltará. Los movimientos propios de este órgano no se traducen de esta manera sino de otras, entre las que sobresalen las contracciones sufridas cuando tenemos hambre, las cuales pueden ser muy dolorosas.
El llamado “salto del estómago” no ocurre precisamente en él, sino por detrás del mismo y se trata del latido imprescindible de la aorta abdominal, el vaso sanguíneo más grueso del organismo encargado del transporte de la sangre proveniente del corazón hacia el resto del cuerpo. Por tanto, ese salto, es la manifestación palpable de que usted está vivo. Cuando ese latido deje de molestarle, de sentirse, de producirse, es porque usted también ha dejado de molestarse, de sentir, de ser productivo, en fin, habrá dejado de existir como ser viviente. Tendrá esa impresión durante toda la vida, hasta que muera, pues es una condición inherente a la vida. Sin salto de estómago no hay, nunca habrá vida.
La diferencia entre su salto de estómago y el mío, es que usted centra su atención en él y yo no le presto atención al mío, que usted lo ha hecho consciente y yo no me doy cuenta de su existencia. En esto tiene mucho que ver la dirección de nuestra atención: usted la tiene dirigida hacia su cuerpo, en vez de dirigirla hacia el medio externo, el ambiente, fuera de sí. La atención debe ser utilizada en la relación con el mundo y no en la autobservación enfermiza de nosotros mismos. La atención es para saber por ejemplo si el cielo está gris o azul, si hace sol o es de noche, si en el periódico se habla de determinado acontecimiento interesante, si en el televisor se exhibirá un ciclo de un famoso director de cine, si el hijo de la vecina terminó sus estudios, si hay un salidero en la tubería del agua, si mi hija ya me supera en estatura, si mi pareja luce mejor con esa ropa. En fin, la atención sirve para darnos cuenta de lo bello y lo feo alrededor nuestro.
La atención centrada hacia sí mismo constituye un síntoma de diversas enfermedades psiquiátricas entre las que se encuentran los trastornos depresivos y las hipocondrias y estados afines. Esto quiere decir que si usted está muy preocupado por su cuerpo sería prudente hacer una visita a este tipo de profesional. Pero también es posible determinada enfermedad física que está dándole molestias y reclama su atención. En este caso consulte a su médico de familia.
Ahora bien, saber dirigir la atención hacia uno mismo, puede resultar un ejercicio muy estimulante cuando la utilizamos para lograr un estado de relajación, de paz interna. Ello no es difícil de alcanzar y en el presente texto encontrará algunas sugerencias de cómo hacerlo.
DOCTOR, TENGO LAS DEFENSAS BAJASPara muchas personas esta es la forma de transmitir a su médico algún problema sexual. También pueden decir que están “impotentes”, que tienen problemas con “la naturaleza”, que están hechos “unos niños chiquitos”, “que no son hombres”, etcétera.
No pretendo dar una visión científica del asunto, para lo cual otros profesionales están mucho mejor preparados, pero sí algunas reflexiones como ayuda a estas personas con una supuesta “impotencia”.
Todo hombre con dificultad en su funcionamiento sexual habitual lo primero que debe hacer es ponerse el calzoncillo cuando esto ocurra, pues “el horno no está para galleticas” según el refrán. Ese funcionamiento desfavorable no es un signo de enfermedad sexual por sí solo. Fue el aviso para saber que no era el momento adecuado para tener relaciones sexuales. Y lamentablemente, la mayoría de los hombres no hacen utilización de esa prenda interior en ese instante, sino que se empeñan en “hacer el papel de hombre” (¿?), y tratan de “quedar bien” (¿?) con la pareja, lo intentan en múltiples ocasiones y cada una de ellas se convierte en otro fracaso, pues la preocupación bloquea el propio rendimiento.
Si usted vuelve a presentar dificultades con la erección al tener relaciones con su pareja, revise su forma de vivir. El exceso de trabajo, las preocupaciones, la falta de distracción, el consumo de cigarros y alcohol, las condiciones en que se realiza el acto sexual, entre otros factores, pueden conspirar contra el buen desenvolvimiento de ambos. Muchos cometen el gravísimo error de buscar otra pareja para comprobar si con esa no fracasan. Los que actúan así no saben el daño que se hacen y le hacen a la pareja habitual. Este tipo de hombre demuestra un profundo desconocimiento sexual, probablemente el que lo lleva a una disfunción, es decir, a una enfermedad del funcionamiento sexual, sin descartar la posibilidad de una ETS (enfermedad de transmisión sexual como la gonorrea, la sífilis o el SIDA).
Si falla en alguna otra oportunidad, pregúntese: “¿Quién soy yo para no fracasar en la relación sexual?”. Muchos hombres tienen complejo de computadoras, incapaces de cometer errores en esto y esos son los más sorprendidos cuando sucede, pues olvidan que dicha función corporal es como el apetito, el sueño u otra que no tienen siempre el mismo comportamiento y ello no significa enfermedad. Usted no ingiere todos los días las mismas cucharadas de alimento, ni duerme la misma cantidad de minutos. A veces no tiene apetito y no se obliga a comer. A veces no tiene sueño y no se obliga a dormir. Entonces, ¿por qué se obliga a tener relaciones sexuales?Es importantísimo cuando se tiene esta dificultad, continuar haciendo su vida normal porque muchos se detienen en el síntoma y ello empeora el pronóstico. Le sugiero distracción: pasee con su pareja, emplee el tiempo libre en algo útil, haga ejercicios, cultive alguna planta, críe un animal de compañía o peces, coleccione sellos o monedas, lea poemas o novelas, según su preferencia. Pero no se dedique las veinticuatro horas del día a pensar en su pene, pues usted es más que eso.
Si a pesar de todo continúan los problemas funcionales, que le impiden llevar una vida emocionalmente feliz, le sugiero dirigirse con su pareja a un psicólogo o un psiquiatra de su área de salud, los que de seguro buscarán una solución.
Por último, instrúyase en lo referente al sexo. En cualquiera de nuestras bibliotecas hay folletos y libros al respecto, y pueden contribuir a que tenga una vida sexual más plena.
QUIERO DORMIR Y NO PUEDOLos trastornos del hábito de sueño son de los motivos más frecuentes de consulta en la práctica médica. Todo el que ha pasado una noche de insomnio no lo puede ocultar porque se le nota en el rostro, en los ojos, en los bostezos, en la somnolencia, y en la disminución del rendimiento productivo, por sólo mencionar ciertos signos.
agamos algunas reflexiones en torno al tema.
1. Debe imaginar que el sueño es como un pájaro, poco menos que imposible de atrapar con las manos pues sale volando. Luego, si usted intenta tal cosa pierde su tiempo.2. A la cama se va cuando se tiene sueño y si no ha sentido esa sensación lo mejor que puede hacer es no acostarse aún.3. Si luego de dormirse se despierta y le cuesta trabajo conciliar el sueño de nuevo, lo aconsejable es salir de la cama para evitar el círculo vicioso que se establece al querer dormir, no lograrlo, cambiar con frecuencia de posición para acomodarse y poder conciliarlo, no conseguirlo, optar por otra posición en apariencia más adecuada y así hasta el amanecer. Usted no ha analizado que cuando uno desea permanecer despierto y el sueño lo invade: moverse y cambiar de posición es lo mejor. Entonces, para dormir está haciendo justamente lo contrario.4. Si no está durmiendo bien debe prescindir de todos aquellos factores agravantes de su trastorno como son tomar café, té, bebidas alcohólicas, fumar tabaco o cigarros, evitar actividades que requieren acción muscular excesiva o moderada, y muy importante, eliminar las siestas o el permanecer acostado en la cama durante el día aunque no duerma, pues le restará horas de sueño. 5. Establezca una rutina antes de ir a dormir, trajines que le sirvan de señales preparatorias para este acto.6. Evite por todos los medios la automedicación, pues las medicinas utilizadas para facilitar el sueño pueden deteriorarlo y complicar más aún las cosas. Tampoco es recomendable el consejo erróneo que dan algunos de tomarse uno o dos tragos antes de dormir para conciliar el sueño, porque con esta receta al pasar los años tendrá además del insomnio otro inconveniente mucho más grave: el alcoholismo.7. No use la cama para resolver problemas ni realizar planificaciones de lo que se debe hacer al siguiente día, porque esto también contribuirá a mantenerlo despierto.8. No utilice las relaciones sexuales para autoprovocarse el sueño, pues además de no ser éste el verdadero sentido de las mismas, puede llevarle a una disfunción sexual.
Y si con las medidas anteriores no logra dormir, le sugiero mantenerse despierto la mayor cantidad de horas posible. Usted creerá que se trata de una broma, o un absurdo mandar a mantenerse despierto a quien desea dormir. Se trata de un tipo de orientación denominada paradójica, es decir, opuesta o contraria a la opinión común y al sentir general de las personas, la cual es utilizada para modificar determinados síntomas. Con dicha técnica se han obtenido buenos resultados no sólo en los trastornos del sueño, sino en algunos trastornos depresivos.
Le aseguro que con esta técnica sólo le ocurrirá lo que usted desea: DORMIR.
MI ESPOSO ME MALTRATA, INCLUSO ME HA PEGADOEsto, por desgracia, no lo escuchamos tan poco como deseamos. La violencia doméstica existe en no pocos de nuestros hogares, sea verbal o física y es la mujer en la mayoría de las ocasiones la que lleva la peor parte.Detrás de estas palabras hay diversas cuestiones que merecen ser analizadas. En primer lugar, una mujer que se respete difícilmente será objeto de maltrato alguno en las relaciones conyugales ni en ninguna otra situación cotidiana. Una mujer decidida a que se le respete, infunde, a mi juicio, más temor que cualquier hombre. En segundo lugar, ¿quién la maltrata? Le maltrata el hombre elegido con libertad y con el cual muchas veces continúa a pesar de ese referido maltrato. En tercer lugar, esta persona se queja diciendo que “incluso le ha pegado”. Amigo lector o amiga lectora, sepa usted que todo hombre que le pega a una mujer una vez, lo seguirá haciendo después, si se le tolera o perdona. Esto es una realidad. Y en la expresión analizada se deduce no sólo el maltrato, sino la recurrencia a otra forma mucho más peligrosa, degradante, inhumana y, más que todo, poco viril en su relación, la violencia física. Sin embargo, en este caso, esa relación continuó de forma anormal, la cual no sólo es dañina para los cónyuges, sino también para los hijos.
Si se trata de hijas, se les está enseñando a soportar vejaciones, insultos, golpes, y por el modelo de relación matrimonial, es posible que eviten el casamiento porque el ejemplo recibido es infeliz.
Si se trata de hijos, se pueden convertir, como su padre, en abusadores habituales de sus parejas, pues si el padre le pegaba a la madre y ella lo toleraba, “¿por qué no pegarle a mi pareja, si no es mejor que mi madre y ella lo permitía?” Y este razonamiento, además de convertirlos en sádicos, les ocasionará una inestabilidad matrimonial, sin dudas, porque no todas las mujeres soportan ni permiten que sus maridos las maltraten.
Luego, por el bien suyo, de su matrimonio y de sus hijos, en fin, de la familia, evite por todos los medios, pronunciar algo semejante en su vida.
ÉL NO ME DEJA...Lamentablemente, tal manifestación aún se escucha en nuestro medio, a pesar de todos los esfuerzos que se han venido realizando a favor de la plena igualdad de la mujer.
En “Él no me deja...” los puntos suspensivos pueden ser sustituidos por disímiles actividades, como por ejemplo: trabajar, pasear, cortar el cabello, poner determinada pieza de vestir, maquillar de una forma específica, visitar algunos lugares, hablar con ciertas personas, etcétera.
Quienes utilizan esta expresión, deben entender que aunque se dice “Él no me...”, en realidad debiera ser “Yo permito que él no me...”, pues conscientes y muy a gusto, toleran, permiten, acceden, desean, ser tratadas con este tipo de imposiciones que las limitan. Otras, las menos, permiten este tipo de limitaciones sin una conciencia cabal de los perjuicios ocasionados en su desarrollo personal; pero repito, la mayoría de ellas participa conscientemente de estas conductas anómalas en su relación matrimonial: si el esposo no la deja trabajar es porque a ella le hace sentir bien no tener obligaciones laborales, si el esposo no la lleva a distraer es porque a ella le gusta quedarse en la casa y asumir el papel de víctima o de mártir, si el esposo la maltrata verbal o físicamente y no responde, tiene evidentes rasgos masoquistas en el carácter.
Quizás usted considere que para ganar a veces hay que perder y si la esposa no cede, el matrimonio puede entrar en conflicto y disolverse. Todos esos argumentos son buenas justificaciones para asumir un papel pasivo en las relaciones conyugales.
Si la mujer no trabaja tiene que depender económicamente de su pareja, y se cumplirá el principio administrativo “el que paga manda”. Si ella permite que él no comparta las distracciones, puede ocasionarle síntomas neurasténicos, como el cansancio físico y mental, irritabilidad, peso en el cerebro, disminución de la productividad, dificultades con la atención, la concentración y la memoria, poca o ninguna satisfacción sexual, los ruidos le resultarán insoportables y la llevará a pegarle a sus hijos, a no dejar que oigan música y ni siquiera que jueguen o le hablen.
Al permitir a su esposo el maltrato físico o verbal, estará iniciando una relación sadomasoquista, es decir, cuando una persona siente placer en ocasionar dolor, sea físico o moral y la otra persona lo siente al recibirlos.Pienso que es preferible modificar “Él no me...” por “Yo no permito que...”
PARA DARME EN LA CABEZA SE EMBORRACHAEsta desgraciada y poco feliz declaración la escuché de una joven, refiriéndose a su pareja. Pero no sólo el hecho de embriagarse, puede ser: dejar los estudios para “darle en la cabeza a los padres”, dejarse un embarazo para “darle en la cabeza a la pareja o a sus familiares” o cualquier otra situación en la que un individuo hace algo contra sí mismo, para atacar o castigar a otros.
¿Quién no se da cuenta de que estas personas no son capaces de manejar adecuadamente su hostilidad, su agresividad? Alguien normal puede verlo, excepto quien asume dichas actitudes, que no es, desde luego, una persona normal.
En el ejemplo señalado, el marido se molestó con la esposa y para darle en la cabeza fue y se embriagó. ¿Quién es el perjudicado? Sin discusión él y no ella. Él no tuvo capacidad para arreglar con naturalidad ese disgusto y se autoagredió en contra de su salud. Este mecanismo evasivo puede repetirse y en un plazo corto de tiempo, esta persona llegará a convertirse en un bebedor problema o peor aún, en un alcohólico.
La mujer que se deja el embarazo para, supuestamente, darle en la cabeza a la pareja o a sus familiares, traerá al mundo un hijo no deseado, con todos los inconvenientes que eso provoca.
O aquel muchacho o muchacha que abandona los estudios, limitando en gran cuantía su futuro, embruteciéndose por agredir a los padres, maestros u otras personas.
Antes de “darle en la cabeza a otro” piense en qué medida el perjudicado a corto, mediano o largo plazo será usted mismo y no quien ha pretendido agredir. Antes de atacar a otros, piense en buenas formas de solucionar el problema causante de ese estado anímico, para que no incurra en los errores mencionados.
PERO FULANO, QUE ES MÉDICO, TAMBIÉN ES UN ALCOHÓLICOEsto o algo similar se puede escuchar a personas que tienen problemas relacionados con el alcohol.
Generalmente están en la fase de no reconocimiento, pues no aceptan su condición de alcohólicos y emplean el mecanismo defensivo de elegir a otro sujeto, casi siempre de jerarquía y prestigio social que adolece de lo mismo, para ponerlo como ejemplo, con la intención de hacer llegar el siguiente mensaje: “Fulano, más inteligente que yo, más respetable que yo, más admirado que yo, hace lo mismo que yo. Por tanto no debe ser tan terrible, cuando él lo hace y sabe mejor las malas consecuencias que puede traer la ingestión de bebidas alcohólicas.”
¿Qué está haciendo con esta manera de comportarse este sujeto?
Primero, no analiza que está padeciendo alcoholismo para dedicarse al “análisis del ausente”, maniobra defensiva muy dañina, que le impide la autobservación y el autoanálisis y desvía su atención.
Una buena opción es decirle: “Fulano y usted tienen un problema muy similar, ambos padecen alcoholismo, ambos tienen que hacerse el firme propósito de no ingerir el primer trago. Como podrá notar, el alcoholismo es una enfermedad que no respeta profesión, nivel intelectual, sexo, estado conyugal, etc. Lo mismo puede ser alcohólico un médico, un artista, un campesino, un desocupado, una ama de casa, un sacerdote, un político, usted mismo, yo, en fin, cualquier persona, pues para llegar a padecerlo sólo se necesita ingerir el tóxico con frecuencia y en cantidades que lleven a la dependencia psicológica y física.”
También persigue desplazar su problema y generalizarlo. Él no es el único alcohólico, pues otros, como el médico Fulano, también lo son. La defensa está permitida, siempre y cuando no nos quite la responsabilidad que nos atañe: usted es un alcohólico y debe dejar de serlo.
DOCTOR, USTED SABE LOS ESFUERZOS QUE YO HAGO PARA NO INGERIR BEBIDAS ALCOHÓLICASLos alcohólicos inmersos en una recaída de su habituación, por lo general refieren así su problema ante el terapeuta.
Lo primero que llama la atención en esta expresión es el dar por sentado, que el médico debiera saber, como parte de sus obligaciones, los esfuerzos hechos por estos enfermos por no ingerir el tóxico, lo cual, desde luego, no constituye en modo alguno una tarea médica sino una responsabilidad del paciente, en este caso, del alcohólico en cuestión, pues ambos tienen vidas independientes.
Otro aspecto importante en ella es que el sujeto enfatiza en considerar válidos los esfuerzos realizados para no ingerir bebidas alcohólicas y no precisamente en el resultado de dichos esfuerzos, ya que sigue tomando licor. Como se evidencia, es un sutil mecanismo defensivo que utilizan determinados enfermos para no esforzarse más en la consecución de un objetivo.
Este tipo de personas no se da cuenta de que ningún esfuerzo, por sí mismo, garantizará el resultado pretendido. Por ejemplo, usted puede llenar un camión con sus esfuerzos para cortar cañas y yo llenar otro con cañas sin tanto esfuerzo como el que usted hizo y al llevarlos a un central azucarero, seguro producirá más cantidad de azúcar mi camión de cañas que su camión de esfuerzos. En ocasiones, el “haber hecho esfuerzos” es un mecanismo defensivo que busca no ser juzgado con severidad al incumplir determinada tarea.
Continuar ingiriendo bebidas alcohólicas a pesar de los esfuerzos, es el resultado de no habérselo propuesto en serio, o mejor dicho, no habérselo propuesto aún, lo cual es el primer paso para lograr la desintoxicación, deshabituación y rehabilitación de cualquier dependencia de sustancias, tabaco, alcohol o drogas.
Debe desear en realidad abandonar el mal hábito. A punto de partida de esa decisión adulta, madura y responsable, todo es más fácil, sin tener que hacer tantos esfuerzos y usted podrá ir venciendo esa habituación con ayuda de los médicos de la familia, psicólogos, psiquiatras, su pareja e hijos y desde luego y principalmente, con su propia ayuda.
NO SÉ QUÉ HACERUna buena parte de nuestros pacientes, inmersos en una situación determinada, buscan hacer “algo” para salir de ella y ninguna de las opciones que han pensado les ha convencido plenamente, como para llevarla a la práctica. Y en este momento surge la expresión que nos ocupa.
No saber qué hacer les agobia, pues desean, necesitan, hacer algo, sin darse cuenta de que aún no están preparados para ello. Piensan que este hacer algo siempre se refiere a la realización de un hecho medible, evidente, a favor o en contra, para terminar o para continuar, para irse o quedarse; sin embargo, no incluyen entre las cosas que también se pudieran hacer, el abstenerse de tomar una decisión.
Por otra parte, hay que tener mucho cuidado con esta manifestación, pues a veces sirve de escudo para no tomar las decisiones que hay que tomar y no deseamos hacerlo. El desconocimiento es normal, por ejemplo, yo no sé muchas cosas que no tengo que saber y dentro de mi especialidad desconozco otras tantas, debido a la extensión temática y a que no todos los temas me motivan por igual. Eso nos puede pasar a todos.
Al igual que es normal desconocer, hay que saber qué hacer cuando se es sancionado por reiteradas impuntualidades y ausencias al trabajo o centro de estudios; hay que saber qué hacer cuando su pareja mantiene una relación extramatrimonial, que cada día le ocupa más tiempo, mientras le roba el suyo; hay que saber qué hacer cuando su pareja le ha prometido por centésima vez dejar de ingerir bebidas alcohólicas y lo continúa haciendo, a pesar de las orientaciones médicas y sus consejos; hay que saber qué hacer cuando se están sacando malas notas en los exámenes y los maestros y profesores nos han alertado; hay que saber qué hacer cuando ya la pareja no desea continuar con usted, porque considera terminada la relación.
Yo le puedo asegurar que todo el mundo sabe que para evitar una sanción laboral de cualquier tipo debe cumplirse con la jornada de forma eficiente; que cuando una relación extramatrimonial va ganando terreno, deben eliminarse las fisuras en el matrimonio y enmendarlas, antes de que se conviertan en grietas; que cuando su esposo le ha prometido tantas veces dejar las bebidas alcohólicas, es porque no tiene ningún interés en hacerlo y a usted le quedan tres opciones o alternativas: continuar brindándole ayuda y recabar atención médica, continuar soportando esta situación hasta que el propio tóxico se encargue de ponerle punto final, o terminar esa relación. Que para obtener buenos resultados académicos, debe dedicarle suficiente tiempo al estudio de los contenidos de las materias y tomar cuantas medidas se necesiten por garantizar un rendimiento adecuado (estudio diario, atención a clases, evacuación de dudas, estudio en colectivo, etc.); que cuando una mujer decide terminar una relación, lo más razonable es renunciar a ella.
Como se evidencia, “no sé qué hacer” no necesariamente es una invitación a hacer algo. Puede ser el escudo para no hacer, porque puede resultar doloroso, algo que, por obligación, tenemos que hacer.
YO NO QUIERO VOLVERME LOCOEn nuestra práctica profesional, al parecer, decir esto refleja una posibilidad de perder la razón, a la que ni usted ni yo desearíamos llegar. Hasta aquí es correcto.
Pero por lo general es utilizada como justificación de actitudes asumidas o que se pretenden asumir, ante una situación determinada que demanda un esfuerzo mayor del empleado habitualmente.
Con el pretexto de “no volverse loco” no se hace todo lo que en realidad se pudiera hacer por cumplir con las obligaciones contraídas, se evitan o evaden ciertas responsabilidades con las que, sin lugar a dudas, se puede cumplir. Y no se enfrentan aquellas que no se desean enfrentar.
Pongamos por ejemplo un maestro de la enseñanza media, con varios años de experiencia y evaluaciones satisfactorias, que se queja de tener “muchas obligaciones en el presente curso escolar”, de “dedicarle casi todo el tiempo a la escuela”, de “las muchas reuniones, controles y papeles” y él ha pensado en renunciar como maestro porque no quiere volverse loco. Evidentemente este maestro no desea enfrentarse a las nuevas exigencias que su profesión le ha planteado como parte del desarrollo científico de la pedagogía.
Si se tratara de otro maestro con antecedentes de evaluaciones deficientes que reflejaran un desempeño profesional limitado, el análisis sería diferente: ante estas nuevas demandas, se produciría un conflicto entre el rol que él debe desempeñar, esto es, el que hace todas las cosas antes dichas y su incapacidad para hacerlas, lo cual pudiera dar origen a síntomas psicopatológicos o síntomas físicos. En este hipotético caso, predominarían las quejas psicológicas o físicas y no precisamente la justificación de la mencionada expresión.
La locura, como puede suponer, no es un estado que se adquiere por voluntad propia; eso sería una simulación. Pero no querer volverse loco tampoco se convierte en una garantía de no llegar a padecerla en alguna oportunidad.
SON COSAS QUE SE LE METEN A UNOEsto es pronunciado por quienes quieren justificar su falta de autocontrol ante determinadas situaciones, manifiestas en la realización de actos inadecuados.
Si analizamos detenidamente lo dicho, las “cosas” a que se refiere el sujeto, son los actos antes mencionados, denominados así en general y no con el nombre específico del acto anormal, por ejemplo: romper objetos o la propia vestimenta, quemar la ropa, intentar el suicidio, agredir a seres queridos, irse del lugar en que se debe permanecer, prorrumpir en llanto, etcétera. Llamarlos de esa manera es otro mecanismo defensivo complementario de él, para no hacerse responsable de lo ocurrido. Si estas cosas “se le meten”, significa que provienen del exterior, pues sólo puede introducirse o meterse en algún lugar, algo que está fuera de él: le abordan, introducen, posesionan. Eso quiere decir que no hace cosas de forma voluntaria y consciente, ni porque lo desea, sino porque... “se le meten” (si no se le “metieran” de seguro no las hiciera...).
Con este razonamiento justificativo persigue atenuar la culpa y el reproche de sus allegados, amigos, etc. Además de ser justificativa, tiene el inconveniente de entorpecer el cambio, el crecimiento personal, pues esas “cosas” son ajenas a él, son externas y no puede hacer absolutamente nada por modificarlas.
Por último, el verbo utilizado, meter, también significa introducir, causar, ocasionar, pegar, enredarse en alguna cosa, atacar a uno, disputar con él, dominar. Es quizás en este sentido que lo utiliza, él reconoce que esas cosas son más fuertes y le dominan. Este razonamiento tampoco propicia el cambio, pues asume de antemano el papel de perdedor, de dominado, de víctima.
Le sugiero llamar por su nombre a las cosas, no las deje huérfanas, pues tienen un padre y una madre, usted. Por otra parte, no le otorgue los poderes que no tienen. Un ejemplo sería decir: “Rompí los platos porque me puse bravo contigo por lo que me decías y no fui capaz de controlarme ni canalizar adecuadamente mi hostilidad”, o si quiere, más fácil: “Rompí los platos porque no he aprendido a controlarme”. Y le aseguro, ya eso será un paso de avance, pues, además de reconocer lo mal hecho, se lo atribuyó a usted.
YO MISMO RECONOZCO QUE...Hay personas que, en apariencia, reconocen sus faltas, sus rasgos anormales de carácter, sus conductas inadecuadas, hasta el más mínimo aspecto de su proceder anómalo, pero sólo eso, no les sirve para modificar su comportamiento, y a ese mecanismo se le conoce como intelectualización. Ésta puede llevar a cambios, pero en la mayoría se constituye en un mecanismo defensivo, hacia la contemplación idealista y no a la solución de los problemas.
Reconocer un error no lo enmienda, sino cuando deja de cometerse. ¿De qué sirve saber lo mal que trata a su esposa e hijos si lo continúa haciendo? Es nada más un buen paso de avance en el autoconocimiento.A veces, detrás de este mecanismo defensivo, se esconde una personalidad deseosa de que nos formemos una buena opinión de ella y además, como parte de esa buena opinión, pensemos que es “razonable”, “autocrítica”, “conocedora de sí misma”, “fácil de obtener cambios en su comportamiento” y esto no por necesidad es cierto y en ocasiones ese “vasto conocimiento y reconocimiento” de todo lo que le ocurre, es el más eficaz y también su peor mecanismo defensivo.
Por tanto, si se dice “Yo mismo reconozco que...”, llámese la atención. Una antigua sentencia filosófica enunciaba: “Conócete a ti mismo”, y esto es de probada utilidad para poder adaptarse mejor a las circunstancias siempre cambiantes de la vida, saber sus puntos débiles, las limitaciones, las potencialidades con las que se cuenta, etc. Pero no es útil el pseudoconocimiento de uno mismo que no nos impulse a la modificación de lo modificable, para lograr una adaptabilidad más creativa al medio familiar, laboral o social.
¿Para qué usted quiere pasar por un sabihondo, si ello no le sirve para dejar de ser como es? ¿Por qué se refugia en su supuesto saber, si no sabe modificar el hacer? ¿Si yo reconozco que no hago las cosas como las debo hacer, por qué no modifico mi manera de hacerlas?
TODOS LOS HIJOS SE QUIEREN IGUALAsí dicen los padres y las madres para expresar que no tienen preferencia por hijo alguno. A primera vista, parece ser una manifestación justa y solidaria. Sin embargo, en ocasiones, es profundamente injusta y generadora de rivalidades y celos entre los hermanos.
El afecto de los padres y las madres es como un medicamento, cuya actividad beneficiosa está enmarcada en la llamada “ventana terapéutica”, por debajo de dicho umbral, el medicamento no ejerce efecto alguno y por encima, ocasiona efectos indeseables. El desamor paterno es dañino y el exceso de demostraciones de afecto también lo es. ¿Cómo se puede querer igual a hijos que son diferentes? ¿Cómo se puede querer igual a hijos que se comportan de manera desigual? En mi práctica profesional he visto a hijos delinquir para lograr de los padres las demostraciones de afecto y el apoyo dado a otro hijo que previamente lo había hecho. He tratado adolescentes cuya tentativa de suicidio fue para obtener de los padres lo que otro hijo obtuvo al intentar matarse. He escuchado a hijos valiosos lamentarse de no haber recibido de los padres las atenciones recibidas por su hermano, un alcohólico deteriorado.
Todos los hijos no debieran quererse por igual, sino según su comportamiento familiar y social. Si usted tiene un hijo bueno, afable, noble, cumplidor de sus obligaciones, respetuoso, en fin, con muy buenas condiciones humanas y tiene otro que es impulsivo, agresivo, tomador de bebidas alcohólicas, transgresor del orden establecido, etc., ¿cuál de los dos merece mayores demostraciones de afecto? Evidentemente el primero, cuya conducta responsable le está dando a los padres una prueba suprema de amor. Y el tratamiento diferenciado pudiera contribuir a que el otro, si lo desea, modifique sus actitudes, pues con él se le está enviando el siguiente mensaje: “Si haces las cosas como se debe, recibirás más afecto”.
Sé que puede haber muchas personas que no coincidan con esta manera de pensar, pero no se trata de ponernos de acuerdo, sino de reflexionar sobre el afecto que merecen nuestros hijos y cómo ello puede influir en su bienestar.
YO VIVO PARA MIS HIJOSEsta declaración, escuchada a muchas personas, no cabe dudas de que es poco educativa.
Los hijos son una responsabilidad social contraída por los padres de manera voluntaria. Pero usted y yo sabemos que no siempre sucede así, pues existen hijos no deseados o deseados unilateralmente, no planificados y en ocasiones utilizados como punta de lanza o gancho para atacar o atraer al otro cónyuge.
En ciertas oportunidades los hijos se convierten en el centro de la vida de sus padres debido, no a las necesidades de aquellos, sino por las de estos últimos. Es decir, no es tanto lo que los hijos necesitan de los padres, sino lo que los padres necesitan de los hijos. Y es en esta situación cuando se puede escuchar con más frecuencia dicha expresión.
Quienes la pronuncian, la cumplen literalmente, al pie de la letra, subordinando cualquier interés personal a los hijos. Si a los padres les hace falta alguna prenda de vestir y los hijos desean que se les compre alguna cosa, por muy inútil que parezca, ellos tomarán la decisión de renunciar a su proyecto para satisfacer el de los hijos.
Si se trata de una madre soltera, con posibilidades de rehacer su vida, lograr su estabilidad emocional junto a un compañero idóneo, lo pospone “para no ponerle padrastro a los hijos” o porque ella no puede ser “más mujer que madre”. Estas posturas constituyen un grave error, pues se le transmite a la descendencia un mensaje distorsionado, una enseñanza equivocada, al subordinar constantemente los intereses de los progenitores a los de los hijos, obligándolos a despreocuparse de sus propios intereses.
Si usted no se siente realizado como ser humano, es muy difícil que pueda hacer sentir realizados a los demás; si se olvida de sus necesidades, es paradójico querer enseñar a sus hijos que sean preocupados por ellos mismos. Si les enseña a limitarse la vida, cuando ellos sean padres y madres, también lo harán.
Y lo peor es que habitualmente se cumple aquello de “los hijos crecen y se van”. Si ha vivido para ellos, cuando eso suceda, ¿para quién seguirá viviendo?
Considero más adecuado sustituir la preposición “para” por “con” y el pronunciamiento quedaría así: “Yo vivo con mis hijos”, lo cual reflejaría mejor la realidad y cada cual estaría en su debido lugar.
NO LLORES, PONTE FUERTEEstas palabras se pronuncian con frecuencia en situaciones en las que no se debiera, por ejemplo, en los momentos de sufrimiento intenso al fallecer un ser querido. Y es cuando le pedimos a esta persona, por lo general muy allegada, que no llore, que se ponga fuerte, como si el llanto fuera un signo de mojigatería, debilidad, pusilanimidad o cobardía, y no una reacción muy normal y saludable en determinadas ocasiones y no debe ser reprimido. Al contrario, facilitarlo, permitirlo, es muy beneficioso para el que sufre. El familiar se siente triste por la pérdida y tiene necesidad de expresar su pesar mediante el llanto inconsolable, desahogarse. Estas palabras que nos ocupan, obligan al afligido a coartar y esconder sus sentimientos, como si nada hubiera sucedido, dicho de otro modo, se le invita a comportarse como una persona anormal, pues no debe llorar cuando la situación lo demanda.
Reprimir a alguien sus emociones y sentimientos puede provocar el llamado “duelo patológico”, que es un duelo prolongado o que se presenta cuando no es tiempo para ello, hasta el surgimiento de una enfermedad física, porque “la pena que no se derrama en lágrimas hace llorar a otros órganos”.
En ocasiones me han traído a la consulta una persona en duelo de pocos días de evolución porque llora sin consuelo, apenas come alimentos, sólo los caldos y muy poco, permanece acostada y no desea hablar con nadie, excepto cuando le hablan del fallecido. ¿Usted no cree que sería más juicioso traerlo a mi consulta si estuviera risueña, feliz, contentísima porque se le murió su ser querido? Obviamente sí.
A veces el llanto nos parece “muy lógico” y hasta un rasgo “apropiado” del carácter; sin embargo, es en realidad anormal y debe ser objeto de contención. Pensemos, por ejemplo, en alguien a quien se le llama la atención y eso le provoca llanto, asimismo llora cuando se discrepa de sus puntos de vista; o tiene que ser evaluada por sus directivos y antes de iniciarla prorrumpe en llanto delante de ellos; o ante un tribunal examinador cuando no se está seguro de las respuestas. Todos estos llantos no son normales, pues las situaciones no lo ameritan; sin embargo, a estas personas que hacen de él una manera, muy efectiva a veces, de comunicarse, no se les sugiere asistir a una consulta de psiquiatría.
Al igual que el niño recién nacido expresa a través del llanto sus necesidades, hay adultos que hacen lo mismo, y para ellos llorar es su manera de enfrentar la vida: lloran si tienen problemas con el esposo, si el hijo les dijo algo indebido, si despiden a un ser querido que va de viaje, ante un melodrama si van al cine. Son los clásicos llorones, a los que sí hay que decirles: “No llores, ponte fuerte”.
TIENES QUE PONER DE TU PARTE¿Quién no ha oído esto alguna vez? ¿Cuántas veces muchos médicos, psiquiatras, psicólogos, enfermeras y hasta usted mismo, amigo lector, ha pronunciado estas palabras?
A mi juicio, es una forma infeliz de suponer que la persona a la cual se le dice, no pone de su parte y el problema consiste en que todo el mundo siempre pone de su parte, pero unos, la parte que tienen que poner y otros no. Veamos un ejemplo esclarecedor:
Usted ha perdido una relación valiosa y se siente triste, lloroso, pesimista, sin deseos de hacer cosa alguna, tampoco tiene apetito ni deseos de bañarse y no puede conciliar el sueño pues le viene constantemente a la mente el recuerdo del amor perdido. Considera no ir al trabajo en esas condiciones y decide ausentarse unos días para permanecer en casa. Esto pudiera ser una buena solución; sin embargo, al malestar lógico y por demás muy normal ante la pérdida amorosa, se añade la improductividad. Antes, tenía todo el tiempo de su jornada laboral fuera de lo que le aqueja o al menos con la mente ocupada en otras cosas; ahora cuenta con todo ese tiempo para pensar en la pérdida, en él o la que se fue. Pero además, ha dejado por algún tiempo el contacto social determinado por sus relaciones laborales, contacto muy necesario en tiempos difíciles; y a los problemas emocionales inherentes a la relación perdida, se han añadido las dificultades económicas y financieras por la ausencia al trabajo; sin tener en cuenta el efecto imitativo para personas que nos toman como modelo en sus actuaciones, fundamentalmente los hijos.
Como puede darse cuenta en este ejemplo, está poniendo de su parte, pero de su parte mala, en detrimento de la parte buena que también tiene. Y en efecto, quizás no haya sido capaz de mantener una relación amorosa por diversos motivos, pero Sí es capaz de cumplir bien su jornada laboral, Sí es capaz de mantener relaciones armónicas con sus compañeros de trabajo o estudios, según sea el caso, Sí es capaz de ganarse su sustento con honradez, Sí puede ser socialmente útil, Sí puede contribuir a la economía familiar aunque se sienta triste e infeliz, Sí puede mostrarle a los demás que aunque no se siente bien, eso no es el fin del mundo y aún así es capaz de obtener éxitos en otras facetas de la vida.
TODOS LOS HOMBRES SON IGUALES. TODAS LAS MUJERES SON IGUALESEs posible que alguna vez haya manifestado esta idea, generalmente empleada por las mujeres, aunque también la he escuchado entre hombres desengañados en especial por una infidelidad conyugal, y es una gran MENTIRA.Todos los hombres no son iguales, ni tampoco todas las mujeres lo son. Si así fuera, sería muy aburrido, un verdadero caos.
Éste es un mecanismo defensivo desastroso, pues calificar a todos los seres humanos según la experiencia personal con uno de ellos es un grave error, cuyas consecuencias pueden limitar la adaptación del sujeto en forma significativa. Lo que le haya ocurrido una vez, no necesariamente tiene que repetirse con otra persona; no debe asumir posiciones defensivas ni comportarse en una nueva relación de la misma forma que lo hacía cuando no le fue bien, pues además de ser injusto, impedirá el establecimiento de la armonía junto a alguien que nada tiene que ver con su pasado.
Pongamos por ejemplo el de aquel hombre con el cual malgastó los mejores años de su vida por tratarse de un alcohólico agresivo, amargada por sus escenas de violencia y celos y después le hacía sentir culpable, cuando llorando le decía que lo ayudara, y no lo dejara solo, pues se iba a suicidar. La nueva persona que usted ha conocido, aunque también ingiere bebidas alcohólicas, nunca lo hace en cantidades que le lleven a la embriaguez y se comporta dentro de límites socialmente aceptables; luego, no tiene porqué traspolar sus temores antiguos a esta nueva relación.
Y aquella mujer que le peleaba, le reprochaba, le discutía y no le dejaba dormir pidiéndole explicaciones, nada tiene que ver con esta otra que apenas discute y cuando lo hace, regresa a la normalidad tan pronto le expresa lo que piensa.
Entonces, no resulta un mecanismo sano generalizar las experiencias desagradables sufridas, más saludable es hacer lo contrario, es decir, generalizar las experiencias positivas para demostrarse que no es el único que tiene un problema, o ha tenido un desengaño amoroso, pues muchas personas, como usted y yo, los han tenido; y han logrado darle un nuevo sentido a sus vidas, en mejores condiciones psicológicas que antes, independientemente de cuán dramáticas fueran sus historias pasadas.
Y SI ESTO HUBIERA OCURRIDO DIEZ AÑOS DESPUÉSEsta expresión quizás escuchada pocas veces, tiene, sin embargo, una utilidad nada despreciable.Es habitual frente a una situación difícil, desagradable, la tendencia del ser humano a involucrarse afectivamente, en tal magnitud, que hace de ésta el centro de su existencia, su presente, el todo de su vida. Por otra parte, no es infrecuente la presencia en su mente de los tiempos pasados cuando la situación era muy diferente a lo que es hoy.
Pongamos por ejemplo que usted ha tenido un fracaso amoroso y esa persona ocupa todo su pensamiento. Y es común recordar cuando se conocieron, los buenos tiempos pasados juntos, cuando comenzó él a cambiar con usted, los problemas posteriores, la ruptura matrimonial y el futuro incierto que le espera en su nueva condición. Este recuento es el que casi siempre se hace pero no quiere decir que sea el más correcto.
Una de mis sugerencias a estas personas es que sean realistas. Esa relación se terminó, se acabó, llegó a su fin. Ya no tiene remedio. Pero en el análisis que se haga de lo ocurrido se debe hacer énfasis en su participación para que las cosas llegaran a esos extremos y con ello evitar incurrir en el futuro en los mismos errores.
Otra sugerencia es sufrir, eso es aconsejable y no caiga en la equivocación de creer que un “clavo saca otro”, aunque es cierto en la carpintería, en las relaciones afectivas es un grave desacierto. Ningún hombre hace olvidar a otro hombre ni ninguna mujer hace que se olvide a otra mujer. Primero trate de recordar al amor perdido despojado de la afectividad que en el pasado le provocaba. Después, sí estará en condiciones de encontrar un nuevo amor.
Una pregunta que siempre es conveniente hacerse en estos casos es la siguiente:
¿Y si esto hubiera ocurrido diez años después? Esa pregunta sería, en el juego de ajedrez, ganar tiempo, es decir, realizar una jugada sin comprometer nuestra posición estratégica en lo fundamental, pero nos permite esperar que el otro por necesidad realice un movimiento comprometedor para él o en ocasiones se pierde un tiempo para preparar mejores condiciones según lo que haga el adversario o de lo que podamos hacer nosotros.
Con dicha pregunta se gana claridad para darnos cuenta de lo siguiente: si esta relación terminó y sufro mucho, ¿cuánto más hubiera sufrido si la relación tuviera diez años más? Si hoy siento afecto por esta persona, ¿cuánto afecto sentiría si hubiera compartido con ella ese tiempo?, si hoy estoy pesimista con respecto a mi futuro ¿cómo me sentiría si estuviera diez años más viejo, con menos posibilidades de conquistar?
Un proverbio africano dice: “Los hombres maldicen a Dios por haber creado el tigre y yo lo bendigo por no darle alas”. ¿Se imagina usted un tigre volador?
Moraleja: Todo pudo haber sido peor, de ahí el valor de esta pregunta.
(Agradezco a quienes me guiaron)
PARA BUSCARSE UN PROBLEMAEl enunciado de este consejo pudiera parecer contradictorio, pues quien brinde su opinión profesional para que usted tenga dificultades, no debe gozar de una salud mental óptima.
Pero, es eso precisamente lo que quiero poner a consideración del lector. Quiero dar algunos consejos para que se busque sólo un problema, no dos y más. Vamos a reflexionar usted y yo en torno a esto.
Los problemas cotidianos muchas veces nos hacen transitar de los menos malos a los peores. Se da solución a uno de ellos, y ésta hace buscarse otros problemas a un plazo inmediato o mediano por no utilizar los mecanismos de afrontamiento más adecuados. Se dice que “dinero llama dinero” y yo diría que “problema llama problema”.
Generalmente cuando se tiene un conflicto conyugal, su estado anímico se encuentra por lógica comprometido. Ello puede llevar sus pensamientos en torno a lo que le ocurre en su vida privada y descuide otras facetas de su existencia. Y no es infrecuente sufrir una merma en el rendimiento laboral evidente para sus compañeros. O no atiende a sus hijos con la misma calidad de antes. O se siente tan desgraciado o desgraciada que se “tira a morir en una cama” y sólo piensa en el sufrimiento que le embarga. Aunque parezca muy exagerado, este ejemplo es común y seguro conoce a alguien que ha transitado por este camino.
Ante una dificultad es cuando mejor tiene que funcionar para evitar buscarse otra. Si es en una esfera de su vida, trate de no comprometer otras que no han sido afectadas. Volvamos al ejemplo anterior.
Un problema conyugal le hará sentir mal, pero su trabajo no tiene culpa de ello, ni sus compañeros de labor tampoco tienen que sufrir las consecuencias de esta fase en su vida privada. Es posible, porque es un ser humano, que su funcionamiento no sea óptimo y le cueste más trabajo del habitual dedicarse por entero a su tarea sin volver a pensar en la situación conflictiva. Pero también debe tener presente que mientras más tiempo mantenga su mente ocupada en el trabajo, menos tiempo tendrá libre para dedicarlo a sus preocupaciones. Pero además, esta actitud evitaría un llamado de atención de sus superiores o jefes e incluso una sanción laboral por no cumplir con lo debido y por lo que se le paga un salario.
Con lo que le está ocurriendo si emplea su tiempo libre en interactuar más íntimamente con sus hijos, incrementaría la comunicación eficaz y su imagen para ellos alcanzaría una dimensión diferente, mucho más positiva, más cercana.
Si en vez de “tirarse a morir”, emplea su tiempo en hacer cosas que ha dejado de hacer, como redecorar la casa, sembrar nuevas plantas, limpiar y ordenar el cuarto de desahogo, ordenar el librero o el armario, su sufrimiento no cesará, pero no le habrá impedido continuar teniendo una calidad de vida más cerca de la que usted se merece.
Pero, este modo de enfrentar un problema tiene otras ventajas importantísimas, como es haber aprendido a utilizar mecanismos de afrontamiento creativos, sanos y que pueden ser imitados por su descendencia cuando ellos lo requieran.
PARA UNA BUENA COMUNICACIÓN CON SU HIJO ADOLESCENTELa adolescencia es una etapa de la vida tildada de “edad difícil”, “edad crítica”, como si los únicos que hubieran pasado por ella fueran otros y no nosotros mismos, como si fuera una etapa sólo vivida por aquellos “adolescentes difíciles” y no por otros que la vivieron normalmente, según las características específicas que le dan el torrente hormonal, el crecimiento súbito, la necesidad de independencia, la definición sexual y la acentuación de los caracteres secundarios, la elección o inclinación vocacional, entre las más significativas.Como cualquier período, la adolescencia se rige por determinados principios que no deben ser olvidados jamás, pues ello acarreará, en la mayoría de las ocasiones, serias dificultades en la comunicación paterno-filial. Para lograr una buena comunicación con nuestros adolescentes es prudente desterrar de nuestro vocabulario determinadas expresiones como las que a continuación se relacionan:
1. “Tú tienes que...” En este caso es preferible preguntar qué ha pensado hacer al respecto, antes de trazar pautas ajenas a él. El adolescente debe aprender a encontrar soluciones propias, a manejar el estrés, las relaciones difíciles, etc.2. “Por qué tú no hiciste...” Lo que no se hizo no tiene solución pues pertenece al pasado. Es mucho mejor que el adolescente aprenda de los errores cometidos y sea capaz de volver a intentarlo, por lo que se le debe asegurar que él es capaz de hacerlo, que él puede lograrlo.3. “Muchos de tu edad...” Esta desafortunada comparación no debe ser pronunciada jamás. Lo importante es aceptar al adolescente tal y cual es, y solidarizarnos con sus decisiones, las que por lo general, son adecuadas a sus intereses.4. “Cuando yo tenía tu edad...” Otra comparación peor que la anterior, pues provocará una rivalidad entre padres e hijos. Cuando usted tenía su edad las cosas eran muy diferentes a como son en estos momentos. Es más inteligente invitarlo a dialogar sobre el tema que consideramos problemático, o el que posiblemente necesite alguna orientación, pero nunca ponernos como modelo que no somos.5. “Yo en tu lugar haría...” Otro error en la comunicación, pues estamos cometiendo fraude, con el inconveniente de que nuestra opinión pudo haber sido válida para nosotros, mediatizada por nuestra experiencia pasada que no la tiene el adolescente y por nuestros juicios de valor que no son los de él. Es mucho más sensato aproximarnos a él preguntándole qué piensa hacer ante la situación que tiene y de esa manera conoceremos cuán acertadas o no son sus decisiones. Si son correctas deben ser estimuladas y si no lo son se le debe incitar a manejar otras opciones más productivas.
Estas orientaciones persiguen proveer al adolescente de relaciones afectivas y efectivas, que le sirvan de soporte ante las nuevas exigencias que esta etapa le plantea, fundamentalmente, una apropiada interacción social con sus semejantes. Esta manera adecuada de comunicarse con el adolescente le permitirá contar con usted cuando le sea necesario a él, no cuando usted lo desee. En este sentido, no trate de ser el mejor amigo de su hijo para que él le mantenga al tanto de cuanto hace, lo cual es un atentado a su individualidad e intimidad. Lo inteligente es lograr que el adolescente tenga su vida privada, sus secretos y sólo nos comunique aquello que le es confuso, extraño, hostil, teniendo en cuenta que ellos tienen que vivir sus vidas y nosotros las nuestras.
PARA NO PERDER LA AUTORIDAD CON LOS HIJOSUna de las quejas más frecuentes de muchos padres que escucho en mi práctica profesional, es que los hijos no los respetan y comienzan las comparaciones con los tiempos pasados: antes la cosa era distinta, había que tratar a los padres de usted o decirle señor; antes había más respeto de los hijos hacia los padres, de los muchachos para con los adultos. Y en estas comparaciones la nueva generación sale muy mal plantada. Pienso que la pérdida de autoridad de los padres de antaño y los de ahora se debe a una misma causa: su mal uso.Para tener autoridad ante los hijos no hay que pasar curso alguno, ni ser académico ni nada por el estilo.
Simplemente, se necesita hacer un uso adecuado de eso llamado “sentido común”. Y para ello lo primero es... NO TEMER PERDERLA. Cuando los padres temen perder su autoridad, comienzan a hacer una utilización irracional, desmedida, injustificada de ella, para que los hijos se den cuenta de que son ellos quienes la tienen. Pero de seguro ellos interpretarán ese desmedido autoritarismo como la evidencia más firme de que usted la está utilizando de una manera anómala, que ya no sabe mandar. Y he aquí el segundo consejo, para mantener la autoridad con los hijos haga un uso racional de ella.
En este aspecto, es necesario dejar vivir a nuestros hijos, pues ellos están realizando un proceso intransferible, que consiste en vivir su propia vida y nadie, incluidos los padres, puede variar esa realidad. Por tanto, cuídese de estar sentando pautas constantemente, dando orientaciones a cada minuto, advirtiéndole en cada momento cómo hacer cada cosa. Siempre que asiste alguien a mi consulta con una situación de este tipo le pongo el ejemplo de los entrenadores de boxeo, quienes entrenan a sus pupilos lo mejor que pueden, con todo el amor y la dedicación posibles, pero quien enfrenta al adversario no es el entrenador, no es quien entrena, sino el pupilo, el entrenado, quien recibió el entrenamiento. Y cada vez que termina un round o asalto, el entrenador le da nuevas instrucciones, le corrige supuestas fallas y vuelve el boxeador al combate, no el entrenador. Y en ocasiones, el entrenador dice o le grita alguna estrategia desde su esquina y el boxeador equivoca la táctica y pierde la pelea por puntos, por RSC o por nocaut. Y no la perdió el entrenador, la perdió el boxeador.
Y en la vida la función de los padres se semeja en buena medida a la de un entrenador. Debemos preparar a los hijos para que celebren su combate con la vida y salgan victoriosos ante ese difícil contrincante. Pero usted no puede vivir la vida por su hijo y el aspirar a hacerlo, es otra postura que atenta contra su autoridad. Dígale más o menos qué hacer y cómo, pero deje que él le ponga su sello personal y si desea buscar otras vías y formas, mucho mejor. Estimúlelo.
Otra manera de no mantener la autoridad con los hijos es exigirles un tributo por ser hijos nuestros, por la crianza dada, por la inversión hecha en ellos. Y no se alarme con esto que acaba de leer, pues he conocido un número no despreciable de padres que cobran esto a sus hijos y les reclaman dinero, que se ocupen de ellos, que les presten ayuda, que no los dejen solos, que les resuelvan sus problemas, etc. Y necesitan asumir esta actitud simplemente porque perdieron su autoridad y también el verdadero afecto de sus hijos debido a su propia mezquindad. Ellos, en la generalidad de los casos, les recuerdan que no les pidieron que los hicieran o parieran, con lo que tratan de evitar la manipulación de sus sentimientos.
Si usted no desea perder la autoridad ante sus hijos, no tema perderla, no sea autoritario, no la utilice mal, sea flexible, tenga en cuenta que cada día que pasa sus hijos lo necesitarán de una manera diferente, aunque parezca que ya no lo necesitan.
A LOS PADRES Y LAS MADRESI. Las drogas se han convertido en un flagelo para la humanidad, principalmente entre los adolescentes y jóvenes de casi todas las latitudes. La cafeína, la nicotina, el alcohol y la marihuana ocupan los primeros lugares entre las más utilizadas, pero hay otras que constituyen un grupo muy peligroso y cada vez en aumento, la cocaína en sus diversas formas, los inhalantes y los psicofármacos. Aunque cada una de ellas tiene un cuadro clínico diferente, la conducta adictiva es el denominador común a todas. Y sobre este particular trata el consejo que brindamos a continuación.
La conducta adictiva o de dependencia se caracteriza por la incapacidad de desprendimiento de algo (o alguien), lo cual limita la libertad del sujeto en relación con ese algo y cuya ausencia provoca diversos malestares físicos y psicológicos, de variable gravedad y duración, los que pueden ser revertidos por el adicto o dependiente.Por tanto, cualquier conducta con estos requisitos mínimos, puede predisponer al sujeto para el desarrollo de una drogodependencia. Claro está, en ocasiones esta conducta es normal en parte de la vida del niño, como por ejemplo, su dependencia de la madre como fuente de protección y nutrición, o en el adolescente, su dependencia al grupo de iguales o a un determinado compañero, el clásico compinche o amigo preferido. No es a estos rasgos normales a los que hacemos referencia.
Más bien se trata de otras evidencias nocivas en la actitud del adolescente, en apariencia naturales. Por ejemplo, cuando consume su tiempo en actividades poco importantes como el juego en cualquiera de sus formas: billar, máquinas computarizadas, carreras y peleas de animales, dados, barajas, etc., en detrimento de otras de mayor utilidad: el estudio, la sana recreación, la familia, etc. Este tipo de entretenimiento se convierte en adictivo cuando se gasta dinero y tiempo en mayor cantidad de lo que se propone el sujeto, o cuando se repite a pesar de los trastornos ocasionados, como pueden ser ausencias a clases por el juego, deudas, conflictos ante la imposibilidad de pagarlas o hurtos de dinero a los familiares para saldarlas. Cuando todo esto ocurre estamos ante el llamado “juego patológico”, porque ya existe dependencia de él, es una enfermedad del control de los impulsos. En estos individuos hay mayores posibilidades para la instalación de otras dependencias que en quienes no presentan estos problemas.
Los padres deben dosificar este tipo de actividad y evitar por todos los medios la realización de apuestas, que pueden actuar como reforzadoras de esa conducta, tanto cuando se obtiene éxito y se juega para continuar lográndolo, como cuando se pierde y se trata de recuperar lo perdido.
Otra manifestación de conducta adictiva es la utilización de la televisión como vía evasiva, cuando el adolescente se mantiene durante muchas horas inmerso en semejante mundo, ajeno a la realidad, que le impide, aunque sea temporalmente, pensar o reflexionar sobre sus propios problemas. Igual dependencia se observa en muchos relacionados con la música, sobre todo con el hard rock o rock duro, por la cual tienen predilección los suicidas. En estos casos es prudente que el adolescente desarrolle diversos intereses, que tenga varios amigos y el apoyo familiar, condiciones necesarias para evitar dichos comportamientos anormales.
También pueden hacer suponer una adicción en nuestros adolescentes, los cambios en la conducta, por ejemplo el hábito de fumar, cuando nunca antes lo había realizado, el consumo de bebidas alcohólicas con frecuencia creciente, señales de pinchazos en antebrazos o la cara anterior de los muslos, ulceraciones o sangramientos nasales por aspiración de cocaína, demanda progresiva de dinero para pagar deudas, hurto o robo de sumas importantes de dinero a los familiares, cambio de amigos, sustituyéndolos por otros que también consumen drogas, empleo del lenguaje marginal de estos grupos, o la jerga propia de la sustancia que consumen diferente para cada cultura. Frente a cualquiera de estas manifestaciones lo más aconsejable, antes de asumir una actitud punitiva, es pedir ayuda especializada, pues la drogadicción, en tanto trastorno grave de la conducta, es también una enfermedad de causa múltiple, que requiere tratamiento médico.
II. La condición de adultos nos ofrece la posibilidad de planificar nuestra vida, de asumir una actitud activa ante las dificultades y sus soluciones. Eso no ocurre en la niñez, y en la adolescencia, aunque la validez es mayor, aún persisten lazos de dependencia que la limitan.
El papel de los padres en la conformación de la personalidad de los hijos tiene una importancia capital, y en muchas ocasiones, si no hay un correcto clima emocional familiar, las consecuencias en los hijos pueden ser graves y determinar la aparición de diversos grados de patología mental.
Hay un grupo de factores denominados de riesgo, que aumentan las posibilidades de manifestar un trastorno, una enfermedad, un comportamiento anómalo.
Por ejemplo, el divorcio de los padres o la separación, influye de forma negativa en la psiquis de los hijos, ocasionándoles diversos tipos de problemas, entre los que cabe mencionar los emocionales, como la depresión, los sentimientos de culpa por la desavenencia, el rechazo hacia el progenitor que se queda y la añoranza por el que se ha ido; la aparición de dificultades con el rendimiento escolar, inexistentes antes de la ruptura; la inseguridad al perder una fuente de protección y apoyo, lo cual puede desencadenar ansiedad, trastornos de la conducta de tipo disocial o antisocial, así como sentimientos de incompetencia en la comunicación con sus iguales.
Las malas relaciones entre los padres, sin que se llegue a la ruptura, también entraña serias contrariedades para los hijos, quienes pueden comenzar a presentar una agresividad, muy similar a la que están contemplando, en sus relaciones con otros niños, en el propio hogar y en la escuela. Pueden iniciar síntomas como son la enuresis, o sea, se orinan en la cama, se empiezan a comer las uñas, se les afectan el apetito y el sueño, aparece caída del pelo en forma de pesetas o sacabocados, o caída de las cejas, tendencia al aislamiento o a solidarizarse con el progenitor víctima, y experimentar un miedo excesivo hacia el que inicia las discusiones o las peleas.
El abuso o maltrato infantil es otro problema muy frecuente y muy dañino para la víctima. Por el maltrato de sus padres muchos niños han fallecido o han sufrido graves complicaciones derivadas de esta conducta de sus progenitores. De inicio, cuando los padres tratan mal a un hijo se produce una profunda distorsión de la comunicación paterno-filial y de la imagen que el niño va adquiriendo de ellos, lo cual perjudicará sus futuras relaciones interpersonales, como parte de la afectación más general que él padecerá. Y entre los trastornos más frecuentes están el desarrollo de una personalidad anormal, que puede manifestarse con tendencias antisociales; diversos hábitos para mitigar el dolor de su existencia o llevar una vida enajenada; depresiones; intentos de suicidio en busca de una vía para poner fin a sus sufrimientos.
La imagen que los hijos tienen de sus padres también puede ser un factor de riesgo, sobre todo cuando ésta genera grados variables de malestar en ellos. De hecho, un padre ausente emocionalmente de sus hijos, no interesado por sus logros y sus fracasos, que no esté a su lado en “las verdes y las maduras”, muy poca o ninguna seguridad puede generar en su descendencia. Un padre o una madre que en su modo de vida incluya el llanto frecuente como forma de comunicarse y relacionarse con los demás, o asuma papeles de víctima, muy poca posibilidad dará a sus niños y adolescentes de que le confíen sus problemas y sus intimidades, y ellos crecerán con sentimientos de soledad. También hay que mencionar a los padres con problemas de conducta, transgresores de las normas sociales, quienes los pueden transmitir a sus hijos y ellos presentarlos por simple imitación.
Usted es la persona más importante para su hijo, para su desarrollo físico, mental y social. Esa responsabilidad nunca la debe olvidar.
III. Así como existen factores de riesgo ya señalados que repercuten de forma adversa en el desarrollo de la personalidad del niño, existen también los llamados factores protectores o condiciones para dar seguridad a su salud.
¿Cuáles son esos factores?
1. El amor entre los padres y de éstos hacia los hijos. Una familia unida es una fuente de seguridad para todos sus integrantes, por lo que nunca serán muchos los esfuerzos para lograr este objetivo. Como parte de este amor está la aceptación de cada uno en su individualidad y diferencias. Esto cuesta mucho trabajo, porque los padres pretenden que sus hijos sean a su imagen y semejanza; es el error de querer recriarse a través de los hijos, y si el padre quiso ser doctor o ingeniero y no pudo, entonces pone todo su empeño y esfuerzos para que el hijo llegue a ser lo que él no pudo.2. Tener personas significativas en quienes confiar. No es prudente cuando nuestros hijos nos cuenten sus dificultades, tomar medidas represivas o asumir actitudes alarmistas, que silenciarán sus futuras confidencias. 3. También los hijos necesitan tener padres que les impongan determinados límites a su conducta, y eviten con ello una utilización desordenada de la libertad, tan dañina a estas edades. Los límites deben ser racionales, no excesivos ni arbitrarios, pues perjudican tanto o más que la ausencia de límites.4. Los hijos precisan sentirse atendidos en sus momentos difíciles, como pueden ser las dificultades escolares, amorosas o cuando padecen alguna enfermedad. Ello incrementará su seguridad, su autoestima.5. Tener una opinión positiva de sí mismos, una autoestima elevada. Para ello es importante destacar sus buenas cualidades en vez de los defectos, enseñarles habilidades diversas para enfrentar el estrés y resolver sus problemas, lo cual favorecerá el surgimiento de sentimientos favorables hacia sí mismos; desarrollar en ellos la capacidad de controlar y modular sus emociones, para evitar la manipulación de sus afectos o dar una respuesta impulsiva o impensada.6. La intolerancia de los padres ante las conductas desviadas. Permitirlas es un estímulo para que sean repetidas y convertidas en un mal hábito. En este caso es importante la unidad de criterios en toda la familia al desaprobar determinada conducta desadaptativa y no sólo la desaprobación de una parte de ella, pues el niño o adolescente hará alianzas contra quienes le reprueben su conducta, solidarizándose con quienes se la aprueban o estimulan. Además de rechazar las desviaciones, debe controlarse frecuentemente para que no se estén presentando, y así se desestimulará su ocurrencia.7. Es indispensable para los hijos la conducta de los padres: si los padres nos crecemos ante las dificultades; si somos dueños de nuestras emociones; si somos estables en el comportamiento social (familia, trabajo, vecindario); si conocemos nuestros puntos flojos, nuestras limitaciones; si somos buenos trabajadores, creativos, no rutinarios; si sabemos ser responsables, confiables; si sabemos disfrutar, seguro seremos un buen modelo a imitar por nuestra descendencia.
AL AMA DE CASA: EL SÍNDROME DE LA LOCOMOTORANo se alarme que no pretendo hacer ningún aporte a la clasificación sindrómica en la psiquiatría. Sucede que en mi práctica profesional he escuchado respuestas muy parecidas al ulular de una locomotora y por ello, gráficamente, he llamado así al síndrome que las ocasiona.
El síndrome de la locomotora se observa con mayor frecuencia en las mujeres, sobre todo amas de casa, aunque también lo pueden padecer las trabajadoras. Estas mujeres se sienten histéricas, cansadas, hastiadas, sin deseos de hacer las cosas, no quieren ser tocadas por sus esposos, y se generan problemas en la pareja, no sienten placer sexual, lo cual incrementa el rechazo a dichas relaciones, creen tener alguna enfermedad que explique sus molestias físicas, como es la anemia, infección en los riñones o alguna afección maligna, y buscan ayuda médica para, por diversos análisis, se llegue al diagnóstico de esa supuesta enfermedad.
Cuando se les pregunta qué hacen el lunes, responden: “Me levanto, pongo a hacer el café, preparo después el desayuno a los de la casa y desayuno yo también, arreglo las camas, empiezo a preparar el almuerzo. En ese intervalo de tiempo voy a la plaza, al mercado, lavo algunas ’ropitas’ y plancho unas ’boberías’ (le dicen así a pocas prendas de vestir). Almuerzo, me recuesto un rato y después espero a que vengan los hijos de la escuela, los mando a bañar, les controlo las tareas, hago lo que vaya a hacer de comida, espero que llegue mi esposo, y después que comemos veo la novela. Antes de acostarme les preparo la ropa del colegio a los niños”.¿Y qué hace usted los domingos?, esa es la segunda pregunta que se le debe hacer, y la respuesta es: “Más o menos lo mismo”. No existe diferencia entre un día cualquiera y los fines de semana.Si se trata de una trabajadora y se le pregunta ¿qué hace un día cualquiera de la semana?, le dirá: “Lo mismo, del trabajo a la casa y de la casa al trabajo”.Una vez hechas las preguntas, tales respuestas significan que posiblemente estas personas padezcan del síndrome de la locomotora. Para llegar a su diagnóstico final se les debe preguntar:—¿Desde cuándo usted no va a la playa?Respuesta: Uuuuuh (como la locomotora).—¿Desde cuándo usted no va a un restaurante?Respuesta: Uuuuuh (como la locomotora).—¿Desde cuándo usted no lee un libro?Respuesta: Uuuuuh (como la locomotora).—¿Desde cuándo usted no va al cine o al teatro?Respuesta: Uuuuuh (como la locomotora).—¿Desde cuándo usted no va a algún lugar a bailar?Respuesta: Uuuuuh (como la locomotora).—¿Desde cuándo...? Respuesta: Uuuuuuuuuuuh.
Y a estas personas se les explica que no están enfermas, están cansadas de llevar un modo de vida rutinario y monótono que puede enfermarlas, y si quieren sentirse bien, tienen que modificarlo. Y la mejor y única medicina para esto es distracción, distracción y distracción.
La distracción es parte de lo que todos los seres humanos deben programarse dentro de su plan de vida para facilitar la recuperación de las energías perdidas en las obligaciones cotidianas. No olvide esto nunca.
A LOS HIJOS: NO HACER ALIANZASEste tema está destinado, en especial, a los hijos cuyos padres tienen problemas matrimoniales y están por separarse y divorciarse. Va dirigida, desde luego, a aquellos hijos que son adolescentes o jóvenes, no así a los niños que en la mayoría de las ocasiones harán lógica alianza con la madre, su fuente de nutrición, protección y seguridad en estas edades.
Generalmente, si hay hembras y varones entre ellos, se efectuará una distribución en las alianzas. Algunos defenderán al padre en sus razones y otros, a la madre. Los unidos al padre tendrán problemas en sus relaciones con la madre y con los hermanos que la apoyan. Los otros sufrirán las reprimendas del grupo contrario.
Pero no se les puede olvidar que han formado alianza con su padre, en contra de su madre y viceversa. Es decir, no la forman con un ser querido en contra de un enemigo, sino en contra de otro ser querido, de ahí su inconveniente.
El adolescente o el joven que se una a un progenitor en contra del otro, tendrá desde ese momento un progenitor y un enemigo, en vez de dos progenitores. Esto no debiera ser, pero sucede.
Una postura inteligente sería tratar de no inmiscuirse en esos asuntos y sólo hacerlo si se les pide opinión, la cual deben dar con una imparcialidad a toda prueba. Sé que resulta difícil para un adolescente o un joven no tomar partido en este tipo de situación, pero deben ocuparse de sus propios asuntos y dejar a los adultos resolver el problema por sí solos de forma civilizada.
Aunque sean sus padres, recuerden ese viejo refrán que dice “entre marido y mujer nadie se debe meter”. Y eso es válido también para ustedes.
Además de los inconvenientes ocasionados por dichas alianzas en la relación paterno filial, otro tanto ocurre entre los hermanos, quienes establecerán rencillas personales, disputas, rencores, y esto, lógicamente, los marcará en lo adelante.
Las peleas pueden influir desfavorablemente, porque un progenitor puede al atacar afectar la imagen del otro y profundizar más aún los problemas de relación en la familia. Por último, además del refrán anterior que es válido, como ya dije, para aplicar con sus padres, no olvide que “no se puede ser juez y parte”. Y este otro refrán le viene a usted, adolescente o joven con padres en conflictos matrimoniales, como “anillo al dedo”.
PARA LA REFLEXIÓN: EL DEDO DE LA AGRESIVIDAD Y EL DEDO DE LA RESPONSABILIDADUsted pensará que esto es un barbarismo, pues hasta hoy los dedos de la mano son el pulgar, el índice, el mayor o el del medio, el anular y por último, el meñique. Sin embargo, ¿cuál es el dedo de la agresividad y cuál el de la responsabilidad? Pues el dedo índice y el pulgar, respectivamente.
Cuando se conoce de una infidelidad conyugal por parte de una mujer, el hombre y muchas otras personas, califican de disímiles formas a la infiel y ninguna de ellas afable. Y se dirá que es “mala”, “una cualquiera”, “una degenerada”, “una prostituta”, “cornuda”, etc. Y el dedo índice campeará por su respeto autoengañando al que lo emplea.
No comparto la infidelidad por parte de ninguno de los dos sexos, pero me gustaría que se utilizara el dedo pulgar al que yo he denominado el dedo de la responsabilidad. ¿Cuál sería el discurso?: “Yo hice cosas que facilitaron que mi pareja buscara en otros lo que yo no le di”. “Yo dejé de hacer cosas que debí hacer o hice otras que no debí hacer nunca”. “Yo di pie para la décima”.
El primer mecanismo, el del índice agresivo y acusador tiene una ventaja y es precisamente esa, descargar nuestra hostilidad hacia afuera, en este caso hacia la pareja. Pero tiene un gran inconveniente y es el no permitir la introspección, el autoanálisis, la reflexión adulta y madura.
El segundo mecanismo, el del dedo pulgar, tiene el inconveniente de que nos culpamos y responsabilizamos, pero la gran ventaja de permitirnos ver en qué fallamos, nuestra participación y responsabilidad en lo ocurrido. Todo este análisis nos ayudará a evitar situaciones similares en el futuro.
El dedo índice es muy fácil de utilizar y se recurre a él con rapidez, porque las culpas “no pueden caer al piso” según se dice y es más fácil echárselas al de enfrente que a nosotros mismos.
Utilizar el dedo pulgar requiere un entrenamiento previo para aprender a controlar su hostilidad, a interpretar la conducta de las personas y la suya propia, a tener reales deseos de crecer como persona, y esto debe hacerse de forma racional pues su exceso puede ser muy doloroso. Al igual que en los tiempos del César, es éste el dedo que nos salva o nos hunde, en dependencia de la sabiduría con que lo utilicemos. Si nunca lo emplea, nadie lo salvará, ni el mismísimo César.
PARA APRENDER DE LOS ANIMALES: EL ZOOLÓGICO DE LA SABIDURÍAEl zoológico de la sabiduría es un recurso psicoterapéutico que he utilizado en mi práctica profesional con muy buena aceptación y resultados empíricos.
Consiste en mostrarle a las personas cómo el hombre, que es un animal racional, puede y debe aprender de los animales. Es proverbial la laboriosidad de las abejas obreras, la vagancia de los zánganos, la lentitud de la tortuga, la memoria de los elefantes, etc. Sin embargo, hay otras conductas en los animales inferiores que bien debieran ser imitadas por los seres humanos y si no, al menos, sacar la enseñanza correspondiente.
Iniciemos el análisis por la yegua y su potrillo. Si usted se ha fijado en una yegua parida y su potrillo cuando van por la carretera, notará como ella va por el estrecho camino, muy pegada a la carretera, sin apenas intervención alguna del jinete. Detrás, delante o al lado, correteando de un lugar para otro, va el potrillo; si se aproxima un vehículo o algún otro peligro, él simplemente se pone detrás de la madre siguiéndole los pasos.
Seguro habrá visto a una gallina con sus pequeños pollitos cuando comienza a llover. Los llama piándoles y protege a todos cubriéndolos con las alas. Y eso lo repetirá en incontables ocasiones hasta que los pollitos han crecido y no le caben debajo de las alas. Y ella, al parecer, se da cuenta del crecimiento y les deja hacer cada vez más sus propias vidas hasta que se hacen gallos y gallinas en el patio donde les ha tocado vivir.
También habrá tenido la oportunidad de observar al palomo y la paloma haciendo el amor, o como popularmente se dice: “un palomo cubriendo a la paloma”. O quizás haya visto al gallo corriendo detrás de la gallina y haciéndole la ronda para tener sexo. O habrá visto al perro cómo huele a la perra, le lame, le ladra, le da vueltas antes de tener dicha relación. Y así todos los animales hacen lo mismo antes: cortejan a la hembra, la seducen, la preparan para ese momento de aparearse.
Muchos seres humanos se olvidan del efecto imitativo que su conducta provoca en los hijos y aunque se les dé libertad de acción, es necesario mostrarles por qué camino se debe transitar para evitar peligros. Un comportamiento razonablemente adecuado, no perfeccionista, es una buena guía para la descendencia. Pero también pueden ser imitadas la ingestión excesiva de bebidas alcohólicas y la conducta suicida. Sírvale de modelo a seguir a sus hijos, así como sucede con el potrillo.
Hay madres y padres que quieren mantener a sus hijos, ya adultos, debajo de su regazo. Con ello, además de irrespetarlos, les coarta su libertad, impidiéndoles alcanzar la necesaria validación que les permita el desarrollo personal. Si la gallina se da cuenta que el tiempo pasa y los hijos crecen, ¿por qué muchas personas no? Si la gallina le ofrece a los pollitos en cada momento lo que ellos necesitan, ¿por qué algunas personas no hacen lo mismo con sus hijos?
Por último, ¿cuántas mujeres desearían que sus parejas las cortejaran, las sedujeran, las deslizaran suavemente en el acto sexual y no continuaran haciéndolo de esa manera tan rutinaria, impersonal, monótona? Es seguro que el palomo pudiera enseñarle cómo hacerlo de esa manera añorada.
Sólo les ofrezco tres ejemplos del zoológico de la sabiduría. Puede encontrar muchos más al observar las conductas de los animales y se dará cuenta que de ellos también se pueden aprender cosas que le ayuden a vivir, e imitar las que hagan mejor que usted.
PARA MODIFICAR LOS SIETE RASGOS NEGATIVOS DE LA PERSONALIDADParece que el número siete es un número socorrido. Así se mencionan los siete pecados capitales, las siete maravillas del mundo y en el cine Los siete magníficos y Los siete samurais. Y ahora les propongo analizar los siete rasgos negativos de la personalidad.
Es posible que para usted éstos no sean los rasgos más negativos y está en lo cierto. Pero por algunos había que iniciar y elegí los siguientes: la susceptibilidad, la desconfianza, la impulsividad, el pesimismo, el egocentrismo, la timidez y la duda.
Pasemos a detallar cómo estos rasgos influyen de forma negativa en nuestras vidas.
La susceptibilidad es aquel rasgo del carácter mediante el cual el sujeto se convierte en una esponja para recoger... todo lo malo (real o que él se imagina). El susceptible siempre o casi siempre se siente herido, despreciado, humillado por cuestiones insignificantes, como puede ser no darle los “buenos días” a él en específico; porque, como puede ocurrir, se olvidaron de su cumpleaños; porque, con justeza, le hicieron una llamada de atención; porque el hijo, de tres años de edad, le dijo que no lo quería y que ella o él no era su mamá o el papá, cosa que dicen la mayoría de los niños a esa edad, pero el susceptible lo toma en serio; y así sucesivamente.
Debido a este carácter tiene lógicas dificultades en sus relaciones interpersonales, pues no hay manera alguna de quedar bien con él. Un rasgo que lo complementa es la manipulación: casi nunca dice las cosas tal y como ocurren, sino que las “arregla” según su modo susceptible de pensar. Y con frecuencia trata de involucrar a otros en sus problemas en los que, desde luego, él siempre lleva la peor parte, es decir, es la víctima. “Usted me hizo tal cosa”, “Usted me ofendió”, “Usted me maltrató”, “Usted piensa mal de mí”, “Yo no le caigo bien”, “Usted la tiene cogida conmigo”, “No me quieres como antes”, “Sí, yo lo hice todo mal pero usted no tenía que llamarme la atención de esa manera”. Ésta es una característica muy acentuada en él y es lo que yo denomino “tener la susceptibilidad en la punta de la nariz”, pues se hiere mucho por lo que se le dice y no por lo que hizo para merecer que le dijeran tales cosas. Está muy alerta de cómo le dicen las cosas y no de cuál es el contenido de lo que le dicen. Esto obviamente también le ocasiona dificultades.
Hay que saber ser susceptible y una buena forma es siéndolo en relación con uno mismo, no con los demás, lo cual es una manera de defenderse. Es muy útil preguntarse: ¿Por qué me duele lo que me dicen y no lo que hice para que me lo dijeran? Para empezar a cambiar éste pudiera ser un buen recurso.
La desconfianza es otro rasgo que, cuando no está bien proporcionado, se convierte en un martirio para quien lo padece. Se trata de la falta de confianza en sí mismo y en quiénes le rodean. Al faltarle la confianza en los demás, el desconfiado pensará que le tratan con hipocresía, le dicen sólo una parte de las cosas y le ocultan información; piensa, cuando entra en la oficina y los demás se callan, que estaban haciendo algún comentario malintencionado de su persona; considera las palabras amorosas dichas por su pareja un medio para obtener algo, y no porque las siente y porque le quiere, piensa incluso que “algo” está pasando, pues “ella no es tan cariñosa” y debe haber “gato encerrado”. No puede tener amigos porque también desconfiará de ellos.
La falta de confianza en sí mismo se observa disfrazada de orgullo y autosuficiencia. Considera merecerlo todo y desprecia lo que no está a la altura de su supuesto valor. La inseguridad propia del desconfiado explica los celos, al pensar que otra persona con sus atributos es capaz de hacer sentir mejor a su pareja que él.
No hay otro remedio para este rasgo que comenzar a confiar. Trate de intentarlo al menos, pero de buena fe, no para decirse usted mismo que hizo lo que le sugirieron y no resultó.
La impulsividad está en las personas que no meditan sus acciones y se dejan arrastrar por el primer impulso; imagínese cuántos inconvenientes puede acarrear este rasgo de la personalidad si no se maneja adecuadamente.El impulsivo se comporta como un toro en el ruedo, que con sólo moverle la capa embiste con una furia propia de lo que es: una bestia. Y por desgracia se encuentran personas con tal comportamiento: acaban, ofenden, agreden, ya sea física o verbalmente, a quienes le rodean, por motivos frente a los que se pudiera haber reaccionado de una forma más civilizada. Él será el erizo dispuesto a pinchar al más mínimo roce, por lo que sus relaciones con los demás se verán afectadas de manera sensible.
Esta persona es un esclavo de sus impulsos, es su caballo, no lo que debiera ser: el jinete de sus emociones. Sería aconsejable para ella hallar el control de sus impulsos por todos los medios, incluyendo los psicofármacos, muchos de los cuales han sido utilizados frecuentemente con magníficos resultados en este sentido.
Busque ayuda en un psiquiatra para aliviar este rasgo y sus consecuencias cuanto antes.
El pesimismo es una disposición anímica que lleva a pensar siempre lo peor. El pesimista es aquella persona que se deja dominar por el pesimismo. Imagínese cómo puede ser su mundo si todo lo ve con gafas oscuras; piensa que nada le saldrá bien, que no tiene sentido luchar si no va a obtener éxito, está derrotado antes de iniciar la lucha. Es un perdedor nato. Pierde porque lleva en él la predisposición y la disposición para la derrota y no hace otra cosa que reafirmarla con sus actos.
Al pesimista le ocasiona gran dificultad mantener adecuadas relaciones interpersonales, pues todos tratarán de evitarlo. Su discurso sombrío, sus puntos de vista derrotistas, sus lamentaciones, no son del agrado de los que tienen una manera diferente de comportarse ante la vida, y son la causa de las dificultades referidas. Tiene una imagen negativa de sí mismo y del mundo, al que considera frustrante, competitivo, exigente, agresivo. Su visión de las expectativas futuras es mala y las imagina muy difíciles, con sufrimientos, privaciones, fracasos, etc.
Sería útil para el pesimista tratar de probar que la vida es realmente una “basura” o que él no sirve para nada. La imposibilidad de demostrarlo, quizás pueda enseñarle lo absurdo de sus pensamientos, que le generan el pesimismo y lo refuerzan.
El egocentrismo es otro rasgo que puede dificultar el desarrollo individual. Ego significa yo, y centrismo, el centro. Egocéntrico es la persona que se considera el centro y todo debe girar alrededor de él. El niño pequeño es, por naturaleza, así y es lógico, pues requiere de cuidados constantes para su supervivencia.
Resulta muy difícil establecer relaciones interpersonales armónicas con un egocéntrico, pues se cree lo mejor, lo más importante, sus puntos de vista son los más adecuados, sus necesidades son las principales que hay que satisfacer, todo tiene que ser subordinado a él, tiene que ser “el ombligo del mundo”, esto es, de la pareja, de la familia, del grupo de amigos. A él hay que tenerlo en cuenta para todo y rendirle cuenta de todo. Sus dolores son los mayores, sus problemas no tienen comparación, sus sufrimientos no tienen límites. Como se evidencia, la tendencia a la exageración es parte intrínseca del individuo egocentrista.
Pero nadie es el ombligo del mundo y él no debe creerse que lo es. Y si se lo hacen creer es para hacerle el juego y lo tratan como si fuera un anormal o un bebé, quien sí lo necesita. En el adulto estas actitudes son anormales y es conveniente que haga consciente su necesidad de reclamar atención, independientemente de las diversas formas que utilice para ello, como el llanto, el enojo, la simulación de determinados malestares o la exageración de síntomas banales, etc. También tiene que enfrentar, además de lo anterior, que él puede ser el centro para un grupo de personas, pero no para todas, o durante un tiempo, pero no siempre.
La timidez es otro rasgo que trae innumerables dificultades interpersonales a quien lo posee de manera relevante. El tímido padece de ella y eso significa encogimiento, temor para establecer relaciones, para decir lo que piensa, para exponer sus puntos de vista, para defender sus derechos, para competir con otros; también lo tendrá de estar en grupos, sentirá pena por todo, y esas actitudes harán que sea visto como “el raro del grupo” o se le tendrá lástima o compasión por esa forma de ser. Pero la lástima y la compasión no son afectos normales entre los seres humanos. Luchar contra la timidez no es tarea fácil, pero tampoco imposible.
A continuación se ofrecen algunos consejos para ir venciendo este rasgo.• Hable hasta por los codos cuando se encuentre entre los familiares y amigos que le quieran bien y ante los que usted no tenga gran temor de manifestarse.• Hable hasta por los codos ante desconocidos que probablemente no vuelva a ver y cuyas opiniones sobre usted no son determinantes ni influyentes en su vida.• Hable hasta por los codos que es preferible hacer el ridículo algunas veces y no estar haciéndolo durante toda la vida.
La duda es el último rasgo que se analizará. Hay personas con carácter dubitativo y siempre están pensando si lo que hicieron estuvo bien hecho o no, si cerraron la puerta o la dejaron abierta, si dicen sí en determinado asunto o dicen no. Son esas personas que para tomar una decisión, la piensan tanto y hasta en los últimos pormenores que cuando se deciden ya no es el momento de tomarla.
Reflexionar es bueno y pensar antes de hacer las cosas también lo es, pero no es ni regular disfrazar la duda y la indecisión con ropas de reflexión. Y eso ocurre con quien duda; por su inseguridad tiene que pesar y sopesar hasta el último de los detalles buscando lo que no tiene: seguridad.
Este rasgo es dañino pues se acompaña con frecuencia de rumiación de ideas y el cerebro literalmente no descansa, porque estará pensando en los pro y los contra; por ello, siempre estarán preocupados, tensos; incapaces de bromear, de disfrutar. Y esto a la larga, les llevará al cansancio mental.
Los siguientes consejos les pudieran ser útiles:• Tome las decisiones en conjunto con personas en las que tenga plena confianza.• Recuerde que no se puede tener la seguridad absoluta de acertar en todas las decisiones.• Tomar una decisión inadecuada no es el fin del mundo y no es usted el único que comete errores.• Aprenda a reírse de sus propias dudas y trate de mirarse desde fuera.• Sea tolerante con usted mismo, no sufra del llamado complejo de Dios o de la perfección en todo momento.• Practique ejercicios físicos y técnicas de relajación.
Finalmente, si usted tiene alguno de los siete rasgos muy acentuado, debe darse a la tarea de eliminarlo.
PARA LOGRAR LA QUIETUD ESPIRITUAL O LA TRANQUILIDAD MENTALLa paz interna cada cual la puede lograr de forma muy diversa según los gustos personales, la cultura, la religiosidad, la personalidad y, muy importante, el medio donde se desenvuelve el sujeto, que puede facilitar o entorpecer la búsqueda y consecución de ese estado.
A continuación le brindaré algunos consejos que pudieran ayudarle a lograr la tranquilidad mental o quietud espiritual.
1. Para alcanzar la tranquilidad mental deseada hay que tener una actitud positiva hacia la vida, esto es, tratar de ver el lado bueno de las cosas y actuar en consecuencia. Una actitud pesimista, rencorosa, temerosa, rígida, dominante, pasiva, etc., puede impedir llegar a este estado.2. La tranquilidad mental, además de un estado que se puede lograr con determinado entrenamiento, es también una filosofía de la vida, practicada desde tiempos inmemoriales. No desear más de lo que se necesita, no aferrarse a cuestiones intrascendentes, hacer una vida sana, tener motivaciones elevadas, hacer el bien siempre, no hacer daño en ningún momento, ser humilde, etc., eran algunas de las características que sugerían los antiguos para lograr dicho estado.3. Entrene el cuerpo en la búsqueda de este estado. Para ello lo primero es colocarse en una posición cómoda, que puede ser la de imitar a un cochero o también sentarse en el piso, con la espalda lo más recta posible, preferiblemente bien pegada a la pared, entrelazar las manos y situar las piernas de la forma que le resulte más cómoda. En esta posición, cierre los ojos e imagine algo agradable, como ir por algún lugar cubierto de árboles de abundante follaje, un hermoso césped verde que invita al reposo y en el que sólo se escucha el sonido del viento y el canto de las aves.Una vez lograda cierta tranquilidad en su cuerpo y en su mente al imaginar lo anterior, un elemento muy importante es el control de la respiración: debe concentrarse en ella y realizar inspiraciones profundas por la nariz (tomar el aire) y botarlo por los labios semicerrados. Estos ejercicios de inspiración-espiración debe realizarlos hasta que sienta un leve mareo. Después, trate de mantener una respiración en forma de vaivén, esto es, que su pecho suba y baje lo más lentamente posible.4. Lograr la relajación deseada y con ella la tranquilidad mental, no se alcanza en varios días, ni semanas siquiera, así que no se desanime si por usted mismo no lo consigue en los primeros intentos.5. Una vez que se haya relajado, concentre su atención en un lugar de su cuerpo, por ejemplo, el dedo grueso del pie izquierdo o el que le resulte más fácil de mantener en su mente y olvídese del resto. Éste, a partir de ese momento, es sólo el dedo grueso de su pie izquierdo.6. Al realizar estos ejercicios, si le cuesta trabajo concentrar su atención en la parte señalada, otra posibilidad es mantener en la mente una palabra sin sentido conformada en lo fundamental por la vocal “a” como “akrasna” por ejemplo.7. Al finalizar los ejercicios, tome un baño lo más caliente posible, dejando correr el agua suavemente sobre su piel, con preferencia, cara, cuello y espalda. Séquese mediante suaves toques repetitivos y prepárese para realizar actividades sedentarias.
PARA OBTENER UNA MAYOR AUTOCONFIANZALa autoconfianza podríamos definirla como la confianza en uno mismo, en nuestras reales posibilidades. No todas las personas confían en sí mismas, y en ello puede haber influido un gran número de factores. Sin embargo, nunca es tarde para empezar, por lo que a continuación le ofrecemos una serie de consejos, base de una técnica psicoterapéutica, denominada Terapia Asertiva, que persigue, entre sus principales objetivos, evitar la manipulación que tratan de hacer los demás sobre nosotros y mejorar la visión de uno mismo. Es muy útil en los tímidos, los pasivos, los dependientes, los dubitativos y los que tienen muy en cuenta “el que dirán”.
1. Usted es y debe ser el juez de su conducta. Debe ser el responsable de las consecuencias de sus actos, los cuales no necesitan tener la aprobación de los demás, aunque mientras más personas aprueben su conducta, significa que es socialmente bien vista, pero si esto no fuera así, no se alarme, ello puede ocurrir.2. No está obligado a pedir disculpas, ofrecer excusas o dar razones explicativas de sus actos a no ser que ello haya sido conveniado antes con usted. Sólo las dará a las personas que decida y no a otras.3. No está obligado a encontrarle soluciones a los problemas de otros. Sólo ocurrirá si desea hacerlo.4. Tiene derecho a cambiar de opinión cuantas veces desee, siempre y cuando sea posible. No sienta pena por modificar una decisión previa, pues no está obligado a mantenerla. Nunca le haga caso a los argumentos que esgrimirán quienes tienen interés en que no revoque su decisión.5. Tiene derecho a decir “No sé” cuando se le pregunta algo, aunque sepa la respuesta precisa. Es libre de dar esa y otras informaciones a quien elija para ofrecerlas.6. Tiene todo el derecho de equivocarse y de hacerse responsable de las consecuencias de dicha equivocación. No sienta culpa por ese error, pues todos los seres humanos los cometemos. Dése a la tarea de aprender de ellos para no repetirlos.7. Tiene derecho a opinar diferente a la mayoría de las personas y mantenerla por el tiempo que usted decida hacerlo.8. Tiene derecho a tomar una decisión que no sea la mejor a los ojos de los demás, sin afectar otros intereses que no sean los propios.9. Tiene derecho a decir “No comprendo” y “No me importa” cuando lo estime prudente.10. Tiene derecho a caerle mal a un grupo de personas, regular a otros y bien a los terceros. La proporción entre estos grupos le mostrará el grado de aceptación que usted tiene en ellos, lo cual no tiene importancia alguna.11. Tiene derecho a persistir en su decisión, y emplear para ello la técnica del disco rayado, o sea, la repetición exacta de lo que eligió responder: “No sé, no sé, no sé...”; “Porque sí, porque sí, porque sí...”; “No quiero, no quiero, no quiero”...12. Tiene el derecho a responder las preguntas que le hacen con otras preguntas, como por ejemplo: “¿Por qué usted me pregunta eso?” “¿Está molesto usted?” “¿Hice algo indebido?”.13. Tiene derecho a hacer el ridículo. Antes que usted muchos otros lo hicieron. Después de usted lo hará una cantidad similar.14. Si ninguno de estos consejos le resulta de utilidad, usted tiene el derecho a no tenerlos en cuenta.
PARA DEJAR EL HÁBITO DE FUMARMucho se ha escrito sobre el mal hábito de fumar y las repercusiones sobre la salud del fumador y de quienes le rodean. También se han propuesto múltiples técnicas terapéuticas que incluyen fármacos, parches de nicotina, gomas de mascar con esa sustancia, psicoterapias de los más diversos tipos, individuales y en grupos, etc. En esta oportunidad no voy a referirme a ninguna de ellas en específico, sino daré algunos consejos que pudieran ser de utilidad para quienes padecen una habituación nicotínica o tabaquismo, como se le conoce en la literatura científica. Ellos me sirvieron para dejar de fumar hace tres años, y poniéndolos a disposición de los fumadores estoy cumpliendo otro de los pasos reafirmadores de la decisión de abandonar este mal hábito que es ayudar a otros aquejados del mismo problema.
1. Debe darse cuenta de que padece tabaquismo, pues muchas personas consideran que fuman porque les gusta, porque no les hace daño, porque les calma los nervios, porque les quita el apetito y no los hace engordar, y un largo etcétera, capaz de incluir las más disímiles justificaciones, lo cual es común a todas las habituaciones. Y estas justificaciones son autoengaños. Usted tiene un problema de salud ni más ni menos.2. Dése cuenta de su autodestrucción, de su “espíritu suicida a largo plazo”, al fumar su salud se daña y le produce, antes que cáncer, una serie de molestias a nivel de la boca, el aparato respiratorio, el corazón, las arterias, el estómago, los órganos sexuales, los nervios periféricos, en fin, en todo el cuerpo, lo cual disminuye su calidad de vida.3. No piense todo el tiempo que se propondrá dejar de fumar. Muchas personas dicen: “No voy a fumar más”. Eso es funesto, pues quien dice tal cosa comenzará a boicotear su decisión con reflexiones como: “¿Tú sabes lo que significa que más nunca pueda fumarme un cigarrito?” “¿Y cuándo me tome un buchito de café?” “¿Y cuándo me tome un trago?”. Y otras similares que irán minando la decisión tomada a tan largo plazo. Esta expresión es un error, suprímala. 4. Es necesario tener reales deseos de abandonar ese mal hábito. Si no está preparado para dejar de fumar es preferible que no lo intente, pues de hacerlo sin estar en realidad decidido, volverá a fumar y esa “recaída” le servirá de justificación sobre lo difícil que resulta “dejar el vicio”, porque lo intentó y no lo logró. Eso reforzará su adicción.Pero además, ese aparente fracaso le dará un sentimiento de ineficacia, de no tener voluntad que será reforzado por quienes le rodean y le hará incrementar el consumo de cigarrillos.5. Una vez decidido, prepárese psicológicamente para sentirse mal, para sentirse irritable, somnoliento, intranquilo, con deseos de fumar muy intensos, que son los síntomas del llamado Síndrome de supresión, siempre presentes con mayor o menor intensidad cuando se suspende de pronto un tóxico al cual se está habituado. Pero también es necesario saber que esos malestares, al igual que el deseo de fumar, pasan. Son intensos, pero pasajeros. Continúe manteniendo su decisión, a pesar de ellos; y ese mal rato pasará y habrá ganado una batalla más en su lucha.6. Si fuma sólo satisface el deseo momentáneo de quitarse el malestar que le está ocasionando no hacerlo, pero mientras más tiempo lo haga, mayores serán los malestares cuando se decida a dejarlo. Es común a cualquier habituación que los síntomas de supresión sean más intensos mientras mayor sea el transcurso en contacto con el tóxico y si se incrementa su cantidad.7. Si satisface ese deseo momentáneo estará posponiendo la toma de su decisión más sensata, dejar de fumar, que favorecerá su salud y la de los suyos.8. Piense en no fumar hoy. A usted no le debe interesar mañana, pues esa fecha nunca llegará. Mañana será hoy. Su vida está formada por muchos hoy y ningún mañana.Antiguamente en Cuba se podía leer en algún establecimiento privado: “Hoy no fío, mañana sí”. Y mañana encontraba el mismo cartel con el mismo mensaje, porque ese mañana en el que se fiaba no llegaba nunca. Siempre era hoy. Este consejo tiene mucho que ver con esa frase. La única diferencia es que evitamos hacer referencia al mañana. A eso se denomina abstinencia de veinticuatro horas en el tratamiento del alcoholismo, otra habituación patológica.9. No baje la guardia y mantenga al enemigo (el cigarro) lejos de usted. Por tanto, con los enemigos no se “coquetea”. Desaparezca los ceniceros, bote las colillas, deshágase de las cajetillas que todo fumador guarda, evite los lugares donde se fuma y a los fumadores aunque sean sus amigos o familiares. Si ellos están en la sala, usted se va para el patio. 10. Aprenda a decir NO, pues como fumador que es, le brindarán cigarros y esa debe ser su respuesta, sin dar muchas explicaciones, no está obligado a ello.11. Lea sobre técnicas para dejar de fumar que complementarán su decisión y le harán sentir más seguro.12. Debe autoestimularse, autopremiarse por lo logrado. Se puede comprar algún regalo con el dinero ahorrado por su decisión de dejar el mal hábito.13. Ayude a otros a dejar de fumar, ínstelos a, igual que lo ha hecho usted, enfrentar la vida sin cigarros.14. Evalúe sus progresos en salud (respira mejor, no tose en las mañanas, es sexualmente más capaz, no tiene dolor en las piernas, ni peste a cigarros en el aliento, ni quemaduras en las ropas, ni manchas de nicotina en manos y dientes, etc.).15. NO OLVIDE QUE ES UN FUMADOR HASTA QUE SE MUERA. No sea autosuficiente y crea que porque lleva diez años sin fumar ya está curado. Yo no lo creo. Más fácil es considerarse un fumador abstinente y evitar llevarse el primer cigarrillo a la boca.16. Disfrute de los comentarios favorables de sus familiares y amigos sobre usted, su nueva imagen, su voluntad por vencer su habituación, su capacidad para tomar una decisión a tiempo, y otros muchos halagos que le harán.
Recuerde: si hay una cosa útil que usted puede hacer es dejar de fumar.
PARA HACER FRENTE AL ESTRÉSEl estrés es una sensación desagradable: la persona puede experimentar tensión, apremio, autoexigencia desmesurada, inquietud y zozobra. Para enfrentarlo se necesitan disímiles mecanismos de adaptación que permitan evitar la sobrecarga emocional que la vida moderna demanda. A continuación les expongo diversas sugerencias que pudieran ser de utilidad en ese empeño.
1. Es imprescindible pensar positivamente, lo cual mejorará su estado anímico y lo preparará para emprender cualquier tarea por complicada que sea. No es lo mismo decirse: “Esta tarea que debo enfrentar es tediosa y aburrida”, que darle el enfoque siguiente: “Aunque esta tarea no resulta agradable, otras veces la he realizado sin problema alguno. Hoy, sin lugar a dudas, puedo volver a hacerla”.2. Trate de delimitar el problema a uno de sus aspectos más importantes. Si tiene una serie de cosas que realizar recuerde esto: Primero lo primero.3. Trate de generalizar sus reacciones afectivas para evitar una opinión desfavorable sobre sí mismo. Ante un temblor de tierra usted siente miedo, deseos de salir corriendo, de orinar y defecar. Piense que cientos de miles de personas han tenido sensaciones muy similares a las suyas cuando han estado expuestos a un temblor de tierra y usted no es una excepción.4. Se hace necesario aprender a enfrentarse a los síntomas del estrés, reconózcalos, aunque molestos, no se trata de síntomas graves que pueden poner en peligro su vida. Si siente angustia, su corazón latirá más rápido que de costumbre. Si esto le provoca temor de sufrir un ataque cardíaco, el propio temor incrementará los latidos de su corazón y con ellos su miedo a la inminencia de este supuesto ataque, quedará así cerrado el círculo vicioso: palpitaciones-temor-aumento de las palpitaciones-temor.Una opción es, al sentir las palpitaciones, comenzar a respirar suave y profundamente, lo cual le proporcionará una sensación de tranquilidad y relajación, normalizará sus latidos cardíacos. Es de mucha utilidad dejar de imaginar posibles riesgos que pudieran ocurrir si los síntomas continúan, pues éstas son reacciones corporales normales.5. Trate de encontrar diversas alternativas para hacer frente al estrés, como dejar de hacer lo que está haciendo, dar un pequeño paseo, hacer una broma, ir al cuarto de baño y lavarse la cara con agua fría, respirar hondo y relajarse, hacer una llamada telefónica a algún amigo para saludarse, etc. Cuando se sienta menos tensionado, continúe su labor.6. Acepte las presiones externas que puedan limitar su rendimiento. Pudiera usted decirse más o menos lo siguiente: “Teniendo en cuenta todo el tiempo dedicado a esta actividad y lo agotado que estoy sintiéndome, creo haberla hecho bastante bien. He acabado casi todo menos una tarea, por lo que debo tomarme un descanso para continuar mañana”.7. Debe reforzarse usted mismo apreciando lo bien que se puede sentir cuando es capaz de manejar el estrés con estas simples medidas, que seguramente serán enriquecidas con su creatividad.
PARA HACER MÁS GRATA NUESTRA VIDA COTIDIANACuando estaba realizando este libro, le pregunté a mi pequeño hijo de siete años, sobre qué debía escribir para que los seres humanos aprendieran a vivir mejor. Con la sinceridad característica de la infancia, él me dijo lo siguiente: “No pegar los pies en las paredes”, “no subirse en los árboles”, “no tumbarle los nidos a los pajaritos”, “no echar basura en las playas porque se contaminan”, “no matar los perros callejeros”, “no maltratar los ómnibus”, “no tirarle piedras a los pajaritos porque se mueren”, “no tirar piedras por las calles porque pueden romper un cristal de un carro o una ventana de una casa”, “no darle latigazos a las plantas ni arrancarles las hojas”, “no quitarle la pintura a las paredes”, etc.
Al preguntarle dónde aprendió todo eso me contestó: “En el mundo en que vivimos”.
Efectivamente, esa es una asignatura impartida en las escuelas primarias de nuestro país, a mi juicio, de una importancia capital por la sensibilidad que despierta en los niños hacia la naturaleza y la propiedad social.
El hombre, por muchos mecanismos reactivo-adaptativos adecuados que posea, vive en un determinado entorno y si no lo cuida, le hace la vida poco saludable, aburrida, triste. Debemos desarrollar una mentalidad ecológica y con un compromiso social que permita a las generaciones futuras vivir en un mundo habitable.
Y la actitud de los mayores contribuirá a que los hijos la imiten, pues los hechos dicen más que las palabras. Por eso nunca será tarde para evitar llenar nuestro entorno de desperdicios cuando existen depósitos habilitados para ellos; nunca será tarde para aprender a admirar las rosas en las plantas sin tomarlas, pues si cada ciudadano toma una flor de los jardines, la ciudad se queda sin rosas; nunca será tarde para asumir la responsabilidad con los animales afectivos a nuestro cargo y su descendencia, y evitar lanzarlos a la calle para morir de hambre, transmitir enfermedades y llevar una verdadera “vida de perros”; nunca será tarde para cuidar lo que es de todos como son las instalaciones deportivas, los teléfonos públicos, las calles y avenidas, los hospitales y las escuelas, las playas y los ríos, el aire que respiramos.
No seremos verdaderos seres humanos si no nos comportamos como el más evolucionado de los mamíferos superiores y si no hacemos una utilización adecuada de ese privilegiado órgano que es el cerebro humano. Y nuestro crecimiento y desarrollo debe insertarse armónicamente en el entorno del cual somos una parte importante pero no la única.
Otros seres vivos también tienen su espacio entre nosotros y debemos respetarlos mediante una actitud protectora de la flora y la fauna, lo cual contribuirá a incrementar la espiritualidad y la admiración del ser humano por lo bello. Y por igual deben respetarse y cuidarse las obras de los hombres, que son parte importante de la historia de un país, como los edificios, los parques, los monumentos, las bibliotecas y sus libros, los cines y sus asientos. Y todo lo que se repite se convierte en un hábito, bueno o malo; si practicamos todos los días alguno de los buenos hábitos descritos con antelación, llegará a formar parte de nuestra personalidad, de nuestra cultura.
PARA EVITAR LA VIOLENCIA EN LAS RELACIONES INTERPERSONALESHabitualmente se hace mayor énfasis en el aspecto visible de la violencia, esto es, en el maltrato físico o psicológico, en la conducta violenta manifiesta en forma de gritos, amenazas, palabras soeces, injurias, golpes, empujones, agresiones físicas más severas que pueden ocasionar daños, mutilar y a veces comprometer la vida del agredido. Sin embargo, hay otros tipos de violencia, más sutiles, pero no menos dañinos, patentes en las relaciones interpersonales, entre sujetos que, en apariencia, no se solidarizan con la conducta violenta ni la practican conscientemente. A este tipo es al que me quiero referir.
Así es, hay formas de comportamiento, en apariencia normales, que son violentas, pues tratan de forzar una situación a su antojo; por ejemplo, cuando nos inmiscuimos en la vida ajena sin que nos pidan un criterio u opinión, sólo porque esa persona no está actuando como lo haríamos nosotros, como si fuéramos el modelo a seguir, y considerar a todo lo diferente de ese supuesto “modelo de normalidad”, como algo que hay que modificar, cambiar, rehacer.
Otra manera de manifestarse la violencia doméstica es cuando se desconocen los atributos positivos de la pareja o son objeto de burla. Así, una profesional con éxitos en su vida científica se queja de la recriminación de su esposo porque “lo único que haces últimamente es estudiar y escribir”, a pesar de ella haber sido capaz de complementar su actividad científica con la atención a la familia.
En ocasiones, el silencio es una forma de violencia en las relaciones interpersonales, pues privan a los seres humanos de la tan necesaria comunicación. Esto se hace más evidente cuando las parejas no viven solas, sino con la familia de uno de los cónyuges. En este caso, el cónyuge que propicia el silencio, mantiene el trato con los otros miembros de su familia y deja “abandonado al silencio” al que no tiene familia alguna en ese medio. Si bien puede conversar con otros convivientes, la calidad de la comunicación se encontrará comprometida de manera importante.
Otra forma de violencia en las relaciones interpersonales es cuando se trata de subordinar los intereses de la familia a los de uno de sus miembros, cuando ni siquiera son los importantes en ese momento. Así, por ejemplo, se quiere poner a todos en función del niño enfermo y éste sólo tiene un catarro común. O que el esposo espere a su pareja para ir al trabajo, cuando ella habitualmente llega retrasada. O que los niños y adolescentes sufran la pérdida de un ser querido con las mismas manifestaciones de duelo que el adulto.
También es conducta violenta la manipulación del sexo, es decir, utilizar las relaciones sexuales como un arma contra la pareja. Y es el caso cuando un cónyuge se molesta con el otro y deja de tener relaciones sexuales varios días, aunque la molestia bien podía ser resuelta en cinco minutos. Prolongar innecesariamente los disgustos, es otra forma de violencia, se dilata el malestar para tener ventajas en la relación. Ésta debe ser complementaria, no competitiva, y cuando esto ocurre en la pareja es una forma muy destructiva, por cierto. Cada cónyuge debe tratar de tener el mayor éxito en lo que hace y el que tenga menos posibilidades por uno u otro motivo, debiera sentirse feliz porque su pareja lo haya logrado, esto no pasa siempre y el éxito se convierte en motivo de diferencias e incomprensiones por parte unas veces de quien los obtiene y otras, de quien no los pudo obtener.
Otra manifestación de violencia es cuando no se comparten las tareas de la familia y se recargan en uno de sus integrantes o cuando las tareas no son repartidas de forma lógica, para que cada cual pueda hacer una utilización más racional de su tiempo.
En definitiva, la conducta violenta tiene muchas maneras de manifestarse y debemos evitar que la anómala forme parte de nuestro comportamiento.
PARA MEJORAR EL “MIEDO ESCÉNICO”El popularmente conocido “miedo escénico” es la fobia social, esto es, un miedo persistente a hacer el ridículo en situaciones públicas o cualquier actividad social. Existen diversos criterios diagnósticos para esta condición, entre los que cabe mencionar el temor intenso de la persona ante el público o quienes no pertenezcan a su ámbito familiar o de sus conocidos, con la sensación de actuar de manera humillante o embarazosa para ella.
La exposición a estas situaciones sociales a las que teme, provoca, por lo general, gran ansiedad en el sujeto, reconocida por él como irracional o excesiva y, para no experimentarla, limita su actividad, evitándolas. Este comportamiento interfiere de manera importante el establecimiento de una rutina cotidiana, complica las relaciones laborales, estudiantiles o sociales o bien le puede ocasionar un malestar significativo.
Para mejorar el “miedo escénico” es importante estar consciente de haber comenzado a sufrir por algo no ocurrido aún y que ésta es una manera irracional de pensar. Usted no puede predecir el futuro, pero si se le ocurre hacer un pronóstico, trate de que sea positivo. Podrá enfrentarse a cualquier multitud, sintiendo lo que habitualmente experimentamos todos ante grandes multitudes: miedo. Pero, ese temor es muy normal, e irá disminuyendo en la medida en que repita con éxito el afrontamiento, aunque nunca desaparece del todo, siempre se experimentará en cierta medida.
También, al dirigirse al público, debe tener en cuenta que nadie podrá atender a todos los individuos presentes en un gran conglomerado. Precisamente, por definición, esta atención activa a la que me refiero, es la focalización de la conciencia: sólo se atiende así a un suceso, a una sola persona, etc. Por ello, elija a cual dirigirá la palabra, y debe ser alguien interesado en lo que usted está diciendo o comentando, y no permanezca demasiado tiempo focalizado en esa única persona, sino que debe elegir otra, esta vez en el extremo opuesto a la anterior. Si la primera era una señora de la tercera fila, la próxima será el señor canoso de la última fila a la izquierda. Y ese ejercicio realícelo varias veces durante su exposición, conversación o discurso ante muchas personas.
Debe pensar además, que el público es muy benevolente y, por lo general, cuando se queda mal parado ante él, trata de disimular el malestar de la persona en cuestión; y es cuando más aplaude, cuando más se solidariza, cuando más evalúa el esfuerzo realizado, cuando más se pone en la situación del otro. Usted no está ante el circo romano.
Por último, otra de las cosas que debe hacer es imaginarse frente a la multitud que tanto teme, tratando de mantener la calma, tranquilo, relajado, seguro de sí mismo. Repita este ejercicio hasta la saciedad, combinándolo con incursiones en multitudes reales cuando usted no tenga que desempeñar un rol protagónico importante.
¿QUÉ HACER CUANDO FALLECE UN SER QUERIDO?El fallecimiento de un ser querido resulta siempre un acontecimiento muy doloroso. Cuando esto ocurre, el ser humano pasa por diversas etapas, las que a continuación serán descritas:Primera etapa o de negación. Como su nombre indica, en esta etapa el sujeto niega la muerte del ser querido y son frecuentes las siguientes expresiones: “No, eso no puede ser”, “eso es mentira”, “díganme la verdad”, “no lo puedo creer”, etc. Al fallecido se le imagina de todas las formas menos muerto.
Segunda etapa o de rabia. En ella el doliente despliega su hostilidad contra todos, hacia todos, incluyendo el propio fallecido. Culpa a los médicos porque supuestamente no le brindaron toda la atención necesaria o no le prestaron el debido interés. Esto debieran saberlo no sólo los familiares sino también los médicos para poder entender que éste tratar de responsabilizarlos a ellos y a la institución de lo ocurrido, es una reacción normal y habitual en todo el que pierde a un ser querido, y no un problema personal.
En esta etapa dirige la rabia contra el fallecido y es frecuente la pregunta “¿por qué me dejaste?”, hacerle reclamos, e incluso agredirlo: lo pueden apretar, golpear, sacudir, pidiéndole que le responda, que le hable, que le conteste, o simplemente que no se muera.
Es propio de la etapa que este familiar se culpe de no haber hecho todo lo posible por su ser querido y son comunes los siguientes pensamientos: “debí llevarlo a otro hospital”, “si lo hubiera tratado el Dr. X quizás no se hubiera muerto”, “si yo me hubiera dado cuenta antes, a tiempo, otro hubiera sido el desenlace”, y muchos otros similares.
Tercera etapa o de regateo. Ésta se caracteriza por la búsqueda de un consuelo que disminuya su sufrimiento, y entonces se dice: “ya descansó”, “que Dios lo tenga en la gloria”, “menos mal que sufrió poco” y otras por el estilo. Como su nombre indica, esta etapa es de negociación, cuyo objetivo es liberarse de las culpas de la etapa previa.
Cuarta etapa o de aceptación. Es el resultado final de la evolución normal del duelo. Ahora no se habla de resignación, que es una conformidad dolorosa, sino de aceptación, proceso mediante el cual se aprende a vivir sin el ser querido fallecido, a ser productivo, creativo, nuevamente libre y con una vivencia de mejor preparación para la vida.
Es importantísimo conocer estas expresiones y sobre todo las de la rabia, saber que es normal, y todos nos echamos la culpa por lo que pudimos hacer y no hicimos porque provoca una sensación de alivio considerable.Otro aspecto notable en el manejo del duelo es facilitar el llanto y permitir expresar los afectos y emociones displacenteras, no reprimirlas con las conocidas frases “pon de tu parte” y “ponte fuerte” porque en nada ayudan al doliente.
Luego del duelo, es de mucha utilidad recoger y guardar las pertenencias del ser querido, así como las fotografías, de manera que no se conviertan en un estímulo depresógeno generador de mayor tristeza.
Otra sugerencia es evitar acudir al cementerio con frecuencia. Desde épocas inmemoriales la frase “en paz descanse” se utiliza para poner en las lápidas de los fallecidos en distintos países. Y dejarlos descansar es una opción acertada. Escoja un día para ir a ver la tumba del ser querido, que puede ser el Día de las Madres o de los Padres, el día de su nacimiento o cuando desee. No así el día que falleció, por ser un momento doloroso que no debe ser actualizado.
Por último, una recomendación útil es hacerle caso al cuerpo en todo momento, pues la evolución normal del duelo le irá diciendo lo que usted podrá ir haciendo. Si el cuerpo le pide no ingerir alimentos, no los ingiera. Ya llegará el momento de comer como habitualmente. Si el cuerpo le pide llorar, llore. Ya llegará el momento de volver a sonreír.
PARA QUIENES GUSTAN DE AYUDAR A OTRAS PERSONAS EN SITUACIONES DIFÍCILESHay una buena cantidad de seres humanos que les gusta ayudar a otros. Ese sentimiento solidario es muy agradecido por quienes lo reciben. Claro está, no todas las personas poseen la misma preparación técnica y científica para que esa ayuda sea efectiva de forma inmediata y lo más importante, a mediano y a largo plazo cuando se pueda dotar al sujeto de las herramientas necesarias que le permitan enfrentar con éxito problemas similares en el futuro. Por eso me referiré a algunos factores que pudieran contribuir a que quienes tienen esas aptitudes logren ofrecer la ayuda de manera más efectiva, sin necesidad de recibir una enseñanza especializada.
En los diversos tipos de psicoterapia, existen actividades que debe realizar un terapeuta, independientemente de la escuela que propugne, una de ellas es la escucha, esa capacidad de permitir a otra persona expresar sus pensamientos con libertad, sin interrupción alguna. En la actualidad, hay todo un cuerpo de conocimientos teóricos relacionados con la llamada Listening Therapy o Terapia de Escucha, donde lo fundamental es saber escuchar y considerar que el ser humano tiene una sola boca, mientras posee dos orejas, lo cual significa que la naturaleza le otorgó un privilegio al sentido del oído. Aunque esta aseveración pudiera ser discutible, es un recurso que muchos emplean para recalcar la importancia de la escucha.
El que brinda ayuda debe fomentar el rapport, esto es, propiciar una relación armónica, empática, ponerse en el lugar del otro, ser capaz de experimentar lo que está experimentando la otra persona, pero manteniendo una prudencial distancia que permita ser más objetivo. En otras palabras, si usted desea ayudar a una persona, debe evitar involucrarse demasiado en el problema, pues entonces pasará a ser parte del mismo. Entrar en la situación conflictiva y saber salir, pues “desde fuera se ve mejor”, es la clave.
La actitud de apoyo es otra condición indispensable, la cual se logra, además de lo anteriormente explicado, con la aceptación del sujeto en su individualidad, con la solidaridad manifestada con nuestra presencia, que contribuya a mitigar su soledad, con la orientación oportuna (visitar un facultativo, no tomar una decisión importante con ese estado anímico, tomar vacaciones, aceptar un certificado médico, leer determinado libro, etc.).También es fundamental la realización de preguntas, pero no cualquiera de ellas, sino aquellas que le permitan al sujeto expresar sus emociones y sentimientos y a nosotros conocer cómo piensa, cuán pesimista, poco realista, agresivo, autodestructivo, es su pensamiento. Las preguntas bien realizadas recaban una información muy valiosa, mediante la cual logramos acercarnos a un conocimiento más fidedigno de la problemática del individuo, cuándo se inició ésta, de qué manera, cómo él se sintió, cómo la intentó resolver, etc.
Otras actitudes que pueden ayudar a una persona en situación difícil, es el reforzamiento, o sea, la aprobación de una conducta o pensamiento positivo, mediante la felicitación, un apretón de manos, unas palabras de elogio. Asimismo, se deben castigar aquellas conductas o pensamientos negativos con desaprobación: un llamado de atención, expresar desacuerdo con esas actitudes, en otras palabras, corregir toda manifestación negativa. Esa es una manera valiosa de ayudar a otros.
Se puede asistir a un sujeto sobre quien han existido determinadas presiones emocionales que le hacen suponer que todo el mundo reaccionará de igual forma con él, al usted hacerlo de una manera diferente, eso lo ayudará a corregir su experiencia emocional pasada: no todos reaccionan como él piensa. Y el bienestar encontrado al interactuar con otro ser humano que no le reprueba, critica, rechaza, hostiliza, por sí solo, es terapéutico. A este auxilio se conoce como “experiencia emocional correctiva”, término utilizado por las terapias psicoanalíticas no ortodoxas, para designar la neutralidad afectiva del terapeuta.
Con estos elementos, seguro usted, que tiene esa capacidad para ayudar a otros muy desarrollada, estará en mejores condiciones de brindarla.
RESUMEN
En los últimos años ha surgido con fuerza la Inteligencia Emocional como un tema transversal en la Psicología (Psicología de la Educación, Psicología de las Organizaciones, Psicología de la Emoción), si bien las popularizaciones que se han hecho del tema han impedido por el momento que el constructo surja de forma clara.
En este trabajo partiremos de la exploración de diferentes modelos de Inteligencia Emocional para centrarnos posteriormente en uno de sus componentes centrales: la autorregulación emocional, y formulando posteriormente el desarrollo de un modelo de Inteligencia Emocional centrado en procesos, el modelo de Barret y Gross.
1. INTELIGENCIA EMOCIONAL1.1. Marco conceptualLa Inteligencia Emocional es un campo de estudio que surgió en la década de los 90 como reacción al enfoque de inteligencias meramente cognitivas, sumando críticas a los detractores de los tests de inteligencia tradicionales.
Este enfoque se hizo rápidamente popular en la prensa no científica, entre otras razones porque emitía un mensaje novedoso y atractivo: se puede tener éxito en la vida sin tener grandes habilidades académicas. El libro divulgativo de Daniel Goleman (1995) se convirtió rápidamente en un best – seller, aunque la investigación al respecto se encontraba aun en sus inicios.
Mayer (2001) señala cinco fases hasta el momento en el desarrollo del campo de estudio de la Inteligencia Emocional que pueden ayudarnos a entender de donde surgen los conceptos y habilidades que actualmente se presentan juntos bajo el epígrafe de IE:1) Inteligencia y Emociones como campos de estudio separados (1900 – 1969): La investigación sobre la inteligencia se desarrolla en este periodo y surge la tecnología de los tests psicológicos. En el campo de la emoción se centran en el debate entre la primacía de la respuesta fisiológica sobre la emoción o viceversa. Aunque algunos autores hablan sobre la “inteligencia social” las concepciones sobre Inteligencia siguen siendo meramente cognitivas.2) Precursores de la inteligencia emocional (1970 – 1989): El campo de la cognición y el afecto examina como las emociones interaccionan con el pensamiento. Una teoría revolucionaria de este periodo es la Teoría de Inteligencias Múltiples de Gardner, la cual incluye una inteligencia “intrapersonal”.3) Emergencia de la Inteligencia Emocional (1990 – 1993): Mayer y Salovey publican una serie de artículos sobre la inteligencia emocional, incluyendo el primer intento de medir estas competencias.4) Popularización y ensanchamiento del concepto (1994 – 1997): Goleman publica su libro “Inteligencia Emocional” y el término IE salta a la prensa popular.5) Institucionalización e investigación sobre la IE (1998 – actualidad): Se producen refinamientos en el concepto de IE y se introducen nuevas medidas. Aparecen las primeras revisiones de artículos de investigación.
¿De que hablamos cuando hablamos de Inteligencia Emocional?La Inteligencia Emocional se entiende como un conjunto de habilidades que implican emociones. Varios autores han señalado diferentes definiciones de Inteligencia Emocional:
“incluye las áreas de conocer las propias emociones, manejar emociones, motivarse a uno mismo, reconocer emociones en otros y manejar relaciones” Goleman (1995)
“un conjunto de capacidades, competencias y habilidades no cognitivas que influencian la habilidad propia de tener éxito al afrontar las demandas y presiones del medio ambiente" Bar – On (citado en Mayer , 2001)
“se refiere a la habilidad para reconocer el significado de las emociones y sus relaciones, y para razonar y resolver problemas en base a ello. También incluye emplear las emociones para realzar actividades cognitivas” Mayer et al. (2001)
En una serie de estudios conducidos por Schutte y colaboradores (2002) se centraron en encontrar relación entre los niveles de inteligencia emocional y la autoestima y el estado de ánimo positivo, encontrando una relación positiva entre la Inteligencia Emocional y ambas variables.
Varios autores han teorizado que una alta inteligencia emocional puede llevar a grandes sentimientos de bienestar emocional y son capaces de tener una mejor perspectiva de la vida. Existe también evidencia empírica que parece demostrar que la alta inteligencia emocional se asocia con menor depresión, mayor optimismo y una mejor satisfacción con la vida. Por tanto, esto sugiere un vínculo entre inteligencia emocional y bienestar emocional.
1.2. Modelos tradicionales sobre Inteligencia Emocional Los principales modelos que han afrontado la Inteligencia Emocional en la década de los 90 son los de Mayer et al. (2001) (Modelo de las 4 ramas), el modelo de competencias de Goleman y el Modelo Multifactorial de Bar On.
Mayer (2001) agrupa estos modelos distinguiendo entre aproximaciones mixtas y aproximaciones de habilidades:• Aproximaciones de Habilidades: El modelo de 4 ramas de Mayer et al. divide la Inteligencia Emocional en cuatro áreas de habilidades:1) Percibir emociones: Capacidad de percibir emociones en caras o imágenes. 2) Usar emociones para facilitar el pensamiento: Capacidad de usar las emociones para realzar el razonamiento.3) Comprensión de emociones: Capacidad de comprender información emocional acerca de las relaciones, transiciones de una emoción a otra e información lingüística acerca de las emociones.4) Manejo de las emociones: Capacidad para manejar emociones y relaciones emocionales para el crecimiento personal e interpersonal.Estos autores señalan que las ramas 1,3 y 4 incluyen razonar acerca de las emociones, mientras que la rama 2 únicamente incluye el uso de las emociones para realzar el razonamiento. Jerárquicamente estas 4 ramas estarían dispuestas de modo que "percibir emociones" estaría a la base, mientras que "Manejo de emociones" estaría a la cima.
• Aproximaciones Mixtas: Estas aproximaciones populares incluyen atributos personales que están más comúnmente relacionados con la efectividad personal y el funcionamiento social (Barret y Gross, 2001; Mayer, 2001).- Modelo de Competencias Emocionales de Goleman:Incluye cinco competencias:1. El conocimiento de las propias emociones2. La capacidad de controlar las emociones3. La capacidad de motivarse a uno mismo4. El reconocimiento de las emociones ajenas5. El manejo de las relaciones
- Modelo Multifactorial de Bar – On: Bar On realiza una conceptualización multifactorial de la inteligencia emocional, conformada por los siguientes componentes factoriales:1) C.F. Intrapersonales:• Autoconcepto: Esta habilidad se refiere a respetarse y ser consciente de uno mismo, tal y como unos es, percibiendo y aceptando lo bueno y malo.• Autoconciencia Emocional: Conocer los propios sentimientos para conocerlos y saber qué los causó. • Asertividad: Es la habilidad de expresarse abiertamente y defender los derechos personales sin mostrarse agresivo ni pasivo.• Independencia: Es la habilidad de controlar las propias acciones y pensamiento uno mismo, sin dejar de consultar a otros para obtener la información necesaria. • Autoactualización: Habilidad para alcanzar nuestra potencialidad y llevar una vida rica y plena, comprometiéndonos con objetivos y metas a lo largo de la vida.
2) C.F. Interpersonales: • Empatía: Es la habilidad de reconocer las emociones de otros, comprenderlas y mostrar interés por los demás. • Responsabilidad social: Es la habilidad de mostrarse como un miembro constructivo del grupo social, mantener las reglas sociales y ser confiable. • Relaciones Interpersonales: Es la habilidad de establecer y mantener relaciones emocionales caracterizadas por el dar y recibir afecto, establecer relaciones amistosas y sentirse a gusto.
3) C.F. de Adaptabilidad• Prueba de realidad: Esta habilidad se refiere a la correspondencia entre lo que emocionalmente experimentamos y lo que ocurre objetivamente, es buscar una evidencia objetiva para confirmar nuestros sentimientos sin fantasear ni dejarnos llevar por ellos. • Flexibilidad: Es la habilidad de ajustarse a las cambiantes condiciones del medio, adaptando nuestros comportamientos y pensamientos. • Solución de problemas: La habilidad de identificar y definir problemas así como generar e implementar soluciones potencialmente efectivas. Esta habilidad esta compuesta de 4 partes: 1) ser consciente del problema y sentirse seguro y motivado frente a él2) definir y formular el problema claramente (recoger información relevante)3) generar tanto soluciones como sea posible 4) tomar una solución sobre la solución a usar, sopesando pros y contras de cada solución.
4) C.F. de Manejo del Estrés• Tolerancia al estrés: Esta habilidad se refiere a la capacidad de sufrir eventos estresantes y emociones fuertes sin venirse abajo y enfrentarse de forma positiva con el estrés. Esta habilidad se basa en la capacidad de escoger varios cursos de acción para hacerle frente al estrés, ser optimista para resolver un problema, y sentir que uno tiene capacidad para controlar influir en la situación.• Control de impulsos: Es la habilidad de resistir o retardar un impulso, controlando las emociones para conseguir un objetivo posterior o de mayor interés.
5) C.F. de Estado de Animo y Motivación• Optimismo: Es mantener una actitud positiva ante las adversidades y mirar siempre el lado bueno de la vida.• Felicidad: Es la habilidad de disfrutar y sentirse satisfecho con la vida, disfrutarse uno mismo y a otros, de divertirse y expresar sentimientos positivos.
En todos estos modelos podemos ver que la autorregulación emocional (entendida como la capacidad de regular los estados emocionales a un punto de referencia) es un elemento principal de los modelos. Así, el modelo de las 4 ramas de Mayer et al. sitúa al “Manejo de las Emociones” arriba de su escala jerárquica, Goleman la incluye como “capacidad de controlar las propias emociones” y Bar – on incluye elementos de autorregulación emocional en varias de sus habilidades, como el “Control de Impulsos” y la “Flexibilidad”.En el siguiente punto nos centraremos en el mecanismo psicológico de la autorregulación, ofreciendo dos modelos de autorregulación emocional.
2. AUTORREGULACION EMOCIONALComo hemos visto, los principales modelos de Inteligencia Emocional dan mucha importancia a la regulación de las propias emociones. De hecho, se trata de la piedra angular del concepto, ya que de nada sirve reconocer nuestras propias emociones si no podemos manejarlas de forma adaptativa.
La autorregulación emocional se englobaría dentro de lo que sería el proceso general de autorregulación psicológica, el cual es un mecanismo del ser humano que le permite mantener constante el balance psicológico. Para ello necesita de un sistema de feedback de control que le permita mantener el estatus en relación a una señal de control.
Bonano (2001) expone un modelo de autorregulación emocional que se centra en el control, anticipación y exploración de la homeostasis emocional. La homeostasis emocional se conceptualizaría en términos de metas de referencia pertenecientes a frecuencias, intensidades o duraciones ideales de canales experienciales, expresivos o fisiológicos de respuestas emocionales. En este sentido, Vallés y Vallés (2003) señalan que puesto que las emociones tienen tres niveles de expresión (conductual, cognitivo y psicofisiológico) la regulación del comportamiento emocional afectará a estos tres sistemas de respuesta.
Por tanto, la autorregulación emocional no sería sino un sistema de control que supervisaría que nuestra experiencia emocional se ajustase a nuestras metas de referencia.
2.1. Modelo Secuencial de Autorregulación EmocionalEste modelo propuesto por Bonano (2001) señala tres categorías generales de actividad autorregulatoria:1) Regulación de Control: Se refiere a comportamientos automáticos e instrumentales dirigidos a la inmediata regulación de respuestas emocionales que ya habían sido instigadas. Dentro de esta categoría se incluyen los siguientes mecanismos: disociación emocional, supresión emocional, expresión emocional y la risa.
2) Regulación Anticipatoria: Si la homeostasis está satisfecha en el momento, el siguiente paso es anticipar los futuros desafíos, las necesidades de control que se puedan presentar. Dentro de esta categoría se utilizarían los siguientes mecanismos: expresión emocional, la risa, evitar o buscar personas, sitios o situaciones, adquirir nuevas habilidades, revaloración, escribir o hablar acerca de sucesos angustiosos
3) Regulación Exploratoria: En el caso que no tengamos necesidades inmediatas o pendientes podemos involucrarnos en actividades exploratorias que nos permitan adquirir nuevas habilidades o recursos para mantener nuestra homeostasis emocional. Algunas de estas actividades pueden ser: entretenimiento, actividades, escribir sobre emociones
2.2. Modelo Autorregulatorio de las Experiencias EmocionalesLa idea principal de la que parten Higgins , Grant y Shah (1999) es que las personas prefieren algunos estados más que otros y que la autorregulación permite la ocurrencia de los estados preferidos más que de los no preferidos. Igualmente señalan que el tipo de placer y el tipo de malestar que la gente experimenta depende de qué tipo de autorregulación este funcionando.
Estos autores señalan tres principios fundamentales implicados en la autorregulación emocional:1) Anticipación regulatoria: Basándose en la experiencia previa, la gente puede anticipar el placer o malestar futuro. De esta forma, imaginar un suceso placentero futuro producirá una motivación de acercamiento, mientras que imaginar un malestar futuro producirá una motivación de evitación.2) Referencia regulatoria: Ante una misma situación, se puede adoptar un punto de referencia positivo o negativo. Por ejemplo, si dos personas desean casarse, una de ella puede anticipar el placer que significaría estar casados, mientras que la otra persona podría imaginar el malestar que les produciría no casarse. Por tanto la motivación sería la misma, pero una de ellas estaría movida por un punto de referencia positivo y la otra por un punto de vista negativo.3) Enfoque regulatorio: Los autores hacen una distinción entre un enfoque de promoción y un enfoque de prevención. Por tanto se distingue entre dos diferentes tipo de estados finales deseados: aspiraciones y autorrealizaciones (promoción) vs. responsabilidades y seguridades (prevención).
3. EL MODELO DE PROCESOS DE BARRET Y GROSSYa hemos visto diferentes modelos de Inteligencia Emocional que se han propuesto, tanto desde ámbitos populares y aplicados (Modelos de Goleman y de Bar – On) como desde perspectivas más experimentales (Modelo de las Cuatro Ramas de Mayer y Salovey).
También hemos discutido la importancia que en estos modelos se les da a los procesos autorregulatorios a nivel emocional, analizando los modelos de Bonano y de Higgins y cols.
Los modelos vistos sobre inteligencia emocional la definen como un juego de habilidades y atributos personales o competencias sociales. Esto implicaría dos asunciones básicas (Barret y Gross, 2001):1º) Las emociones propias o las de otros se ven como entidades fijas sobre las que se pueden hacer juicios correctos o incorrectos.2º) La inteligencia emocional se ve como un conjunto estático de habilidadesEn contraste, el modelo de procesos de Barret y Gross entiende las emociones como un fenómeno emergente y fluido que resultaría de la interacción entre procesos explícitos e implícitos, por lo cual no habría sitio para una evaluación correcta o incorrecta.
La inteligencia emocional sería en este modelo “un conjunto de procesos relacionados que permite al individuo desplegar satisfactoriamente representaciones mentales en la generación y regulación de de la respuesta emocional”.
En este esquema de procesos, existirían dos aspectos de gran importancia. Por una parte, el cómo se representan las emociones (el como la persona representa mentalmente las emociones y se hace consciente de ellas). Por otra parte, el cómo y cuando se regulan las emociones.
Sobre la representación de las emociones solo diremos aquí que existirían tres procesos principales implicados en la generación de las emociones: la disponibilidad del conocimiento sobre las emociones, la accesibilidad del conocimiento sobre emociones y la motivación para construir experiencias emocionales discretas, y por último, la localización de los recursos de funciones como la memoria de trabajo. Estos procesos son de gran importancia para la Inteligencia Emocional, pero los dejaremos a un lado para centrarnos en el otro tipo de procesos, lo relacionados con la autorregulación emocional.
El Modelo de Gross de Autorregulación Emocional (Barret y Gross, 2001; Gross y John, 2002; Gross, 2002), sobre el cual se desarrolla el modelo de procesos de Inteligencia Emocional, se describen cinco puntos en los que las personas pueden intervenir para modificar el curso de la generación de emociones, esto es, autorregularse emocionalmente. Mostramos un esquema general del modelo a continuación.
Son muchos los factores que contribuyen a ello, como la pérdida de figuras significativas en edades tempranas de la vida, una niñez desdichada en un medio familiar caótico, matizado por maltrato infantil, abuso sexual o psicológico, abandono; el padecimiento de enfermedades mentales graves que deterioran el juicio, las emociones y la conducta; determinadas enfermedades físicas que comprometen la calidad de vida de quienes las sufren, por invalidez, discapacidad o el dolor que traen consigo, entre otros.
Además de estas contingencias, otras razones conspiran contra el propósito de aprender a vivir, entre las que se encuentran: la utilización constante de comportamientos ineficaces para una adaptación creativa; el autoengaño en sus diversas formas de presentación como la justificación de las conductas desadaptativas; la complacencia por lo logrado, teniendo metas acuciantes por cumplir; la magnificación de problemas que no son tales y minimizar los recursos propios, por sólo citar algunos ejemplos.
Vivir en la inmediatez, como algunos individuos que no son capaces de posponer las gratificaciones para poder alcanzar otros objetivos más importantes a mediano o largo plazo —patrón de comportamiento muy identificado entre los dependientes del alcohol, las drogas, los fármacos u otras sustancias—, también conduce a una mala vida, así como la presencia de pensamientos suicidas, la tentativa de autoeliminación y el suicidio consumado.
Enseñar a vivir a otros constituye, sin lugar a dudas, un arduo y complejo proceso participativo, en el que el protagonismo fundamental le pertenece al sujeto que lo intenta y cuyos resultados afectarán, para bien o para mal, a él mismo y a sus familiares.
Psicoterapia para aprender a vivir es un esfuerzo más en este sentido, en su lectura usted encontrará una serie de expresiones escritas con la exactitud con que fueron manifestadas por una gran cantidad de personas atendidas por mí durante un cuarto de siglo de práctica profesional ininterrumpida, ellas reflejan mecanismos reactivo-adaptativos que conspiran contra el crecimiento personal de quienes las pronuncian, como: las encargadas de justificar un comportamiento anormal; las de defensa para culpar a otros de lo que les ocurre por su propia manera de comportarse e impiden la introspección; las que obstaculizan alcanzar el autoconocimiento; las que hacen más difícil la solución de las dificultades... Podrá hallar también consejos útiles para enfrentar problemas universales como son las relaciones paterno-filiales, las matrimoniales, el mal hábito de fumar, el consumo de drogas en la adolescencia, el logro del autocontrol, las formas de enfrentamiento al estrés, etcétera.
Además, consideramos oportuno tratar aspectos relacionados con la prevención del suicidio, para lo cual incluimos varias técnicas de entrevistas y algunas formas de enfrentamiento y manejo de las personas con pensamientos suicidas que hayan intentado contra su vida, y de los familiares del fallecido por este medio.
Para aprender a vivir fue escrita esta psicoterapia. Ojalá usted logre ese propósito.
DOCTOR, MI VIDA NO TIENE SENTIDOCada vez que escucho esta expresión no dejo de sobrecogerme a pesar de la experiencia acumulada y de todo lo aprendido durante mis años de trabajo. Y es que cuando la vida carece de sentido, el próximo paso para una cantidad no despreciable de seres humanos que así se expresan, es la autodestrucción, ya sea por suicidio o mediante formas de vida insanas.
Una existencia sin sentido no tiene calidad. Es por ello que el ser humano debe empeñarse en encontrar la vía por la cual dirigir sus energías hacia el logro de una trascendencia social cuyo resultado sea la satisfacción personal. Claro está, el sentido de la vida no es algo común para todos los individuos, es personal, porque lo que me lo da a mí no lo dará a mi pareja o a mis hijos. Luego, lo primero que usted debe hacer para dar sentido a su vida, es preguntarse cuál es su mejor atributo, su mejor cualidad, en qué aspecto es realmente bueno. Y de eso no es difícil darse cuenta. Muchas personas a lo mejor lo buscan porque es buen conversador, o sabe arreglar bien los cabellos, o explicar bien las cosas para que otros la entiendan, o sabe de mecánica o de computación, o hace unos dulces de guayaba exquisitos, o cose muy bien, o escribe a máquina de manera impecable...
Una vez que descubra ese atributo, dedíquele una parte de su tiempo para buscar la mayor perfección, y hágalo de manera consciente, no como un pasatiempo, sino como una obligación: usted le está dedicando a ese atributo una parte de su tiempo porque ello le dará un sentido a su existencia y su deber es perfeccionarlo al máximo. Si sabe arreglar los cabellos, debe tratar de llegar a ser un estilista, estar al tanto de lo que se hace en otros lugares dentro y fuera de su país, de la última moda; y si no desea ponerse metas tan ambiciosas, pues al menos debe conocer qué están haciendo los peluqueros de su ciudad o pueblo, y tratar de hacerlo, al menos igual, si no lo puede hacer mejor que ellos. Recuerde que esas personas tienen dos manos y un cerebro lo mismo que usted. Lo demás es la dedicación personal y el amor con que haga lo suyo. Cuando empiece a notar que arreglar los cabellos a las personas dejó de ser un trabajo y ya es otra cosa, no ajena a sí mismo, sino que es parte suya como lo puede ser un lunar o las canas, entonces, estará en el momento adecuado para empezar a dedicarle todo el tiempo de su vida, pues le está brindando un sentido a su existencia.
Otras veces no hay que descubrirse atributo alguno, ni competir con nadie. Simplemente mire a su alrededor y trate de encontrar la persona más necesitada de usted, por ejemplo, su abuela, su pequeño hijo, su esposa enferma, su esposo con una gran cantidad de responsabilidades, etc. Dedíquese a mejorar la calidad de vida de ellos y eso también mejorará la suya.
Dicho incentivo en ocasiones se puede encontrar en su propia tragedia. He conocido madres que han perdido un hijo por suicidio y se han consagrado a ayudar a otras madres y familiares con una experiencia similar y ello le ha complacido. También hay padres que han tenido un hijo con Síndrome Down (mongolismo) y se han entregado a su educación en todos los sentidos, sumando en ese empeño a quienes tienen hijos portadores de la misma enfermedad. Otros llegaron a darle un sentido a sus vidas, en la búsqueda de las causas de la enfermedad de su hijo, hasta ese momento desconocidas para la ciencia.
Al parecer, para algunos no hay nada que los entusiasme, y en esos momentos tal vez un animal afectivo pueda lograrlo. Hemos encontrado en nuestra práctica profesional sujetos que viven solos, sin pareja ni hijos, muy tristes, y junto con el tratamiento psicofarmacológico, se les ha sugerido criar un animal de compañía al cual brindar afecto y atención y así han encontrado una razón para vivir.
Como puede darse cuenta, siempre habrá alguien o algo, incluso cuando usted considere que no, que abra un nuevo horizonte para su vida.
QUIERO OLVIDAR Y NO PUEDOEsto es frecuentísimo en personas que han estado envueltas en algún acontecimiento doloroso: pérdida de seres queridos, o de una relación amorosa, situación laboral frustrante, etcétera.
Esta expresión pudiera parecer adecuada, porque es muy lógico para esa persona querer olvidar el acontecimiento causante de ese dolor moral. Para ella esto es normal. Y ahí radica precisamente lo anormal de la expresión.
El ser humano olvida cuando está enfermo del cerebro de manera irreversible o de forma reversible a causa de una enfermedad local del propio órgano o de las sustancias que a él llegan. Es lo que sucede en los ancianos dementes o arterioescleróticos cuya memoria de fijación está deteriorada, conservándose en cierta medida la memoria de evocación, es decir, la que le permite recordar hechos pasados. Al avanzar la enfermedad, esta memoria también sufre un deterioro significativo.
El ser humano olvida aquellos estímulos que no fueron capaces de dejar una huella en el cerebro para ser evocada. Un ejemplo de ello es que nadie seguramente puede memorizar las vestimentas de todas las personas con las que se tropezó durante el día de hoy; o el color de los ojos de quien nos pasó por delante en la tercera calle de nuestro recorrido. No recordamos tales hechos porque no les prestamos la debida atención, pues no eran de nuestro interés y por tanto, los estímulos no dejaron huella alguna. Sería agotador para el cerebro almacenar toda la información recibida sin discriminación.
Ahora bien, cuando un estímulo, un hecho, es lo suficientemente significativo, usted no lo puede ni lo podrá olvidar nunca más. A no ser que comience a padecer una enfermedad cerebral de las que hice referencia: no se le olvida nunca mientras esté sano su cerebro el nacimiento de un hijo, aunque ya no sienta los dolores de parto; no se le olvida su primer amor, aunque ella o él hicieran sus respectivas vidas; no se le olvida su primer maestro, aunque hoy esté fallecido; no se le olvida cuando se divorció, aunque ya el malestar de ese momento no existe; no se le puede olvidar el fallecimiento de su ser querido, aunque se sonría, ría a carcajadas o haga bromas hoy que han transcurrido varios años de ese suceso doloroso.
La única forma que existe de no recordar algo es que nunca hubiera ocurrido en nuestras vidas. Por tanto, la estrategia no es querer olvidar lo sucedido sino recordarlo de otro modo. ¿Por qué es menester evocar los sufrimientos de mi ser querido antes de fallecer y no sus buenas cualidades, su carácter, su forma de ser conmigo, los años pasados juntos?
¿Por qué rememorar tristemente a la pareja que perdí y no complacerme por haberla tenido? Por tanto, no se empeñe en olvidar lo que es inolvidable. Recuérdelo de una diferente manera y el tiempo también le ayudará.
LO QUE ÉL TIENE ES PROPIO DE LA VEJEZEsta afirmación me hace pensar que para un buen número de personas esa etapa de la vida llamada vejez, tercera o cuarta edad, ancianidad y otras denominaciones, es un gran saco en el que todo cabe o es una tierra de nadie donde todo está permitido y todo es “normal”. Y eso es un grave error.
No pretendo dar una explicación de lo que es una vejez normal, pero sí quiero reflexionar sobre una condición muy frecuente en esta etapa y que si no se detecta a tiempo y se trata adecuadamente trae enorme sufrimiento a quien la padece, a sus familiares y puede, si alcanza una intensidad grave, terminar con la vida del anciano. Y esa condición mórbida, común y mal diagnosticada y peor tratada, es la depresión.
La depresión en el anciano puede tener diversas formas de presentación y no es mi interés brindar una clasificación académica de este trastorno, sino proporcionar una guía para que cualquier persona pueda pensar en esta posibilidad ante un anciano con los síntomas a los que me referiré. Paso a describirlos:
I. Depresión que se presenta como el envejecimiento normal.En este caso el anciano muestra disminución del interés por las cosas que habitualmente lo despertaban, de la vitalidad, de la voluntad; tendencia a revivir el pasado, pérdida de peso, trastornos del sueño, algunas quejas por falta de memoria, tiende al aislamiento y permanece la mayor parte del tiempo en su habitación. (Para muchos este cuadro es propio de la vejez y no una depresión tratable.)
II. Depresión que se presenta como envejecimiento anormal.En el anciano aparecen diversos grados de desorientación en lugar, en tiempo y con respecto a sí mismo y a los demás: confunde a las personas conocidas, es incapaz de reconocer lugares; aparece deterioro de sus habilidades y costumbres, relajación esfinteriana, esto es, se orina y defeca sin control alguno, trastornos de la marcha que hacen pensar en una enfermedad cerebrovascular, trastornos de conducta como negarse a ingerir alimentos, etc. (Para muchos este cuadro es propio de una demencia con carácter irreversible y no una depresión tratable.)
III. Depresión que se presenta como una enfermedad física, somática u orgánica.El anciano se queja de múltiples síntomas físicos, como dolores de espalda, en las piernas, en el pecho, cefaleas. Puede quejarse también de molestias digestivas como digestión lenta, acidez, plenitud estomacal sin haber ingerido alimentos que lo justifiquen; tiende a tomar laxantes, antiácidos y otros medicamentos para sus molestias gastrointestinales; refiere pérdida de la sensación del gusto, falta de apetito y disminución del peso, problemas cardiovasculares como palpitaciones, opresión, falta de aire, etcétera. (Para muchos este cuadro es propio de alguna enfermedad del cuerpo y no una depresión tratable.)
Como se evidencia, no es conveniente atribuir cualquier síntoma del anciano a su vejez, a los achaques de la misma, a una demencia o a una enfermedad física, pues puede ser la manifestación de una depresión tratable y, por tanto, puede el anciano recuperar su vitalidad y el resto de las funciones comprometidas. Si no se diagnostica adecuadamente, se puede hacer crónica y en el peor de los casos, termina su vida con el suicidio.
MI HIJO TIENE UN CARÁCTER FUERTEEs una locución muy utilizada por aquellas madres que se quejan del comportamiento de sus hijos, calificados de poseer un carácter fuerte; fuertes, así a secas, por el hecho de ser impulsivos, dominantes, incapaces de posponer sus deseos o gratificaciones, caprichosos. Todo tiene que ser como ellos quieren en el momento que lo desean. Y por estos rasgos del carácter se les atribuye la supuesta fortaleza.
Y estas personas, evidentemente, no tienen un carácter fuerte, sino todo lo contrario, muy débil, pues son presas de sus emociones, de sus impulsos, de sus caprichos. El carácter débil es excitable, tornadizo, manipulable, provocable, con facilidad se le saca de sus casillas. También puede ser pasivo, dependiente, timorato, poco tolerante a las frustraciones, impresionable, sugestionable, emocionable, dubitativo, etc. El carácter fuerte, por el contrario, es aquel que cuenta con diversas posibilidades adaptativas, hace en cada momento lo debido, es capaz de inhibir sus impulsos, si la situación lo requiere, es dueño de sí y no una víctima de sus emociones, no es violento en sus manifestaciones de ira, reconoce sus limitaciones y su fortaleza, y tiene en cuenta las opiniones de los demás aun cuando no muestren puntos de coincidencia con las suyas.
Las personas de carácter débil reaccionan desproporcionadamente a los estímulos. Si se les ofende, pueden tener crisis de llanto desconsolado, desmayarse, irles encima al ofensor, salir corriendo del lugar en que se encuentran, realizar un acto suicida. Las personas de carácter débil tratan de demostrar que no lo son mediante rasgos del carácter que esconden esa debilidad entre los que se puede encontrar el autoritarismo, la violencia. Ellos quieren tener autoridad pero no saben cómo obtenerla sin ser autoritarios, violentos, dominantes, caprichosos, tercos.
Las personas de carácter fuerte, frente a una ofensa no se dejan provocar, meditan sus posibles consecuencias, valoran las diversas respuestas a la misma y eligen la más adecuada, la que, por lo general, evita males mayores. Ellos no necesitan demostrar su autoridad la cual emana de su propio comportamiento, de su serenidad al enfrentar situaciones complejas, de su sabiduría; de su manera de dirigirse a los demás con respeto, independientemente de quien se trate; de sus actitudes ante el estudio, el trabajo, la familia y la sociedad.
Muchas veces se confunden las cosas y se dice que Fulano o Mengana tienen tremenda personalidad porque son personas vistosas, altas, fuertes, bien parecidas, bien vestidas y otra serie de aspectos exteriores. Eso no es tener personalidad, sino tener determinada figura. Por otra parte, el que es bajito, gordito y feo y no sabe vestirse, también tiene una personalidad, pues todos los seres humanos la tenemos, ya sea normal o con trastorno. Un sujeto puede ser alto, fuerte, buen mozo y vestirse muy bien y, sin embargo, ser portador de una personalidad histérica, paranoide, obsesiva o de otro tipo, todas clasificables como anómalas. Otro sujeto, gordito, feo, que no se sepa vestir adecuadamente, puede ser un brillante científico, amante esposo, buen padre, buen vecino y tener un ajuste psicosocial adecuado, en otras palabras, ser poseedor de una personalidad normal aunque su aspecto externo no sea atractivo como el del ejemplo precedente.
Luego, la manifestación que nos ocupa debiera ser, a partir de esta lectura: “Mi hijo tiene un carácter débil”.
YO LE HE DICHO MIL VECES QUE SE PREOCUPE POR ELLAEsta expresión, al parecer, envía un mensaje positivo, pues preocuparse por uno es bueno. Y también brinda la imagen de que a quien se le está diciendo no se preocupa por ella misma, y por eso la otra persona se lo ha repetido en infinidad de ocasiones. Nada más lejos de la verdad.
Quien la pronuncia generalmente es alguien no preocupado por sí mismo y en la responsabilidad familiar que tiene (la madre o el padre) considera que cumple su papel pidiéndole a sus hijos que se preocupen por sus vidas, cuando él no ha sabido hacerlo. Esto es una falta de respeto doble, a sí y a los hijos.
Y sucede que la conducta de las figuras significativas, como son los padres, los maestros, los dirigentes o jefes, tiende a servir de modelo imitable. Si no se preocupa por usted es risible pedirle preocupación a su descendencia cuando ese no es el mensaje que le transmite su proceder cotidiano.
Pero hay más, ese llamado de atención encierra el famoso mensaje de “Haz lo que yo digo y no lo que yo hago”, que es inmoral, pues exigimos para los demás lo que no consideramos para nosotros. Y cuando son los hijos quienes escuchan esto, conocedores de sus padres, el efecto es muy desagradable pues quieren hacerles creer algo negado por su propia experiencia.
No le pida a sus hijos que se preocupen por ellos. Preocúpese por usted. Tenga en cuenta que es la persona más importante de su familia, porque si usted no funciona bien, ello será una preocupación para sus seres queridos, pues no podrán funcionar como cuando todo se desarrolla normalmente. Preocúpese de su salud física y mental, para que ellos lo imiten. Preocúpese de sí mismo y podrá llamarles la atención en el momento en que descuiden este aspecto y lo más significativo, tendrá toda la autoridad moral para hacerlo.
Si no lo hace de forma sana, sus seres queridos tendrán muy pocas posibilidades de ocuparse de ellos porque la mayor parte del tiempo lo tendrán que dedicar a los problemas de usted. Evite, pues, reclamar atención sin necesidad, mecanismo utilizado con mucha frecuencia por personas con una ilimitada necesidad de afecto. Ellas les piden a sus seres queridos que se preocupen por sí mismos y cuando éstos se disponen a hacerlo, le surgen al aconsejante problemas, como una descomposición estomacal repentina, una migraña insoportable, un incremento de la presión arterial no comprobada, o muy cercana a las cifras habituales, un malestar impreciso, en fin, cualquier queja que evitará a los demás realizar sus planes. En fin, les piden que se preocupen por sus vidas, pero en realidad no los dejan hacerlo.
DOCTOR, YO LE IBA A EXPLICAR LO QUE A ÉL LE OCURRE PORQUE ÉL NO SE SABE EXPRESARAsí exponen con frecuencia quienes hacen todo lo posible por llevar la voz cantante en el consultorio y la entrevista es el momento idóneo para plantear sus juicios sobre lo que está experimentando su ser querido. No dudo del valor de las opiniones de los familiares, que ayudan, como información complementaria, a conformar un juicio mucho más cercano a la realidad. Mientras más fuentes de información se tengan, más conoceremos al sujeto que recaba nuestra ayuda.
Ahora bien, a veces sucede que determinados familiares, por lo general muy vinculados afectivamente al necesitado de ayuda, comienzan a darnos todos los detalles, sin siquiera permitirnos intercambiar unas palabras iniciales con el paciente. Si logramos conocer el nombre del que se supone deba recibir la consulta y le hacemos una pregunta, como por ejemplo: “¿Dónde trabajas, José?”, el pobre José es interrumpido por el familiar, quien responde: “Él trabaja como ascensorista, pero hace tres días que no asiste a su trabajo”. Y así sucesivamente. Y cuando le aclara que usted desea escuchar a José, que la consulta es de José, que quien está necesitado de ayuda es José, entonces hacen el consabido pronunciamiento. Y claro, José no se expresa no porque no sepa, sino porque no se lo permiten. Y nunca aprenderá mientras tenga alguien con una necesidad desmedida de protagonismo y de autoridad aberrante.
Estos familiares son muy susceptibles, se duelen con facilidad y se sienten maltratados cuando se les pide hacer silencio, fundamental para el ejercicio médico de entrevistar al enfermo que sufre. Algunos persisten en sus propósitos de ser voceros de su representado y no queda otra alternativa que pedirles de favor dejarnos a solas con el paciente. Éstos, por suerte, son los menos.
Cuando usted quiere que alguien aprenda a expresarse, lo más lógico es permitirle que lo haga por sí solo. Al principio no lo hará bien, más tarde lo hará menos mal, y finalmente será capaz de tener una comunicación fluida. El ensayo y el error y la corrección del error y el nuevo ensayo, facilitan un adecuado aprendizaje. Y ese aprendizaje debe facilitarse desde épocas tempranas de la vida, permitiendo a los hijos describir sus dolencias, invitándolos a expresar sus criterios, pidiéndoles su opinión sobre determinados asuntos con el objetivo de lograr desarrollar su capacidad de comunicación.
EL MEJOR PSIQUIATRA ES UNO MISMOAsí dicen personas que sufren con la pretensión de enfrentar su pesar, o sus allegados para estimularlas. Sin embargo, es una de las expresiones más peligrosas que he escuchado, pues su repercusión en la salud mental del falso psiquiatra puede traer males mayores.
En primer lugar, revela niveles nada despreciables de autosuficiencia en quienes la pronuncian, pues ser psiquiatra significa haber logrado vencer, tras años de estudios universitarios, unos contenidos científicos que conforman el cuerpo de conocimientos de esa especialidad médica, además de un mínimo de aptitudes para lograrlo. No es posible asumir dicho papel sin una preparación previa.
Detrás de ella se esconde un real temor a los psiquiatras, a la psiquiatría y por añadidura a la enfermedad mental, un intento de evitar el contacto con este profesional ya que si “el mejor psiquiatra es uno mismo”, no hay necesidad alguna de ir a uno de verdad. Este miedo encubierto denota no estar en su sano juicio o una escasa cultura médica.
Pretende, además, minimizar la ayuda que estos profesionales pueden ofrecer en pro del restablecimiento de su salud. En mi opinión, usted no puede y no debe ser su psiquiatra aunque lo fuera, pues un psiquiatra no debe ni puede ser su propio terapeuta. Y digo más, no debe serlo ni siquiera de sus allegados, pues la proximidad afectiva distorsionaría sus decisiones.
Llama la atención que a nadie se le ocurre decir “el mejor cirujano es uno mismo”, “el mejor cardiólogo es uno mismo”, “el mejor neurólogo es uno mismo”, etc. No se trata de especialidades más respetadas que la psiquiatría ni de mayor complejidad, pero sí de un desconocimiento mayor de ella, considerada por muchos una especialidad para atender a los “locos”.
Por tanto, en la medida en que una persona posponga el momento de asistir al psiquiatra tendrá mayor tiempo de sufrimiento, más tiempo de evolución de la enfermedad que lo aqueja, mayor demora en la implantación de un tratamiento efectivo y puede llegar a convertirse en un padecimiento crónico por no tomar una medida oportuna. El mejor psiquiatra no es usted. Es aquel que usted elija y en el cual deposite su confianza.
TODOS NO TENEMOS LOS MISMOS PROBLEMASAquí puede encerrarse un mensaje válido de carácter universal, pero es también un mecanismo defensivo utilizado por aquellas personas a quienes se les señala que las actitudes que han adoptado para resolver alguna situación, pueden demandar otras maneras más eficaces de afrontamiento. Entonces dejan entrever que han actuado bien pero sus problemas son mayores que los de los demás o son incomparables.
Somos seres humanos diferentes y realmente todos no tenemos los mismos problemas. Pero éstos pueden ser clasificados en diversas categorías y ya no son tan disímiles, como por ejemplo: escolares, laborales, amorosos, familiares, paterno-filiales, con las figuras representativas de autoridad, de salud física, de salud mental, de vivienda, económicos y un largo etcétera. En este sentido, cada categoría de ellos puede ser subclasificado en otros tantos: los escolares tratarían las cuestiones relacionadas con el rendimiento académico, con la asistencia y puntualidad, con la relación alumno-profesor, etc. Y estas subcategorías podrían ser analizadas por partes, de manera que el problema escolar con el rendimiento académico consiste en dificultades con las matemáticas, específicamente la sustracción. Y aún se puede continuar la especificación, refiriéndose a cuál tipo de dificultad en la sustracción presenta el estudiante. Y al final, veremos que este inconveniente lo tienen muchos otros estudiantes de diferentes grados o incluso de la misma aula. A pesar de tratarse de alumnos diferentes los problemas son similares.
¿En qué consiste la defensa en esta expresión? Simplemente, se detiene en la diversidad de ellos que es la parte conflictiva de la situación y no hace referencia a las soluciones efectivas para esas supuestas dificultades, lo cual sería la parte positiva. Por tanto, si tratamos de ser lo más justos posible, la sentencia pudiera ser: “Todos no tenemos los mismos problemas, pero sí muy similares de solucionar”, o bien “Todos los problemas, por muy disímiles que parezcan, tienen su solución”. (Es necesario aclarar que cuando me refiero a una solución, incluyo dentro de esta categoría la aceptación como forma de enfrentamiento a los asuntos insolubles, por ejemplo: la muerte de un ser querido o la espera paciente cuando se trata de algunos cuya solución no se consigue a corto o mediano plazo.)
Y si usted se detiene en los problemas con una actitud contemplativa o los utiliza para que lo aplasten o para justificar su inmovilismo, no sólo se está defendiendo, sino que está participando activamente en su mantenimiento y por tanto en su malestar. No se defienda al considerar los suyos como únicos, múltiples, insolubles, difíciles. Luche contra ellos y piense en quienes los han tenido iguales o mayores que los de usted. Piense que otros en parecidas circunstancias han encontrado soluciones adecuadas, incluso con menos recursos y apoyo. La cuestión no radica en la cantidad de problemas sino en la diversidad de mecanismos satisfactorios para enfrentarlos, en la capacidad para asumir las complejidades de la vida, superarlas y utilizarlas a su favor.
YO NO TENGO NADAÉsta es una de las expresiones más importantes que puede oír un psiquiatra en su práctica profesional. Cuando se escucha por primera vez, se percibe una sensación extraña de incomprensión y discreto temor, pero después de años de experiencia, reconocemos en ella un elemento más para el diagnóstico de una enfermedad psiquiátrica grave. Y siempre que el psiquiatra se enfrenta a enfermos mentales graves, experimenta una sensación similar.Cuando una persona refiere que no tiene nada, pudiera ser que, efectivamente, no presente o le aqueje malestar alguno, por lo general esta respuesta se obtiene al realizar un examen médico masivo y como parte de él, el facultativo pregunta si padece o ha padecido enfermedades o tiene determinados síntomas.
En otras ocasiones, es la respuesta rebelde u obstruccionista de quien, aunque no padece una enfermedad mental grave, ha tenido algunas conductas interpretadas por los familiares como no habituales. Casi siempre responden así los adolescentes, al asumir posiciones en contra de los familiares que los han obligado a asistir a la consulta del psiquiatra y de esa manera exponen su desacuerdo. En estos casos, una relación empática, no agresiva, respetuosa con el adolescente, puede romper la barrera en la comunicación y lograr que se manifieste abiertamente y permita ser ayudado.
Sin embargo, como apuntábamos en el primer párrafo, puede ser pronunciada por sujetos con grave compromiso de su salud mental, de tal magnitud, que les impide conservar su sentido crítico y no se dan cuenta de lo que les está ocurriendo.
Pero lo curioso es que este tipo de enfermo dice que no tiene nada porque para él sus alteraciones, por muy anormales que parezcan, son expresión de sus realidades. Y aunque piense que lo quieren envenenar, que lo persiguen, que existe un complot para matarlo, que lo están dirigiendo por control remoto y que le controlan sus afectos, sus pensamientos y su conducta por telepatía, todo esto no se debe a enfermedad mental alguna.
Simplemente lo quieren matar, lo persiguen y lo están controlando.
Los familiares tienen la costumbre de “seguirle la corriente”, lo cual es un error pues lo sumerge más aún en su mundo caótico. Si bien no es juicioso tratar de corregir lo absurdo de sus pensamientos mediante el razonamiento lógico, el expresar desacuerdo con lo que él manifiesta en forma firme pero respetuosa, es la conducta adecuada para estos casos.
También hemos escuchado esto en individuos que a pesar de no sentirse emocionalmente bien, consideran que al decir sus malestares a otros, están dando muestras de poca masculinidad, de imperfección, de vulnerabilidad. Otras veces, se trata de sujetos a los que el miedo al psiquiatra, o su rechazo a este tipo de profesionales, les inhibe la capacidad de expresar sus síntomas.
Si en alguna oportunidad usted lo oye de alguno de sus familiares, amigos o vecinos, tenga en cuenta estas posibilidades y de seguro podrá brindarles una ayuda oportuna.
DOCTOR, EL PROBLEMA ES QUE YO NO SÉ DECIR QUE NOAcostumbran a decir esto personas que acuden a la consulta con manifestaciones de neurastenia, es decir, cansancio físico y mental, dificultades para concentrarse, lo cual les acarrea trastornos de la memoria de diversos grados, cefalea suboccipital referida como un “peso en el cerebro”, somnolencia diurna e insomnio nocturno, disminución de la productividad del trabajo y desarreglos en la esfera sexual. Estos trastornos que afectan diversas esferas de la vida del individuo son consecuencia en la mayoría de las ocasiones de la manera en que enfrenta su vida.
La persona que “no sabe decir que no” es un sujeto con magníficos atributos personales: puntual, disciplinado, cumplidor, confiable, obediente, permeable a la crítica y a la presión del grupo, etc. Además, también goza del respeto y la consideración de los compañeros de trabajo, de familiares y amigos.
Entre sus características se encuentra la incapacidad para evitar que sobre sí mismo se multipliquen las responsabilidades y obligaciones. Y no sabe evitar nuevas tareas impuestas, a pesar de tener muchas más que el resto de sus compañeros. Así, es jefe del colectivo de estudio o de trabajo, además de monitor de varias asignaturas o dirigente sindical; con cargos en alguna organización de vecinos, política, fraternal o religiosa; con una familia a la que atiende de forma esmerada. En otras palabras: “el hombre orquesta”.
Pero, como su vida se diluye entre incontables obligaciones, cada una de las cuales le demanda determinada cantidad de energía física y mental y la mayor parte de su tiempo, él, que no sabe decir que no, comienza a agotarse y a pensar que tiene alguna enfermedad física, generalmente anemia o hepatitis, causante de su decaimiento y la somnolencia durante el día, hasta que, después de un chequeo de rutina en el cual los exámenes habituales arrojan resultados negativos, es enviado a la consulta de psiquiatría.
Y uno de los primeros consejos a este tipo de personas es el deber de aprender a decir No, como mecanismo defensivo para evitar el exceso de responsabilidades y tareas. Este recurso le permitirá hacer un uso más racional de sus potencialidades, conservar su capacidad laboral, conocer sus limitaciones por las experiencias pasadas, etc. Y lo más importante, evitar las manifestaciones neurasténicas.
Decir No le dejará brindar una oportunidad a otro individuo para desarrollar sus capacidades, demostrar sus habilidades y contribuir al buen funcionamiento del colectivo de estudios o de trabajo.
Decir No le protegerá contra quienes no desean tener responsabilidad alguna ni tampoco desean asumir una actitud de compañerismo hacia aquel que está atiborrado de obligaciones.
Hay situaciones en las que no se puede decir No; otras en las que no se debe decir No; algunas en las que no es prudente o no conviene decir No. Pero hay un gran número de oportunidades en las que sí podrá decir claramente No y esa negativa no le ocasionará problema alguno.
Por último, usted ha dicho casi siempre Sí. Por una vez que diga No, el mundo no se detendrá. Y mañana, el sol volverá a brillar para todos.
YO NO TENGO SUERTEMuchas personas con dificultades en sus vidas, con frecuencia dicen algo semejante. Es una declaración negativa pues quien lo dice se priva de algo positivo. Sería como si dijera: “Yo no tengo inteligencia”, “yo no tengo valor”, “yo no tengo bondad, honor, etc.”. Es además pesimista, pues no tener suerte es sinónimo de ser un fracasado. Es, pues, un pensamiento negativo. Por tanto, usted no tiene suerte no porque no la tenga, sino porque piensa que no la tiene.
Detrás de esta expresión se esconde también una forma “mágica” de pensar. Si las cosas salen bien es por la buena suerte y si salen mal es por la mala suerte que tenemos. Todo depende de ella. Niega la posibilidad a la persona de influir en su futuro, en que las cosas le salgan bien, regular o mal, lo deja todo a la suerte. Quienes piensan así no ven la participación que tienen en que su vida cambie.
¿Por qué no se tiene suerte? Porque se hacen muchas cosas impropias: si no le fue bien en el matrimonio, puede haber elegido la pareja inadecuada, no la conoció suficiente antes de formalizar la relación, no modificó determinados rasgos de su carácter que entorpecen la convivencia en pareja, etc. Entonces se divorcia y encuentra (para usted) el hombre ideal o la mujer de sus sueños, pero con el inconveniente de tener compromiso. Ahora se lamenta de su mala suerte y decide rehacer su vida con alguien que lo necesite y comienza otra relación con una persona a la cual usted le lleva veinte años y que efectivamente le necesita, pero... por un tiempo.Y así, irá de fracaso en fracaso, echándole la culpa de su falta de previsión a la mala suerte. Por favor, no culpe a la suerte de su incorrecta manera de actuar. ¡Su mala suerte es usted!
YO SÉ QUE VOY A TENER PROBLEMAS. YO SÉ QUE ESO NO VA A FUNCIONARHay personas que suponen ser capaces de pronosticar las cosas que les van a suceder y de la forma en que éstas ocurrirán. Y al final, efectivamente, ellas tuvieron los problemas anunciados y las cosas funcionaron como habían pensado.
Al analizar con detenimiento tal manifestación, nos damos cuenta de que el pronóstico no se debe a facultades extraordinarias de clarividencia, o a una bola de cristal por la cual pudieran ver hacia el futuro, sino porque se propusieron tener los problemas o que las cosas no funcionaran. Quizás esto le parezca descabellado pero no lo es. A veces las personas se predisponen, piensan que algo les va a suceder y comienzan a comportarse de una manera que les lleva de la mano a que les ocurra lo anunciado. Igual sucede, aunque con saldos favorables, cuando nos preparamos de modo positivo para enfrentar una situación dada. Por tanto, esa disposición previa asumida puede influir muchísimo en los resultados obtenidos.
Si usted piensa que va a fracasar ante una evaluación de competencia, comienza a devaluar sus potencialidades, su estado anímico se modifica negativamente, su atención fluctuará del aquí-ahora hasta el futuro momento del fracaso y por tanto no tendrá posibilidades de lograr una buena preparación, pues su rendimiento se ha afectado por esa disposición anímica derrotista. Llegado el momento, usted fracasará tal y como lo había pensado.
Por el contrario, si piensa que va a salir bien en un examen, eso lo condicionará anímicamente para que se sienta confiado, seguro de sí, dispuesto a estudiar con responsabilidad las horas necesarias, se planificará autoevaluaciones, confrontará con otros compañeros, aclarará las dudas y tomará cuantas medidas puedan garantizar el resultado exitoso que se ha propuesto.
A esto se llama hoy tener “pensamientos positivos” y se ha comprobado que éstos no sólo mejoran el ánimo sino también la salud física. La repercusión de los acontecimientos vitales estresantes sobre la función inmunitaria es uno de los campos investigativos más apasionantes en la actualidad y se sabe que las situaciones negativas se asocian a una depresión del sistema inmunológico con disminución de la resistencia a las enfermedades.
Le invito entonces a eliminar esa predisposición negativa y sustituirla por una disposición positiva para obtener resultados favorables en lo que se proponga.
ES QUE YO SOY ASÍCon ese decir “es que yo soy así” se cierran las posibilidades al diálogo, la confrontación, el análisis. Efectivamente, si es así significa que los demás tienen que aceptar sus consecuencias: si usted se disgusta y comienza a destruir lo que está a su alcance, debe soportarse por el mero hecho de usted ser así; si ingiere bebidas alcohólicas y se comporta de una forma grosera, debemos soportarlo porque usted es así; y si por ello se ausentó del trabajo, sus compañeros, sus jefes, tienen el deber de soportarlo, tolerarlo, justificarlo porque usted es así.
Que usted sea de esa manera es un problema enteramente suyo, pero quienes le rodean no tienen que pagar las consecuencias de su mal proceder. Si por eso justifica sus actos, en ningún momento será una excusa válida para los demás.
Decir así es un mecanismo defensivo muy conformista, pasivo-agresivo, justificativo de lo mal hecho, de resistencia al cambio, egoísta, etcétera. Contrarrestarlo no es una tarea fácil, pues en cada interpretación, análisis o confrontación la persona puede defenderse mediante dicha afirmación.
A veces puede traer algún cambio de actitudes preguntar a estas personas qué ventajas les ha traído en su vida personal, familiar, laboral y social esa manera de ser y qué desventajas les ha traído en esas mismas esferas de la vida dicho comportamiento. Si tienen un mínimo de autocrítica es posible que ese análisis biográfico pueda llevarles a algún cambio.
Si usted es de los que utiliza esta manifestación, por favor suprímala por todos los inconvenientes que puede traerle en su vida y le propongo trazarse la meta de no seguir siendo de esa manera para lo cual puede ser de utilidad preguntarse ¿Qué debo hacer para no ser así?
¿POR QUÉ YO SOY ASÍ, DOCTOR? EXPLÍQUEMELas personas están muy interesadas en saber el porqué de las cosas lo cual es muy lógico y necesario, pues sin esa sana curiosidad es imposible el desarrollo de la ciencia y la técnica y de la propia humanidad. Pero a veces este interés es un mecanismo defensivo empleado por algunos seres humanos para posponer su necesario cambio.Suponga que usted es así porque sus padres se divorciaron cuando era un niño. O porque sus padres peleaban. O porque su padre ingería bebidas alcohólicas y maltrataba a su madre. En definitiva, usted puede ser como es por cualquiera de las razones frecuentes en las personas que sufren.
Ahora, ¿qué otro valor, que no sea histórico o biográfico, tiene esa información? ¿Podemos volver atrás el tiempo y evitar el divorcio, que el padre no ingiriera bebidas alcohólicas y no maltratara a la madre o que no se pelearan? Eso no tiene solución porque el tiempo es unidireccional, va del pasado pasando por el presente hacia el futuro. Incluso, sin recurrir a un hecho significativo la supuesta explicación recuerda aquello de “¿quién fue primero, el huevo o la gallina?”
Esa pregunta ¿por qué yo soy así?, lejos de reflejar un genuino interés en encontrar las causas para modificar la forma de ser, si ello fuera posible, refleja una pasiva curiosidad, es para evitar preguntarse: “¿Doctor, qué debo hacer para dejar de ser así?”, que sí sugiere una actitud participativa, una invitación a la acción.
Aunque estoy de acuerdo con que cualquier persona haga esta u otra interrogación que estime conveniente, sugiero no olvidar la que le he propuesto, pues le dará la posibilidad de escuchar aquellas cuestiones que pueden facilitar su crecimiento emocional, trazar un plan de acción para cambiar y otras opciones para dejar de ser de la manera que usted no desea. Y es de extrema importancia saber utilizar la información obtenida de ella.
¿Por qué yo soy así?, como ya dije, no le servirá para volver al pasado, pero sí para evitar cometer los mismos errores que sus padres cometieron en su crianza. Si sus padres le maltrataron, no maltrate usted a sus hijos. Si sus padres se divorciaron, trate de ser estable en su relación matrimonial, si su padre era alcohólico y vejaba a su madre, trate de ingerir bebidas alcohólicas con responsabilidad, evite embriagarse y respete siempre a su pareja.Sólo de esa manera es útil esta información pues hace realidad la sentencia del filósofo español: “Los que no conocen su pasado están condenados a repetirlo”.
NO SOPORTO ESTAR SOLOAsí se escucha decir a personas que al parecer tienen una necesidad excesiva de estar acompañadas. Digo al parecer porque eso no es lo más relevante en ellas. Su problema no consiste en sus deseos de estar en compañía de otros sino en su incapacidad para permanecer con ellas mismas. Literalmente hablando, estas personas no se soportan a sí mismas porque no han aprendido a disfrutarse. Y es por eso que no toleran estar solas.
Cuando uno ha aprendido a estar solo, disfruta de esos momentos de soledad. Siempre tiene algo útil que hacer, algo o alguien en quien pensar, alguna forma creativa de emplear el tiempo cuando la única compañía es uno mismo. Hay quienes, aun junto a sus seres queridos, necesitan, en determinados momentos, estar solos, aunque sea por breves períodos de tiempo. Y lo logran sin que por ello se afecte la comunicación ni el clima emocional de la familia.
¿Cuántas cosas puede hacer una persona cuando está a solas? Muchas. Por ejemplo, puede decorar la casa de manera diferente, preparar una comida especial, leer un buen libro, hacer ejercicios físicos, de relajación, oír música, cuidar del jardín, sembrar alguna nueva planta, arreglar y ordenar el armario, sus gavetas, hacer una limpieza general, descansar, meditar, dormir.
Sin embargo, quienes no se soportan cuando están a solas no tienen una rutina cotidiana establecida, hacen las cosas sin deseos, desmotivados, como si fuera un castigo, sin creatividad alguna. Están aburridos, a pesar de que quizás haya muchas cosas por hacer o, por el contrario, las hacen con tal rapidez que en breve tiempo han terminado y vuelven a quedar ociosos, supuestamente, y esa inactividad artificial les genera malestar, ansiedad, tedio, estados anímicos desfavorables los cuales conspiran contra su bienestar. En otras palabras, no saben planificar qué hacer cuando están a solas para no sentir soledad.
El ser humano está necesitado de compañía. Es una condición humana. Así como también lo es su individualidad, su privacidad. Por tanto, las relaciones con otras personas son imprescindibles y la soledad también para lograr una personalidad armónica.
ESO NO ES NORMAL. ESO ES NORMALEstas expresiones seguramente las ha escuchado, por separado, desde luego. Sin embargo, las he unificado con toda intención para llevar a su mente que lo anormal y lo normal son valoraciones relativas, es decir, lo normal en una situación dada, puede constituirse en una anormalidad en otra.
Reírse es algo normal y por demás muy saludable sobre todo en una fiesta o en un grupo de amigos que cuentan chistes; pero lo mismo, en un velorio, delante de los familiares de un moribundo, además de ser una grosera falta de respeto y de sensibilidad humana, es una conducta muy anormal. Aquí lo anormal no es el hecho de reírse, sino el contexto en el cual se ríe.
Pongamos otro ejemplo: usted tiene un demente en su hogar, que puede ser un tío, su padre, su madre o un hermano. Desde que el proceso demencial se hizo evidente su vida cambió de forma radical. Ya no puede salir a distraerse como antes, ya no puede dormir profundamente, tiene que estar pendiente de lo que él o ella está haciendo, lo que se lleva a la boca, lo que toca, tiene que bañarlo como si fuera un niño pequeño, etc. El demente, por su propio proceso, hará sus necesidades fisiológicas sin aviso previo, en la cama, en el sillón donde permanezca sentado, en sus propios pantalones o faldas. Y tendrá que asearlo, que soportar insultos, gritos, agresiones... y es en esos momentos en los que usted puede desear la muerte a su ser querido, por toda la rabia acumulada debida al vuelco que su vida ha sufrido. Ese tipo de pensamiento, como es lógico, le hace sentir muy culpable, pues le está deseando la muerte a su tío, su padre, su madre, su hermano.
Debe saber que esos pensamientos son... normales. Le repito. Esos pensamientos de muerte hacia estos seres queridos son normales, porque ni los ha dejado de amar, ni realmente les desea la muerte, ni tiene impulsos criminales ni nada por el estilo. Ocurre que no es una enfermera entrenada en el manejo de pacientes portadores de demencia, la cual, además de cursar estudios, sólo permanece una parte del tiempo con el enfermo y después es relevada por otra y ésta por aquélla. En otras oportunidades, estos enfermos son llevados a instituciones especializadas donde son atendidos por un personal ejercitado en estos menesteres.
Usted está agotándose mentalmente, por el cansancio físico y la depresión por ver a su ser querido en ese estado y es en el contexto de esa situación agobiante que surge ese aparente pensamiento anormal. Si deseara todos los minutos de todas las horas de todos los días la muerte a su familiar entonces fuera una anormalidad, y ésta no estaría dada por la idea en sí, sino por la elevada frecuencia con que la piensa.
Otras veces las anormalidades son permitidas y pasan como algo normal para muchas personas. Fumar daña la salud y es una conducta anormal que denota una habituación al tabaco, conocida por tabaquismo. Pero, mucha gente lo hace y lo considera como algo “normal”. Ser homosexual es algo normal y sin embargo criterios machistas y sexistas lo consideran una desviación de la normalidad, una aberración, una degeneración.
Como se puede evidenciar “eso no es normal”, “eso es normal” es un par dialéctico que no debe ser separado.
DOCTOR, YO NO TENGO PROBLEMAS DESDE QUE ESTOY TOMANDO LA PASTILLITA DE LA ALEGRÍADicen esto muchas personas que se autoadministran trifluoperazina de un miligramo, la persiguen, literalmente hablando, en cuantas farmacias se les ocurre visitar; cuando no logran conseguirla, compran la trifluoperazina de cinco miligramos, la dividen en cuatro partes y se empiezan a tomar un cuarto de esa tableta varias veces al día.No existe ninguna pastilla de la alegría. La alegría es un estado anímico que expresa satisfacción, bienestar, complacencia y es el resultado de una complejísima interacción de diversos factores personales, psicológicos, situacionales, metabólicos, biológicos, etc. Este complejo proceso no puede ser motivado por una tableta, a la que atribuyen esta propiedad por tener discreto efecto euforizante, es decir, una sensación de bienestar o mejor dicho, de falso bienestar, o falsa alegría, que es, por definición psicopatológica, el concepto de euforia. El eufórico no está alegre. La euforia es la alegría sin motivo, no es contagiosa, el observador no encuentra motivos para ese estado, parece artificial, como si fuera fingida. Este tipo de medicamentos puede ocasionar esa falsa sensación de alegría, de bienestar. Pero, este efecto pasajero puede traer otros males. Paso a enunciarlos.
El primer mal que este tratamiento le puede originar es poner su alegría en función de una tableta, en función de algo externo a usted.
El segundo problema es desarrollar una dependencia psicológica de ella, la cual vendrá a constituirse en una especie de muleta sin la que no sabrá caminar por la vida.
El tercer problema le vendrá poco a poco, en la medida en que lleve más tiempo ingiriendo el medicamento sin necesidad real, o con ella pero no indicado por un facultativo encargado de ajustar las dosis y determinar el tiempo durante el cual lo requerirá.
Estos efectos a largo plazo se deben a que la trifluoperazina está incluida entre los psicofármacos calificados como neurolépticos, los cuales pueden producir determinados efectos secundarios, y los más relevantes son los llamados síndromes extrapiramidales, con las siguientes manifestaciones clínicas:
Distonías agudas: Estas alteraciones se observan con mucha frecuencia en los jóvenes y consisten en incremento del tono muscular (hipertonía), contracciones dolorosas de los músculos, calambres, dificultades para tragar, falta de aire si se comprometen los músculos de la respiración, protrusión de la lengua, tortícolis y crisis oculógiras, es decir, movimientos giratorios involuntarios de los ojos, como si se les fueran hacia arriba y hacia atrás. Pueden presentarse con sólo ingerir una tableta del fármaco.
Parkinsonismo: El consumidor comienza a presentar rigidez en el cuerpo, inexpresividad en el rostro, temblor, disminución de la flexibilidad de los brazos al caminar, tendencia a asumir una postura encorvada y salivación profusa, que sale por las comisuras labiales. Generalmente aparece durante el primer mes.
Acatisia: Este síntoma consiste en una inquietud insoportable en los miembros inferiores, conocido como el “síndrome de los pies inquietos”, pues el sujeto tiene que estar en constante movimiento, lo cual le impide permanecer sentado o acostado.
Discinesia tardía: Aparece en el 5 % de las personas que están expuestas a los neurolépticos cada año y en los individuos que llevan diez años consumiendo estas moléculas (tabletas), la incidencia puede llegar hasta el 50 %. Este cuadro clínico es muy incapacitante por tratarse de movimientos coreicos, atetoides, mioclónicos de carácter anormal que afectan diversos territorios como la cara, la boca, las extremidades. La persona con una discinesia tardía mantiene movimientos masticatorios que recuerdan los que se realizan cuando se tiene un bombón en la boca, saca la lengua rítmicamente o puede proyectarla contra las mejillas. Este cuadro se recupera con dificultad. Al conocer estas complicaciones, que no son todas ni mucho menos, podrá evaluar con mayor rigor científico si “la pastillita de la alegría” es tan inofensiva como creía.
MI TÍA ME REGALÓ UNAS AMITRIPTILINAS Y ES LO QUE ESTOY TOMANDOEs seguro que usted ha escuchado esta declaración, por lo general, a personas aquejadas de síntomas psiquiátricos menores, pero con una necesidad exagerada de automedicarse con lo primero que se les ofrece. Y esta conducta es en extremo peligrosa. Veamos por qué.
La automedicación es una actitud negativa hacia las enfermedades, que consiste precisamente en la autoadministración de tratamientos farmacológicos, sin tener conocimientos para ello y sin haber sido orientados por facultativo alguno.
En el caso de los psicofármacos, la autoadministración es muy frecuente, como si estos medicamentos no tuvieran tantos inconvenientes como los utilizados en otras especialidades médicas. A muy pocas personas se les ocurriría ponerse una penicilina rapilenta dos veces al día durante varios meses, o tomar una tableta de cloranfenicol cada seis horas por un año. Y esto no sucede muy a menudo porque consideran que los antibióticos mal utilizados pueden perjudicar la salud. Y el error consiste en no pensar lo mismo de los psicofármacos.
Para que se tenga una idea, los antidepresivos tricíclicos, entre los que se encuentran la imipramina y la amitriptilina, no deben ser administrados a personas alérgicas a ellos, a los que padecen de glaucoma agudo de ángulo estrecho, a los que presentan infarto agudo del miocardio o tienen aumento de volumen de la próstata, así como tampoco a los individuos con trastornos del ritmo cardíaco, las llamadas arritmias. Pero hay más, estos medicamentos tienen una serie de efectos colaterales, como son convulsiones, hipertensión, episodios psicóticos o lo que es igual, locura, pesadillas, temblores, incoordinación motora y tics.
Por si fuera poco, ellos, cuando se suprimen por una u otra causa, pueden ocasionar el llamado Síndrome de Discontinuación, consistente en cinco agrupaciones de síntomas: distrés somático general, alteraciones del sueño, acatisia o parkinsonismo, activación conductual y arritmias cardíacas. Esto se traduce en lo siguiente: el sujeto experimenta desvanecimientos, vértigos, trastornos del equilibrio y la marcha, pesadillas, inquietud en las piernas que no le permiten estar tranquilo en un solo lugar, rigidez facial con incremento de la salivación, marcha a pequeños pasos; sensación de quemazón, de shock eléctrico, de aleteo cardiovascular; ansiedad, agitación, crisis de llanto, irritabilidad, palpitaciones y taquicardia. Este Síndrome de Discontinuación también se puede acompañar de fatiga, tos, coriza, escalofríos y manifestaciones de un estado gripal.
Como ve, no son pocos los inconvenientes que traen estos fármacos que algunas personas utilizan para situaciones en las que no son médicamente indicados, como aumentar de peso, evitar los dolores de dientes, contrarrestar el insomnio, calmar el nerviosismo, etcétera.
Mi consejo es que no se automedique. Usted puede convertirse en el mejor amigo de su salud o también, si no actúa de una manera responsable, en su propio verdugo.
ESO NO ESTÁ EN MÍ; YO NO QUISIERA SER ASÍ; ANTES YO NO ERA ASÍ Y ¿USTED CREE QUE YO QUIERO ESTAR ASÍ?Muy a propósito he unificado estas expresiones pues todas son dichas, una detrás de otra y en ese orden por numerosas personas a las que he tratado y todas constituyen, por separado y en su conjunto, mecanismos defensivos de quienes las pronuncian. Pasemos a su análisis.
“Eso no está en mí” es utilizada cuando se quiere justificar algo que se ha hecho o se ha dejado de hacer y en lo cual el sujeto no quiere verse involucrado, responsabilizado. Si eso no está en él muy poco puede hacer por evitar lo ocurrido. Entonces es cuando se impone la pregunta: ¿En quién está si no es en usted?, con la finalidad de hacer consciente al individuo que efectivamente él es el responsable de lo sucedido. Acto seguido, pronuncia la siguiente para justificar lo hecho (de nuevo) y también por no darse cuenta de ser él el máximo protagonista: “Yo no quisiera ser así”, a pesar de que hace todo lo posible por ser de esa manera que no desea. Se impone la siguiente pregunta: ¿Quién le obliga a usted a ser así? Es evidente, nadie le obliga. Es así porque lo desea. Si yo no deseo ser impaciente, me llamo a la calma, intento mejorar mi capacidad de espera, trato de caminar y hablar despacio.
Cuando la persona irremediablemente llega a la conclusión de que sí está en él y hace cosas para estar así, surge la tercera justificación, como las anteriores y que lleva a la inercia: “Antes yo no era así”. Es el rejuego para no darse cuenta de quién es en estos momentos, en el aquí-ahora; con ella el sujeto se refugia en el pasado para no enfrentar el presente de cara al futuro, trata de vivir de las glorias pasadas, en fin, tiene el llamado “Síndrome de Yo soy aquel” (yo era el que..., yo fui quien...); es como esconderse en una cueva para no enfrentarse consigo mismo.
Si se le hace consciente de lo que está tratando de hacer, surge, como un dardo dirigido en su contra, la siguiente expresión, más justificativa que las anteriores: “¿Usted cree que yo quisiera estar así?” Mediante esta agresividad hacia el terapeuta la persona intenta poner fin al análisis de las actitudes, pues se supone que ninguna persona desee sentirse mal. Eso es parcialmente cierto. Se supone. Y la suposición, entre otros significados, es la opinión que no está fundada en pruebas positivas. Pongamos un ejemplo, un paciente dice: “Todas las mañanas me levanto con tos y falta de aire. Me tomo una taza de café y me fumo el primer cigarro de los treinta diarios que consumo. He padecido de bronconeumonías a repetición a pesar de los consejos médicos de dejar ese mal hábito”. Aquí se puede preguntar: ¿Realmente desea no tener falta de aire y bronconeumonías a repetición? Si deseara no padecerlos dejaría de fumar de inmediato. (El ejemplo, a título personal, fue cierto. Desde hace más de tres años no fumo.) Por tanto, antes yo deseaba, consciente o no, ser así, padecer bronconeumonías, tener falta de aire y tos y en definitiva, suicidarme palmo a palmo, cigarro a cigarro.
Evite decir estas cosas y evite que sean dichas por sus seres queridos.
Eso sí está en usted, usted desea ser así, usted ahora es así y usted desea estar como está.
YO ESTOY ASÍ POR LA CRIANZA QUE ME DIERONUna justificación muy socorrida por quienes, siendo adultos, pretenden responsabilizar a otros de su manera de comportarse, en este caso, a los padres.
Si bien es cierto que una niñez caótica puede influir en la formación del sujeto, no sólo es la familia la que contribuye a la conformación de la personalidad sino también el medio escolar, laboral y social. Pero de manera fundamental es el propio sujeto quien, consciente y deliberadamente puede contribuir a que su propia formación sea buena, regular o mala. Todos hemos estado rodeados de cosas que no nos pertenecen. La mayoría de las personas respeta la propiedad de otros, pero existe una minoría que se apropia de lo ajeno porque lo desea y no inhibe tales deseos.
Muchas adolescentes y jóvenes en cualquier parte del mundo tienen carencias materiales de todo tipo y lógicos deseos de poseer ropas, zapatos, cosméticos, perfumes, etc. La mayor parte de ellas trata de trabajar decorosamente para ir obteniendo poco a poco y muchas veces no en la medida de sus deseos, esas cosas materiales a las que hago referencia. Otras, por el contrario, se prostituyen para lograr esos mismos objetivos.Como se evidencia, los seres humanos pueden tener igualdad de oportunidades para hacer las cosas bien hechas y para hacerlas mal. ¿Por qué un grupo de personas se inclina por esta última opción y después pretende culpar a otros de lo que ellos como adultos hacen?
Se puede tener una niñez muy infeliz con carencias de todo tipo y eso influir de manera negativa en la forma de ser. Pero, ¿eso es un fatalismo que debe arrastrar toda la vida? Pienso que no. La verdadera enfermedad mental grave que invalida al ser humano que la padece en sus proyecciones vitales, hasta hoy, no se considera causada por determinado tipo de crianza. Si usted tiene una predisposición a padecer una enfermedad mental grave, puede padecerla aunque se haya criado en un hogar armónico. Si usted no tiene esa predisposición, saldrá relativamente ileso tras haber pasado una infancia en un clima emocional familiar inadecuado.
Nadie le deseó una niñez infeliz ni le eligieron sus padres. Nadie tiene la culpa de esa niñez, usted tampoco. Y ya eso no tiene solución pues no lo podemos volver a criar como hubiera querido.
Lo importante es el presente y el futuro y lo que esté haciendo ahora que es un adulto por vivir de forma creativa.
YO NO ME PUEDO DISGUSTAR. YO NO ME PUEDO MOLESTARNo hay expresión más absurda e irreal que ésta.
Comenzaría por preguntar: ¿Quién es esa persona para no disgustarse ni molestarse, si la inmensa mayoría de los seres humanos en alguna ocasión tenemos que pasar por esa experiencia?
Cuando alguien pronuncia esto, además de engañarse a sí mismo, intenta manipular a los demás a su favor, haciéndoles creer algo que es imposible de lograr, pues si lo fuera, de seguro todos lo intentarían. Si llega a conseguirlo, la familia funcionará de modo anormal a partir de ese momento y el sujeto se convertirá en el foco de atención, no precisamente por ser el más ecuánime, sino por ser el más frágil, el más vulnerable.
Si usted no se puede disgustar o molestar, eso significa que no podrá recibir noticias desagradables, no podrán contradecirle sus opiniones por muy descabelladas que fueran, no se le podrá llamar la atención por algo inadecuado que haya hecho, los demás tendrán que hacer las cosas que a usted le gustan, como a usted le gustan y en el momento que usted precise, las opiniones y criterios de los demás serán las que usted desea escuchar y no otras, en fin, que todos a su alrededor harán en cada momento lo que a usted no le disguste ni le moleste. Todo lo anterior, ¿no es impensable?, ¿no es una locura? ¿En qué lugar del planeta usted va a vivir donde nunca se disguste ni moleste? Quizás en una isla desierta, en la cual tenga todas sus necesidades resueltas, y eso también es una locura pensarlo.
Sería más provechoso y más realista que aprendiera a tener disgustos y molestias, a reaccionar de una manera adecuada a eventos vitales desagradables. De esta forma estaría más preparado para vivir, sería una persona más normal y todo le pudiera ir mejor a usted y su familia.
Para ello es necesario que intente reaccionar frente a cada disgusto o problema de una manera diferente a la última vez, más ecuánime, más dueño de sí, sin dejarse provocar ni dar rienda suelta a la parte fea de su carácter, que es la que le hace pronunciar la expresión de marras.
LA GENTE NO ME ENTIENDEAsí se manifiestan “los incomprendidos”. A este tipo de personas nadie los entiende ni los comprende. Hablan sobre la incomprensión de sus familiares, de sus compañeros de estudio o de trabajo, de sus amistades, en fin, de cuantas personas se relacionan con ellos. En muchas ocasiones en mis consultas me los he tropezado y me dicen: “Doctor, usted no me entiende” y les he contestado “Eso es muy cierto. Yo no le entiendo y soy psiquiatra y me pagan para entender a las personas. Esa es mi profesión y me cuesta un enorme trabajo llegar a comprenderle del todo. ¿Se imagina qué pudiera pasar con aquellas personas que no son psiquiatras como es el caso de sus familiares, compañeros y amigos? ¿No será que para usted comprenderle y entenderle es ponerse de acuerdo con usted, es pensar como usted aunque estemos en desacuerdo y pensemos de manera diferente?”
Estas personas “incomprendidas” al parecer no se han preguntado: ¿No será que soy yo el que no se deja comprender? Es muy difícil que ellas se hagan esta pregunta, pues les resulta más fácil asumir el papel de incomprendidas que el de incomprensibles. Ellas no desean darse cuenta de que si son incomprendidas por los familiares, los compañeros de estudio o de trabajo, los amigos, el factor común a todos son ellas mismas. Puede ocurrir que la familia sea poco comprensiva, pero, ¿también son poco comprensivos los amigos y los compañeros de trabajo? Demasiada casualidad. En la generalidad de las ocasiones se autotitulan así porque sus criterios, opiniones, conductas, son impropias en el contexto en que se manifiestan, no son todo lo realistas que debieran ser, no guardan la coherencia que la situación requiere.
Pongamos por ejemplo que yo diga que mi familia no me entiende porque no me dejan escribir estas conferencias con la tranquilidad deseada. Esto pudiera parecer cierto y constituir una lógica demanda. Pero yo no le he dicho todavía que mi compañera trabaja al igual que yo y nuestro hijo apenas tiene cinco años y a este último personaje le importan poco por no decir que no le importan en lo absoluto estas conferencias ni otras. A él, como niño normal, le interesa por sobre todas las cosas jugar. Y hay que jugar con él. Pero además, hay que cooperar en las tareas hogareñas, compartir los quehaceres domésticos que, además de aliviar la carga a la mujer, es una buena manera de demostrar afecto y consideración a la pareja.
Por tanto, si yo quiero hacer estas conferencias cuando mi hijo me demanda que juegue con él o mi esposa me pide que compre el pan y la leche, soy yo quien no entiende las necesidades de ninguno de los dos. Pero si yo juego con él, coopero con ella y decido sentarme a escribir cuando el niño duerme y mi esposa estudie o descanse, los habré comprendido y no tendré motivos para decir que no me entienden.
ME DAN DESEOS DE ACABAREsta declaración es frecuente en consultas de psiquiatría y de psicología; o en cualquier otro lugar, pero siempre dicha por personas cuyo comportamiento, en ocasiones como esas, tiene manifestaciones muy primitivas y es la agresividad mal canalizada uno de sus rasgos prominentes.
Cuando se les pregunta con qué desean acabar, ellas contestan: “con todo, con el que se me ponga delante”. Y esto recuerda a ciertos animales, que por motivos baladíes arremeten contra todo. Pensemos en las corridas de toros, cuando ellos salen del cepo a una velocidad considerable, embisten a los picadores, a los caballos, y al torero mostrarles el capote, un simple y sencillo pedazo de tela roja, con la agresividad salvaje propia de esa raza de toros, acometen contra la tela que se mueve y no precisamente contra quien la está moviendo, por suerte, claro está.
Muy similar a este comportamiento es el de las personas que tienen “deseos de acabar”. A veces de los deseos pasan a la acción y maltratan a los hijos, les pegan con violencia inusitada, otras veces la emprenden contra los objetos y rompen platos, vasos, su propia ropa. En ocasiones, esa agresividad la toman contra la pareja y la ofenden de palabras, la humillan y pueden llegar a la agresión física, desde las lesiones sin peligro para la vida, hasta las que provocan la muerte en el peor de los casos.
Una parte de ellas dirige la agresividad contra sí y manifiestan cosas impensadas, en un momento y lugar inadecuados, sobre personas significativas, o bien se autolesionan intentando contra su propia vida.
El mero hecho de desear acabar no es en sí el problema mayor, sino que se convierte en tal cuando se quiere acabar con algo o alguien que no debiéramos acabar.
Si realmente tiene estos deseos, yo le sugiero acabar con aquellas cosas que deben terminar de una vez por todas: Usted puede acabar con la desconsideración, las malas costumbres, la descortesía, la incomprensión, la deshonestidad, la discriminación, el desconocimiento, la parcialidad, la chapucería, la ingratitud, el irrespeto, la irresponsabilidad, la imprudencia, la deslealtad, la insuficiencia, el desorden, la indisciplina, la desconfianza infundada, el descontento, la infelicidad, la impaciencia, la irreflexión, el pesimismo, el descuido, la enemistad, la intolerancia, la antipatía y también puede acabar con la queja inútil que prostituye el carácter y no conduce a otro sitio que no sea la desmoralización personal.
Fíjese, pues, cómo esa expresión, habitualmente improductiva, dañina y que impide adaptarse, se puede en la práctica ir transformando en productiva, adaptativa, creativa, en fin, muy útil para contribuir a su crecimiento personal.
SIEMPRE ESTOY APURADO¿Cuántas veces usted habrá oído esto? Seguramente muchas y quizás lo haya dicho en alguna oportunidad. Así es, hay personas que siempre están apuradas, como si el tiempo no les fuera a alcanzar para hacer lo que se proponen o como si todo lo que hicieran fuera una obligación.
Se levantan temprano, desayunan rápido, a veces de pie o caminando, salen rápido de sus casas para sus respectivos trabajos, caminan rápido, terminan su labor y salen disparadas para sus casas, se ponen a hacer los quehaceres rápidamente para terminarlos rápido y así hacen todos los días hasta que comienzan a sentir, a darse cuenta de que “siempre están apuradas”.
Estas personas en todo momento tienen los dientes apretados, se quejan de dolores en las piernas, el cuello y la espalda debido a la tensión muscular. También pueden tener dolores de cabeza por la misma razón.
¿Qué se pudiera hacer para evitar estar siempre apurado? Lo primero es percatarse de que se está de prisa, es decir, hacerlo consciente. Una vez ocurrido esto, todo será más fácil.
Hay determinadas situaciones en las que necesariamente hay urgencia. Por ejemplo, en las mañanas para llegar puntual a la fábrica, oficina, escuela, en fin, al lugar donde trabajamos o estudiamos, con lo que podemos evitar problemas adicionales. Realizar bien las funciones laborales o estudiantiles, docentes o asistenciales, de servicios o productivas, es otro paso imprescindible para contrarrestar la sensación de apremio.
Una vez terminada la jornada laboral sería prudente no retirarse de inmediato al hogar. Es recomendable permanecer aunque sean cinco minutos sentado, tranquilo, relajado, con los ojos cerrados en el propio puesto de trabajo, en el vestidor, en el salón de espera, para tratar de “dejar ahí” parte de las tensiones laborales, o se puede emplear ese tiempo en ejercicios de relajación y respiratorios.
Al ir hacia el hogar no debe hacerlo de prisa. Si el trayecto lo hace caminando, puede desviarse de la ruta habitual, entrar a las tiendas aunque sólo vea lo que se está ofertando, llegue a hacer una breve visita a casa de algún conocido, sólo para saber de él o ella, o simplemente camine lo más despacio posible, disfrute de su propio andar. Puede sentarse en algún parque a leer algún artículo del periódico preferido. Todo lo descrito llevará quizás diez, veinte o treinta minutos más de lo habitual, pero el beneficio del autocontrol los requiere.
Si el trayecto lo hace en ómnibus, una variante pudiera ser, si no es excesiva la distancia por recorrer, abandonarlo una parada antes o después de la que le pertenece y hacer lo descrito en párrafos precedentes. Si el trayecto lo realiza en un automóvil privado, se deben evitar aquellas carreteras de mayor tráfico, aunque eso implique unos minutos de demora hacia el destino.
Al llegar al hogar, tampoco es recomendable entrar inmediatamente. Pueden utilizarse otros cinco o diez minutos sentado en el umbral de su puerta, en los bancos de la entrada, en el parque de enfrente. Al entrar a casa es una buena opción ponerse a hacer lo más perentorio, lo más necesario. Y trate de tener un pensamiento económico que ponga todo en función de usted y no al revés. Fregar la vajilla es importante, pero si lo necesita, decansar es más importante aún. Mantener la casa limpia es importante, pero dormir lo es más si tiene sueño. Lavar la ropa es importante, pero comer lo es más si tiene mucho apetito. En fin, su casa y lo que en ella usted tiene que hacer son importantes, pero usted es mucho más importante que todas esas cosas juntas.
Al sentarse, no olvide tratar de poner los glúteos, es decir, las nalgas, lo más cercanas al borde del asiento, tirar las piernas hacia adelante, entreabrirlas ligeramente, descolgar los brazos a ambos lados del cuerpo y dejar caer la cabeza sobre el pecho o recostarla del asiento hasta lograr una posición lo más cómoda posible. Otra variante de esta posición es apoyar los brazos semiflexionados en los muslos como hacen los cocheros. Entonces, cierre los ojos y piense en un cielo azul, una pradera verde, un mar azul claro en calma, lo cual contribuirá a su relajación.
Por último, oblíguese a esperar, a caminar despacio, a hablar despacio, leer despacio, en definitiva, a andar despacio en este camino que se llama vida.
EL ESTÓMAGO ME SALTA Y NO ME DEJA VIVIRAsí dicen las personas que acuden a la consulta con este síntoma de ansiedad, y para algunos el más molesto. Sin embargo, es necesario informarle varios aspectos del funcionamiento del cuerpo humano que le proporcionarán alivio cuando aparezca esta sensación.
Primero, es conveniente saber que el estómago no salta, nunca ha saltado ni saltará. Los movimientos propios de este órgano no se traducen de esta manera sino de otras, entre las que sobresalen las contracciones sufridas cuando tenemos hambre, las cuales pueden ser muy dolorosas.
El llamado “salto del estómago” no ocurre precisamente en él, sino por detrás del mismo y se trata del latido imprescindible de la aorta abdominal, el vaso sanguíneo más grueso del organismo encargado del transporte de la sangre proveniente del corazón hacia el resto del cuerpo. Por tanto, ese salto, es la manifestación palpable de que usted está vivo. Cuando ese latido deje de molestarle, de sentirse, de producirse, es porque usted también ha dejado de molestarse, de sentir, de ser productivo, en fin, habrá dejado de existir como ser viviente. Tendrá esa impresión durante toda la vida, hasta que muera, pues es una condición inherente a la vida. Sin salto de estómago no hay, nunca habrá vida.
La diferencia entre su salto de estómago y el mío, es que usted centra su atención en él y yo no le presto atención al mío, que usted lo ha hecho consciente y yo no me doy cuenta de su existencia. En esto tiene mucho que ver la dirección de nuestra atención: usted la tiene dirigida hacia su cuerpo, en vez de dirigirla hacia el medio externo, el ambiente, fuera de sí. La atención debe ser utilizada en la relación con el mundo y no en la autobservación enfermiza de nosotros mismos. La atención es para saber por ejemplo si el cielo está gris o azul, si hace sol o es de noche, si en el periódico se habla de determinado acontecimiento interesante, si en el televisor se exhibirá un ciclo de un famoso director de cine, si el hijo de la vecina terminó sus estudios, si hay un salidero en la tubería del agua, si mi hija ya me supera en estatura, si mi pareja luce mejor con esa ropa. En fin, la atención sirve para darnos cuenta de lo bello y lo feo alrededor nuestro.
La atención centrada hacia sí mismo constituye un síntoma de diversas enfermedades psiquiátricas entre las que se encuentran los trastornos depresivos y las hipocondrias y estados afines. Esto quiere decir que si usted está muy preocupado por su cuerpo sería prudente hacer una visita a este tipo de profesional. Pero también es posible determinada enfermedad física que está dándole molestias y reclama su atención. En este caso consulte a su médico de familia.
Ahora bien, saber dirigir la atención hacia uno mismo, puede resultar un ejercicio muy estimulante cuando la utilizamos para lograr un estado de relajación, de paz interna. Ello no es difícil de alcanzar y en el presente texto encontrará algunas sugerencias de cómo hacerlo.
DOCTOR, TENGO LAS DEFENSAS BAJASPara muchas personas esta es la forma de transmitir a su médico algún problema sexual. También pueden decir que están “impotentes”, que tienen problemas con “la naturaleza”, que están hechos “unos niños chiquitos”, “que no son hombres”, etcétera.
No pretendo dar una visión científica del asunto, para lo cual otros profesionales están mucho mejor preparados, pero sí algunas reflexiones como ayuda a estas personas con una supuesta “impotencia”.
Todo hombre con dificultad en su funcionamiento sexual habitual lo primero que debe hacer es ponerse el calzoncillo cuando esto ocurra, pues “el horno no está para galleticas” según el refrán. Ese funcionamiento desfavorable no es un signo de enfermedad sexual por sí solo. Fue el aviso para saber que no era el momento adecuado para tener relaciones sexuales. Y lamentablemente, la mayoría de los hombres no hacen utilización de esa prenda interior en ese instante, sino que se empeñan en “hacer el papel de hombre” (¿?), y tratan de “quedar bien” (¿?) con la pareja, lo intentan en múltiples ocasiones y cada una de ellas se convierte en otro fracaso, pues la preocupación bloquea el propio rendimiento.
Si usted vuelve a presentar dificultades con la erección al tener relaciones con su pareja, revise su forma de vivir. El exceso de trabajo, las preocupaciones, la falta de distracción, el consumo de cigarros y alcohol, las condiciones en que se realiza el acto sexual, entre otros factores, pueden conspirar contra el buen desenvolvimiento de ambos. Muchos cometen el gravísimo error de buscar otra pareja para comprobar si con esa no fracasan. Los que actúan así no saben el daño que se hacen y le hacen a la pareja habitual. Este tipo de hombre demuestra un profundo desconocimiento sexual, probablemente el que lo lleva a una disfunción, es decir, a una enfermedad del funcionamiento sexual, sin descartar la posibilidad de una ETS (enfermedad de transmisión sexual como la gonorrea, la sífilis o el SIDA).
Si falla en alguna otra oportunidad, pregúntese: “¿Quién soy yo para no fracasar en la relación sexual?”. Muchos hombres tienen complejo de computadoras, incapaces de cometer errores en esto y esos son los más sorprendidos cuando sucede, pues olvidan que dicha función corporal es como el apetito, el sueño u otra que no tienen siempre el mismo comportamiento y ello no significa enfermedad. Usted no ingiere todos los días las mismas cucharadas de alimento, ni duerme la misma cantidad de minutos. A veces no tiene apetito y no se obliga a comer. A veces no tiene sueño y no se obliga a dormir. Entonces, ¿por qué se obliga a tener relaciones sexuales?Es importantísimo cuando se tiene esta dificultad, continuar haciendo su vida normal porque muchos se detienen en el síntoma y ello empeora el pronóstico. Le sugiero distracción: pasee con su pareja, emplee el tiempo libre en algo útil, haga ejercicios, cultive alguna planta, críe un animal de compañía o peces, coleccione sellos o monedas, lea poemas o novelas, según su preferencia. Pero no se dedique las veinticuatro horas del día a pensar en su pene, pues usted es más que eso.
Si a pesar de todo continúan los problemas funcionales, que le impiden llevar una vida emocionalmente feliz, le sugiero dirigirse con su pareja a un psicólogo o un psiquiatra de su área de salud, los que de seguro buscarán una solución.
Por último, instrúyase en lo referente al sexo. En cualquiera de nuestras bibliotecas hay folletos y libros al respecto, y pueden contribuir a que tenga una vida sexual más plena.
QUIERO DORMIR Y NO PUEDOLos trastornos del hábito de sueño son de los motivos más frecuentes de consulta en la práctica médica. Todo el que ha pasado una noche de insomnio no lo puede ocultar porque se le nota en el rostro, en los ojos, en los bostezos, en la somnolencia, y en la disminución del rendimiento productivo, por sólo mencionar ciertos signos.
agamos algunas reflexiones en torno al tema.
1. Debe imaginar que el sueño es como un pájaro, poco menos que imposible de atrapar con las manos pues sale volando. Luego, si usted intenta tal cosa pierde su tiempo.2. A la cama se va cuando se tiene sueño y si no ha sentido esa sensación lo mejor que puede hacer es no acostarse aún.3. Si luego de dormirse se despierta y le cuesta trabajo conciliar el sueño de nuevo, lo aconsejable es salir de la cama para evitar el círculo vicioso que se establece al querer dormir, no lograrlo, cambiar con frecuencia de posición para acomodarse y poder conciliarlo, no conseguirlo, optar por otra posición en apariencia más adecuada y así hasta el amanecer. Usted no ha analizado que cuando uno desea permanecer despierto y el sueño lo invade: moverse y cambiar de posición es lo mejor. Entonces, para dormir está haciendo justamente lo contrario.4. Si no está durmiendo bien debe prescindir de todos aquellos factores agravantes de su trastorno como son tomar café, té, bebidas alcohólicas, fumar tabaco o cigarros, evitar actividades que requieren acción muscular excesiva o moderada, y muy importante, eliminar las siestas o el permanecer acostado en la cama durante el día aunque no duerma, pues le restará horas de sueño. 5. Establezca una rutina antes de ir a dormir, trajines que le sirvan de señales preparatorias para este acto.6. Evite por todos los medios la automedicación, pues las medicinas utilizadas para facilitar el sueño pueden deteriorarlo y complicar más aún las cosas. Tampoco es recomendable el consejo erróneo que dan algunos de tomarse uno o dos tragos antes de dormir para conciliar el sueño, porque con esta receta al pasar los años tendrá además del insomnio otro inconveniente mucho más grave: el alcoholismo.7. No use la cama para resolver problemas ni realizar planificaciones de lo que se debe hacer al siguiente día, porque esto también contribuirá a mantenerlo despierto.8. No utilice las relaciones sexuales para autoprovocarse el sueño, pues además de no ser éste el verdadero sentido de las mismas, puede llevarle a una disfunción sexual.
Y si con las medidas anteriores no logra dormir, le sugiero mantenerse despierto la mayor cantidad de horas posible. Usted creerá que se trata de una broma, o un absurdo mandar a mantenerse despierto a quien desea dormir. Se trata de un tipo de orientación denominada paradójica, es decir, opuesta o contraria a la opinión común y al sentir general de las personas, la cual es utilizada para modificar determinados síntomas. Con dicha técnica se han obtenido buenos resultados no sólo en los trastornos del sueño, sino en algunos trastornos depresivos.
Le aseguro que con esta técnica sólo le ocurrirá lo que usted desea: DORMIR.
MI ESPOSO ME MALTRATA, INCLUSO ME HA PEGADOEsto, por desgracia, no lo escuchamos tan poco como deseamos. La violencia doméstica existe en no pocos de nuestros hogares, sea verbal o física y es la mujer en la mayoría de las ocasiones la que lleva la peor parte.Detrás de estas palabras hay diversas cuestiones que merecen ser analizadas. En primer lugar, una mujer que se respete difícilmente será objeto de maltrato alguno en las relaciones conyugales ni en ninguna otra situación cotidiana. Una mujer decidida a que se le respete, infunde, a mi juicio, más temor que cualquier hombre. En segundo lugar, ¿quién la maltrata? Le maltrata el hombre elegido con libertad y con el cual muchas veces continúa a pesar de ese referido maltrato. En tercer lugar, esta persona se queja diciendo que “incluso le ha pegado”. Amigo lector o amiga lectora, sepa usted que todo hombre que le pega a una mujer una vez, lo seguirá haciendo después, si se le tolera o perdona. Esto es una realidad. Y en la expresión analizada se deduce no sólo el maltrato, sino la recurrencia a otra forma mucho más peligrosa, degradante, inhumana y, más que todo, poco viril en su relación, la violencia física. Sin embargo, en este caso, esa relación continuó de forma anormal, la cual no sólo es dañina para los cónyuges, sino también para los hijos.
Si se trata de hijas, se les está enseñando a soportar vejaciones, insultos, golpes, y por el modelo de relación matrimonial, es posible que eviten el casamiento porque el ejemplo recibido es infeliz.
Si se trata de hijos, se pueden convertir, como su padre, en abusadores habituales de sus parejas, pues si el padre le pegaba a la madre y ella lo toleraba, “¿por qué no pegarle a mi pareja, si no es mejor que mi madre y ella lo permitía?” Y este razonamiento, además de convertirlos en sádicos, les ocasionará una inestabilidad matrimonial, sin dudas, porque no todas las mujeres soportan ni permiten que sus maridos las maltraten.
Luego, por el bien suyo, de su matrimonio y de sus hijos, en fin, de la familia, evite por todos los medios, pronunciar algo semejante en su vida.
ÉL NO ME DEJA...Lamentablemente, tal manifestación aún se escucha en nuestro medio, a pesar de todos los esfuerzos que se han venido realizando a favor de la plena igualdad de la mujer.
En “Él no me deja...” los puntos suspensivos pueden ser sustituidos por disímiles actividades, como por ejemplo: trabajar, pasear, cortar el cabello, poner determinada pieza de vestir, maquillar de una forma específica, visitar algunos lugares, hablar con ciertas personas, etcétera.
Quienes utilizan esta expresión, deben entender que aunque se dice “Él no me...”, en realidad debiera ser “Yo permito que él no me...”, pues conscientes y muy a gusto, toleran, permiten, acceden, desean, ser tratadas con este tipo de imposiciones que las limitan. Otras, las menos, permiten este tipo de limitaciones sin una conciencia cabal de los perjuicios ocasionados en su desarrollo personal; pero repito, la mayoría de ellas participa conscientemente de estas conductas anómalas en su relación matrimonial: si el esposo no la deja trabajar es porque a ella le hace sentir bien no tener obligaciones laborales, si el esposo no la lleva a distraer es porque a ella le gusta quedarse en la casa y asumir el papel de víctima o de mártir, si el esposo la maltrata verbal o físicamente y no responde, tiene evidentes rasgos masoquistas en el carácter.
Quizás usted considere que para ganar a veces hay que perder y si la esposa no cede, el matrimonio puede entrar en conflicto y disolverse. Todos esos argumentos son buenas justificaciones para asumir un papel pasivo en las relaciones conyugales.
Si la mujer no trabaja tiene que depender económicamente de su pareja, y se cumplirá el principio administrativo “el que paga manda”. Si ella permite que él no comparta las distracciones, puede ocasionarle síntomas neurasténicos, como el cansancio físico y mental, irritabilidad, peso en el cerebro, disminución de la productividad, dificultades con la atención, la concentración y la memoria, poca o ninguna satisfacción sexual, los ruidos le resultarán insoportables y la llevará a pegarle a sus hijos, a no dejar que oigan música y ni siquiera que jueguen o le hablen.
Al permitir a su esposo el maltrato físico o verbal, estará iniciando una relación sadomasoquista, es decir, cuando una persona siente placer en ocasionar dolor, sea físico o moral y la otra persona lo siente al recibirlos.Pienso que es preferible modificar “Él no me...” por “Yo no permito que...”
PARA DARME EN LA CABEZA SE EMBORRACHAEsta desgraciada y poco feliz declaración la escuché de una joven, refiriéndose a su pareja. Pero no sólo el hecho de embriagarse, puede ser: dejar los estudios para “darle en la cabeza a los padres”, dejarse un embarazo para “darle en la cabeza a la pareja o a sus familiares” o cualquier otra situación en la que un individuo hace algo contra sí mismo, para atacar o castigar a otros.
¿Quién no se da cuenta de que estas personas no son capaces de manejar adecuadamente su hostilidad, su agresividad? Alguien normal puede verlo, excepto quien asume dichas actitudes, que no es, desde luego, una persona normal.
En el ejemplo señalado, el marido se molestó con la esposa y para darle en la cabeza fue y se embriagó. ¿Quién es el perjudicado? Sin discusión él y no ella. Él no tuvo capacidad para arreglar con naturalidad ese disgusto y se autoagredió en contra de su salud. Este mecanismo evasivo puede repetirse y en un plazo corto de tiempo, esta persona llegará a convertirse en un bebedor problema o peor aún, en un alcohólico.
La mujer que se deja el embarazo para, supuestamente, darle en la cabeza a la pareja o a sus familiares, traerá al mundo un hijo no deseado, con todos los inconvenientes que eso provoca.
O aquel muchacho o muchacha que abandona los estudios, limitando en gran cuantía su futuro, embruteciéndose por agredir a los padres, maestros u otras personas.
Antes de “darle en la cabeza a otro” piense en qué medida el perjudicado a corto, mediano o largo plazo será usted mismo y no quien ha pretendido agredir. Antes de atacar a otros, piense en buenas formas de solucionar el problema causante de ese estado anímico, para que no incurra en los errores mencionados.
PERO FULANO, QUE ES MÉDICO, TAMBIÉN ES UN ALCOHÓLICOEsto o algo similar se puede escuchar a personas que tienen problemas relacionados con el alcohol.
Generalmente están en la fase de no reconocimiento, pues no aceptan su condición de alcohólicos y emplean el mecanismo defensivo de elegir a otro sujeto, casi siempre de jerarquía y prestigio social que adolece de lo mismo, para ponerlo como ejemplo, con la intención de hacer llegar el siguiente mensaje: “Fulano, más inteligente que yo, más respetable que yo, más admirado que yo, hace lo mismo que yo. Por tanto no debe ser tan terrible, cuando él lo hace y sabe mejor las malas consecuencias que puede traer la ingestión de bebidas alcohólicas.”
¿Qué está haciendo con esta manera de comportarse este sujeto?
Primero, no analiza que está padeciendo alcoholismo para dedicarse al “análisis del ausente”, maniobra defensiva muy dañina, que le impide la autobservación y el autoanálisis y desvía su atención.
Una buena opción es decirle: “Fulano y usted tienen un problema muy similar, ambos padecen alcoholismo, ambos tienen que hacerse el firme propósito de no ingerir el primer trago. Como podrá notar, el alcoholismo es una enfermedad que no respeta profesión, nivel intelectual, sexo, estado conyugal, etc. Lo mismo puede ser alcohólico un médico, un artista, un campesino, un desocupado, una ama de casa, un sacerdote, un político, usted mismo, yo, en fin, cualquier persona, pues para llegar a padecerlo sólo se necesita ingerir el tóxico con frecuencia y en cantidades que lleven a la dependencia psicológica y física.”
También persigue desplazar su problema y generalizarlo. Él no es el único alcohólico, pues otros, como el médico Fulano, también lo son. La defensa está permitida, siempre y cuando no nos quite la responsabilidad que nos atañe: usted es un alcohólico y debe dejar de serlo.
DOCTOR, USTED SABE LOS ESFUERZOS QUE YO HAGO PARA NO INGERIR BEBIDAS ALCOHÓLICASLos alcohólicos inmersos en una recaída de su habituación, por lo general refieren así su problema ante el terapeuta.
Lo primero que llama la atención en esta expresión es el dar por sentado, que el médico debiera saber, como parte de sus obligaciones, los esfuerzos hechos por estos enfermos por no ingerir el tóxico, lo cual, desde luego, no constituye en modo alguno una tarea médica sino una responsabilidad del paciente, en este caso, del alcohólico en cuestión, pues ambos tienen vidas independientes.
Otro aspecto importante en ella es que el sujeto enfatiza en considerar válidos los esfuerzos realizados para no ingerir bebidas alcohólicas y no precisamente en el resultado de dichos esfuerzos, ya que sigue tomando licor. Como se evidencia, es un sutil mecanismo defensivo que utilizan determinados enfermos para no esforzarse más en la consecución de un objetivo.
Este tipo de personas no se da cuenta de que ningún esfuerzo, por sí mismo, garantizará el resultado pretendido. Por ejemplo, usted puede llenar un camión con sus esfuerzos para cortar cañas y yo llenar otro con cañas sin tanto esfuerzo como el que usted hizo y al llevarlos a un central azucarero, seguro producirá más cantidad de azúcar mi camión de cañas que su camión de esfuerzos. En ocasiones, el “haber hecho esfuerzos” es un mecanismo defensivo que busca no ser juzgado con severidad al incumplir determinada tarea.
Continuar ingiriendo bebidas alcohólicas a pesar de los esfuerzos, es el resultado de no habérselo propuesto en serio, o mejor dicho, no habérselo propuesto aún, lo cual es el primer paso para lograr la desintoxicación, deshabituación y rehabilitación de cualquier dependencia de sustancias, tabaco, alcohol o drogas.
Debe desear en realidad abandonar el mal hábito. A punto de partida de esa decisión adulta, madura y responsable, todo es más fácil, sin tener que hacer tantos esfuerzos y usted podrá ir venciendo esa habituación con ayuda de los médicos de la familia, psicólogos, psiquiatras, su pareja e hijos y desde luego y principalmente, con su propia ayuda.
NO SÉ QUÉ HACERUna buena parte de nuestros pacientes, inmersos en una situación determinada, buscan hacer “algo” para salir de ella y ninguna de las opciones que han pensado les ha convencido plenamente, como para llevarla a la práctica. Y en este momento surge la expresión que nos ocupa.
No saber qué hacer les agobia, pues desean, necesitan, hacer algo, sin darse cuenta de que aún no están preparados para ello. Piensan que este hacer algo siempre se refiere a la realización de un hecho medible, evidente, a favor o en contra, para terminar o para continuar, para irse o quedarse; sin embargo, no incluyen entre las cosas que también se pudieran hacer, el abstenerse de tomar una decisión.
Por otra parte, hay que tener mucho cuidado con esta manifestación, pues a veces sirve de escudo para no tomar las decisiones que hay que tomar y no deseamos hacerlo. El desconocimiento es normal, por ejemplo, yo no sé muchas cosas que no tengo que saber y dentro de mi especialidad desconozco otras tantas, debido a la extensión temática y a que no todos los temas me motivan por igual. Eso nos puede pasar a todos.
Al igual que es normal desconocer, hay que saber qué hacer cuando se es sancionado por reiteradas impuntualidades y ausencias al trabajo o centro de estudios; hay que saber qué hacer cuando su pareja mantiene una relación extramatrimonial, que cada día le ocupa más tiempo, mientras le roba el suyo; hay que saber qué hacer cuando su pareja le ha prometido por centésima vez dejar de ingerir bebidas alcohólicas y lo continúa haciendo, a pesar de las orientaciones médicas y sus consejos; hay que saber qué hacer cuando se están sacando malas notas en los exámenes y los maestros y profesores nos han alertado; hay que saber qué hacer cuando ya la pareja no desea continuar con usted, porque considera terminada la relación.
Yo le puedo asegurar que todo el mundo sabe que para evitar una sanción laboral de cualquier tipo debe cumplirse con la jornada de forma eficiente; que cuando una relación extramatrimonial va ganando terreno, deben eliminarse las fisuras en el matrimonio y enmendarlas, antes de que se conviertan en grietas; que cuando su esposo le ha prometido tantas veces dejar las bebidas alcohólicas, es porque no tiene ningún interés en hacerlo y a usted le quedan tres opciones o alternativas: continuar brindándole ayuda y recabar atención médica, continuar soportando esta situación hasta que el propio tóxico se encargue de ponerle punto final, o terminar esa relación. Que para obtener buenos resultados académicos, debe dedicarle suficiente tiempo al estudio de los contenidos de las materias y tomar cuantas medidas se necesiten por garantizar un rendimiento adecuado (estudio diario, atención a clases, evacuación de dudas, estudio en colectivo, etc.); que cuando una mujer decide terminar una relación, lo más razonable es renunciar a ella.
Como se evidencia, “no sé qué hacer” no necesariamente es una invitación a hacer algo. Puede ser el escudo para no hacer, porque puede resultar doloroso, algo que, por obligación, tenemos que hacer.
YO NO QUIERO VOLVERME LOCOEn nuestra práctica profesional, al parecer, decir esto refleja una posibilidad de perder la razón, a la que ni usted ni yo desearíamos llegar. Hasta aquí es correcto.
Pero por lo general es utilizada como justificación de actitudes asumidas o que se pretenden asumir, ante una situación determinada que demanda un esfuerzo mayor del empleado habitualmente.
Con el pretexto de “no volverse loco” no se hace todo lo que en realidad se pudiera hacer por cumplir con las obligaciones contraídas, se evitan o evaden ciertas responsabilidades con las que, sin lugar a dudas, se puede cumplir. Y no se enfrentan aquellas que no se desean enfrentar.
Pongamos por ejemplo un maestro de la enseñanza media, con varios años de experiencia y evaluaciones satisfactorias, que se queja de tener “muchas obligaciones en el presente curso escolar”, de “dedicarle casi todo el tiempo a la escuela”, de “las muchas reuniones, controles y papeles” y él ha pensado en renunciar como maestro porque no quiere volverse loco. Evidentemente este maestro no desea enfrentarse a las nuevas exigencias que su profesión le ha planteado como parte del desarrollo científico de la pedagogía.
Si se tratara de otro maestro con antecedentes de evaluaciones deficientes que reflejaran un desempeño profesional limitado, el análisis sería diferente: ante estas nuevas demandas, se produciría un conflicto entre el rol que él debe desempeñar, esto es, el que hace todas las cosas antes dichas y su incapacidad para hacerlas, lo cual pudiera dar origen a síntomas psicopatológicos o síntomas físicos. En este hipotético caso, predominarían las quejas psicológicas o físicas y no precisamente la justificación de la mencionada expresión.
La locura, como puede suponer, no es un estado que se adquiere por voluntad propia; eso sería una simulación. Pero no querer volverse loco tampoco se convierte en una garantía de no llegar a padecerla en alguna oportunidad.
SON COSAS QUE SE LE METEN A UNOEsto es pronunciado por quienes quieren justificar su falta de autocontrol ante determinadas situaciones, manifiestas en la realización de actos inadecuados.
Si analizamos detenidamente lo dicho, las “cosas” a que se refiere el sujeto, son los actos antes mencionados, denominados así en general y no con el nombre específico del acto anormal, por ejemplo: romper objetos o la propia vestimenta, quemar la ropa, intentar el suicidio, agredir a seres queridos, irse del lugar en que se debe permanecer, prorrumpir en llanto, etcétera. Llamarlos de esa manera es otro mecanismo defensivo complementario de él, para no hacerse responsable de lo ocurrido. Si estas cosas “se le meten”, significa que provienen del exterior, pues sólo puede introducirse o meterse en algún lugar, algo que está fuera de él: le abordan, introducen, posesionan. Eso quiere decir que no hace cosas de forma voluntaria y consciente, ni porque lo desea, sino porque... “se le meten” (si no se le “metieran” de seguro no las hiciera...).
Con este razonamiento justificativo persigue atenuar la culpa y el reproche de sus allegados, amigos, etc. Además de ser justificativa, tiene el inconveniente de entorpecer el cambio, el crecimiento personal, pues esas “cosas” son ajenas a él, son externas y no puede hacer absolutamente nada por modificarlas.
Por último, el verbo utilizado, meter, también significa introducir, causar, ocasionar, pegar, enredarse en alguna cosa, atacar a uno, disputar con él, dominar. Es quizás en este sentido que lo utiliza, él reconoce que esas cosas son más fuertes y le dominan. Este razonamiento tampoco propicia el cambio, pues asume de antemano el papel de perdedor, de dominado, de víctima.
Le sugiero llamar por su nombre a las cosas, no las deje huérfanas, pues tienen un padre y una madre, usted. Por otra parte, no le otorgue los poderes que no tienen. Un ejemplo sería decir: “Rompí los platos porque me puse bravo contigo por lo que me decías y no fui capaz de controlarme ni canalizar adecuadamente mi hostilidad”, o si quiere, más fácil: “Rompí los platos porque no he aprendido a controlarme”. Y le aseguro, ya eso será un paso de avance, pues, además de reconocer lo mal hecho, se lo atribuyó a usted.
YO MISMO RECONOZCO QUE...Hay personas que, en apariencia, reconocen sus faltas, sus rasgos anormales de carácter, sus conductas inadecuadas, hasta el más mínimo aspecto de su proceder anómalo, pero sólo eso, no les sirve para modificar su comportamiento, y a ese mecanismo se le conoce como intelectualización. Ésta puede llevar a cambios, pero en la mayoría se constituye en un mecanismo defensivo, hacia la contemplación idealista y no a la solución de los problemas.
Reconocer un error no lo enmienda, sino cuando deja de cometerse. ¿De qué sirve saber lo mal que trata a su esposa e hijos si lo continúa haciendo? Es nada más un buen paso de avance en el autoconocimiento.A veces, detrás de este mecanismo defensivo, se esconde una personalidad deseosa de que nos formemos una buena opinión de ella y además, como parte de esa buena opinión, pensemos que es “razonable”, “autocrítica”, “conocedora de sí misma”, “fácil de obtener cambios en su comportamiento” y esto no por necesidad es cierto y en ocasiones ese “vasto conocimiento y reconocimiento” de todo lo que le ocurre, es el más eficaz y también su peor mecanismo defensivo.
Por tanto, si se dice “Yo mismo reconozco que...”, llámese la atención. Una antigua sentencia filosófica enunciaba: “Conócete a ti mismo”, y esto es de probada utilidad para poder adaptarse mejor a las circunstancias siempre cambiantes de la vida, saber sus puntos débiles, las limitaciones, las potencialidades con las que se cuenta, etc. Pero no es útil el pseudoconocimiento de uno mismo que no nos impulse a la modificación de lo modificable, para lograr una adaptabilidad más creativa al medio familiar, laboral o social.
¿Para qué usted quiere pasar por un sabihondo, si ello no le sirve para dejar de ser como es? ¿Por qué se refugia en su supuesto saber, si no sabe modificar el hacer? ¿Si yo reconozco que no hago las cosas como las debo hacer, por qué no modifico mi manera de hacerlas?
TODOS LOS HIJOS SE QUIEREN IGUALAsí dicen los padres y las madres para expresar que no tienen preferencia por hijo alguno. A primera vista, parece ser una manifestación justa y solidaria. Sin embargo, en ocasiones, es profundamente injusta y generadora de rivalidades y celos entre los hermanos.
El afecto de los padres y las madres es como un medicamento, cuya actividad beneficiosa está enmarcada en la llamada “ventana terapéutica”, por debajo de dicho umbral, el medicamento no ejerce efecto alguno y por encima, ocasiona efectos indeseables. El desamor paterno es dañino y el exceso de demostraciones de afecto también lo es. ¿Cómo se puede querer igual a hijos que son diferentes? ¿Cómo se puede querer igual a hijos que se comportan de manera desigual? En mi práctica profesional he visto a hijos delinquir para lograr de los padres las demostraciones de afecto y el apoyo dado a otro hijo que previamente lo había hecho. He tratado adolescentes cuya tentativa de suicidio fue para obtener de los padres lo que otro hijo obtuvo al intentar matarse. He escuchado a hijos valiosos lamentarse de no haber recibido de los padres las atenciones recibidas por su hermano, un alcohólico deteriorado.
Todos los hijos no debieran quererse por igual, sino según su comportamiento familiar y social. Si usted tiene un hijo bueno, afable, noble, cumplidor de sus obligaciones, respetuoso, en fin, con muy buenas condiciones humanas y tiene otro que es impulsivo, agresivo, tomador de bebidas alcohólicas, transgresor del orden establecido, etc., ¿cuál de los dos merece mayores demostraciones de afecto? Evidentemente el primero, cuya conducta responsable le está dando a los padres una prueba suprema de amor. Y el tratamiento diferenciado pudiera contribuir a que el otro, si lo desea, modifique sus actitudes, pues con él se le está enviando el siguiente mensaje: “Si haces las cosas como se debe, recibirás más afecto”.
Sé que puede haber muchas personas que no coincidan con esta manera de pensar, pero no se trata de ponernos de acuerdo, sino de reflexionar sobre el afecto que merecen nuestros hijos y cómo ello puede influir en su bienestar.
YO VIVO PARA MIS HIJOSEsta declaración, escuchada a muchas personas, no cabe dudas de que es poco educativa.
Los hijos son una responsabilidad social contraída por los padres de manera voluntaria. Pero usted y yo sabemos que no siempre sucede así, pues existen hijos no deseados o deseados unilateralmente, no planificados y en ocasiones utilizados como punta de lanza o gancho para atacar o atraer al otro cónyuge.
En ciertas oportunidades los hijos se convierten en el centro de la vida de sus padres debido, no a las necesidades de aquellos, sino por las de estos últimos. Es decir, no es tanto lo que los hijos necesitan de los padres, sino lo que los padres necesitan de los hijos. Y es en esta situación cuando se puede escuchar con más frecuencia dicha expresión.
Quienes la pronuncian, la cumplen literalmente, al pie de la letra, subordinando cualquier interés personal a los hijos. Si a los padres les hace falta alguna prenda de vestir y los hijos desean que se les compre alguna cosa, por muy inútil que parezca, ellos tomarán la decisión de renunciar a su proyecto para satisfacer el de los hijos.
Si se trata de una madre soltera, con posibilidades de rehacer su vida, lograr su estabilidad emocional junto a un compañero idóneo, lo pospone “para no ponerle padrastro a los hijos” o porque ella no puede ser “más mujer que madre”. Estas posturas constituyen un grave error, pues se le transmite a la descendencia un mensaje distorsionado, una enseñanza equivocada, al subordinar constantemente los intereses de los progenitores a los de los hijos, obligándolos a despreocuparse de sus propios intereses.
Si usted no se siente realizado como ser humano, es muy difícil que pueda hacer sentir realizados a los demás; si se olvida de sus necesidades, es paradójico querer enseñar a sus hijos que sean preocupados por ellos mismos. Si les enseña a limitarse la vida, cuando ellos sean padres y madres, también lo harán.
Y lo peor es que habitualmente se cumple aquello de “los hijos crecen y se van”. Si ha vivido para ellos, cuando eso suceda, ¿para quién seguirá viviendo?
Considero más adecuado sustituir la preposición “para” por “con” y el pronunciamiento quedaría así: “Yo vivo con mis hijos”, lo cual reflejaría mejor la realidad y cada cual estaría en su debido lugar.
NO LLORES, PONTE FUERTEEstas palabras se pronuncian con frecuencia en situaciones en las que no se debiera, por ejemplo, en los momentos de sufrimiento intenso al fallecer un ser querido. Y es cuando le pedimos a esta persona, por lo general muy allegada, que no llore, que se ponga fuerte, como si el llanto fuera un signo de mojigatería, debilidad, pusilanimidad o cobardía, y no una reacción muy normal y saludable en determinadas ocasiones y no debe ser reprimido. Al contrario, facilitarlo, permitirlo, es muy beneficioso para el que sufre. El familiar se siente triste por la pérdida y tiene necesidad de expresar su pesar mediante el llanto inconsolable, desahogarse. Estas palabras que nos ocupan, obligan al afligido a coartar y esconder sus sentimientos, como si nada hubiera sucedido, dicho de otro modo, se le invita a comportarse como una persona anormal, pues no debe llorar cuando la situación lo demanda.
Reprimir a alguien sus emociones y sentimientos puede provocar el llamado “duelo patológico”, que es un duelo prolongado o que se presenta cuando no es tiempo para ello, hasta el surgimiento de una enfermedad física, porque “la pena que no se derrama en lágrimas hace llorar a otros órganos”.
En ocasiones me han traído a la consulta una persona en duelo de pocos días de evolución porque llora sin consuelo, apenas come alimentos, sólo los caldos y muy poco, permanece acostada y no desea hablar con nadie, excepto cuando le hablan del fallecido. ¿Usted no cree que sería más juicioso traerlo a mi consulta si estuviera risueña, feliz, contentísima porque se le murió su ser querido? Obviamente sí.
A veces el llanto nos parece “muy lógico” y hasta un rasgo “apropiado” del carácter; sin embargo, es en realidad anormal y debe ser objeto de contención. Pensemos, por ejemplo, en alguien a quien se le llama la atención y eso le provoca llanto, asimismo llora cuando se discrepa de sus puntos de vista; o tiene que ser evaluada por sus directivos y antes de iniciarla prorrumpe en llanto delante de ellos; o ante un tribunal examinador cuando no se está seguro de las respuestas. Todos estos llantos no son normales, pues las situaciones no lo ameritan; sin embargo, a estas personas que hacen de él una manera, muy efectiva a veces, de comunicarse, no se les sugiere asistir a una consulta de psiquiatría.
Al igual que el niño recién nacido expresa a través del llanto sus necesidades, hay adultos que hacen lo mismo, y para ellos llorar es su manera de enfrentar la vida: lloran si tienen problemas con el esposo, si el hijo les dijo algo indebido, si despiden a un ser querido que va de viaje, ante un melodrama si van al cine. Son los clásicos llorones, a los que sí hay que decirles: “No llores, ponte fuerte”.
TIENES QUE PONER DE TU PARTE¿Quién no ha oído esto alguna vez? ¿Cuántas veces muchos médicos, psiquiatras, psicólogos, enfermeras y hasta usted mismo, amigo lector, ha pronunciado estas palabras?
A mi juicio, es una forma infeliz de suponer que la persona a la cual se le dice, no pone de su parte y el problema consiste en que todo el mundo siempre pone de su parte, pero unos, la parte que tienen que poner y otros no. Veamos un ejemplo esclarecedor:
Usted ha perdido una relación valiosa y se siente triste, lloroso, pesimista, sin deseos de hacer cosa alguna, tampoco tiene apetito ni deseos de bañarse y no puede conciliar el sueño pues le viene constantemente a la mente el recuerdo del amor perdido. Considera no ir al trabajo en esas condiciones y decide ausentarse unos días para permanecer en casa. Esto pudiera ser una buena solución; sin embargo, al malestar lógico y por demás muy normal ante la pérdida amorosa, se añade la improductividad. Antes, tenía todo el tiempo de su jornada laboral fuera de lo que le aqueja o al menos con la mente ocupada en otras cosas; ahora cuenta con todo ese tiempo para pensar en la pérdida, en él o la que se fue. Pero además, ha dejado por algún tiempo el contacto social determinado por sus relaciones laborales, contacto muy necesario en tiempos difíciles; y a los problemas emocionales inherentes a la relación perdida, se han añadido las dificultades económicas y financieras por la ausencia al trabajo; sin tener en cuenta el efecto imitativo para personas que nos toman como modelo en sus actuaciones, fundamentalmente los hijos.
Como puede darse cuenta en este ejemplo, está poniendo de su parte, pero de su parte mala, en detrimento de la parte buena que también tiene. Y en efecto, quizás no haya sido capaz de mantener una relación amorosa por diversos motivos, pero Sí es capaz de cumplir bien su jornada laboral, Sí es capaz de mantener relaciones armónicas con sus compañeros de trabajo o estudios, según sea el caso, Sí es capaz de ganarse su sustento con honradez, Sí puede ser socialmente útil, Sí puede contribuir a la economía familiar aunque se sienta triste e infeliz, Sí puede mostrarle a los demás que aunque no se siente bien, eso no es el fin del mundo y aún así es capaz de obtener éxitos en otras facetas de la vida.
TODOS LOS HOMBRES SON IGUALES. TODAS LAS MUJERES SON IGUALESEs posible que alguna vez haya manifestado esta idea, generalmente empleada por las mujeres, aunque también la he escuchado entre hombres desengañados en especial por una infidelidad conyugal, y es una gran MENTIRA.Todos los hombres no son iguales, ni tampoco todas las mujeres lo son. Si así fuera, sería muy aburrido, un verdadero caos.
Éste es un mecanismo defensivo desastroso, pues calificar a todos los seres humanos según la experiencia personal con uno de ellos es un grave error, cuyas consecuencias pueden limitar la adaptación del sujeto en forma significativa. Lo que le haya ocurrido una vez, no necesariamente tiene que repetirse con otra persona; no debe asumir posiciones defensivas ni comportarse en una nueva relación de la misma forma que lo hacía cuando no le fue bien, pues además de ser injusto, impedirá el establecimiento de la armonía junto a alguien que nada tiene que ver con su pasado.
Pongamos por ejemplo el de aquel hombre con el cual malgastó los mejores años de su vida por tratarse de un alcohólico agresivo, amargada por sus escenas de violencia y celos y después le hacía sentir culpable, cuando llorando le decía que lo ayudara, y no lo dejara solo, pues se iba a suicidar. La nueva persona que usted ha conocido, aunque también ingiere bebidas alcohólicas, nunca lo hace en cantidades que le lleven a la embriaguez y se comporta dentro de límites socialmente aceptables; luego, no tiene porqué traspolar sus temores antiguos a esta nueva relación.
Y aquella mujer que le peleaba, le reprochaba, le discutía y no le dejaba dormir pidiéndole explicaciones, nada tiene que ver con esta otra que apenas discute y cuando lo hace, regresa a la normalidad tan pronto le expresa lo que piensa.
Entonces, no resulta un mecanismo sano generalizar las experiencias desagradables sufridas, más saludable es hacer lo contrario, es decir, generalizar las experiencias positivas para demostrarse que no es el único que tiene un problema, o ha tenido un desengaño amoroso, pues muchas personas, como usted y yo, los han tenido; y han logrado darle un nuevo sentido a sus vidas, en mejores condiciones psicológicas que antes, independientemente de cuán dramáticas fueran sus historias pasadas.
Y SI ESTO HUBIERA OCURRIDO DIEZ AÑOS DESPUÉSEsta expresión quizás escuchada pocas veces, tiene, sin embargo, una utilidad nada despreciable.Es habitual frente a una situación difícil, desagradable, la tendencia del ser humano a involucrarse afectivamente, en tal magnitud, que hace de ésta el centro de su existencia, su presente, el todo de su vida. Por otra parte, no es infrecuente la presencia en su mente de los tiempos pasados cuando la situación era muy diferente a lo que es hoy.
Pongamos por ejemplo que usted ha tenido un fracaso amoroso y esa persona ocupa todo su pensamiento. Y es común recordar cuando se conocieron, los buenos tiempos pasados juntos, cuando comenzó él a cambiar con usted, los problemas posteriores, la ruptura matrimonial y el futuro incierto que le espera en su nueva condición. Este recuento es el que casi siempre se hace pero no quiere decir que sea el más correcto.
Una de mis sugerencias a estas personas es que sean realistas. Esa relación se terminó, se acabó, llegó a su fin. Ya no tiene remedio. Pero en el análisis que se haga de lo ocurrido se debe hacer énfasis en su participación para que las cosas llegaran a esos extremos y con ello evitar incurrir en el futuro en los mismos errores.
Otra sugerencia es sufrir, eso es aconsejable y no caiga en la equivocación de creer que un “clavo saca otro”, aunque es cierto en la carpintería, en las relaciones afectivas es un grave desacierto. Ningún hombre hace olvidar a otro hombre ni ninguna mujer hace que se olvide a otra mujer. Primero trate de recordar al amor perdido despojado de la afectividad que en el pasado le provocaba. Después, sí estará en condiciones de encontrar un nuevo amor.
Una pregunta que siempre es conveniente hacerse en estos casos es la siguiente:
¿Y si esto hubiera ocurrido diez años después? Esa pregunta sería, en el juego de ajedrez, ganar tiempo, es decir, realizar una jugada sin comprometer nuestra posición estratégica en lo fundamental, pero nos permite esperar que el otro por necesidad realice un movimiento comprometedor para él o en ocasiones se pierde un tiempo para preparar mejores condiciones según lo que haga el adversario o de lo que podamos hacer nosotros.
Con dicha pregunta se gana claridad para darnos cuenta de lo siguiente: si esta relación terminó y sufro mucho, ¿cuánto más hubiera sufrido si la relación tuviera diez años más? Si hoy siento afecto por esta persona, ¿cuánto afecto sentiría si hubiera compartido con ella ese tiempo?, si hoy estoy pesimista con respecto a mi futuro ¿cómo me sentiría si estuviera diez años más viejo, con menos posibilidades de conquistar?
Un proverbio africano dice: “Los hombres maldicen a Dios por haber creado el tigre y yo lo bendigo por no darle alas”. ¿Se imagina usted un tigre volador?
Moraleja: Todo pudo haber sido peor, de ahí el valor de esta pregunta.
(Agradezco a quienes me guiaron)
PARA BUSCARSE UN PROBLEMAEl enunciado de este consejo pudiera parecer contradictorio, pues quien brinde su opinión profesional para que usted tenga dificultades, no debe gozar de una salud mental óptima.
Pero, es eso precisamente lo que quiero poner a consideración del lector. Quiero dar algunos consejos para que se busque sólo un problema, no dos y más. Vamos a reflexionar usted y yo en torno a esto.
Los problemas cotidianos muchas veces nos hacen transitar de los menos malos a los peores. Se da solución a uno de ellos, y ésta hace buscarse otros problemas a un plazo inmediato o mediano por no utilizar los mecanismos de afrontamiento más adecuados. Se dice que “dinero llama dinero” y yo diría que “problema llama problema”.
Generalmente cuando se tiene un conflicto conyugal, su estado anímico se encuentra por lógica comprometido. Ello puede llevar sus pensamientos en torno a lo que le ocurre en su vida privada y descuide otras facetas de su existencia. Y no es infrecuente sufrir una merma en el rendimiento laboral evidente para sus compañeros. O no atiende a sus hijos con la misma calidad de antes. O se siente tan desgraciado o desgraciada que se “tira a morir en una cama” y sólo piensa en el sufrimiento que le embarga. Aunque parezca muy exagerado, este ejemplo es común y seguro conoce a alguien que ha transitado por este camino.
Ante una dificultad es cuando mejor tiene que funcionar para evitar buscarse otra. Si es en una esfera de su vida, trate de no comprometer otras que no han sido afectadas. Volvamos al ejemplo anterior.
Un problema conyugal le hará sentir mal, pero su trabajo no tiene culpa de ello, ni sus compañeros de labor tampoco tienen que sufrir las consecuencias de esta fase en su vida privada. Es posible, porque es un ser humano, que su funcionamiento no sea óptimo y le cueste más trabajo del habitual dedicarse por entero a su tarea sin volver a pensar en la situación conflictiva. Pero también debe tener presente que mientras más tiempo mantenga su mente ocupada en el trabajo, menos tiempo tendrá libre para dedicarlo a sus preocupaciones. Pero además, esta actitud evitaría un llamado de atención de sus superiores o jefes e incluso una sanción laboral por no cumplir con lo debido y por lo que se le paga un salario.
Con lo que le está ocurriendo si emplea su tiempo libre en interactuar más íntimamente con sus hijos, incrementaría la comunicación eficaz y su imagen para ellos alcanzaría una dimensión diferente, mucho más positiva, más cercana.
Si en vez de “tirarse a morir”, emplea su tiempo en hacer cosas que ha dejado de hacer, como redecorar la casa, sembrar nuevas plantas, limpiar y ordenar el cuarto de desahogo, ordenar el librero o el armario, su sufrimiento no cesará, pero no le habrá impedido continuar teniendo una calidad de vida más cerca de la que usted se merece.
Pero, este modo de enfrentar un problema tiene otras ventajas importantísimas, como es haber aprendido a utilizar mecanismos de afrontamiento creativos, sanos y que pueden ser imitados por su descendencia cuando ellos lo requieran.
PARA UNA BUENA COMUNICACIÓN CON SU HIJO ADOLESCENTELa adolescencia es una etapa de la vida tildada de “edad difícil”, “edad crítica”, como si los únicos que hubieran pasado por ella fueran otros y no nosotros mismos, como si fuera una etapa sólo vivida por aquellos “adolescentes difíciles” y no por otros que la vivieron normalmente, según las características específicas que le dan el torrente hormonal, el crecimiento súbito, la necesidad de independencia, la definición sexual y la acentuación de los caracteres secundarios, la elección o inclinación vocacional, entre las más significativas.Como cualquier período, la adolescencia se rige por determinados principios que no deben ser olvidados jamás, pues ello acarreará, en la mayoría de las ocasiones, serias dificultades en la comunicación paterno-filial. Para lograr una buena comunicación con nuestros adolescentes es prudente desterrar de nuestro vocabulario determinadas expresiones como las que a continuación se relacionan:
1. “Tú tienes que...” En este caso es preferible preguntar qué ha pensado hacer al respecto, antes de trazar pautas ajenas a él. El adolescente debe aprender a encontrar soluciones propias, a manejar el estrés, las relaciones difíciles, etc.2. “Por qué tú no hiciste...” Lo que no se hizo no tiene solución pues pertenece al pasado. Es mucho mejor que el adolescente aprenda de los errores cometidos y sea capaz de volver a intentarlo, por lo que se le debe asegurar que él es capaz de hacerlo, que él puede lograrlo.3. “Muchos de tu edad...” Esta desafortunada comparación no debe ser pronunciada jamás. Lo importante es aceptar al adolescente tal y cual es, y solidarizarnos con sus decisiones, las que por lo general, son adecuadas a sus intereses.4. “Cuando yo tenía tu edad...” Otra comparación peor que la anterior, pues provocará una rivalidad entre padres e hijos. Cuando usted tenía su edad las cosas eran muy diferentes a como son en estos momentos. Es más inteligente invitarlo a dialogar sobre el tema que consideramos problemático, o el que posiblemente necesite alguna orientación, pero nunca ponernos como modelo que no somos.5. “Yo en tu lugar haría...” Otro error en la comunicación, pues estamos cometiendo fraude, con el inconveniente de que nuestra opinión pudo haber sido válida para nosotros, mediatizada por nuestra experiencia pasada que no la tiene el adolescente y por nuestros juicios de valor que no son los de él. Es mucho más sensato aproximarnos a él preguntándole qué piensa hacer ante la situación que tiene y de esa manera conoceremos cuán acertadas o no son sus decisiones. Si son correctas deben ser estimuladas y si no lo son se le debe incitar a manejar otras opciones más productivas.
Estas orientaciones persiguen proveer al adolescente de relaciones afectivas y efectivas, que le sirvan de soporte ante las nuevas exigencias que esta etapa le plantea, fundamentalmente, una apropiada interacción social con sus semejantes. Esta manera adecuada de comunicarse con el adolescente le permitirá contar con usted cuando le sea necesario a él, no cuando usted lo desee. En este sentido, no trate de ser el mejor amigo de su hijo para que él le mantenga al tanto de cuanto hace, lo cual es un atentado a su individualidad e intimidad. Lo inteligente es lograr que el adolescente tenga su vida privada, sus secretos y sólo nos comunique aquello que le es confuso, extraño, hostil, teniendo en cuenta que ellos tienen que vivir sus vidas y nosotros las nuestras.
PARA NO PERDER LA AUTORIDAD CON LOS HIJOSUna de las quejas más frecuentes de muchos padres que escucho en mi práctica profesional, es que los hijos no los respetan y comienzan las comparaciones con los tiempos pasados: antes la cosa era distinta, había que tratar a los padres de usted o decirle señor; antes había más respeto de los hijos hacia los padres, de los muchachos para con los adultos. Y en estas comparaciones la nueva generación sale muy mal plantada. Pienso que la pérdida de autoridad de los padres de antaño y los de ahora se debe a una misma causa: su mal uso.Para tener autoridad ante los hijos no hay que pasar curso alguno, ni ser académico ni nada por el estilo.
Simplemente, se necesita hacer un uso adecuado de eso llamado “sentido común”. Y para ello lo primero es... NO TEMER PERDERLA. Cuando los padres temen perder su autoridad, comienzan a hacer una utilización irracional, desmedida, injustificada de ella, para que los hijos se den cuenta de que son ellos quienes la tienen. Pero de seguro ellos interpretarán ese desmedido autoritarismo como la evidencia más firme de que usted la está utilizando de una manera anómala, que ya no sabe mandar. Y he aquí el segundo consejo, para mantener la autoridad con los hijos haga un uso racional de ella.
En este aspecto, es necesario dejar vivir a nuestros hijos, pues ellos están realizando un proceso intransferible, que consiste en vivir su propia vida y nadie, incluidos los padres, puede variar esa realidad. Por tanto, cuídese de estar sentando pautas constantemente, dando orientaciones a cada minuto, advirtiéndole en cada momento cómo hacer cada cosa. Siempre que asiste alguien a mi consulta con una situación de este tipo le pongo el ejemplo de los entrenadores de boxeo, quienes entrenan a sus pupilos lo mejor que pueden, con todo el amor y la dedicación posibles, pero quien enfrenta al adversario no es el entrenador, no es quien entrena, sino el pupilo, el entrenado, quien recibió el entrenamiento. Y cada vez que termina un round o asalto, el entrenador le da nuevas instrucciones, le corrige supuestas fallas y vuelve el boxeador al combate, no el entrenador. Y en ocasiones, el entrenador dice o le grita alguna estrategia desde su esquina y el boxeador equivoca la táctica y pierde la pelea por puntos, por RSC o por nocaut. Y no la perdió el entrenador, la perdió el boxeador.
Y en la vida la función de los padres se semeja en buena medida a la de un entrenador. Debemos preparar a los hijos para que celebren su combate con la vida y salgan victoriosos ante ese difícil contrincante. Pero usted no puede vivir la vida por su hijo y el aspirar a hacerlo, es otra postura que atenta contra su autoridad. Dígale más o menos qué hacer y cómo, pero deje que él le ponga su sello personal y si desea buscar otras vías y formas, mucho mejor. Estimúlelo.
Otra manera de no mantener la autoridad con los hijos es exigirles un tributo por ser hijos nuestros, por la crianza dada, por la inversión hecha en ellos. Y no se alarme con esto que acaba de leer, pues he conocido un número no despreciable de padres que cobran esto a sus hijos y les reclaman dinero, que se ocupen de ellos, que les presten ayuda, que no los dejen solos, que les resuelvan sus problemas, etc. Y necesitan asumir esta actitud simplemente porque perdieron su autoridad y también el verdadero afecto de sus hijos debido a su propia mezquindad. Ellos, en la generalidad de los casos, les recuerdan que no les pidieron que los hicieran o parieran, con lo que tratan de evitar la manipulación de sus sentimientos.
Si usted no desea perder la autoridad ante sus hijos, no tema perderla, no sea autoritario, no la utilice mal, sea flexible, tenga en cuenta que cada día que pasa sus hijos lo necesitarán de una manera diferente, aunque parezca que ya no lo necesitan.
A LOS PADRES Y LAS MADRESI. Las drogas se han convertido en un flagelo para la humanidad, principalmente entre los adolescentes y jóvenes de casi todas las latitudes. La cafeína, la nicotina, el alcohol y la marihuana ocupan los primeros lugares entre las más utilizadas, pero hay otras que constituyen un grupo muy peligroso y cada vez en aumento, la cocaína en sus diversas formas, los inhalantes y los psicofármacos. Aunque cada una de ellas tiene un cuadro clínico diferente, la conducta adictiva es el denominador común a todas. Y sobre este particular trata el consejo que brindamos a continuación.
La conducta adictiva o de dependencia se caracteriza por la incapacidad de desprendimiento de algo (o alguien), lo cual limita la libertad del sujeto en relación con ese algo y cuya ausencia provoca diversos malestares físicos y psicológicos, de variable gravedad y duración, los que pueden ser revertidos por el adicto o dependiente.Por tanto, cualquier conducta con estos requisitos mínimos, puede predisponer al sujeto para el desarrollo de una drogodependencia. Claro está, en ocasiones esta conducta es normal en parte de la vida del niño, como por ejemplo, su dependencia de la madre como fuente de protección y nutrición, o en el adolescente, su dependencia al grupo de iguales o a un determinado compañero, el clásico compinche o amigo preferido. No es a estos rasgos normales a los que hacemos referencia.
Más bien se trata de otras evidencias nocivas en la actitud del adolescente, en apariencia naturales. Por ejemplo, cuando consume su tiempo en actividades poco importantes como el juego en cualquiera de sus formas: billar, máquinas computarizadas, carreras y peleas de animales, dados, barajas, etc., en detrimento de otras de mayor utilidad: el estudio, la sana recreación, la familia, etc. Este tipo de entretenimiento se convierte en adictivo cuando se gasta dinero y tiempo en mayor cantidad de lo que se propone el sujeto, o cuando se repite a pesar de los trastornos ocasionados, como pueden ser ausencias a clases por el juego, deudas, conflictos ante la imposibilidad de pagarlas o hurtos de dinero a los familiares para saldarlas. Cuando todo esto ocurre estamos ante el llamado “juego patológico”, porque ya existe dependencia de él, es una enfermedad del control de los impulsos. En estos individuos hay mayores posibilidades para la instalación de otras dependencias que en quienes no presentan estos problemas.
Los padres deben dosificar este tipo de actividad y evitar por todos los medios la realización de apuestas, que pueden actuar como reforzadoras de esa conducta, tanto cuando se obtiene éxito y se juega para continuar lográndolo, como cuando se pierde y se trata de recuperar lo perdido.
Otra manifestación de conducta adictiva es la utilización de la televisión como vía evasiva, cuando el adolescente se mantiene durante muchas horas inmerso en semejante mundo, ajeno a la realidad, que le impide, aunque sea temporalmente, pensar o reflexionar sobre sus propios problemas. Igual dependencia se observa en muchos relacionados con la música, sobre todo con el hard rock o rock duro, por la cual tienen predilección los suicidas. En estos casos es prudente que el adolescente desarrolle diversos intereses, que tenga varios amigos y el apoyo familiar, condiciones necesarias para evitar dichos comportamientos anormales.
También pueden hacer suponer una adicción en nuestros adolescentes, los cambios en la conducta, por ejemplo el hábito de fumar, cuando nunca antes lo había realizado, el consumo de bebidas alcohólicas con frecuencia creciente, señales de pinchazos en antebrazos o la cara anterior de los muslos, ulceraciones o sangramientos nasales por aspiración de cocaína, demanda progresiva de dinero para pagar deudas, hurto o robo de sumas importantes de dinero a los familiares, cambio de amigos, sustituyéndolos por otros que también consumen drogas, empleo del lenguaje marginal de estos grupos, o la jerga propia de la sustancia que consumen diferente para cada cultura. Frente a cualquiera de estas manifestaciones lo más aconsejable, antes de asumir una actitud punitiva, es pedir ayuda especializada, pues la drogadicción, en tanto trastorno grave de la conducta, es también una enfermedad de causa múltiple, que requiere tratamiento médico.
II. La condición de adultos nos ofrece la posibilidad de planificar nuestra vida, de asumir una actitud activa ante las dificultades y sus soluciones. Eso no ocurre en la niñez, y en la adolescencia, aunque la validez es mayor, aún persisten lazos de dependencia que la limitan.
El papel de los padres en la conformación de la personalidad de los hijos tiene una importancia capital, y en muchas ocasiones, si no hay un correcto clima emocional familiar, las consecuencias en los hijos pueden ser graves y determinar la aparición de diversos grados de patología mental.
Hay un grupo de factores denominados de riesgo, que aumentan las posibilidades de manifestar un trastorno, una enfermedad, un comportamiento anómalo.
Por ejemplo, el divorcio de los padres o la separación, influye de forma negativa en la psiquis de los hijos, ocasionándoles diversos tipos de problemas, entre los que cabe mencionar los emocionales, como la depresión, los sentimientos de culpa por la desavenencia, el rechazo hacia el progenitor que se queda y la añoranza por el que se ha ido; la aparición de dificultades con el rendimiento escolar, inexistentes antes de la ruptura; la inseguridad al perder una fuente de protección y apoyo, lo cual puede desencadenar ansiedad, trastornos de la conducta de tipo disocial o antisocial, así como sentimientos de incompetencia en la comunicación con sus iguales.
Las malas relaciones entre los padres, sin que se llegue a la ruptura, también entraña serias contrariedades para los hijos, quienes pueden comenzar a presentar una agresividad, muy similar a la que están contemplando, en sus relaciones con otros niños, en el propio hogar y en la escuela. Pueden iniciar síntomas como son la enuresis, o sea, se orinan en la cama, se empiezan a comer las uñas, se les afectan el apetito y el sueño, aparece caída del pelo en forma de pesetas o sacabocados, o caída de las cejas, tendencia al aislamiento o a solidarizarse con el progenitor víctima, y experimentar un miedo excesivo hacia el que inicia las discusiones o las peleas.
El abuso o maltrato infantil es otro problema muy frecuente y muy dañino para la víctima. Por el maltrato de sus padres muchos niños han fallecido o han sufrido graves complicaciones derivadas de esta conducta de sus progenitores. De inicio, cuando los padres tratan mal a un hijo se produce una profunda distorsión de la comunicación paterno-filial y de la imagen que el niño va adquiriendo de ellos, lo cual perjudicará sus futuras relaciones interpersonales, como parte de la afectación más general que él padecerá. Y entre los trastornos más frecuentes están el desarrollo de una personalidad anormal, que puede manifestarse con tendencias antisociales; diversos hábitos para mitigar el dolor de su existencia o llevar una vida enajenada; depresiones; intentos de suicidio en busca de una vía para poner fin a sus sufrimientos.
La imagen que los hijos tienen de sus padres también puede ser un factor de riesgo, sobre todo cuando ésta genera grados variables de malestar en ellos. De hecho, un padre ausente emocionalmente de sus hijos, no interesado por sus logros y sus fracasos, que no esté a su lado en “las verdes y las maduras”, muy poca o ninguna seguridad puede generar en su descendencia. Un padre o una madre que en su modo de vida incluya el llanto frecuente como forma de comunicarse y relacionarse con los demás, o asuma papeles de víctima, muy poca posibilidad dará a sus niños y adolescentes de que le confíen sus problemas y sus intimidades, y ellos crecerán con sentimientos de soledad. También hay que mencionar a los padres con problemas de conducta, transgresores de las normas sociales, quienes los pueden transmitir a sus hijos y ellos presentarlos por simple imitación.
Usted es la persona más importante para su hijo, para su desarrollo físico, mental y social. Esa responsabilidad nunca la debe olvidar.
III. Así como existen factores de riesgo ya señalados que repercuten de forma adversa en el desarrollo de la personalidad del niño, existen también los llamados factores protectores o condiciones para dar seguridad a su salud.
¿Cuáles son esos factores?
1. El amor entre los padres y de éstos hacia los hijos. Una familia unida es una fuente de seguridad para todos sus integrantes, por lo que nunca serán muchos los esfuerzos para lograr este objetivo. Como parte de este amor está la aceptación de cada uno en su individualidad y diferencias. Esto cuesta mucho trabajo, porque los padres pretenden que sus hijos sean a su imagen y semejanza; es el error de querer recriarse a través de los hijos, y si el padre quiso ser doctor o ingeniero y no pudo, entonces pone todo su empeño y esfuerzos para que el hijo llegue a ser lo que él no pudo.2. Tener personas significativas en quienes confiar. No es prudente cuando nuestros hijos nos cuenten sus dificultades, tomar medidas represivas o asumir actitudes alarmistas, que silenciarán sus futuras confidencias. 3. También los hijos necesitan tener padres que les impongan determinados límites a su conducta, y eviten con ello una utilización desordenada de la libertad, tan dañina a estas edades. Los límites deben ser racionales, no excesivos ni arbitrarios, pues perjudican tanto o más que la ausencia de límites.4. Los hijos precisan sentirse atendidos en sus momentos difíciles, como pueden ser las dificultades escolares, amorosas o cuando padecen alguna enfermedad. Ello incrementará su seguridad, su autoestima.5. Tener una opinión positiva de sí mismos, una autoestima elevada. Para ello es importante destacar sus buenas cualidades en vez de los defectos, enseñarles habilidades diversas para enfrentar el estrés y resolver sus problemas, lo cual favorecerá el surgimiento de sentimientos favorables hacia sí mismos; desarrollar en ellos la capacidad de controlar y modular sus emociones, para evitar la manipulación de sus afectos o dar una respuesta impulsiva o impensada.6. La intolerancia de los padres ante las conductas desviadas. Permitirlas es un estímulo para que sean repetidas y convertidas en un mal hábito. En este caso es importante la unidad de criterios en toda la familia al desaprobar determinada conducta desadaptativa y no sólo la desaprobación de una parte de ella, pues el niño o adolescente hará alianzas contra quienes le reprueben su conducta, solidarizándose con quienes se la aprueban o estimulan. Además de rechazar las desviaciones, debe controlarse frecuentemente para que no se estén presentando, y así se desestimulará su ocurrencia.7. Es indispensable para los hijos la conducta de los padres: si los padres nos crecemos ante las dificultades; si somos dueños de nuestras emociones; si somos estables en el comportamiento social (familia, trabajo, vecindario); si conocemos nuestros puntos flojos, nuestras limitaciones; si somos buenos trabajadores, creativos, no rutinarios; si sabemos ser responsables, confiables; si sabemos disfrutar, seguro seremos un buen modelo a imitar por nuestra descendencia.
AL AMA DE CASA: EL SÍNDROME DE LA LOCOMOTORANo se alarme que no pretendo hacer ningún aporte a la clasificación sindrómica en la psiquiatría. Sucede que en mi práctica profesional he escuchado respuestas muy parecidas al ulular de una locomotora y por ello, gráficamente, he llamado así al síndrome que las ocasiona.
El síndrome de la locomotora se observa con mayor frecuencia en las mujeres, sobre todo amas de casa, aunque también lo pueden padecer las trabajadoras. Estas mujeres se sienten histéricas, cansadas, hastiadas, sin deseos de hacer las cosas, no quieren ser tocadas por sus esposos, y se generan problemas en la pareja, no sienten placer sexual, lo cual incrementa el rechazo a dichas relaciones, creen tener alguna enfermedad que explique sus molestias físicas, como es la anemia, infección en los riñones o alguna afección maligna, y buscan ayuda médica para, por diversos análisis, se llegue al diagnóstico de esa supuesta enfermedad.
Cuando se les pregunta qué hacen el lunes, responden: “Me levanto, pongo a hacer el café, preparo después el desayuno a los de la casa y desayuno yo también, arreglo las camas, empiezo a preparar el almuerzo. En ese intervalo de tiempo voy a la plaza, al mercado, lavo algunas ’ropitas’ y plancho unas ’boberías’ (le dicen así a pocas prendas de vestir). Almuerzo, me recuesto un rato y después espero a que vengan los hijos de la escuela, los mando a bañar, les controlo las tareas, hago lo que vaya a hacer de comida, espero que llegue mi esposo, y después que comemos veo la novela. Antes de acostarme les preparo la ropa del colegio a los niños”.¿Y qué hace usted los domingos?, esa es la segunda pregunta que se le debe hacer, y la respuesta es: “Más o menos lo mismo”. No existe diferencia entre un día cualquiera y los fines de semana.Si se trata de una trabajadora y se le pregunta ¿qué hace un día cualquiera de la semana?, le dirá: “Lo mismo, del trabajo a la casa y de la casa al trabajo”.Una vez hechas las preguntas, tales respuestas significan que posiblemente estas personas padezcan del síndrome de la locomotora. Para llegar a su diagnóstico final se les debe preguntar:—¿Desde cuándo usted no va a la playa?Respuesta: Uuuuuh (como la locomotora).—¿Desde cuándo usted no va a un restaurante?Respuesta: Uuuuuh (como la locomotora).—¿Desde cuándo usted no lee un libro?Respuesta: Uuuuuh (como la locomotora).—¿Desde cuándo usted no va al cine o al teatro?Respuesta: Uuuuuh (como la locomotora).—¿Desde cuándo usted no va a algún lugar a bailar?Respuesta: Uuuuuh (como la locomotora).—¿Desde cuándo...? Respuesta: Uuuuuuuuuuuh.
Y a estas personas se les explica que no están enfermas, están cansadas de llevar un modo de vida rutinario y monótono que puede enfermarlas, y si quieren sentirse bien, tienen que modificarlo. Y la mejor y única medicina para esto es distracción, distracción y distracción.
La distracción es parte de lo que todos los seres humanos deben programarse dentro de su plan de vida para facilitar la recuperación de las energías perdidas en las obligaciones cotidianas. No olvide esto nunca.
A LOS HIJOS: NO HACER ALIANZASEste tema está destinado, en especial, a los hijos cuyos padres tienen problemas matrimoniales y están por separarse y divorciarse. Va dirigida, desde luego, a aquellos hijos que son adolescentes o jóvenes, no así a los niños que en la mayoría de las ocasiones harán lógica alianza con la madre, su fuente de nutrición, protección y seguridad en estas edades.
Generalmente, si hay hembras y varones entre ellos, se efectuará una distribución en las alianzas. Algunos defenderán al padre en sus razones y otros, a la madre. Los unidos al padre tendrán problemas en sus relaciones con la madre y con los hermanos que la apoyan. Los otros sufrirán las reprimendas del grupo contrario.
Pero no se les puede olvidar que han formado alianza con su padre, en contra de su madre y viceversa. Es decir, no la forman con un ser querido en contra de un enemigo, sino en contra de otro ser querido, de ahí su inconveniente.
El adolescente o el joven que se una a un progenitor en contra del otro, tendrá desde ese momento un progenitor y un enemigo, en vez de dos progenitores. Esto no debiera ser, pero sucede.
Una postura inteligente sería tratar de no inmiscuirse en esos asuntos y sólo hacerlo si se les pide opinión, la cual deben dar con una imparcialidad a toda prueba. Sé que resulta difícil para un adolescente o un joven no tomar partido en este tipo de situación, pero deben ocuparse de sus propios asuntos y dejar a los adultos resolver el problema por sí solos de forma civilizada.
Aunque sean sus padres, recuerden ese viejo refrán que dice “entre marido y mujer nadie se debe meter”. Y eso es válido también para ustedes.
Además de los inconvenientes ocasionados por dichas alianzas en la relación paterno filial, otro tanto ocurre entre los hermanos, quienes establecerán rencillas personales, disputas, rencores, y esto, lógicamente, los marcará en lo adelante.
Las peleas pueden influir desfavorablemente, porque un progenitor puede al atacar afectar la imagen del otro y profundizar más aún los problemas de relación en la familia. Por último, además del refrán anterior que es válido, como ya dije, para aplicar con sus padres, no olvide que “no se puede ser juez y parte”. Y este otro refrán le viene a usted, adolescente o joven con padres en conflictos matrimoniales, como “anillo al dedo”.
PARA LA REFLEXIÓN: EL DEDO DE LA AGRESIVIDAD Y EL DEDO DE LA RESPONSABILIDADUsted pensará que esto es un barbarismo, pues hasta hoy los dedos de la mano son el pulgar, el índice, el mayor o el del medio, el anular y por último, el meñique. Sin embargo, ¿cuál es el dedo de la agresividad y cuál el de la responsabilidad? Pues el dedo índice y el pulgar, respectivamente.
Cuando se conoce de una infidelidad conyugal por parte de una mujer, el hombre y muchas otras personas, califican de disímiles formas a la infiel y ninguna de ellas afable. Y se dirá que es “mala”, “una cualquiera”, “una degenerada”, “una prostituta”, “cornuda”, etc. Y el dedo índice campeará por su respeto autoengañando al que lo emplea.
No comparto la infidelidad por parte de ninguno de los dos sexos, pero me gustaría que se utilizara el dedo pulgar al que yo he denominado el dedo de la responsabilidad. ¿Cuál sería el discurso?: “Yo hice cosas que facilitaron que mi pareja buscara en otros lo que yo no le di”. “Yo dejé de hacer cosas que debí hacer o hice otras que no debí hacer nunca”. “Yo di pie para la décima”.
El primer mecanismo, el del índice agresivo y acusador tiene una ventaja y es precisamente esa, descargar nuestra hostilidad hacia afuera, en este caso hacia la pareja. Pero tiene un gran inconveniente y es el no permitir la introspección, el autoanálisis, la reflexión adulta y madura.
El segundo mecanismo, el del dedo pulgar, tiene el inconveniente de que nos culpamos y responsabilizamos, pero la gran ventaja de permitirnos ver en qué fallamos, nuestra participación y responsabilidad en lo ocurrido. Todo este análisis nos ayudará a evitar situaciones similares en el futuro.
El dedo índice es muy fácil de utilizar y se recurre a él con rapidez, porque las culpas “no pueden caer al piso” según se dice y es más fácil echárselas al de enfrente que a nosotros mismos.
Utilizar el dedo pulgar requiere un entrenamiento previo para aprender a controlar su hostilidad, a interpretar la conducta de las personas y la suya propia, a tener reales deseos de crecer como persona, y esto debe hacerse de forma racional pues su exceso puede ser muy doloroso. Al igual que en los tiempos del César, es éste el dedo que nos salva o nos hunde, en dependencia de la sabiduría con que lo utilicemos. Si nunca lo emplea, nadie lo salvará, ni el mismísimo César.
PARA APRENDER DE LOS ANIMALES: EL ZOOLÓGICO DE LA SABIDURÍAEl zoológico de la sabiduría es un recurso psicoterapéutico que he utilizado en mi práctica profesional con muy buena aceptación y resultados empíricos.
Consiste en mostrarle a las personas cómo el hombre, que es un animal racional, puede y debe aprender de los animales. Es proverbial la laboriosidad de las abejas obreras, la vagancia de los zánganos, la lentitud de la tortuga, la memoria de los elefantes, etc. Sin embargo, hay otras conductas en los animales inferiores que bien debieran ser imitadas por los seres humanos y si no, al menos, sacar la enseñanza correspondiente.
Iniciemos el análisis por la yegua y su potrillo. Si usted se ha fijado en una yegua parida y su potrillo cuando van por la carretera, notará como ella va por el estrecho camino, muy pegada a la carretera, sin apenas intervención alguna del jinete. Detrás, delante o al lado, correteando de un lugar para otro, va el potrillo; si se aproxima un vehículo o algún otro peligro, él simplemente se pone detrás de la madre siguiéndole los pasos.
Seguro habrá visto a una gallina con sus pequeños pollitos cuando comienza a llover. Los llama piándoles y protege a todos cubriéndolos con las alas. Y eso lo repetirá en incontables ocasiones hasta que los pollitos han crecido y no le caben debajo de las alas. Y ella, al parecer, se da cuenta del crecimiento y les deja hacer cada vez más sus propias vidas hasta que se hacen gallos y gallinas en el patio donde les ha tocado vivir.
También habrá tenido la oportunidad de observar al palomo y la paloma haciendo el amor, o como popularmente se dice: “un palomo cubriendo a la paloma”. O quizás haya visto al gallo corriendo detrás de la gallina y haciéndole la ronda para tener sexo. O habrá visto al perro cómo huele a la perra, le lame, le ladra, le da vueltas antes de tener dicha relación. Y así todos los animales hacen lo mismo antes: cortejan a la hembra, la seducen, la preparan para ese momento de aparearse.
Muchos seres humanos se olvidan del efecto imitativo que su conducta provoca en los hijos y aunque se les dé libertad de acción, es necesario mostrarles por qué camino se debe transitar para evitar peligros. Un comportamiento razonablemente adecuado, no perfeccionista, es una buena guía para la descendencia. Pero también pueden ser imitadas la ingestión excesiva de bebidas alcohólicas y la conducta suicida. Sírvale de modelo a seguir a sus hijos, así como sucede con el potrillo.
Hay madres y padres que quieren mantener a sus hijos, ya adultos, debajo de su regazo. Con ello, además de irrespetarlos, les coarta su libertad, impidiéndoles alcanzar la necesaria validación que les permita el desarrollo personal. Si la gallina se da cuenta que el tiempo pasa y los hijos crecen, ¿por qué muchas personas no? Si la gallina le ofrece a los pollitos en cada momento lo que ellos necesitan, ¿por qué algunas personas no hacen lo mismo con sus hijos?
Por último, ¿cuántas mujeres desearían que sus parejas las cortejaran, las sedujeran, las deslizaran suavemente en el acto sexual y no continuaran haciéndolo de esa manera tan rutinaria, impersonal, monótona? Es seguro que el palomo pudiera enseñarle cómo hacerlo de esa manera añorada.
Sólo les ofrezco tres ejemplos del zoológico de la sabiduría. Puede encontrar muchos más al observar las conductas de los animales y se dará cuenta que de ellos también se pueden aprender cosas que le ayuden a vivir, e imitar las que hagan mejor que usted.
PARA MODIFICAR LOS SIETE RASGOS NEGATIVOS DE LA PERSONALIDADParece que el número siete es un número socorrido. Así se mencionan los siete pecados capitales, las siete maravillas del mundo y en el cine Los siete magníficos y Los siete samurais. Y ahora les propongo analizar los siete rasgos negativos de la personalidad.
Es posible que para usted éstos no sean los rasgos más negativos y está en lo cierto. Pero por algunos había que iniciar y elegí los siguientes: la susceptibilidad, la desconfianza, la impulsividad, el pesimismo, el egocentrismo, la timidez y la duda.
Pasemos a detallar cómo estos rasgos influyen de forma negativa en nuestras vidas.
La susceptibilidad es aquel rasgo del carácter mediante el cual el sujeto se convierte en una esponja para recoger... todo lo malo (real o que él se imagina). El susceptible siempre o casi siempre se siente herido, despreciado, humillado por cuestiones insignificantes, como puede ser no darle los “buenos días” a él en específico; porque, como puede ocurrir, se olvidaron de su cumpleaños; porque, con justeza, le hicieron una llamada de atención; porque el hijo, de tres años de edad, le dijo que no lo quería y que ella o él no era su mamá o el papá, cosa que dicen la mayoría de los niños a esa edad, pero el susceptible lo toma en serio; y así sucesivamente.
Debido a este carácter tiene lógicas dificultades en sus relaciones interpersonales, pues no hay manera alguna de quedar bien con él. Un rasgo que lo complementa es la manipulación: casi nunca dice las cosas tal y como ocurren, sino que las “arregla” según su modo susceptible de pensar. Y con frecuencia trata de involucrar a otros en sus problemas en los que, desde luego, él siempre lleva la peor parte, es decir, es la víctima. “Usted me hizo tal cosa”, “Usted me ofendió”, “Usted me maltrató”, “Usted piensa mal de mí”, “Yo no le caigo bien”, “Usted la tiene cogida conmigo”, “No me quieres como antes”, “Sí, yo lo hice todo mal pero usted no tenía que llamarme la atención de esa manera”. Ésta es una característica muy acentuada en él y es lo que yo denomino “tener la susceptibilidad en la punta de la nariz”, pues se hiere mucho por lo que se le dice y no por lo que hizo para merecer que le dijeran tales cosas. Está muy alerta de cómo le dicen las cosas y no de cuál es el contenido de lo que le dicen. Esto obviamente también le ocasiona dificultades.
Hay que saber ser susceptible y una buena forma es siéndolo en relación con uno mismo, no con los demás, lo cual es una manera de defenderse. Es muy útil preguntarse: ¿Por qué me duele lo que me dicen y no lo que hice para que me lo dijeran? Para empezar a cambiar éste pudiera ser un buen recurso.
La desconfianza es otro rasgo que, cuando no está bien proporcionado, se convierte en un martirio para quien lo padece. Se trata de la falta de confianza en sí mismo y en quiénes le rodean. Al faltarle la confianza en los demás, el desconfiado pensará que le tratan con hipocresía, le dicen sólo una parte de las cosas y le ocultan información; piensa, cuando entra en la oficina y los demás se callan, que estaban haciendo algún comentario malintencionado de su persona; considera las palabras amorosas dichas por su pareja un medio para obtener algo, y no porque las siente y porque le quiere, piensa incluso que “algo” está pasando, pues “ella no es tan cariñosa” y debe haber “gato encerrado”. No puede tener amigos porque también desconfiará de ellos.
La falta de confianza en sí mismo se observa disfrazada de orgullo y autosuficiencia. Considera merecerlo todo y desprecia lo que no está a la altura de su supuesto valor. La inseguridad propia del desconfiado explica los celos, al pensar que otra persona con sus atributos es capaz de hacer sentir mejor a su pareja que él.
No hay otro remedio para este rasgo que comenzar a confiar. Trate de intentarlo al menos, pero de buena fe, no para decirse usted mismo que hizo lo que le sugirieron y no resultó.
La impulsividad está en las personas que no meditan sus acciones y se dejan arrastrar por el primer impulso; imagínese cuántos inconvenientes puede acarrear este rasgo de la personalidad si no se maneja adecuadamente.El impulsivo se comporta como un toro en el ruedo, que con sólo moverle la capa embiste con una furia propia de lo que es: una bestia. Y por desgracia se encuentran personas con tal comportamiento: acaban, ofenden, agreden, ya sea física o verbalmente, a quienes le rodean, por motivos frente a los que se pudiera haber reaccionado de una forma más civilizada. Él será el erizo dispuesto a pinchar al más mínimo roce, por lo que sus relaciones con los demás se verán afectadas de manera sensible.
Esta persona es un esclavo de sus impulsos, es su caballo, no lo que debiera ser: el jinete de sus emociones. Sería aconsejable para ella hallar el control de sus impulsos por todos los medios, incluyendo los psicofármacos, muchos de los cuales han sido utilizados frecuentemente con magníficos resultados en este sentido.
Busque ayuda en un psiquiatra para aliviar este rasgo y sus consecuencias cuanto antes.
El pesimismo es una disposición anímica que lleva a pensar siempre lo peor. El pesimista es aquella persona que se deja dominar por el pesimismo. Imagínese cómo puede ser su mundo si todo lo ve con gafas oscuras; piensa que nada le saldrá bien, que no tiene sentido luchar si no va a obtener éxito, está derrotado antes de iniciar la lucha. Es un perdedor nato. Pierde porque lleva en él la predisposición y la disposición para la derrota y no hace otra cosa que reafirmarla con sus actos.
Al pesimista le ocasiona gran dificultad mantener adecuadas relaciones interpersonales, pues todos tratarán de evitarlo. Su discurso sombrío, sus puntos de vista derrotistas, sus lamentaciones, no son del agrado de los que tienen una manera diferente de comportarse ante la vida, y son la causa de las dificultades referidas. Tiene una imagen negativa de sí mismo y del mundo, al que considera frustrante, competitivo, exigente, agresivo. Su visión de las expectativas futuras es mala y las imagina muy difíciles, con sufrimientos, privaciones, fracasos, etc.
Sería útil para el pesimista tratar de probar que la vida es realmente una “basura” o que él no sirve para nada. La imposibilidad de demostrarlo, quizás pueda enseñarle lo absurdo de sus pensamientos, que le generan el pesimismo y lo refuerzan.
El egocentrismo es otro rasgo que puede dificultar el desarrollo individual. Ego significa yo, y centrismo, el centro. Egocéntrico es la persona que se considera el centro y todo debe girar alrededor de él. El niño pequeño es, por naturaleza, así y es lógico, pues requiere de cuidados constantes para su supervivencia.
Resulta muy difícil establecer relaciones interpersonales armónicas con un egocéntrico, pues se cree lo mejor, lo más importante, sus puntos de vista son los más adecuados, sus necesidades son las principales que hay que satisfacer, todo tiene que ser subordinado a él, tiene que ser “el ombligo del mundo”, esto es, de la pareja, de la familia, del grupo de amigos. A él hay que tenerlo en cuenta para todo y rendirle cuenta de todo. Sus dolores son los mayores, sus problemas no tienen comparación, sus sufrimientos no tienen límites. Como se evidencia, la tendencia a la exageración es parte intrínseca del individuo egocentrista.
Pero nadie es el ombligo del mundo y él no debe creerse que lo es. Y si se lo hacen creer es para hacerle el juego y lo tratan como si fuera un anormal o un bebé, quien sí lo necesita. En el adulto estas actitudes son anormales y es conveniente que haga consciente su necesidad de reclamar atención, independientemente de las diversas formas que utilice para ello, como el llanto, el enojo, la simulación de determinados malestares o la exageración de síntomas banales, etc. También tiene que enfrentar, además de lo anterior, que él puede ser el centro para un grupo de personas, pero no para todas, o durante un tiempo, pero no siempre.
La timidez es otro rasgo que trae innumerables dificultades interpersonales a quien lo posee de manera relevante. El tímido padece de ella y eso significa encogimiento, temor para establecer relaciones, para decir lo que piensa, para exponer sus puntos de vista, para defender sus derechos, para competir con otros; también lo tendrá de estar en grupos, sentirá pena por todo, y esas actitudes harán que sea visto como “el raro del grupo” o se le tendrá lástima o compasión por esa forma de ser. Pero la lástima y la compasión no son afectos normales entre los seres humanos. Luchar contra la timidez no es tarea fácil, pero tampoco imposible.
A continuación se ofrecen algunos consejos para ir venciendo este rasgo.• Hable hasta por los codos cuando se encuentre entre los familiares y amigos que le quieran bien y ante los que usted no tenga gran temor de manifestarse.• Hable hasta por los codos ante desconocidos que probablemente no vuelva a ver y cuyas opiniones sobre usted no son determinantes ni influyentes en su vida.• Hable hasta por los codos que es preferible hacer el ridículo algunas veces y no estar haciéndolo durante toda la vida.
La duda es el último rasgo que se analizará. Hay personas con carácter dubitativo y siempre están pensando si lo que hicieron estuvo bien hecho o no, si cerraron la puerta o la dejaron abierta, si dicen sí en determinado asunto o dicen no. Son esas personas que para tomar una decisión, la piensan tanto y hasta en los últimos pormenores que cuando se deciden ya no es el momento de tomarla.
Reflexionar es bueno y pensar antes de hacer las cosas también lo es, pero no es ni regular disfrazar la duda y la indecisión con ropas de reflexión. Y eso ocurre con quien duda; por su inseguridad tiene que pesar y sopesar hasta el último de los detalles buscando lo que no tiene: seguridad.
Este rasgo es dañino pues se acompaña con frecuencia de rumiación de ideas y el cerebro literalmente no descansa, porque estará pensando en los pro y los contra; por ello, siempre estarán preocupados, tensos; incapaces de bromear, de disfrutar. Y esto a la larga, les llevará al cansancio mental.
Los siguientes consejos les pudieran ser útiles:• Tome las decisiones en conjunto con personas en las que tenga plena confianza.• Recuerde que no se puede tener la seguridad absoluta de acertar en todas las decisiones.• Tomar una decisión inadecuada no es el fin del mundo y no es usted el único que comete errores.• Aprenda a reírse de sus propias dudas y trate de mirarse desde fuera.• Sea tolerante con usted mismo, no sufra del llamado complejo de Dios o de la perfección en todo momento.• Practique ejercicios físicos y técnicas de relajación.
Finalmente, si usted tiene alguno de los siete rasgos muy acentuado, debe darse a la tarea de eliminarlo.
PARA LOGRAR LA QUIETUD ESPIRITUAL O LA TRANQUILIDAD MENTALLa paz interna cada cual la puede lograr de forma muy diversa según los gustos personales, la cultura, la religiosidad, la personalidad y, muy importante, el medio donde se desenvuelve el sujeto, que puede facilitar o entorpecer la búsqueda y consecución de ese estado.
A continuación le brindaré algunos consejos que pudieran ayudarle a lograr la tranquilidad mental o quietud espiritual.
1. Para alcanzar la tranquilidad mental deseada hay que tener una actitud positiva hacia la vida, esto es, tratar de ver el lado bueno de las cosas y actuar en consecuencia. Una actitud pesimista, rencorosa, temerosa, rígida, dominante, pasiva, etc., puede impedir llegar a este estado.2. La tranquilidad mental, además de un estado que se puede lograr con determinado entrenamiento, es también una filosofía de la vida, practicada desde tiempos inmemoriales. No desear más de lo que se necesita, no aferrarse a cuestiones intrascendentes, hacer una vida sana, tener motivaciones elevadas, hacer el bien siempre, no hacer daño en ningún momento, ser humilde, etc., eran algunas de las características que sugerían los antiguos para lograr dicho estado.3. Entrene el cuerpo en la búsqueda de este estado. Para ello lo primero es colocarse en una posición cómoda, que puede ser la de imitar a un cochero o también sentarse en el piso, con la espalda lo más recta posible, preferiblemente bien pegada a la pared, entrelazar las manos y situar las piernas de la forma que le resulte más cómoda. En esta posición, cierre los ojos e imagine algo agradable, como ir por algún lugar cubierto de árboles de abundante follaje, un hermoso césped verde que invita al reposo y en el que sólo se escucha el sonido del viento y el canto de las aves.Una vez lograda cierta tranquilidad en su cuerpo y en su mente al imaginar lo anterior, un elemento muy importante es el control de la respiración: debe concentrarse en ella y realizar inspiraciones profundas por la nariz (tomar el aire) y botarlo por los labios semicerrados. Estos ejercicios de inspiración-espiración debe realizarlos hasta que sienta un leve mareo. Después, trate de mantener una respiración en forma de vaivén, esto es, que su pecho suba y baje lo más lentamente posible.4. Lograr la relajación deseada y con ella la tranquilidad mental, no se alcanza en varios días, ni semanas siquiera, así que no se desanime si por usted mismo no lo consigue en los primeros intentos.5. Una vez que se haya relajado, concentre su atención en un lugar de su cuerpo, por ejemplo, el dedo grueso del pie izquierdo o el que le resulte más fácil de mantener en su mente y olvídese del resto. Éste, a partir de ese momento, es sólo el dedo grueso de su pie izquierdo.6. Al realizar estos ejercicios, si le cuesta trabajo concentrar su atención en la parte señalada, otra posibilidad es mantener en la mente una palabra sin sentido conformada en lo fundamental por la vocal “a” como “akrasna” por ejemplo.7. Al finalizar los ejercicios, tome un baño lo más caliente posible, dejando correr el agua suavemente sobre su piel, con preferencia, cara, cuello y espalda. Séquese mediante suaves toques repetitivos y prepárese para realizar actividades sedentarias.
PARA OBTENER UNA MAYOR AUTOCONFIANZALa autoconfianza podríamos definirla como la confianza en uno mismo, en nuestras reales posibilidades. No todas las personas confían en sí mismas, y en ello puede haber influido un gran número de factores. Sin embargo, nunca es tarde para empezar, por lo que a continuación le ofrecemos una serie de consejos, base de una técnica psicoterapéutica, denominada Terapia Asertiva, que persigue, entre sus principales objetivos, evitar la manipulación que tratan de hacer los demás sobre nosotros y mejorar la visión de uno mismo. Es muy útil en los tímidos, los pasivos, los dependientes, los dubitativos y los que tienen muy en cuenta “el que dirán”.
1. Usted es y debe ser el juez de su conducta. Debe ser el responsable de las consecuencias de sus actos, los cuales no necesitan tener la aprobación de los demás, aunque mientras más personas aprueben su conducta, significa que es socialmente bien vista, pero si esto no fuera así, no se alarme, ello puede ocurrir.2. No está obligado a pedir disculpas, ofrecer excusas o dar razones explicativas de sus actos a no ser que ello haya sido conveniado antes con usted. Sólo las dará a las personas que decida y no a otras.3. No está obligado a encontrarle soluciones a los problemas de otros. Sólo ocurrirá si desea hacerlo.4. Tiene derecho a cambiar de opinión cuantas veces desee, siempre y cuando sea posible. No sienta pena por modificar una decisión previa, pues no está obligado a mantenerla. Nunca le haga caso a los argumentos que esgrimirán quienes tienen interés en que no revoque su decisión.5. Tiene derecho a decir “No sé” cuando se le pregunta algo, aunque sepa la respuesta precisa. Es libre de dar esa y otras informaciones a quien elija para ofrecerlas.6. Tiene todo el derecho de equivocarse y de hacerse responsable de las consecuencias de dicha equivocación. No sienta culpa por ese error, pues todos los seres humanos los cometemos. Dése a la tarea de aprender de ellos para no repetirlos.7. Tiene derecho a opinar diferente a la mayoría de las personas y mantenerla por el tiempo que usted decida hacerlo.8. Tiene derecho a tomar una decisión que no sea la mejor a los ojos de los demás, sin afectar otros intereses que no sean los propios.9. Tiene derecho a decir “No comprendo” y “No me importa” cuando lo estime prudente.10. Tiene derecho a caerle mal a un grupo de personas, regular a otros y bien a los terceros. La proporción entre estos grupos le mostrará el grado de aceptación que usted tiene en ellos, lo cual no tiene importancia alguna.11. Tiene derecho a persistir en su decisión, y emplear para ello la técnica del disco rayado, o sea, la repetición exacta de lo que eligió responder: “No sé, no sé, no sé...”; “Porque sí, porque sí, porque sí...”; “No quiero, no quiero, no quiero”...12. Tiene el derecho a responder las preguntas que le hacen con otras preguntas, como por ejemplo: “¿Por qué usted me pregunta eso?” “¿Está molesto usted?” “¿Hice algo indebido?”.13. Tiene derecho a hacer el ridículo. Antes que usted muchos otros lo hicieron. Después de usted lo hará una cantidad similar.14. Si ninguno de estos consejos le resulta de utilidad, usted tiene el derecho a no tenerlos en cuenta.
PARA DEJAR EL HÁBITO DE FUMARMucho se ha escrito sobre el mal hábito de fumar y las repercusiones sobre la salud del fumador y de quienes le rodean. También se han propuesto múltiples técnicas terapéuticas que incluyen fármacos, parches de nicotina, gomas de mascar con esa sustancia, psicoterapias de los más diversos tipos, individuales y en grupos, etc. En esta oportunidad no voy a referirme a ninguna de ellas en específico, sino daré algunos consejos que pudieran ser de utilidad para quienes padecen una habituación nicotínica o tabaquismo, como se le conoce en la literatura científica. Ellos me sirvieron para dejar de fumar hace tres años, y poniéndolos a disposición de los fumadores estoy cumpliendo otro de los pasos reafirmadores de la decisión de abandonar este mal hábito que es ayudar a otros aquejados del mismo problema.
1. Debe darse cuenta de que padece tabaquismo, pues muchas personas consideran que fuman porque les gusta, porque no les hace daño, porque les calma los nervios, porque les quita el apetito y no los hace engordar, y un largo etcétera, capaz de incluir las más disímiles justificaciones, lo cual es común a todas las habituaciones. Y estas justificaciones son autoengaños. Usted tiene un problema de salud ni más ni menos.2. Dése cuenta de su autodestrucción, de su “espíritu suicida a largo plazo”, al fumar su salud se daña y le produce, antes que cáncer, una serie de molestias a nivel de la boca, el aparato respiratorio, el corazón, las arterias, el estómago, los órganos sexuales, los nervios periféricos, en fin, en todo el cuerpo, lo cual disminuye su calidad de vida.3. No piense todo el tiempo que se propondrá dejar de fumar. Muchas personas dicen: “No voy a fumar más”. Eso es funesto, pues quien dice tal cosa comenzará a boicotear su decisión con reflexiones como: “¿Tú sabes lo que significa que más nunca pueda fumarme un cigarrito?” “¿Y cuándo me tome un buchito de café?” “¿Y cuándo me tome un trago?”. Y otras similares que irán minando la decisión tomada a tan largo plazo. Esta expresión es un error, suprímala. 4. Es necesario tener reales deseos de abandonar ese mal hábito. Si no está preparado para dejar de fumar es preferible que no lo intente, pues de hacerlo sin estar en realidad decidido, volverá a fumar y esa “recaída” le servirá de justificación sobre lo difícil que resulta “dejar el vicio”, porque lo intentó y no lo logró. Eso reforzará su adicción.Pero además, ese aparente fracaso le dará un sentimiento de ineficacia, de no tener voluntad que será reforzado por quienes le rodean y le hará incrementar el consumo de cigarrillos.5. Una vez decidido, prepárese psicológicamente para sentirse mal, para sentirse irritable, somnoliento, intranquilo, con deseos de fumar muy intensos, que son los síntomas del llamado Síndrome de supresión, siempre presentes con mayor o menor intensidad cuando se suspende de pronto un tóxico al cual se está habituado. Pero también es necesario saber que esos malestares, al igual que el deseo de fumar, pasan. Son intensos, pero pasajeros. Continúe manteniendo su decisión, a pesar de ellos; y ese mal rato pasará y habrá ganado una batalla más en su lucha.6. Si fuma sólo satisface el deseo momentáneo de quitarse el malestar que le está ocasionando no hacerlo, pero mientras más tiempo lo haga, mayores serán los malestares cuando se decida a dejarlo. Es común a cualquier habituación que los síntomas de supresión sean más intensos mientras mayor sea el transcurso en contacto con el tóxico y si se incrementa su cantidad.7. Si satisface ese deseo momentáneo estará posponiendo la toma de su decisión más sensata, dejar de fumar, que favorecerá su salud y la de los suyos.8. Piense en no fumar hoy. A usted no le debe interesar mañana, pues esa fecha nunca llegará. Mañana será hoy. Su vida está formada por muchos hoy y ningún mañana.Antiguamente en Cuba se podía leer en algún establecimiento privado: “Hoy no fío, mañana sí”. Y mañana encontraba el mismo cartel con el mismo mensaje, porque ese mañana en el que se fiaba no llegaba nunca. Siempre era hoy. Este consejo tiene mucho que ver con esa frase. La única diferencia es que evitamos hacer referencia al mañana. A eso se denomina abstinencia de veinticuatro horas en el tratamiento del alcoholismo, otra habituación patológica.9. No baje la guardia y mantenga al enemigo (el cigarro) lejos de usted. Por tanto, con los enemigos no se “coquetea”. Desaparezca los ceniceros, bote las colillas, deshágase de las cajetillas que todo fumador guarda, evite los lugares donde se fuma y a los fumadores aunque sean sus amigos o familiares. Si ellos están en la sala, usted se va para el patio. 10. Aprenda a decir NO, pues como fumador que es, le brindarán cigarros y esa debe ser su respuesta, sin dar muchas explicaciones, no está obligado a ello.11. Lea sobre técnicas para dejar de fumar que complementarán su decisión y le harán sentir más seguro.12. Debe autoestimularse, autopremiarse por lo logrado. Se puede comprar algún regalo con el dinero ahorrado por su decisión de dejar el mal hábito.13. Ayude a otros a dejar de fumar, ínstelos a, igual que lo ha hecho usted, enfrentar la vida sin cigarros.14. Evalúe sus progresos en salud (respira mejor, no tose en las mañanas, es sexualmente más capaz, no tiene dolor en las piernas, ni peste a cigarros en el aliento, ni quemaduras en las ropas, ni manchas de nicotina en manos y dientes, etc.).15. NO OLVIDE QUE ES UN FUMADOR HASTA QUE SE MUERA. No sea autosuficiente y crea que porque lleva diez años sin fumar ya está curado. Yo no lo creo. Más fácil es considerarse un fumador abstinente y evitar llevarse el primer cigarrillo a la boca.16. Disfrute de los comentarios favorables de sus familiares y amigos sobre usted, su nueva imagen, su voluntad por vencer su habituación, su capacidad para tomar una decisión a tiempo, y otros muchos halagos que le harán.
Recuerde: si hay una cosa útil que usted puede hacer es dejar de fumar.
PARA HACER FRENTE AL ESTRÉSEl estrés es una sensación desagradable: la persona puede experimentar tensión, apremio, autoexigencia desmesurada, inquietud y zozobra. Para enfrentarlo se necesitan disímiles mecanismos de adaptación que permitan evitar la sobrecarga emocional que la vida moderna demanda. A continuación les expongo diversas sugerencias que pudieran ser de utilidad en ese empeño.
1. Es imprescindible pensar positivamente, lo cual mejorará su estado anímico y lo preparará para emprender cualquier tarea por complicada que sea. No es lo mismo decirse: “Esta tarea que debo enfrentar es tediosa y aburrida”, que darle el enfoque siguiente: “Aunque esta tarea no resulta agradable, otras veces la he realizado sin problema alguno. Hoy, sin lugar a dudas, puedo volver a hacerla”.2. Trate de delimitar el problema a uno de sus aspectos más importantes. Si tiene una serie de cosas que realizar recuerde esto: Primero lo primero.3. Trate de generalizar sus reacciones afectivas para evitar una opinión desfavorable sobre sí mismo. Ante un temblor de tierra usted siente miedo, deseos de salir corriendo, de orinar y defecar. Piense que cientos de miles de personas han tenido sensaciones muy similares a las suyas cuando han estado expuestos a un temblor de tierra y usted no es una excepción.4. Se hace necesario aprender a enfrentarse a los síntomas del estrés, reconózcalos, aunque molestos, no se trata de síntomas graves que pueden poner en peligro su vida. Si siente angustia, su corazón latirá más rápido que de costumbre. Si esto le provoca temor de sufrir un ataque cardíaco, el propio temor incrementará los latidos de su corazón y con ellos su miedo a la inminencia de este supuesto ataque, quedará así cerrado el círculo vicioso: palpitaciones-temor-aumento de las palpitaciones-temor.Una opción es, al sentir las palpitaciones, comenzar a respirar suave y profundamente, lo cual le proporcionará una sensación de tranquilidad y relajación, normalizará sus latidos cardíacos. Es de mucha utilidad dejar de imaginar posibles riesgos que pudieran ocurrir si los síntomas continúan, pues éstas son reacciones corporales normales.5. Trate de encontrar diversas alternativas para hacer frente al estrés, como dejar de hacer lo que está haciendo, dar un pequeño paseo, hacer una broma, ir al cuarto de baño y lavarse la cara con agua fría, respirar hondo y relajarse, hacer una llamada telefónica a algún amigo para saludarse, etc. Cuando se sienta menos tensionado, continúe su labor.6. Acepte las presiones externas que puedan limitar su rendimiento. Pudiera usted decirse más o menos lo siguiente: “Teniendo en cuenta todo el tiempo dedicado a esta actividad y lo agotado que estoy sintiéndome, creo haberla hecho bastante bien. He acabado casi todo menos una tarea, por lo que debo tomarme un descanso para continuar mañana”.7. Debe reforzarse usted mismo apreciando lo bien que se puede sentir cuando es capaz de manejar el estrés con estas simples medidas, que seguramente serán enriquecidas con su creatividad.
PARA HACER MÁS GRATA NUESTRA VIDA COTIDIANACuando estaba realizando este libro, le pregunté a mi pequeño hijo de siete años, sobre qué debía escribir para que los seres humanos aprendieran a vivir mejor. Con la sinceridad característica de la infancia, él me dijo lo siguiente: “No pegar los pies en las paredes”, “no subirse en los árboles”, “no tumbarle los nidos a los pajaritos”, “no echar basura en las playas porque se contaminan”, “no matar los perros callejeros”, “no maltratar los ómnibus”, “no tirarle piedras a los pajaritos porque se mueren”, “no tirar piedras por las calles porque pueden romper un cristal de un carro o una ventana de una casa”, “no darle latigazos a las plantas ni arrancarles las hojas”, “no quitarle la pintura a las paredes”, etc.
Al preguntarle dónde aprendió todo eso me contestó: “En el mundo en que vivimos”.
Efectivamente, esa es una asignatura impartida en las escuelas primarias de nuestro país, a mi juicio, de una importancia capital por la sensibilidad que despierta en los niños hacia la naturaleza y la propiedad social.
El hombre, por muchos mecanismos reactivo-adaptativos adecuados que posea, vive en un determinado entorno y si no lo cuida, le hace la vida poco saludable, aburrida, triste. Debemos desarrollar una mentalidad ecológica y con un compromiso social que permita a las generaciones futuras vivir en un mundo habitable.
Y la actitud de los mayores contribuirá a que los hijos la imiten, pues los hechos dicen más que las palabras. Por eso nunca será tarde para evitar llenar nuestro entorno de desperdicios cuando existen depósitos habilitados para ellos; nunca será tarde para aprender a admirar las rosas en las plantas sin tomarlas, pues si cada ciudadano toma una flor de los jardines, la ciudad se queda sin rosas; nunca será tarde para asumir la responsabilidad con los animales afectivos a nuestro cargo y su descendencia, y evitar lanzarlos a la calle para morir de hambre, transmitir enfermedades y llevar una verdadera “vida de perros”; nunca será tarde para cuidar lo que es de todos como son las instalaciones deportivas, los teléfonos públicos, las calles y avenidas, los hospitales y las escuelas, las playas y los ríos, el aire que respiramos.
No seremos verdaderos seres humanos si no nos comportamos como el más evolucionado de los mamíferos superiores y si no hacemos una utilización adecuada de ese privilegiado órgano que es el cerebro humano. Y nuestro crecimiento y desarrollo debe insertarse armónicamente en el entorno del cual somos una parte importante pero no la única.
Otros seres vivos también tienen su espacio entre nosotros y debemos respetarlos mediante una actitud protectora de la flora y la fauna, lo cual contribuirá a incrementar la espiritualidad y la admiración del ser humano por lo bello. Y por igual deben respetarse y cuidarse las obras de los hombres, que son parte importante de la historia de un país, como los edificios, los parques, los monumentos, las bibliotecas y sus libros, los cines y sus asientos. Y todo lo que se repite se convierte en un hábito, bueno o malo; si practicamos todos los días alguno de los buenos hábitos descritos con antelación, llegará a formar parte de nuestra personalidad, de nuestra cultura.
PARA EVITAR LA VIOLENCIA EN LAS RELACIONES INTERPERSONALESHabitualmente se hace mayor énfasis en el aspecto visible de la violencia, esto es, en el maltrato físico o psicológico, en la conducta violenta manifiesta en forma de gritos, amenazas, palabras soeces, injurias, golpes, empujones, agresiones físicas más severas que pueden ocasionar daños, mutilar y a veces comprometer la vida del agredido. Sin embargo, hay otros tipos de violencia, más sutiles, pero no menos dañinos, patentes en las relaciones interpersonales, entre sujetos que, en apariencia, no se solidarizan con la conducta violenta ni la practican conscientemente. A este tipo es al que me quiero referir.
Así es, hay formas de comportamiento, en apariencia normales, que son violentas, pues tratan de forzar una situación a su antojo; por ejemplo, cuando nos inmiscuimos en la vida ajena sin que nos pidan un criterio u opinión, sólo porque esa persona no está actuando como lo haríamos nosotros, como si fuéramos el modelo a seguir, y considerar a todo lo diferente de ese supuesto “modelo de normalidad”, como algo que hay que modificar, cambiar, rehacer.
Otra manera de manifestarse la violencia doméstica es cuando se desconocen los atributos positivos de la pareja o son objeto de burla. Así, una profesional con éxitos en su vida científica se queja de la recriminación de su esposo porque “lo único que haces últimamente es estudiar y escribir”, a pesar de ella haber sido capaz de complementar su actividad científica con la atención a la familia.
En ocasiones, el silencio es una forma de violencia en las relaciones interpersonales, pues privan a los seres humanos de la tan necesaria comunicación. Esto se hace más evidente cuando las parejas no viven solas, sino con la familia de uno de los cónyuges. En este caso, el cónyuge que propicia el silencio, mantiene el trato con los otros miembros de su familia y deja “abandonado al silencio” al que no tiene familia alguna en ese medio. Si bien puede conversar con otros convivientes, la calidad de la comunicación se encontrará comprometida de manera importante.
Otra forma de violencia en las relaciones interpersonales es cuando se trata de subordinar los intereses de la familia a los de uno de sus miembros, cuando ni siquiera son los importantes en ese momento. Así, por ejemplo, se quiere poner a todos en función del niño enfermo y éste sólo tiene un catarro común. O que el esposo espere a su pareja para ir al trabajo, cuando ella habitualmente llega retrasada. O que los niños y adolescentes sufran la pérdida de un ser querido con las mismas manifestaciones de duelo que el adulto.
También es conducta violenta la manipulación del sexo, es decir, utilizar las relaciones sexuales como un arma contra la pareja. Y es el caso cuando un cónyuge se molesta con el otro y deja de tener relaciones sexuales varios días, aunque la molestia bien podía ser resuelta en cinco minutos. Prolongar innecesariamente los disgustos, es otra forma de violencia, se dilata el malestar para tener ventajas en la relación. Ésta debe ser complementaria, no competitiva, y cuando esto ocurre en la pareja es una forma muy destructiva, por cierto. Cada cónyuge debe tratar de tener el mayor éxito en lo que hace y el que tenga menos posibilidades por uno u otro motivo, debiera sentirse feliz porque su pareja lo haya logrado, esto no pasa siempre y el éxito se convierte en motivo de diferencias e incomprensiones por parte unas veces de quien los obtiene y otras, de quien no los pudo obtener.
Otra manifestación de violencia es cuando no se comparten las tareas de la familia y se recargan en uno de sus integrantes o cuando las tareas no son repartidas de forma lógica, para que cada cual pueda hacer una utilización más racional de su tiempo.
En definitiva, la conducta violenta tiene muchas maneras de manifestarse y debemos evitar que la anómala forme parte de nuestro comportamiento.
PARA MEJORAR EL “MIEDO ESCÉNICO”El popularmente conocido “miedo escénico” es la fobia social, esto es, un miedo persistente a hacer el ridículo en situaciones públicas o cualquier actividad social. Existen diversos criterios diagnósticos para esta condición, entre los que cabe mencionar el temor intenso de la persona ante el público o quienes no pertenezcan a su ámbito familiar o de sus conocidos, con la sensación de actuar de manera humillante o embarazosa para ella.
La exposición a estas situaciones sociales a las que teme, provoca, por lo general, gran ansiedad en el sujeto, reconocida por él como irracional o excesiva y, para no experimentarla, limita su actividad, evitándolas. Este comportamiento interfiere de manera importante el establecimiento de una rutina cotidiana, complica las relaciones laborales, estudiantiles o sociales o bien le puede ocasionar un malestar significativo.
Para mejorar el “miedo escénico” es importante estar consciente de haber comenzado a sufrir por algo no ocurrido aún y que ésta es una manera irracional de pensar. Usted no puede predecir el futuro, pero si se le ocurre hacer un pronóstico, trate de que sea positivo. Podrá enfrentarse a cualquier multitud, sintiendo lo que habitualmente experimentamos todos ante grandes multitudes: miedo. Pero, ese temor es muy normal, e irá disminuyendo en la medida en que repita con éxito el afrontamiento, aunque nunca desaparece del todo, siempre se experimentará en cierta medida.
También, al dirigirse al público, debe tener en cuenta que nadie podrá atender a todos los individuos presentes en un gran conglomerado. Precisamente, por definición, esta atención activa a la que me refiero, es la focalización de la conciencia: sólo se atiende así a un suceso, a una sola persona, etc. Por ello, elija a cual dirigirá la palabra, y debe ser alguien interesado en lo que usted está diciendo o comentando, y no permanezca demasiado tiempo focalizado en esa única persona, sino que debe elegir otra, esta vez en el extremo opuesto a la anterior. Si la primera era una señora de la tercera fila, la próxima será el señor canoso de la última fila a la izquierda. Y ese ejercicio realícelo varias veces durante su exposición, conversación o discurso ante muchas personas.
Debe pensar además, que el público es muy benevolente y, por lo general, cuando se queda mal parado ante él, trata de disimular el malestar de la persona en cuestión; y es cuando más aplaude, cuando más se solidariza, cuando más evalúa el esfuerzo realizado, cuando más se pone en la situación del otro. Usted no está ante el circo romano.
Por último, otra de las cosas que debe hacer es imaginarse frente a la multitud que tanto teme, tratando de mantener la calma, tranquilo, relajado, seguro de sí mismo. Repita este ejercicio hasta la saciedad, combinándolo con incursiones en multitudes reales cuando usted no tenga que desempeñar un rol protagónico importante.
¿QUÉ HACER CUANDO FALLECE UN SER QUERIDO?El fallecimiento de un ser querido resulta siempre un acontecimiento muy doloroso. Cuando esto ocurre, el ser humano pasa por diversas etapas, las que a continuación serán descritas:Primera etapa o de negación. Como su nombre indica, en esta etapa el sujeto niega la muerte del ser querido y son frecuentes las siguientes expresiones: “No, eso no puede ser”, “eso es mentira”, “díganme la verdad”, “no lo puedo creer”, etc. Al fallecido se le imagina de todas las formas menos muerto.
Segunda etapa o de rabia. En ella el doliente despliega su hostilidad contra todos, hacia todos, incluyendo el propio fallecido. Culpa a los médicos porque supuestamente no le brindaron toda la atención necesaria o no le prestaron el debido interés. Esto debieran saberlo no sólo los familiares sino también los médicos para poder entender que éste tratar de responsabilizarlos a ellos y a la institución de lo ocurrido, es una reacción normal y habitual en todo el que pierde a un ser querido, y no un problema personal.
En esta etapa dirige la rabia contra el fallecido y es frecuente la pregunta “¿por qué me dejaste?”, hacerle reclamos, e incluso agredirlo: lo pueden apretar, golpear, sacudir, pidiéndole que le responda, que le hable, que le conteste, o simplemente que no se muera.
Es propio de la etapa que este familiar se culpe de no haber hecho todo lo posible por su ser querido y son comunes los siguientes pensamientos: “debí llevarlo a otro hospital”, “si lo hubiera tratado el Dr. X quizás no se hubiera muerto”, “si yo me hubiera dado cuenta antes, a tiempo, otro hubiera sido el desenlace”, y muchos otros similares.
Tercera etapa o de regateo. Ésta se caracteriza por la búsqueda de un consuelo que disminuya su sufrimiento, y entonces se dice: “ya descansó”, “que Dios lo tenga en la gloria”, “menos mal que sufrió poco” y otras por el estilo. Como su nombre indica, esta etapa es de negociación, cuyo objetivo es liberarse de las culpas de la etapa previa.
Cuarta etapa o de aceptación. Es el resultado final de la evolución normal del duelo. Ahora no se habla de resignación, que es una conformidad dolorosa, sino de aceptación, proceso mediante el cual se aprende a vivir sin el ser querido fallecido, a ser productivo, creativo, nuevamente libre y con una vivencia de mejor preparación para la vida.
Es importantísimo conocer estas expresiones y sobre todo las de la rabia, saber que es normal, y todos nos echamos la culpa por lo que pudimos hacer y no hicimos porque provoca una sensación de alivio considerable.Otro aspecto notable en el manejo del duelo es facilitar el llanto y permitir expresar los afectos y emociones displacenteras, no reprimirlas con las conocidas frases “pon de tu parte” y “ponte fuerte” porque en nada ayudan al doliente.
Luego del duelo, es de mucha utilidad recoger y guardar las pertenencias del ser querido, así como las fotografías, de manera que no se conviertan en un estímulo depresógeno generador de mayor tristeza.
Otra sugerencia es evitar acudir al cementerio con frecuencia. Desde épocas inmemoriales la frase “en paz descanse” se utiliza para poner en las lápidas de los fallecidos en distintos países. Y dejarlos descansar es una opción acertada. Escoja un día para ir a ver la tumba del ser querido, que puede ser el Día de las Madres o de los Padres, el día de su nacimiento o cuando desee. No así el día que falleció, por ser un momento doloroso que no debe ser actualizado.
Por último, una recomendación útil es hacerle caso al cuerpo en todo momento, pues la evolución normal del duelo le irá diciendo lo que usted podrá ir haciendo. Si el cuerpo le pide no ingerir alimentos, no los ingiera. Ya llegará el momento de comer como habitualmente. Si el cuerpo le pide llorar, llore. Ya llegará el momento de volver a sonreír.
PARA QUIENES GUSTAN DE AYUDAR A OTRAS PERSONAS EN SITUACIONES DIFÍCILESHay una buena cantidad de seres humanos que les gusta ayudar a otros. Ese sentimiento solidario es muy agradecido por quienes lo reciben. Claro está, no todas las personas poseen la misma preparación técnica y científica para que esa ayuda sea efectiva de forma inmediata y lo más importante, a mediano y a largo plazo cuando se pueda dotar al sujeto de las herramientas necesarias que le permitan enfrentar con éxito problemas similares en el futuro. Por eso me referiré a algunos factores que pudieran contribuir a que quienes tienen esas aptitudes logren ofrecer la ayuda de manera más efectiva, sin necesidad de recibir una enseñanza especializada.
En los diversos tipos de psicoterapia, existen actividades que debe realizar un terapeuta, independientemente de la escuela que propugne, una de ellas es la escucha, esa capacidad de permitir a otra persona expresar sus pensamientos con libertad, sin interrupción alguna. En la actualidad, hay todo un cuerpo de conocimientos teóricos relacionados con la llamada Listening Therapy o Terapia de Escucha, donde lo fundamental es saber escuchar y considerar que el ser humano tiene una sola boca, mientras posee dos orejas, lo cual significa que la naturaleza le otorgó un privilegio al sentido del oído. Aunque esta aseveración pudiera ser discutible, es un recurso que muchos emplean para recalcar la importancia de la escucha.
El que brinda ayuda debe fomentar el rapport, esto es, propiciar una relación armónica, empática, ponerse en el lugar del otro, ser capaz de experimentar lo que está experimentando la otra persona, pero manteniendo una prudencial distancia que permita ser más objetivo. En otras palabras, si usted desea ayudar a una persona, debe evitar involucrarse demasiado en el problema, pues entonces pasará a ser parte del mismo. Entrar en la situación conflictiva y saber salir, pues “desde fuera se ve mejor”, es la clave.
La actitud de apoyo es otra condición indispensable, la cual se logra, además de lo anteriormente explicado, con la aceptación del sujeto en su individualidad, con la solidaridad manifestada con nuestra presencia, que contribuya a mitigar su soledad, con la orientación oportuna (visitar un facultativo, no tomar una decisión importante con ese estado anímico, tomar vacaciones, aceptar un certificado médico, leer determinado libro, etc.).También es fundamental la realización de preguntas, pero no cualquiera de ellas, sino aquellas que le permitan al sujeto expresar sus emociones y sentimientos y a nosotros conocer cómo piensa, cuán pesimista, poco realista, agresivo, autodestructivo, es su pensamiento. Las preguntas bien realizadas recaban una información muy valiosa, mediante la cual logramos acercarnos a un conocimiento más fidedigno de la problemática del individuo, cuándo se inició ésta, de qué manera, cómo él se sintió, cómo la intentó resolver, etc.
Otras actitudes que pueden ayudar a una persona en situación difícil, es el reforzamiento, o sea, la aprobación de una conducta o pensamiento positivo, mediante la felicitación, un apretón de manos, unas palabras de elogio. Asimismo, se deben castigar aquellas conductas o pensamientos negativos con desaprobación: un llamado de atención, expresar desacuerdo con esas actitudes, en otras palabras, corregir toda manifestación negativa. Esa es una manera valiosa de ayudar a otros.
Se puede asistir a un sujeto sobre quien han existido determinadas presiones emocionales que le hacen suponer que todo el mundo reaccionará de igual forma con él, al usted hacerlo de una manera diferente, eso lo ayudará a corregir su experiencia emocional pasada: no todos reaccionan como él piensa. Y el bienestar encontrado al interactuar con otro ser humano que no le reprueba, critica, rechaza, hostiliza, por sí solo, es terapéutico. A este auxilio se conoce como “experiencia emocional correctiva”, término utilizado por las terapias psicoanalíticas no ortodoxas, para designar la neutralidad afectiva del terapeuta.
Con estos elementos, seguro usted, que tiene esa capacidad para ayudar a otros muy desarrollada, estará en mejores condiciones de brindarla.
RESUMEN
En los últimos años ha surgido con fuerza la Inteligencia Emocional como un tema transversal en la Psicología (Psicología de la Educación, Psicología de las Organizaciones, Psicología de la Emoción), si bien las popularizaciones que se han hecho del tema han impedido por el momento que el constructo surja de forma clara.
En este trabajo partiremos de la exploración de diferentes modelos de Inteligencia Emocional para centrarnos posteriormente en uno de sus componentes centrales: la autorregulación emocional, y formulando posteriormente el desarrollo de un modelo de Inteligencia Emocional centrado en procesos, el modelo de Barret y Gross.
1. INTELIGENCIA EMOCIONAL1.1. Marco conceptualLa Inteligencia Emocional es un campo de estudio que surgió en la década de los 90 como reacción al enfoque de inteligencias meramente cognitivas, sumando críticas a los detractores de los tests de inteligencia tradicionales.
Este enfoque se hizo rápidamente popular en la prensa no científica, entre otras razones porque emitía un mensaje novedoso y atractivo: se puede tener éxito en la vida sin tener grandes habilidades académicas. El libro divulgativo de Daniel Goleman (1995) se convirtió rápidamente en un best – seller, aunque la investigación al respecto se encontraba aun en sus inicios.
Mayer (2001) señala cinco fases hasta el momento en el desarrollo del campo de estudio de la Inteligencia Emocional que pueden ayudarnos a entender de donde surgen los conceptos y habilidades que actualmente se presentan juntos bajo el epígrafe de IE:1) Inteligencia y Emociones como campos de estudio separados (1900 – 1969): La investigación sobre la inteligencia se desarrolla en este periodo y surge la tecnología de los tests psicológicos. En el campo de la emoción se centran en el debate entre la primacía de la respuesta fisiológica sobre la emoción o viceversa. Aunque algunos autores hablan sobre la “inteligencia social” las concepciones sobre Inteligencia siguen siendo meramente cognitivas.2) Precursores de la inteligencia emocional (1970 – 1989): El campo de la cognición y el afecto examina como las emociones interaccionan con el pensamiento. Una teoría revolucionaria de este periodo es la Teoría de Inteligencias Múltiples de Gardner, la cual incluye una inteligencia “intrapersonal”.3) Emergencia de la Inteligencia Emocional (1990 – 1993): Mayer y Salovey publican una serie de artículos sobre la inteligencia emocional, incluyendo el primer intento de medir estas competencias.4) Popularización y ensanchamiento del concepto (1994 – 1997): Goleman publica su libro “Inteligencia Emocional” y el término IE salta a la prensa popular.5) Institucionalización e investigación sobre la IE (1998 – actualidad): Se producen refinamientos en el concepto de IE y se introducen nuevas medidas. Aparecen las primeras revisiones de artículos de investigación.
¿De que hablamos cuando hablamos de Inteligencia Emocional?La Inteligencia Emocional se entiende como un conjunto de habilidades que implican emociones. Varios autores han señalado diferentes definiciones de Inteligencia Emocional:
“incluye las áreas de conocer las propias emociones, manejar emociones, motivarse a uno mismo, reconocer emociones en otros y manejar relaciones” Goleman (1995)
“un conjunto de capacidades, competencias y habilidades no cognitivas que influencian la habilidad propia de tener éxito al afrontar las demandas y presiones del medio ambiente" Bar – On (citado en Mayer , 2001)
“se refiere a la habilidad para reconocer el significado de las emociones y sus relaciones, y para razonar y resolver problemas en base a ello. También incluye emplear las emociones para realzar actividades cognitivas” Mayer et al. (2001)
En una serie de estudios conducidos por Schutte y colaboradores (2002) se centraron en encontrar relación entre los niveles de inteligencia emocional y la autoestima y el estado de ánimo positivo, encontrando una relación positiva entre la Inteligencia Emocional y ambas variables.
Varios autores han teorizado que una alta inteligencia emocional puede llevar a grandes sentimientos de bienestar emocional y son capaces de tener una mejor perspectiva de la vida. Existe también evidencia empírica que parece demostrar que la alta inteligencia emocional se asocia con menor depresión, mayor optimismo y una mejor satisfacción con la vida. Por tanto, esto sugiere un vínculo entre inteligencia emocional y bienestar emocional.
1.2. Modelos tradicionales sobre Inteligencia Emocional Los principales modelos que han afrontado la Inteligencia Emocional en la década de los 90 son los de Mayer et al. (2001) (Modelo de las 4 ramas), el modelo de competencias de Goleman y el Modelo Multifactorial de Bar On.
Mayer (2001) agrupa estos modelos distinguiendo entre aproximaciones mixtas y aproximaciones de habilidades:• Aproximaciones de Habilidades: El modelo de 4 ramas de Mayer et al. divide la Inteligencia Emocional en cuatro áreas de habilidades:1) Percibir emociones: Capacidad de percibir emociones en caras o imágenes. 2) Usar emociones para facilitar el pensamiento: Capacidad de usar las emociones para realzar el razonamiento.3) Comprensión de emociones: Capacidad de comprender información emocional acerca de las relaciones, transiciones de una emoción a otra e información lingüística acerca de las emociones.4) Manejo de las emociones: Capacidad para manejar emociones y relaciones emocionales para el crecimiento personal e interpersonal.Estos autores señalan que las ramas 1,3 y 4 incluyen razonar acerca de las emociones, mientras que la rama 2 únicamente incluye el uso de las emociones para realzar el razonamiento. Jerárquicamente estas 4 ramas estarían dispuestas de modo que "percibir emociones" estaría a la base, mientras que "Manejo de emociones" estaría a la cima.
• Aproximaciones Mixtas: Estas aproximaciones populares incluyen atributos personales que están más comúnmente relacionados con la efectividad personal y el funcionamiento social (Barret y Gross, 2001; Mayer, 2001).- Modelo de Competencias Emocionales de Goleman:Incluye cinco competencias:1. El conocimiento de las propias emociones2. La capacidad de controlar las emociones3. La capacidad de motivarse a uno mismo4. El reconocimiento de las emociones ajenas5. El manejo de las relaciones
- Modelo Multifactorial de Bar – On: Bar On realiza una conceptualización multifactorial de la inteligencia emocional, conformada por los siguientes componentes factoriales:1) C.F. Intrapersonales:• Autoconcepto: Esta habilidad se refiere a respetarse y ser consciente de uno mismo, tal y como unos es, percibiendo y aceptando lo bueno y malo.• Autoconciencia Emocional: Conocer los propios sentimientos para conocerlos y saber qué los causó. • Asertividad: Es la habilidad de expresarse abiertamente y defender los derechos personales sin mostrarse agresivo ni pasivo.• Independencia: Es la habilidad de controlar las propias acciones y pensamiento uno mismo, sin dejar de consultar a otros para obtener la información necesaria. • Autoactualización: Habilidad para alcanzar nuestra potencialidad y llevar una vida rica y plena, comprometiéndonos con objetivos y metas a lo largo de la vida.
2) C.F. Interpersonales: • Empatía: Es la habilidad de reconocer las emociones de otros, comprenderlas y mostrar interés por los demás. • Responsabilidad social: Es la habilidad de mostrarse como un miembro constructivo del grupo social, mantener las reglas sociales y ser confiable. • Relaciones Interpersonales: Es la habilidad de establecer y mantener relaciones emocionales caracterizadas por el dar y recibir afecto, establecer relaciones amistosas y sentirse a gusto.
3) C.F. de Adaptabilidad• Prueba de realidad: Esta habilidad se refiere a la correspondencia entre lo que emocionalmente experimentamos y lo que ocurre objetivamente, es buscar una evidencia objetiva para confirmar nuestros sentimientos sin fantasear ni dejarnos llevar por ellos. • Flexibilidad: Es la habilidad de ajustarse a las cambiantes condiciones del medio, adaptando nuestros comportamientos y pensamientos. • Solución de problemas: La habilidad de identificar y definir problemas así como generar e implementar soluciones potencialmente efectivas. Esta habilidad esta compuesta de 4 partes: 1) ser consciente del problema y sentirse seguro y motivado frente a él2) definir y formular el problema claramente (recoger información relevante)3) generar tanto soluciones como sea posible 4) tomar una solución sobre la solución a usar, sopesando pros y contras de cada solución.
4) C.F. de Manejo del Estrés• Tolerancia al estrés: Esta habilidad se refiere a la capacidad de sufrir eventos estresantes y emociones fuertes sin venirse abajo y enfrentarse de forma positiva con el estrés. Esta habilidad se basa en la capacidad de escoger varios cursos de acción para hacerle frente al estrés, ser optimista para resolver un problema, y sentir que uno tiene capacidad para controlar influir en la situación.• Control de impulsos: Es la habilidad de resistir o retardar un impulso, controlando las emociones para conseguir un objetivo posterior o de mayor interés.
5) C.F. de Estado de Animo y Motivación• Optimismo: Es mantener una actitud positiva ante las adversidades y mirar siempre el lado bueno de la vida.• Felicidad: Es la habilidad de disfrutar y sentirse satisfecho con la vida, disfrutarse uno mismo y a otros, de divertirse y expresar sentimientos positivos.
En todos estos modelos podemos ver que la autorregulación emocional (entendida como la capacidad de regular los estados emocionales a un punto de referencia) es un elemento principal de los modelos. Así, el modelo de las 4 ramas de Mayer et al. sitúa al “Manejo de las Emociones” arriba de su escala jerárquica, Goleman la incluye como “capacidad de controlar las propias emociones” y Bar – on incluye elementos de autorregulación emocional en varias de sus habilidades, como el “Control de Impulsos” y la “Flexibilidad”.En el siguiente punto nos centraremos en el mecanismo psicológico de la autorregulación, ofreciendo dos modelos de autorregulación emocional.
2. AUTORREGULACION EMOCIONALComo hemos visto, los principales modelos de Inteligencia Emocional dan mucha importancia a la regulación de las propias emociones. De hecho, se trata de la piedra angular del concepto, ya que de nada sirve reconocer nuestras propias emociones si no podemos manejarlas de forma adaptativa.
La autorregulación emocional se englobaría dentro de lo que sería el proceso general de autorregulación psicológica, el cual es un mecanismo del ser humano que le permite mantener constante el balance psicológico. Para ello necesita de un sistema de feedback de control que le permita mantener el estatus en relación a una señal de control.
Bonano (2001) expone un modelo de autorregulación emocional que se centra en el control, anticipación y exploración de la homeostasis emocional. La homeostasis emocional se conceptualizaría en términos de metas de referencia pertenecientes a frecuencias, intensidades o duraciones ideales de canales experienciales, expresivos o fisiológicos de respuestas emocionales. En este sentido, Vallés y Vallés (2003) señalan que puesto que las emociones tienen tres niveles de expresión (conductual, cognitivo y psicofisiológico) la regulación del comportamiento emocional afectará a estos tres sistemas de respuesta.
Por tanto, la autorregulación emocional no sería sino un sistema de control que supervisaría que nuestra experiencia emocional se ajustase a nuestras metas de referencia.
2.1. Modelo Secuencial de Autorregulación EmocionalEste modelo propuesto por Bonano (2001) señala tres categorías generales de actividad autorregulatoria:1) Regulación de Control: Se refiere a comportamientos automáticos e instrumentales dirigidos a la inmediata regulación de respuestas emocionales que ya habían sido instigadas. Dentro de esta categoría se incluyen los siguientes mecanismos: disociación emocional, supresión emocional, expresión emocional y la risa.
2) Regulación Anticipatoria: Si la homeostasis está satisfecha en el momento, el siguiente paso es anticipar los futuros desafíos, las necesidades de control que se puedan presentar. Dentro de esta categoría se utilizarían los siguientes mecanismos: expresión emocional, la risa, evitar o buscar personas, sitios o situaciones, adquirir nuevas habilidades, revaloración, escribir o hablar acerca de sucesos angustiosos
3) Regulación Exploratoria: En el caso que no tengamos necesidades inmediatas o pendientes podemos involucrarnos en actividades exploratorias que nos permitan adquirir nuevas habilidades o recursos para mantener nuestra homeostasis emocional. Algunas de estas actividades pueden ser: entretenimiento, actividades, escribir sobre emociones
2.2. Modelo Autorregulatorio de las Experiencias EmocionalesLa idea principal de la que parten Higgins , Grant y Shah (1999) es que las personas prefieren algunos estados más que otros y que la autorregulación permite la ocurrencia de los estados preferidos más que de los no preferidos. Igualmente señalan que el tipo de placer y el tipo de malestar que la gente experimenta depende de qué tipo de autorregulación este funcionando.
Estos autores señalan tres principios fundamentales implicados en la autorregulación emocional:1) Anticipación regulatoria: Basándose en la experiencia previa, la gente puede anticipar el placer o malestar futuro. De esta forma, imaginar un suceso placentero futuro producirá una motivación de acercamiento, mientras que imaginar un malestar futuro producirá una motivación de evitación.2) Referencia regulatoria: Ante una misma situación, se puede adoptar un punto de referencia positivo o negativo. Por ejemplo, si dos personas desean casarse, una de ella puede anticipar el placer que significaría estar casados, mientras que la otra persona podría imaginar el malestar que les produciría no casarse. Por tanto la motivación sería la misma, pero una de ellas estaría movida por un punto de referencia positivo y la otra por un punto de vista negativo.3) Enfoque regulatorio: Los autores hacen una distinción entre un enfoque de promoción y un enfoque de prevención. Por tanto se distingue entre dos diferentes tipo de estados finales deseados: aspiraciones y autorrealizaciones (promoción) vs. responsabilidades y seguridades (prevención).
3. EL MODELO DE PROCESOS DE BARRET Y GROSSYa hemos visto diferentes modelos de Inteligencia Emocional que se han propuesto, tanto desde ámbitos populares y aplicados (Modelos de Goleman y de Bar – On) como desde perspectivas más experimentales (Modelo de las Cuatro Ramas de Mayer y Salovey).
También hemos discutido la importancia que en estos modelos se les da a los procesos autorregulatorios a nivel emocional, analizando los modelos de Bonano y de Higgins y cols.
Los modelos vistos sobre inteligencia emocional la definen como un juego de habilidades y atributos personales o competencias sociales. Esto implicaría dos asunciones básicas (Barret y Gross, 2001):1º) Las emociones propias o las de otros se ven como entidades fijas sobre las que se pueden hacer juicios correctos o incorrectos.2º) La inteligencia emocional se ve como un conjunto estático de habilidadesEn contraste, el modelo de procesos de Barret y Gross entiende las emociones como un fenómeno emergente y fluido que resultaría de la interacción entre procesos explícitos e implícitos, por lo cual no habría sitio para una evaluación correcta o incorrecta.
La inteligencia emocional sería en este modelo “un conjunto de procesos relacionados que permite al individuo desplegar satisfactoriamente representaciones mentales en la generación y regulación de de la respuesta emocional”.
En este esquema de procesos, existirían dos aspectos de gran importancia. Por una parte, el cómo se representan las emociones (el como la persona representa mentalmente las emociones y se hace consciente de ellas). Por otra parte, el cómo y cuando se regulan las emociones.
Sobre la representación de las emociones solo diremos aquí que existirían tres procesos principales implicados en la generación de las emociones: la disponibilidad del conocimiento sobre las emociones, la accesibilidad del conocimiento sobre emociones y la motivación para construir experiencias emocionales discretas, y por último, la localización de los recursos de funciones como la memoria de trabajo. Estos procesos son de gran importancia para la Inteligencia Emocional, pero los dejaremos a un lado para centrarnos en el otro tipo de procesos, lo relacionados con la autorregulación emocional.
El Modelo de Gross de Autorregulación Emocional (Barret y Gross, 2001; Gross y John, 2002; Gross, 2002), sobre el cual se desarrolla el modelo de procesos de Inteligencia Emocional, se describen cinco puntos en los que las personas pueden intervenir para modificar el curso de la generación de emociones, esto es, autorregularse emocionalmente. Mostramos un esquema general del modelo a continuación.
Los cinco elementos de este modelo serían:1) Selección de la situación: Se refiere a la aproximación o evitación de cierta gente, lugares u objetos con el objetivo de influenciar las propias emociones. Esto se produce ante cualquier selección que hacemos en la que está presente un impacto emocional. En el esquema vemos que se selección S1 en vez de S2 (se marca en negrita).2) Modificación de la situación: Una vez seleccionada, la persona se puede adaptar para modificar su impacto emocional, lo cual podría verse también como una estrategia de afrontamiento centrada en el problema (S1x, S1y, S1z).3) Despliegue atencional: La atención puede ayudar a la persona a elegir en qué aspecto de la situación se centrará (distraernos si la conversación nos aburre o tratar de pensar en otra cosa cuando no preocupa algo) (a1, a2, a3 … representan los diferentes aspectos de la situación a los que podemos atender).. 4) Cambio cognitivo: Se refiere a cual de los posibles significados elegimos de una situación. Esto es lo que podría llevar al “reappraisal” y sería el fundamento de terapias psicológicas como la reestructuración cognitiva. El significado es esencial, ya que determina las tendencias de respuesta. 5) Modulación de la respuesta: La modulación de la respuesta se refiere a influenciar estas tendencias de acción una vez que se han elicitado, por ejemplo inhibiendo la expresión emocional. En el esquema, se muestran signos – y + para representar la inhibición o excitación de estas respuestas a diferentes niveles.
Como se aprecia en el modelo, las cuatro primeras estrategias estarían centradas en los antecedentes, mientras que la última de ellas estaría centrada en la respuesta emocional.
Se ha escrito mucho sobre las posibles consecuencias a varios niveles de la autorregulación emocional. Gross (2002) señala que las estrategias de “reappraisal” son a menudo más efectivas que la supresión emocional. El “reappraisal” reduce la experiencia emocional y también la expresión conductual, mientras que la supresión reduce la expresión pero falla en reducir la experiencia emocional.
Por otra parte, existe abundante literatura que indicaría que la supresión podría estar afectando a la salud física (depresión del sistema inmune, mayor riesgo coronario, progresión del cáncer, etc.), y en definitiva que las consecuencias de las estrategias centradas en los antecedentes (reappraisal) serían preferibles en este sentido a las centradas en la respuesta (Barret y Gross, 2001).
4. CONCLUSIONESEn este trabajo hemos intentado ofrecer un panorama del estudio de la Inteligencia Emocional centrándonos en uno de sus componentes principales: la autorregulación emocional. Como hemos podido apreciar, existe aun multitud de modelos que hacen que a nivel de constructo no exista claridad de qué elementos conforman la Inteligencia Emocional.
Puesto que la autorregulación emocional es uno de los mecanismos principales implicados, hemos querido centrarnos en él por ser un mecanismo que ha sido ampliamente estudiando a lo largo de los años y del que existen modelos explicativos bastante completos.
Como alternativa a los modelos clásicos, de habilidades o competencias, hemos querido mostrar el modelo de procesos de Barret y Gross. Las implicaciones para la inteligencia emocional de este modelo, son no solo determinar los mecanismos por lo que se produce la autorregulación emocional, sino que es el primer paso para dilucidar que tipo de mecanismos están implicados en la inteligencia emocional y que consecuencias (positivas y negativas) tienen a nivel cognitivo, afectivo, social y fisiológico.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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